Reducir el hambre, mejorar la nutrición, evitar desperdicios, este es un tema importante en la agenda política de los países industrializados y en desarrollo, que están proponiendo estrategias para evitar las perdidas y desperdicios de alimentos en un mundo globalizado, siendo este un problema de gran magnitud y complejidad, la FAO considera necesario realizar acciones en colaboración de otras organizaciones regionales e internacionales, integrando también a todos los actores de la cadena alimentaria, desde agricultores, pescadores, ganaderos, compañías multinacionales y otros.
Las pérdidas de alimentos se definen como “la disminución de la cantidad o calidad de los alimentos”. Una parte importante de las pérdidas de alimentos es “desperdicio”, estos son alimentos inicialmente destinados al consumo y que son desechados o no utilizados como alimento, ya sea por elección o porque se haya dejado que se estropeen o caduquen por negligencia, nos referimos a la disminución de la masa disponible de alimentos para el consumo humano en las fases de producción, post cosecha, almacenamiento y transporte; el desperdicio se refiere a la pérdidas derivadas de la decisión de desechar los que todavía tienen valor nutricional, se asocia principalmente con el comportamiento de mayoristas y minoristas, servicios de venta de alimentos y los propios consumidores.
Siendo tan importante este tema, la FAO lo integra a un concepto de promoción de sistemas alimentarios sostenibles, abarcando así, por un lado, la producción sostenible de alimentos y por otro las dietas y el consumo sostenibles.
Es importante que las estrategias para reducir las pérdidas y desperdicios de alimentos sean sostenibles desde el punto de vista medioambiental y la promoción de seguridad alimentaria nutricional, las que se deben centrar en mejoras sistémicas de la eficiencia y sostenibilidad de las cadenas de suministro de alimentos.
El desperdicio de alimentos es un problema cada vez mayor, especialmente en los países en desarrollo ya que sus sistemas alimentarios están experimentando ciertos cambios debidos a factores como:
· Rápida urbanización
· Expansión de las cadenas de supermercados
· Cambios en la dieta
· Estilos de vida diferentes
La FAO y Messe Düsseldorf lanzaron la Iniciativa Save Food en la feria internacional de la industria del envasado Interpack2011, que se celebró en Düsseldorf (Alemania).
La Iniciativa Mundial Save Food sobre la reducción de la pérdida y el desperdicio de alimentos es una importante herramienta del nuevo marco estratégico de la FAO, prioriza las intervenciones que previenen que se originen perdidas y desperdicios y para reducirlas, también apoya la reutilización y reciclado ecológicos y costo – efectivos de los alimentos que se pierden o desperdician.
La Iniciativa Save Food además dirige estudios sobre los impactos socioeconómicos de las pérdidas y los desperdicios de alimentos y sobre los marcos políticos y normativos que les afectan, brinda también apoyo a proyectos para que los sectores público y privado implementen estrategias de reducción de los mismo, favoreciendo un enfoque regional, siendo las Regiones:
· Unión Europea
· América del Norte y Australia
· Japón y República de Corea
· Europa Oriental y Asia central
· América del Norte y Cercano Oriente
· África Subsahariana
· Asia Meridional y Oriental y el Pacifico
· América latina y el caribe.
La producción de alimentos del mundo es más que suficiente para alimentar a todos, por lo que es inaceptable que el hambre siga siendo uno de los flagelos más dramáticos, por eso es importante reunir a las partes implicadas en la pérdida y el desperdicio de alimentos para el consumo humano, además representa una pérdida de mano de obra, agua, energía, tierra y otros insumos utilizados en la producción de esos alimentos.
Los alimentos se desperdician o pierden desde la producción inicial hasta el consumo final de los hogares, la misma puede ser accidental o intencional, conduciendo a menor disponibilidad de alimentos para todos. Esto puede deberse a problemas en la recolección, almacenamiento, embalaje, transporte, infraestructura o a los mecanismos de mercado, o de los precios, a los marcos institucionales y legales; las reglas de etiquetado de fecha de caducidad rígidas o mal entendidas, o a prácticas de almacenamiento, compra o de cocina inadecuadas.
Actualmente las pérdidas y desperdicio de alimentos suscitan un gran interés a nivel mundial, gobiernos, instituciones de investigación, productores, distribuidores, minoristas y consumidores, difieren en los enfoques del problema, así como en estrategias para solucionarlos y la capacidad de realizar cambios, siendo la FAO un mediador neutral e independiente.
El enfoque SAVE FOOD trabaja en un marco internacional como son los Objetivos de Desarrollo del Milenio, los próximos Objetivos de desarrollo sostenible, la Agenda Post-2015 y el Reto del Hambre Cero.
“Si queremos que la seguridad alimentaria sea un hecho, debemos asegurarnos de cuidar los ecosistemas vitales que nos permiten producir nuestros alimentos” dijo Amina Mohammed en mayo de 2016 en Nigeria.
El eje central del objetivo de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura de un mundo sin hambre se centró en la dimensión medioambiental de un desafío sostenible fundamental en el trabajo de la FAO: la pérdida y el desperdicio de alimentos, la reducción de la pérdida y el desperdicio de alimentos tendría efectos positivos en el medio ambiente y es necesaria para la creación de sistemas alimentarios sostenibles e inclusivos.
FAO calcula que cada año se pierden y desperdician alrededor de un 30 % de cereales; un 40–50 % de tubérculos, frutas y hortalizas; un 20 % de semillas oleaginosas, carne y productos lácteos; y un 35 % de pescado.
