Es habitual en estos días escuchar infinidad de opiniones sobre el conflicto Ruso Ucraniano. Los más “iluminados” coinciden sin hesitar en condenar la “brutal agresión rusa contra la naciente democracia ucraniana sedienta de libertad”. Esta actitud, sin duda producto de todo lo que hemos visto y conocido sobre el conflicto en los medios de comunicación habituales, tiene un atendible sentido reivindicatorio a la vista de la muerte y destrucción que esta forma de resolver diferencias entre sociedades conlleva. Sin embargo, arribar a conclusiones positivas que permitan cursos de acción adecuados implica llevar el análisis a un grado de profundidad superior. Veamos algunos conceptos
Rusia es un Imperio
Cuando de organización política de los Estados se trata, ser un Imperio no implica necesariamente una calificación despectiva, por el contrario. A lo largo de la historia de la humanidad, la gloria de las naciones radicaba en alcanzar ese estatus de entidad supranacional que la investidura imperial significaba. En la época actual, la evolución de la cultura y el pensamiento Occidental ha reducido esas estructuras a meros vestigios de una época de gloria, pero no podemos olvidar que Europa estuvo plagada de estructuras imperiales. Roma, España, Portugal, Francia, Inglaterra, Alemania. Holanda, el Imperio Otomano (valido como ejemplo en este caso), son muestras conocidas, al igual que el Imperio Ruso desde hace 300 años. La diferencia fundamental entre ellos es que este último aun persiste, así como la voluntad de muchos de sus ciudadanos de hacerlo perdurar.
Tradicionalmente los Imperios no han sido dóciles al momento de renunciar a sus pretensiones sobre otras naciones. Un caso emblemático es el Imperio Británico, pero esto es válido desde España (recordar nuestra gesta patria) hasta el Imperio Otomano (su desmembramiento a sangre y fuego hasta 1922). A esto debe agregarse que en muchos rincones de estas estructuras supranacionales existen importantes minorías que adhieren fervientemente al poder central, lo que dificulta aun más cualquier desprendimiento territorial o intento de soberanía.
Finalmente, otra cuestión no menor en relación a este punto es el trato dispensado por los vencedores. Una Nación que alguna vez tuvo vuelo imperial, o un pasado de extrema grandeza claramente presente en el inconsciente colectivo, quizás pueda tolerar una pérdida de influencia geopolítica como consecuencia de una derrota, pero nunca la humillación. Tenemos muchos ejemplos de esto, desde la derrota infligida por la Alemania de Bismark a Napoleón Tercero en 1871, pasando por la derrota alemana de la Primera Guerra Mundial, hasta la reciente guerra de Malvinas con el Imperio Británico. Rusia es claramente un imperio derrotado que sucumbió en 1992, y a juicio del que escribe recibió un tratamiento inadecuado a manos de Occidente. Las consecuencias de la disolución del Pacto de Varsovia y el expansionismo hacia el este de la OTAN, pusieron claramente en cuestión la seguridad de Rusia y sus proyecciones geopolíticas.
Ucrania no fue nunca, o casi nunca un Estado Independiente
Desde la fundación de la Rus de Kiev a fines del siglo IX hasta el presente, Ucrania, en su forma actual, fue independiente alrededor de 35 años. Nadie niega la existencia de movimientos nacionalistas ni la lógica búsqueda de una situación geopolítica mejor, pero esto parece responder a un deseo de la población eslava occidental, o al menos a ese grupo de rutenos (eslavos orientales) que fue adoptando las costumbres y cultura Lituano Polaca durante la pertenencia de Ucrania a la Mancomunidad de las Dos Naciones. A partir de 1721, con la creación del Imperio Ruso, Ucrania pasó a formar parte del mismo, luego de la disolución de la República de las Dos Naciones a manos de Austria, Prusia y Rusia. Esta situación se prolongó hasta 1917, donde, Revolución Rusa mediante, declaró su independencia en medio de graves conflictos internos entre bolcheviques, que declararon su adhesión a la URSS como su segunda Republica (República Socialista Soviética de Ucrania) y grupos nacionalistas. Finalmente, en 1922, Ucrania pasó a formar definitivamente parte de la Unión Soviética, terminando la proclamada independencia. Fue hasta 1992 que Ucrania no fue reconocida nuevamente como Estado soberano, siendo su independencia consecuencia directa de la disolución de la URSS. Estos 30 años no estuvieron exentos de convulsiones, siendo las mismas producto, nuevamente, de las amplias diferencias entre pro rusos y pro occidentales. El Euromaidán, con presidentes depuestos y la llegada al poder en 2019 de Volodímir Zelensky, fue la gota que colmó el vaso para Rusia. En 2014 el presidente Putin ordenó ocupar la Península de Crimea y dar pleno apoyo a las Repúblicas separatistas de Donetsk y Lugansk, dando comienzo a la guerra del Dombás. Todo se ha precipitado desde entonces, pero caben destacar 2 cuestiones. Lo primero es que el actual enfrentamiento no surgió de la nada. Hace 8 años que se vislumbraba un posible resultado como el actual, y poco o nada se hizo para conciliar posiciones. Lo segundo es que la anexión de la Península de Crimea, primera etapa de este conflicto reconoce como antecedente el “regalo” de la misma a Ucrania por parte de Nikita Kruschev en 1954, acto difícil de entender desde la perspectiva actual.
