Aunque se ha aceptado por la mayoría de los países desarrollados, la edad cronológica de 65 años como definición de “persona mayor”, se identifica como la tercera edad el grupo de 65 a 75 años y la cuarta edad como el grupo de mayores de 75 años.
Con el aumento de la esperanza de vida y la disminución de tasas de fecundidad, se ve a nivel de muchos países, un crecimiento más rápido de la tasa de mayores de 60 años que de otro grupo etareo.
Según informes de OMS la proporción de los habitantes del planeta mayores de 60 años se duplicará antes de 2050, pasando del 11% al 22%, es decir, de 605 millones a 2.000 millones aproximadamente.
Este cambio se prevee que será más rápido en los países de bajos a medianos ingresos, por ejemplo, tuvieron que trascurrir 100 años para que en Francia el grupo de habitantes de 65 años o más se duplicara de un 7% a un 14%, mientras que, en países como Brasil y China esa duplicación ocurrirá en menos de 25 años.
Con respecto a mayores de 80 años, aumentará casi cuatro veces hasta alcanzar los 395 millones.
Este acontecimiento hace que muchas de las personas mayores tengan aún sus padres vivos y por lo tanto los niños conocerán a sus abuelos e incluso a sus bisabuelos, particularmente bisabuelas ya que en este caso en general según las estadísticas, las mujeres viven un promedio de entre 6 y 8 años más que los hombres.
El hecho de poder envejecer con buena calidad de vida dependerá de muchos factores, ya que junto al colectivo de menores de 5 años, son históricamente uno de los grupos de población más vulnerables a la pérdida de salud, a la pobreza, la marginalidad y exclusión.
Naciones Unidas insiste en que una de las principales variables potenciadoras de situaciones de exclusión social es la edad, para ello postula la importancia de garantizar un envejecimiento con seguridad y dignidad, manteniendo la participación en la sociedad como ciudadano de pleno derecho. Para que ello se cumpla, postula objetivos como:
· El logro de un envejecimiento seguro, superación de la pobreza.
· Garantizar los derechos económicos, sociales, civiles, políticos y culturales
· Garantizar la supresión de todas las formas de discriminación por razones de edad y de género
· Promover la participación activa en todos los ámbitos.
· La oferta de oportunidades para el desarrollo individual y el bienestar a lo largo de toda la vida.
· Asistencia sanitaria y apoyo a las personas mayores según sus necesidades.
· Aprovechar y potenciar la investigación científica para adentrarse en las
implicaciones individuales, sociales y sanitarias del envejecimiento.
En todo el mundo muchos adultos mayores están en riesgo de ser maltratados, en países desarrollados entre un 4% y un 6% han sufrido alguna forma de maltrato aún en sus propios hogares y los residentes institucionalizados también sufren de actos abusivos, lo que les pude ocasionar daños físicos graves y consecuencias psíquicas de larga duración.
En muchas partes del mundo el maltrato de los ancianos pasa casi inadvertido,
cada día hay más indicios de que el maltrato es un importante problema de salud pública y de la sociedad, si los sectores de atención primaria de salud y servicios sociales no están bien preparados para detectar y resolver el problema, el maltrato seguirá estando semiculto.
Se pronostica que de aquí al año 2050 la cantidad de personas que no podrán valerse por sí mismas se multiplicará por cuatro en los países en desarrollo.
A nivel mundial un 45 % de esta población presenta grados de vulnerabilidad social y 40% padecen de malnutrición, los factores predisponentes son:
· Tabaquismo
· Alcoholismo
· Sedentarismo
· Dietas disarmónicas, pobres en nutrientes esenciales, inapropiadas. monótonas.
· Pobreza
· Enfermedades no trasmisibles
La pobreza multiplica el riesgo de sufrir malnutrición en todas sus formas y sus consecuencias.
