La provincia de Dakhla, en el sur del territorio argelino se ha transformado en una trampa mortal para la desesperada población marroquí de origen saharaui retenida en los campamentos de Tinduf por el Frente Polisario con la complicidad del gobierno de Argel.
Los pobladores de origen saharaui obligados desde hace más de cuatro décadas a sobrevivir con lo mínimo, en un territorio altamente contaminado, con escaso abastecimiento de alimentos, medicamentos e incluso agua potable, no pueden resistir la tentación de ganar un poco de dinero con actividades ilegales: el contrabando de combustible o practicando la minería furtiva.
Los pobladores saharauis saben que el Ejército Nacional Popular disparará sin previo aviso y que quienes no sucumban a los disparos y sean capturados enfrentarán palizas y largas condenas a prisión en duras condiciones, pero, de todas formas la miserable condición de vida que impera en Tinduf los fuerza a afrontar este riesgo mortal.
No puede sorprender entonces que las muertes violentas producidas por los disparos del Ejército argelino se sucedan en forma continuada ante la indiferencia de los organismos internacionales presentes en los campamentos: Misión de Naciones Unidas para el Referéndum en el Sáhara Occidental -MINURSO-, ANCUR y diversas ONG humanitarias que periódicamente visitan los campamentos.
Veamos los hechos violentos ocurridos recientemente:
19 de octubre de 2020: dos jóvenes veinteañeros que practicaban la minería ilegal Ould Hamdi Ould Sulem y Ali Idrissi se ocultaron en un estrecho pozo para escapar a la captura. Los hombres del Ejército Nacional Popular argelino primero dispararon para forzarlos a salir y cuando esa táctica fracasó, los quemaron vivos introduciendo en el pozo mantas empapadas en combustible que luego encendieron. Ould Hamdi Ould Sulem y Ali Idrissi perecieron asfixiados y quemados dentro del pozo.
4 de mayo de 2021, fuerzas militares argelinas asesinaron al joven Saïd Ahmad Salem Rguibi, de la tribu Rguibat, Ah Qassem, ultimaron a otro joven saharaui no identificado e hirieron a un tercero por practicar la minería ilegal.
21 de noviembre de 2021, las tropas argelinas abrieron fuego contra un todoterreno 4X4 que transitaba a cinco kilómetros del campamento de Tinduf y no acató la voz de alto. En el vehículo viajaban los jóvenes Lakbir Ould Mohamed Ould Sid Ahmed Ould El Markhi y Ould Mohamed Fadel Laman Ould Chghibine de la tribu Sellam-Rguibat que al parecer contrabandeaban combustible. Lakbir Ould Mohamed murió en el acto y Ould Mohamed Fadel resultó herido de gravedad y fue detenido por las autoridades argelinas.
26 de noviembre de 2021, el Ejército argelino disparó contra el joven Falli Ould Berka que resultó herido y detenido y el niño Aabidat Ould Bellah que murió en el lugar. Los saharauis estaban excavando en una mina sin licencia en la zona de “Majr al-Zaba”.
Los incidentes en la provincia de Dakhla han aumentado desde que el Ejército Nacional Popular incrementó los patrullajes en esa región como parte del clima bélico que Argel ha creado contra Rabat.
Resulta curioso que particularmente el Frente Polisario siempre propenso a propagandizar cuanto sucede en los campamentos de Tinduf y a denunciar falsos incidentes que involucran a las tropas marroquíes como una violación a los derechos humanos, guarde un silencio cómplice sobre estos reiterados asesinatos, para no molestar a sus amos argelinos.
Naciones Unidas es responsable también por las muertes y violaciones a los derechos humanos que se producen en Tinduf y por las condiciones inhumanas en que se mantiene a esa población marroquí.
Especialmente, porque desde 2006 existe una solución justa, realista y posible para el conflicto artificial en el Sáhara: la Propuesta para la Negociación de un Estatuto de Autonomía propuesto por el Reino de Marruecos.