¿Quién es Volodímir Zelensky?
Quien ha repasado, aunque sea ligeramente, la vida del presidente de Ucrania, llega a la conclusión de que se trata de un personaje de carácter complejo.
Pertenece a una familia de alto perfil intelectual, siendo él mismo Licenciado en Derecho, aunque nunca ha ejercido como tal. Su actividad, por el contrario, se ha desarrollado en el ámbito artístico desde los 17 años.
Zelensky comenzó participando de un famoso concurso de humor, KVN, y luego formó su propia compañía, Kvartal 95, a través de la cual compitió en diversos concursos en Moscú y otros países de la región de la era post soviética. En 2003 fundó la productora Kvartal 95 Studio, y a través de ella comenzó la creación de diversos programas, incluyendo shows, series y películas, desempeñándose alternativamente como productor, participante actor y guionista. Cabe destacar que en esos años sus obras se desarrollaron principalmente en idioma ruso, residiendo el equipo de Kvartal 95 gran parte del tiempo en Moscú. El Kvartal 95 Studio participó también en la producción de un grupo importante de películas ruso ucranianas.
En el 2014, de la mano del Euromaidán que Zelensky apoyaba abiertamente, comenzó un progresivo alejamiento de Rusia que se fue afirmando luego de la anexión de Crimea y la guerra del Dombás. Ya definitivamente encuadrado en el ala nacionalista de la política ucraniana, produjo la serie que lo catapultaría al poder: El Servidor del Pueblo, que durante tres temporadas afianzó su perfil de candidato a presidente. Su campaña política, encabezando un partido de igual denominación que la serie, fue prácticamente la continuación de la misma. Fue nombrado presidente en Mayo del 2019, y gran parte de los miembros de su productora lo acompañaron en su ascenso al poder.
A esta breve reseña podríamos agregar un par de datos adicionales. Zelensky, autoproclamado defensor de las libertades y enemigo de la corrupción, ha sido ligado al oligarca Ihor Kolomoisky y nombrado en los Pandora Papers como participe en una red de empresas fantasma con propiedades que le pertenecen. Además su trayectoria política, más allá de su origen poco ortodoxo, reconoce contradicciones flagrantes y torpezas propias de algún presidente latinoamericano que detenta el poder en nuestras latitudes. Es así que ha defendido la no prohibición del idioma ruso, pero al mismo tiempo prometido severos castigos para los dirigentes pro rusos del Dombás y defendió la prohibición de artistas rusos con posiciones anti ucranianas, ha reconocido intensos lazos políticos y culturales con Rusia a través de su vida pero intenta darle la espalda a favor de una alianza económica y militar con Europa Occidental, ha utilizado técnicas demagógicas para lograr el poder aprovechando el agotamiento del pueblo ucraniano castigado por la pobreza, la corrupción y la violencia. Finalmente, ha llevado al gobierno a un grupo económico y artístico que tiene más que ver con su historia personal que con el futuro de Ucrania.
Todo lo relatado quizás no sea concluyente al momento de formar una opinión sobre Volodímir Zelensky, pero claramente ha cometido severos errores en su evaluación sobre el futuro de la Nación que le están costando destrucción y muerte a Ucrania.
