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El Frente Polisario es una organización separatista que práctica el terrorismo con el auspicio de Argelia y que desde el 13 de noviembre del 2020 se considera “en guerra” con el Reino de Marruecos.
Los dirigentes polisarios siempre han negado sus vínculos con el terrorismo pero, frecuentemente, se conocen acciones terroristas donde participan miembros de este grupo separatista.
El caso más emblemático y reciente es protagonizado por Abu Walid Al Saharaui, emir del Estado Islámico del Gran Sáhara, un terrorista formado militarmente en las escuelas de cuadros del Frente Polisario.
Precisamente, el caso de Abu Walid Al Saharaui es un ejemplo de lo peligros que son los campamentos de Tinduf en el sur de Argelia. Allí permanece retenida una población marroquí impedida de retornar a su patria y que no tienen ningún tipo de futuro en la inhóspita Lahmada.
No es extraño, en consecuencia que muchos jóvenes desesperados de esos campamentos terminen sumándose a la peligrosa minería ilegal, al contrabando o se radicalicen incorporándose a los grupos yihadistas que operan en la región.
Lehbib Ould Ali Ould Said Ould Joumani, conocido como Adnan Abu Walid Al Saharaui, nació el 16 de febrero de 1973, en la ciudad de El Aaiún en los últimos años de la ocupación colonial española del Sur de Marruecos. En 1991 recibió capacitación militar de la mano de instructores argelinos en la Escuela de Suboficiales de Tropas de Chabid El Ouali donde se entrenan las milicias terroristas del supuesto “Ejército de Liberación Popular Saharaui”, en Tinduf.
El Frente Polisario envió a la Universidad Frére Mentouri de Constantina en Argelia de donde egresó en 1997 con un título en Ciencias Sociales.
De regreso a Tinduf debido a su conocimiento de idiomas: francés, español y árabe fue destinado al área de protocolo del Frente Polisario encargado de atender a los visitantes extranjeros que concurrían a los campamentos.
Posteriormente, visitó Nuakchot, capital de Mauritania, donde se radicalizó y terminó uniéndose al centro saudí de Ibn Abbas.
Al parecer comenzó a desarrollar actividades terroristas en 2011, con el secuestro, el 24 de octubre de ese año, de la madrileña Ainhoa Fernández Rincón, el mallorquín Eric Gonyalons y la italiana Rosella Urru, todos ellos cooperantes europeos pertenecientes a diversas ONG, que fueron capturados dentro del campamento de Rabuni, la sede administrativa del Frente Polisario.
Finalmente, los cooperantes fueron liberados sanos y salvos, previo pago de un sustancioso rescate por parte de los gobiernos de España e Italia. Lo que no se estableció claramente es que parte del dinero pagado como rescate correspondió a los polisarios y que otros réditos políticos obtuvo el Frente Polisario por su participación en las negociaciones que permitieron la liberación de los cooperantes. Lamentablemente, tal como veremos, este no es el único ejemplo de los nexos entre el Frente Polisario y el yihadismo.
Poco tiempo después, Al Saharaui se convirtió en uno de los fundadores del Movimiento para la Unicidad y la Yihad en África Occidental (MUYAO) donde dirigía el Consejo de la Shura.
Debido a sus conocimientos de idiomas y su experiencia en el trato con extranjeros, el MUYAO lo empleaba como vocero. Este hecho le dio visibilidad internacional al aparecer frecuentemente en transmisiones televisivas y fotografías.
En 2013, el MUYAO y Walid tomaron parte en la creación del grupo Al Murabitum (los almorávides), al fusionarse con la organización Al Moulathamoun (Los enmascarados), que dirigía el yihadista argelino Mokhtar Belmokhtar, también conocido como “Bellaouar” -El tuerto- o “Mr. Marlboro”. Apodos que recibe haber perdido un ojo en la niñez debido a una pedrada y porque antes de radicalizarse fue un exitoso contrabandista de cigarrillos.
Al Morabitun y Mokhtar Belmokhtar adherían a Al Qaeda en el Magreb Islámicos -AQMI-, la franquicia regional de Al Qaeda.
El 14 de mayo de 2015, Adnan Abu Walid Al Saharaui anunció que rendiría pleitesía a Al Bagdadí y al DAESH. Inmediatamente fue desautorizado por Belmokhtar y Wali y sus seguidores debieron dejar Al Morabitun.
En septiembre de 2016, Abu Walid Al Saharaui creó su propia organización yihadista: Estado Islámico en el Gran Sáhara (EIGS) -Imarat Mantikat al-Sáhara- y en octubre fue reconocido como la franquicia regional en el Sahel por el DAESH. Inmediatamente la nueva organización comenzó a llevar a cabo diversos ataques y atentados explosivos en Mali, Burkina Faso y Níger.
