LA ESPADA DEL ISLAM
Saif al-Islam al Gadafi -cuyo nombre significa “espada del islam”- es el segundo hijo del ex dictador Muhammad al Gadafi y su segunda esposa Safiyya Ferkash, nacido el 5 de junio de 1972.
Curso la enseñanza elemental en una escuela del barrio popular de Abu Salim donde concurrían niños humildes, muchos de ellos hijos de militares. La educación secundaria la realizó en la escuela pública Áli Wariz.
Curso estudios superiores de arquitectura y se graduó, en 1994, de Bachelor of Science en Arquitectura en la Universidad al-Fateh, de Trípoli. Habla fluidamente árabe, inglés, alemán y francés.
En el año 2000 se trasladó a Austria para cursar estudios de posgrado. A su arribo a Viena causo sensación desplazándose por la ciudad en un lujoso automóvil con patente diplomática, viviendo en una mansión con piscina y, sobre todo, por viajar a Austria acompañado de sus tigres blancos domesticados que alojó en el zoológico de Schönnbrun mientras duraron sus estudios, para deleite de los niños vieneses.
Finalmente, obtuvo su MBA de la Universidad IMADEK de Viena. Según algunas versiones, durante su estadía en Austria habría establecido amistad con el político ultraderechista Jörg Haider.
Después de Austria, Saif se trasladó, en 2008, a Londres para estudiar en la prestigiosa London School of Economics. Allí cursó su doctorado, que más tarde suscitó una polémica cuando descubrió que gran parte de su tesis doctoral habría sido redactada por una firma de consultoría Monitor´s Group.
LA ESPERANZA DE OCCIDENTE
Sus frecuentes viajes, estadías y estudios en Europa llevaron a Saif al-Islam a comprender que Libia no podía permanecer aislada del mundo y defendió ante su padre la necesidad de recomponer sus relaciones con Occidente.
En 2001, un tribunal escocés determinó que uno de los agentes de inteligencia de Gadafi, Abdelbaset al-Megahi, habría sido responsable del atentado terrorista que provocó el derribo del vuelo de Pan Am 103, sobre la localidad de Lockerbie, en 1988.
Saif al-Islam logró persuadir a su padre de admitir la responsabilidad de Libia en el atentado y en el derribo del vuelo 772 de la aerolínea UTA, en 1989, sobre Níger, en ambos casos involucrados agentes de inteligencia libios. Negoció también con los deudos de las víctimas una compensación económica por sus pérdidas.
Cuando finalmente Abdelbaset al-Megahi, gravemente enfermo, fue liberado de una cárcel escocesa, fue precisamente Saif al-Islam quién lo acompañó de regreso a Trípoli.
Determinado a que Libia debía superar su condición de “paria internacional”, encabezo las negociaciones de Libia con los países de la OTAN para abandonar su programa de armas de destrucción masiva. Occidente levantó las sanciones que había aplicado a Libia y el primer ministro británico, el laborista Tony Blair viajó al desierto libio para estrechar la mano de Muhammad Gadafi en una tienda beduina. Pronto otros jefes de Estado occidentales imitaron el ejemplo. El petróleo libio era un poderos incentivo.
En 1997, Saif al-Islam creó la Fundación Gadafi para la Caridad y el Desarrollo con el propósito de intervenir en situaciones humanitarias, en especial para mediar en la liberación de rehenes retenidos por grupos terroristas.
Saif al-Islam obtuvo resonantes éxitos en la liberación de rehenes occidentales capturados por el grupo islamista filipino Abu Sayyaf. Luego intervino para lograr la liberación de cinco enfermeras búlgaras y un médico palestinos, falsamente acusados de infectar a unos cuatrocientos niños libios con el HIV, que de otro modo hubieran enfrentado largas condenas en una prisión de Bengasi, le granjeó el aprecio de Occidente.
Tampoco descuidó sus relaciones con el mundo islámico. En 2010, por ejemplo, envió un embarque de dos mil toneladas de alimentos y ayuda humanitaria a la Franja de Gaza.
Saif al-Islam pasó a ser el rostro amable y la esperanza que Occidente buscaba de que el régimen libio evolucionaria hacia formas más liberales y prooccidentales.