La esfera cultural Eslavo Oriental
Es importante en este punto remarcar las diferencias culturales entre Occidente y Europa oriental. El mundo reconoce al menos 4 esferas culturales diferentes: Occidente, Medio Oriente, Extremo Oriente y Europa Oriental. Tal como mencionara acertadamente el Analista Político Internacional Jorge Castro, Europa oriental, en especial Rusia, quedo fuera de la influencia del Iluminismo y el Republicanismo que, con epicentro en Francia, se alzó contra la cultura imperial y monárquica. Es así que, en Rusia, solo se garantiza el orden a través del autoritarismo, siendo la alternativa revolución o anarquía. Los severos cuestionamientos a la Iglesia Romana, Reforma Protestante incluida, tampoco alcanzaron de la misma forma a la Iglesia Ortodoxa de Bizancio, que se extendió por tierras eslavas y el mundo medio oriental. Todo esto llevó a reafirmar un esquema político autocrático y vertical, cuyas vías de acción, invariables en los últimos siglos, son muy diferentes al standard fijado por Occidente.
El enorme territorio ruso y su gélido clima moldearon la conducta de su pueblo, así como lo hicieron las constantes invasiones y guerras que debió afrontar el Imperio hasta su constitución y desde ese momento en adelante. La historia de Europa Oriental esta colmada de crueles luchas por el poder y guerras sangrientas, ya sea contra pueblos Túrquicos del Asia profunda y el Imperio Otomano como contra naciones de etnias eslavas y germánicas. El territorio ruso fue ocupado por polacos y lituanos, en especial durante el llamado Periodo Tumultuoso ocurrido tras la muerte del Zar Iván el Terrible y su hijo Teodoro I. También lo fue por Napoleón I a comienzos del siglo XIX y por Alemania a mediados del Siglo XX. Estas experiencias han dejado huellas imborrables de conductas brutales y amor por la tierra, dando origen a una cultura alejada del paradigma occidental.
Estrategia militar de Rusia
Quien ha tenido la oportunidad de repasar la historia militar de Rusia puede arribar fácilmente a una conclusión: Rusia no cuenta sus muertos, cuenta sus victorias.
Desde el siglo XVI con Iván el Terrible como primer Zar de Rusia, las batallas y conquistas del Zarato conllevaron la muerte de cientos de miles de personas, en especial cuando se trató de unificar los diferentes principados rusos y en las guerras contra los tártaros de la segunda mitad del siglo. Esta tendencia a las grandes batallas con ingentes perdidas humanas y materiales siguió siendo una constante desde entonces. También lo que podríamos catalogar como resiliencia y guerra de desgaste a manos del pueblo ruso. Algunos ejemplos: La Invasión Napoleónica de 1812, donde la batalla a campo abierto en Borodinó, que costó alrededor de 50000 muertos para Rusia y finalmente la quema de Moscú, solo conllevó un resultado favorable después de una guerra de desgaste que diezmó al ejercito francés. También la primera guerra mundial, con las derrotas de Tannemberg y los Lagos Masurianos, que luego de hacer retroceder a las tropas rusas desde territorio alemán con más de 200.000 muertos, apenas pudieron evitar una invasión del propio territorio. Ya durante la Segunda Guerra Mundial, la Guerra de Invierno contra Finlandia, una victoria pírrica que le costo a Rusia más de 100,000 muertos. Finalmente, la guerra contra Alemania en el Frente Oriental, donde la victoria en la Gran Guerra Patriótica se saldó con más de 20.000.000 de muertos para Rusia.
A diferencia de Occidente, donde actualmente los enfrentamientos militares ponen especial énfasis en salvar vidas tanto de la propia tropa como civiles, la concepción militar rusa no parece haber variado tanto con los años. Se sigue pensando en batallas a campo abierto con la intervención masiva de tropas y blindados, aunque no hay antecedentes de tácticas como la Blitzkrieg (guerra relámpago), siendo aparentemente el objetivo de los ejércitos infundir terror al enemigo y ocasionar destrucción masiva. Algo de eso se está viendo en Ucrania.
A la vista de lo señalado precedentemente, el objetivo del ataque sobre territorio ucraniano seria obligar la rendición de su ejercito y su pueblo, forzando un cambio de gobierno y ejerciendo una ocupación del terreno hasta lograr los objetivos. Por experiencia propia (Stalingrado), parece difícil pensar en un asalto ruso sobre Kiev, ya que los muertos en ambos bandos serian harto difíciles de justificar. Una rendición por attrition (desgaste), suena más como táctica probable.