El 4 de octubre de 2017, Abu Walid Al Saharaui comandó una fuerza de cincuenta terroristas del EIGS que emboscó en proximidades de la aldea de Tongo Tongo, en Níger, a una patrulla conjunta formada por doce hombres de las fuerzas especiales de los Estados Unidos y unos treinta soldados de Níger, que se había detenido para abastecerse de agua y obtener información en el poblado.
La fuerza antiterrorista que regresaba de una misión de búsqueda y neutralización del entonces líder yihadista Doundoun Cheffou, cuando fue sorprendida por los terroristas que se desplazaban en motos y camionetas artilladas que los atacó con un nutrido fuego de armas automáticas portátiles y granadas.
Las fuerzas conjuntas estadounidenses – nigerianas debieron abandonar sus vehículos y dispersarse para salvar sus vidas. En el enfrentamiento perecieron cuatro hombres de las fuerzas especiales estadounidenses y cinco soldados nigerianos.
Tras ese combate, Adnan Abu Walid Al Saharaui recorrió el Sahel en un motocicleta Honda llevando parte del armamento capturado a las fuerzas estadounidenses como trofeo para mostrarlo e impresionar a otros grupos cuyo apoyo esperaba captar para demostrar que era posible derrotar a las tropas extranjeras.
A partir de ese hecho el gobierno de los Estados Unidos ofreció una recompensa de cinco millones de dólares por información que permitiera su captura o muerte.
No obstante, Abu Walid Al Saharaui siguió con sus ataques. El 9 de agosto de 2020, comandó un grupo de yihadistas que desplazándose en motocicletas atacó un vehículo de la ONG Acted donde viajaban seis cooperantes franceses (cuatro mujeres y dos hombres de entre 25 y 30 años) acompañados de un chofer y un guía nigerianos. Los terroristas asesinaron a todos los ocupantes e incendiaron el vehículo. El ataque se efectuó en la reserva de jirafas de Kouré, a unos 65 km de Niamey, capital de Níger.
La milicia terrorista del Estado Islámico del Gran Sáhara que comandaba Abou Walid Al Saharaui operaba en un espacio sin ley en el área de la triple frontera entre las regiones de Mopti (Mali), Sahel (Burkina Faso) y Tillaberi, en Níger.
En esa región, durante el años 2020, el terrorismo yihadista y el crimen organizado provocaron unos cinco mil asesinatos, la mitad de los cuales se adjudican a Abu Walid al Saharaui y sus hombres. Desde 2012, han dejado esa zona un millón y medio de personas.
Finalmente, las tropas francesas que participan de la Operación Barkhane en Mali, desde 2016, dieron muerte a Adnan Abu Walid Al Saharaui, mientras se desplazaba en motocicleta junto a otro terrorista, en agosto pasado, pero recién anunciaron su muerte esta semana. Lamentablemente, la desaparición del líder terrorista de origen polisario no cambia mucho las actividades terroristas en el Sahel.
EL ASESINATO DE LOS CHOFERES MARROQUÍES
Hemos mencionado que el caso de Abou Walida Al Saharaui no es el único hecho que recientemente vincula al Frente Polisario con actividades terroristas.
El pasado sábado 11 de septiembre fueron asesinados dos choferes de camiones marroquíes y un tercero resultó herido levemente en un atentado terrorista con armas de fuego contra un convoy de camiones de transporte internacional de mercaderías en una ruta al norte de la capital de Mali. El incidente tuvo lugar en la ruta que atraviesa la comarca forestal de Didiéni distante a unos doscientos kilómetros de Bamako.
Se trató claramente de un ataque terrorista. Quienes efectuaron los disparos mostraron gran coordinación y disciplina, portaban chalecos antibala, estaban fuertemente armados y se comunicaban entre sí con transmisores portátiles. Después de abrir fuego sobre los camioneros se retiraron en orden sin saquear los vehículos.
Aunque ningún grupo terrorista ha reivindicado el ataque, el hecho de que los agresores no saquearan los vehículos descarta que se trate de un robo efectuado por bandidos armados de la zona.
Los únicos realmente interesados en interrumpir el tráfico de mercancías marroquíes con destino a los países del África Occidental son los separatistas del Frente Polisario.
Recordemos que las milicias del llamado “Ejército de Liberación Popular Saharaui” pretendieron bloquear el paso fronterizo de Guerguerat hasta que el 13 de noviembre de 2020 fueron desalojados del lugar por las Fuerzas Reales de Marruecos.
El incidente fue la escusa para que el Frente Polisario considerase roto el cese al fuego establecido en 1991 y anunciase que retomaba las acciones armadas.
Ante la imposibilidad de atacar territorio marroquí los terroristas polisarios podrían haber decidido llevar a cabo ataques contra el comercio marroquí en Mali.
Entrenados y equipados por Argelia, los terroristas polisarios están en capacidad de llevar a cabo acciones como estas que seguramente no quedarán impunes cuando se determine quienes fueron responsables de estas muertes y que deja a los autores expuestos a una justa retaliación por parte de las fuerzas armadas del Reino de Marruecos.