Saif al-Islam parecía entender las reglas del juego diplomático internacional. Su Fundación financió la visita a Libia de importantes figuras del pensamiento occidental. Así concurrieron, entre otros, Francis Fukuyama, Joseph Nye y Bernard Lewis, invitados a dar conferencias en Trípoli.
En contrapartida, Saif fue invitado a importantes eventos y reuniones en Europa. Se lo invitó a disertar en el influyente Foro Económico Mundial de Davos, Suiza. Se entrevistó con el príncipe Andrés. Fue invitado a eventos sociales tales como las fiestas que organizaba en su casa de Corfú, Nat Rothschild, a las cenas del magnate ruso del aluminio Oleg Deripaska o las que organizaba el magnate británico Peter Mandelson, cercano colaborador de Tony Blair.
También abrió una instancia de reconciliación interna en Libia negociando con las familias de mil doscientos prisioneros asesinados por soldados en la prisión de Abu Salim, en 1996. Reconociendo por primera vez la responsabilidad del régimen en el hecho; en un momento en que hasta la simple expresión de “derechos humanos” estaba prohibida en Libia.
En 2005, Saif al-Islam estableció un diálogo con prisioneros yihadistas, entre ellos Abdel Hakim Belhaj y Samid al-Saadi, que, como líderes del “Grupo Islámico de Lucha Libia”, franquicia local de Al Qaeda. Los yihadistas habían luchado en Afganistán en las filas de los talibanes. Capturados por las fuerzas armadas de los Estados Unidos fueron repatriados a Libia.
Saif implementó un exitoso programa de des radicalización en la prisión, que después de meses de paciente discusión religiosa, logró que los prisioneros abandonaran sus creencias fundamentalistas.
El 20 de agosto de 2008, Saif al-Islam anunció sorpresivamente que no se involucrarían más en asuntos de Estado, rechazando la idea de que sucedería a su padre. En esa ocasión llamó la atención cuando afirmó que Libia no era una granja que se heredaba.
En la actividad privada, Saif al-Islam encabezaba un cartel de medios informativos denominado “Grupo 9/1” -en alusión a la fecha del golpe de Estado que su padre llevó a cabo contra el rey Idris I, en 1969- que incluía un canal de televisión por satélite (Al Libiyya), dos periódicos (“Ayuya” y “Corina”) y diversas páginas web como “Al Libiyya”.
LIBIA EN GUERRA
En febrero de 2011, Libia fue alcanzada por la onda expansiva de la Primavera Árabe y pronto se sumergió en una sangrienta guerra civil que convirtió al país en un Estado Fallido que expandió la inestabilidad sobre todo el Norte de África y el Mediterráneo.
Una parte de la población libia, en especial en la ciudad de Bengasi, se manifestó contra el régimen de Muhammad al Gadafi mientras otra parte se mantuvo fiel al régimen.
Muhammad Gadafi advirtió a Occidente: “Yo personalmente juego un papel estabilizador en la región de África. Si la situación en Libia es desestabilizada, Al Qaeda mandará aquí. Libia se convertirá en el segundo Afganistán y los terroristas llenarán Europa”. Pero, sus proféticas palabras no fueron tomadas en cuenta.
En ese momento, Saif al-Islam no dudó y apoyó incondicionalmente a su padre. También el formuló sus advertencias. En una transmisión por la televisión estatal que los libios recuerdan muy bien advirtió, en febrero de 2011, “Habrá guerra civil en Libia… Nos mataremos en las calles, dijo amonestando al auditorio con el índice derecho (este gesto tendría trágicas consecuencias para él más tarde) […] “Toda Libia será destruida. Necesitaremos 40 años para llegar a un acuerdo sobre cómo dirigir el país, porque hoy, todos querrán ser presidente, o emir, y todos querrán dirigir el país.” Lamentablemente, todo ocurrió como él lo anticipó.
Los opositores a Gadafi controlaron mediante comités populares las ciudades de Tobruk, Derna, Al Bayda, Al Marj, Bengasi y Ajdabiya en el este; Misurata, Bani Walid, al Khums, Tarhunah, Gharyan, Zuara, Al Jufrah y Nalut en el Oeste, rodeando la Capital.