Guerra ideológica
Entre las razones del masivo stand de los países desarrollados de Occidente contra Rusia, podría contarse una guerra ideológica subyacente.
Existe actualmente en el mundo un enfrentamiento silencioso entre cierto progresismo embanderado detrás de posiciones liberales, tanto de izquierda como derecha, e ideologías conservadoras que pretenden rescatar valores tradicionales de la sociedad. Entre los primeros, los más conspicuos representantes son el Estados Unidos actual, de la mano del partido Demócrata y la dupla Joe Biden- Kamala Harris, el Reino Unido post Brexit de Boris Johnson y el Canadá de Justin Trudeau. Entre los segundos, podemos mencionar al Brasil de Jair Bolsonaro, al Estados Unidos de Donald Trump y a la Rusia de Vladimir Putin. Como se observa, los protagonistas de este enfrentamiento pueden variar a través del tiempo dependiendo del humor social, incluyendo también la postura de países que adoptan stands menos radicales con relación al conflicto.
Hoy en día la posición de Occidente ya sea por convencimiento o siguiendo los dictados de la Realpolitik, es mayoritariamente contraria a Rusia. No ayuda el hecho de que Volodímir Zelensky se haya declarado a favor de las políticas de genero o similares, como el aborto gratuito, cannabis medicinal gratuito, legalización de la prostitución y el juego, al tiempo que se opone a la legalización de la tenencia de armas. Esto profundiza el enfrentamiento entre conservadores y progresistas, al tiempo que le quita transparencia al conflicto a la hora de buscar soluciones
Conclusiones
No cabe duda a estas alturas de que el mundo debe tomar urgentes medidas para detener el conflicto. Un enfrentamiento que involucra a la segunda potencia militar del mundo, colmada de arsenales nucleares y con voluntad de llegar, en apariencia, hasta las últimas consecuencias al momento de hacer valer sus supuestos derechos, no puede tomarse a la ligera. Tampoco los miles de victimas de ambos bandos que está arrojando la confrontación, que para colmo se desarrolla peligrosamente cerca de las áreas de influencia de Occidente. Sin embargo, para alcanzar una solución posible y duradera se requiere el reconocimiento de varias situaciones.
La primera es la necesidad de cambiar el enfoque de Occidente con relación a Rusia. En la medida que esta sea vista como una “potencia enemiga” en lugar de una Nación en competencia con otras, tenderemos a demonizar cualquiera de sus acciones. En este punto es necesario juzgar sus actos dentro de la impronta cultural a la que pertenece, de lo contrario muchos de ellos parecerían ser incompatibles. No podemos medir pulgadas utilizando un centímetro.
Se deberían también evaluar con precaución las solicitudes de Volodímir Zelensky a Occidente. Parece al menos inapropiado insistir en este momento con la incorporación de Ucrania a la OTAN y a la UE, menos aun con reclamos solicitando a la OTAN su intervención en Ucrania. La participación de esa alianza militar en Kosovo a principios de 1999 no puede tomarse como antecedente bajo ningún concepto, ya que La Rusia de Putin y su política exterior son claramente diferentes a las de Boris Yeltsin hace más de 20 años. Occidente no debería tomar partido.
Se debe reconocer que se cometió un error al dar lugar a los países del ex Pacto de Varsovia en la alianza militar de la OTAN. Esta decisión no solamente ha sido contraria a lo pactado en su momento con Rusia, sino que parecería orientada a estrangular estratégicamente a una Nación que, como hemos visto, sufrió guerras y amenazas a su territorio durante toda su historia.
Es importante por otra parte dejar de alentar a Ucrania para que “de el salto” hacia Occidente. Esta actitud, junto con la predisposición de Zelensky a explorar dicha alternativa, ha desembocado en la situación actual
Occidente no puede ni debe ignorar el llamado de auxilio de Ucrania. La prolongación de la actual situación puede tener consecuencias imprevisibles, y el drama humano en curso promete superar largamente lo acontecido en los Balcanes hace 30 años.
La solución más adecuada, a juicio del que escribe, sería una mediación de la UE, buscando alcanzar un alto el fuego primero y a continuación desarrollar conversaciones que permitan la creación de un estatus especial para Ucrania, logrando así conformar las pretensiones de las Naciones en conflicto. Dicho estatus debería contemplar, entre otros, un país no alineado con ninguna alianza militar en particular y con autonomía para desarrollar relaciones comerciales sin restricciones.
Mag. Norberto Mourad