«Malnutrición» se refiere a las carencias, los excesos y los desequilibrios de la ingesta calórica y de nutrientes de una persona. Abarca tres grandes grupos de afecciones:
· Desnutrición calórico-proteica
· La malnutrición relacionada con los micronutrientes, que incluye las carencias de micronutrientes (la falta de vitaminas o minerales importantes) o el exceso de micronutrientes
· Sobrepeso, la obesidad y las enfermedades no transmisibles relacionadas con la alimentación (como las cardiopatías, diabetes y algunos tipos de cáncer
La malnutrición está caracterizada por la coexistencia de desnutrición y obesidad o sobrepeso, se da por exceso y deficiencia de uno o más nutrientes, es una condición a tener en cuenta el déficit de micronutrientes (hierro, zinc, vitamina A, vit. B12, otros). Conocido como “hambre oculta”, el déficit en la ingesta de micronutrientes refleja un estado de malnutrición por insuficiencia de uno o más nutrientes esenciales.
Dentro de las enfermedades no trasmisibles relacionadas con la alimentación se encuentran las asociadas a factores de riesgo, hipertensión arterial, hipercolesterolemia, hipertrigliceridemia, diabetes, etc.
Según un estudio de revisión realizado en 12 países, la prevalencia de malnutrición o el riesgo de padecerla, en el adulto mayor, varía según el grado de autonomía y el lugar donde vive, en los mayores institucionalizados el riesgo de malnutrición osciló entre un 41,2% y un 53,4% y la malnutrición entre un 13,8% y un 50,5%;en cambio, para aquellos que viven en su domicilio la prevalencia fue menor, hallando un 31,9% de riesgo de malnutrición y un 5,8% de malnutrición
La malnutrición es uno de los síndromes geriátricos que afectan a las personas mayores, es un proceso patológico complejo, frecuente y con consecuencias muy negativas para la salud y la calidad de vida de estas personas, produce alteraciones del estado inmunitario, agrava los procesos infecciosos, incrementa las complicaciones de las patologías existentes y un aumento de la morbimortalidad, convirtiéndose en un problema de salud pública mundial, afecta a nivel personal, social y sanitario.
El 1 de abril de 2016, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el Decenio de las Naciones Unidas de Acción sobre la Nutrición 2016-2025. El Decenio ofrece la oportunidad sin precedente de luchar contra todas las formas de malnutrición.
Debido al aumento de precio de los alimentos en mercados locales e internacionales, seguido de la crisis económica global que comenzó en 2008, la situación de inseguridad alimentaria se ha visto incrementada y afecta en forma notoria la capacidad de los hogares para adquirir alimentos.
Se deben tener en cuenta también los cambios psicológicos y sociales que acompañan al envejecimiento ya que pueden repercutir negativamente sobre el estado nutricional de la persona mayor.
En esta etapa de la vida aparecen con frecuencia alteraciones emocionales y la adaptación a la nueva situación produce depresiones en este grupo de población. Las causas desencadenantes pueden estar relacionadas con:
· La esfera social: jubilación, menor responsabilidad
· La familia, soledad, viudez,
· Poder adquisitivo disminuido
· La esfera física: no aceptación de los cambios que surgen por el propio proceso de envejecer, o no adaptación a ellos
Se produce una reacción-acción, mal nutrición- enfermedad, enfermedad-mal nutrición, producida también por la labilidad emocional, anorexia y falta de interés por la comida, esto incrementa el riesgo de diarreas, deshidrataciones y desequilibrio electrolíticos relacionados con la malnutrición.
Por otra parte, la malnutrición aumenta los costos de la atención de salud, reduce la productividad y frena el crecimiento económico, lo que puede perpetuar el ciclo de pobreza y mala salud. Su incidencia es alta tanto en países pobres como en países desarrollados.
La asistencia a largo plazo es una necesidad en aumento ya que al perder la capacidad de valerse por si mismos por padecer limitaciones de movilidad, fragilidad y otros problemas físicos o mentales como demencia senil, Alzheimer y otros tipos de deterioro cognitivo, los gobiernos deben brindar ayuda domiciliaria o institucional.
Otra condición de vulnerabilidad se presenta cuando las comunidades son desplazadas por desastres naturales o conflictos armados, ya que puede ocurrir que estas personas no puedan huir o viajar grandes distancias, por lo cual se los abandona.
El envejecimiento de la población a sido un éxito de las políticas de salud pública y el desarrollo socioeconómico, científico y cultural, pero también constituye un reto para la sociedad, que debe adaptarse a ello para mejorar al máximo la salud y la capacidad funcional de las personas mayores, así como su participación social y su seguridad.