Gadafi, con 120.000 hombre y mercenarios tuareg, chaadianos y del Frente Polisario, resistió en las ciudades de Trípoli y Sirte en el Oeste y Sabha en el Sur, reprimiendo duramente a los opositores.
En Bengasi, al parecer unos 130 militares fueron ejecutados por negarse a disparar contra los manifestantes desarmados. También algunos pilotos libios desertaron negándose a disparar contra la población de su país. Varios ministros, embajadores y hasta líderes religiosos se apresuraron a abandonar al régimen en descomposición.
La ONU hizo una estimación de dos mil civiles muertos por el régimen. El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas emitió la resolución N° 1970, solicitando el establecimiento de una investigación internacional sobre la comisión de crímenes de guerra en Libia.
La Coalición Internacional sobre los Criminales de Guerra estimó además la existencia de 3.980 heridos y unos 1.500 desaparecidos. La situación de las ciudades de Zlitan y Al Aziziyah, en el Oeste y cercanas a Trípoli, era incierta y había combates en Misurata y Zauiya, donde las tropas de Gadafi fueron rechazadas por los opositores.
El 17 de marzo de 2011, el Consejo de Seguridad aprobó la Resolución N° 1973 estableciendo una zona de exclusión aérea en Libia.
Los Estados Unidos y el Reino Unido atacaron con misiles Tomahawk blancos gadafistas en proximidades de Trípoli, en la llamada “Operación al Amanecer”. También participaron de la misma aviones franceses. Más tarde se uniría en la coalición contra Gadafi España, Dinamarca e incluso Qatar.
El lunes 16 de mayo de 2011, el Fiscal Jefe de la Corte Penal Internacional, el argentino Luis Moreno Ocampo solicitó a los magistrados de esa Corte una orden de arresto internacional contra el líder libio, Saif al-Islam y el jefe de inteligencia libio (y cuñado de Muhammad Gadafi) general Abdullahal al-Senussi, acusados de delitos de lesa humanidad contra el pueblo libio. Al aprobar los magistrados esa solicitud, todos los países de la comunidad internacional (en especial los firmantes del Estatuto de Roma) estaban obligados a cooperar en la detención de los dirigentes libios.
El lunes 27 de junio, la Corte Penal Internacional aprobó la solicitud y ordenó el arresto judicial de los imputados. Aunque la Corte se preocupó en aclarar que esta decisión no implicaba prejuzgar la culpabilidad de los libios, que respetaba la presunción de inocencia, aunque existían suficientes elementos de prueba para proseguir con la acusación.
El 22 de agosto de 2011, tras ser derrotado en la Batalla de Trípoli, el régimen de Gadafi se desmoronó. El 29 de agosto, Jean Ping, presidente de la Unión Africana denunció la matanza de población subsahariana en Libia a manos de miembros del Consejo Nacional de Transición (gobierno rebelde), a quienes se acusaba de ser mercenarios de Gadafi. La ciudad de Bani Walid fue capturada por los rebeldes el 17 de octubre.
El 8 de septiembre de 2011, Moreno Ocampo pidió a la Interpol que emitiera “circulares rojas” para la detención de los dirigentes libios sospechados delitos de lesa humanidad. La orden obligaba a cualquiera de los 188 países miembros de la organización a detener a los libios en caso de que entraran a su territorio.
El 20 de octubre de 2011, Gadafi intentó escapar de la ciudad de Sirte en un convoy fuertemente armado, pero fue detectado por la inteligencia occidental y atacado por aviones de la OTAN en las afueras de la ciudad. Gravemente herido, Gadafi fue capturado por tropas rebeldes que lo ultimaron a golpes.
Tras la muerte de su padre, Saif al-Islam se declaró sucesor y líder de la resistencia. Inmediatamente declaró: “Continuaremos la resistencia. Me encuentro en Libia, estoy en liberta y voy a luchar hasta el fin para vengar la muerte de mi padre”.
CAUTIVERIO
Sin embargo, Saif al-Islam no duraría mucho como jefe de la resistencia. El 19 de noviembre de 2011, un grupo de milicianos que respondía a las órdenes del Consejo Nacional de Transición detuvieron a Saif al-Islam, en la región de Obari. Cuando iba vestido como tuareg acompañado de sus guardaespaldas. No opuso resistencia. Inmediatamente fue trasladado en avión a la ciudad de Zintán (a 170 km al suroeste de Trípoli) donde permanecería los siguientes seis años.