Por otro lado, la pérdida y el desperdicio de alimentos conllevan a un enorme despilfarro de recursos hídricos y son una cuestión importante especialmente en el contexto de escasez de agua y efectos adversos del cambio climático, además hay que tener en cuenta que las aportaciones y recursos naturales que se necesitan en el proceso y las acciones relacionadas con la eliminación de desechos generan emisiones de gases de efecto invernadero, calculados en un 8% del total de emisiones.
En los países de bajos ingresos, estas pérdidas, suelen estar relacionadas con la falta de acceso energético, especialmente en la fase pos cosecha. Con el fin de pasar a cadenas de suministro de alimentos sostenibles que reduzcan tanto las pérdidas de alimentos como la dependencia de combustible fósil, es necesario un aumento del uso de tecnologías que utilizan energías renovables, esto mejoraría la sostenibilidad de los sistemas alimentarios al mismo tiempo que reduciría las pérdidas.
Por otro lado, las dificultades que enfrentan las mujeres a la hora de acceder y beneficiarse de recursos, servicios, empleo y actividades lucrativas, afectan su productividad y eficiencia en la producción alimentaria y pueden contribuir a la generación de pérdidas de alimentos.
Las causas de desperdicio de alimentos en los países de ingresos medios y altos están principalmente relacionadas con el comportamiento del consumidor, como planificar inadecuadamente las compras y no consumir los alimentos antes de su fecha de caducidad también conllevan un desperdicio de alimentos evitable; y las políticas y normativas existentes para tratar otras prioridades del sector.
El uso no productivo de recursos naturales como tierra y agua que deriva de las pérdidas y los desperdicios repercute en una menor capacidad de mitigar el hambre y la pobreza, y mejorar la nutrición, la generación de ingresos y el crecimiento económico.
Actualmente las cadenas de suministro de alimentos están cada vez más globalizadas y algunos productos se producen, procesan y consumen en partes muy diferentes del mundo, los productos alimentarios básicos comercializados en los mercados internacionales y que se desperdician en una parte del mundo pueden afectar a la disponibilidad y precio de los alimentos en otros lugares.
En un informe FAO estima que el 6% de las pérdidas mundiales de alimentos se dan en América Latina y el Caribe y cada año la región pierde y/o desperdicia alrededor del 15% de sus alimentos disponibles, a pesar de que 47 millones de sus habitantes aún viven día a día con hambre.
Para Raúl Benítez, Representante Regional de FAO para América Latina y el Caribe, las pérdidas y desperdicios impactan la sostenibilidad de los sistemas alimentarios, reducen la disponibilidad local y mundial de alimentos, generan menores ingresos para los productores y aumentan los precios para los consumidores. Además, tienen un efecto negativo sobre el medio ambiente debido a la utilización no sostenible de los recursos naturales, Los alimentos que se pierden a este nivel en Bahamas, Jamaica, Trinidad y Tobago, Belice, Colombia son equivalentes a los que se necesitarían para alimentar a todos quienes sufren hambre en dichos países. Otros podrían disponer de alimentos equivalentes a los que necesitan para alcanzar el primer Objetivo de Desarrollo del Milenio, si redujeran sólo ese tipo de pérdidas.
Raúl Benitez, ha manifestado que "aunque es importante señalar que los países de la región disponen de calorías más que suficientes para alimentar a todos sus ciudadanos, la enorme cantidad de alimentos que se pierden o que acaban en los tachos de basura es sencillamente inaceptable mientras el hambre continúe afectando a casi el 8% de la población regional".
Reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos es una necesidad tanto lógica como imperiosa para integrar acciones en las cadenas de suministro de alimentos con objetivos de desarrollo sostenible. La sensibilización pública es clave, y se puede realizar a través de campañas dirigidas a cada uno de los actores de la cadena alimentaria.
Existen razones reconocidas por las cuales existe el hambre en el mundo algunas son:
· POBREZA
· FALTA DE INVERSION AGRICOLA
· CAMBIO CLIMATICO
· CONFLICTOS BELICOS Y DESPLAZADOS
· DESPERDICIOS DE ALIMENTOS
· MERCADOS INESTABLES
Los consumidores son uno de los pilares más importantes para acabar con el desperdicio de alimentos. Una de las recomendaciones más importantes para el consumidor es adquirir solo los alimentos necesarios y no excederse en las compras, evitaríamos así que sobren alimentos y no se tendrán que desperdiciar o tirar a la basura, otra medida que se puede implementar es comprar alimentos a los productores locales, se sugiere además darle una segunda oportunidad a los alimentos antes de desperdiciarlos, entregándolos a instituciones o asociaciones que recolecten alimentos que ya no van a ser usados, la consigna es no desperdiciar comida en un mundo donde existe el hambre.
“La tolerancia cero con la pérdida y el desperdicio de alimentos es rentable a nivel económico. Según un informe, cada dólar invertido en las políticas para frenar las pérdidas y el desperdicio alimentarios redunda en un beneficio de 14 dólares”, aseguró Graziano da Silva en un discurso difundido por la sede central del organismo en Roma.
Dijo que “invertir en medidas para prevenir la pérdida y el desperdicio de alimentos significa también invertir en políticas favorables a los pobres, ya que promueve sistemas alimentarios sostenibles para un mundo sin hambre”. Al reducir las pérdidas y el desperdicio a lo largo de la cadena de valor de los alimentos, unos sistemas alimentarios robustos pueden contribuir a promover la adaptación y mitigación del cambio climático, preservar los recursos naturales y reforzar los medios de subsistencia rurales.