Los combatientes de la Brigada Abu Bakr al Sadiq, luego de capturarlo, mutilaron su mano derecha amputándole el dedo con que había amonestado al pueblo libio en febrero de 2011.
En julio de 2015, fue condenado a muerte en un juicio en ausencia que se llevó a cabo en un tribunal de Trípoli. Pero las milicias de Abu Bakr al Sadiq se negaron a entregarlo.
Permaneció en cautiverio por seis años hasta ser liberado del domingo último (día 14 del mes sagrado de Ramadán) después de que la Cámara de Representantes aprobó una amplia amnistía.
Se ignora con certeza su paradero, según fuentes libias se ha reunido con sus familiares en la ciudad de Al Baida.
Al conocerse su liberación algunos grupos de sus partidarios salieron a manifestarse en su honor en Bengasi, Trípoli, Sirte, Kufra, Al Joufrah y Gath.
Designado jefe de las tribus del Oeste de Libia, en especial las tribus Warfalla, Orishvanh, Tarhuerna, Almgarhh, qadhadhfa, Toubou, los tuaregs y otras tribus amazig respondieron a su llamado. Saif al-Islam ha formado una plataforma con ex militares, ex funcionarios y nostálgicos del régimen gadafista muy activos en Túnez y en el Oeste de Trípoli.
Algunas personas piensan en Libia que solamente el retorno al poder de los Gadafi puede detener una guerra civil de más de seis años.
Con Saif al-Islam, la familia Gadafi (o al menos lo que queda de ella porque dos hijos del ex dictador murieron, Mutassin y Khamis, otro, Saadi, se encuentra preso en Trípoli y un cuarto Hannibal, esta exiliado en Líbano) podrá seguramente, movilizar en favor de su causa algunos de los cuantiosos recursos que el desaparecido líder libio depositó en el extranjero.
También Saif al-Islam podrá emplear en su favor algunos de los contactos y amistades en el extranjero que supo forjar en sus años de esplendor. Hoy la situación internacional es muy distinta a la que regía cuando fue capturado.
Aunque por el momento, el último de los Gadafi no podrá abandonar territorio libio porque continua vigente contra él una “circular roja” de Interpol que establece su detención a pedido de la Corte Penal Internacional.
EL ESTADO FALLIDO DE LIBIA
Tal como predijo Muhammad al Gadafi, Libia se transformó en un estallido fallido, víctima del caos y la guerra civil. Dos gobiernos se disputan el poder, uno en el oeste, en Trípoli, sostenido por la ONU y el otro en el este, en Tobruk, bajo el liderazgo del general Jalifa Hafter, al frente del Ejército Nacional Libio, apoyado por los Emiratos Árabes Unidos.
A ellos se suma la poderosa ciudad estado de Misrata, principal puerto libio, y decenas de grupos armados de todo tipo que cambian a menudo sus alianzas.
También los grupos yihadistas vinculados, tanto al Estado Islámico o Daesh, como a la red Al Qaeda en el Magreb Islámico y los tunecinos de Ansar al Sharia se extienden por todo el país.
Al mismo tiempo, las reservas de petróleo en Libia son las más grandes de África y las novenas más grandes del mundo, se han estimado en 41,5 millones de barriles. Esto significa, a los niveles de extracción de 2011, 63 años de reservas.
Antes del asesinato de Gadafi, Libia era uno de los países más prósperos de la región, sus ciudadanos gozaban de un buen nivel de vida gracias a la bonanza petrolera, entre 2005 y 2008, se ha mantenido una producción de 1.800 barriles diarios.
Tras la muerte de Gadafi la producción comenzó a descender pronunciadamente, en 2016, el país apenas produjo un promedio de 432 barriles diarios. En la actualidad, las principales refinerías del país se encuentran bajo el poder de varios grupos armados, quienes desconocen a toda otra autoridad.
Nadie puede predecir con certeza como incidirá en este panorama la liberación del hijo más astuto y político del ex dictador. Pero pronto lo sabremos.