En la elección más ajustada de la historia de Perú, con escasos 44.000 votos de ventaja, Pedro Castillo, un maestro rural que nunca ha desempeñado un cargo público ni viajado fuera del Perú, que proviene de un submundo político radical, hiper ideologizado y propenso a la violencia que rechaza al menos la mitad de los peruanos, se ha convertido en el nuevo presidente para el período 2021 – 2026.
Castillo posiblemente sea el presidente electo que asumirá el cargo en las condiciones de mayor precariedad institucional.
En la primera ronda electoral obtuvo tan solo el 19.10% de los votos y asume la presidencia con una legislatura fragmentada en diez bancadas distintas y en la cual su partido Perú Libre solo cuenta con 36 de los 130 diputados.
Su debilidad se ve acentuada porque el nuevo presidente ni siquiera es el líder del partido oficial Perú Libre. Castillo recién se incorporó a este partido en 2020 para ser su candidato presidencial. El partido Perú Libre fue fundado por Vladimir Cerrón, un médico neurocirujano formado en Cuba que fue gobernador de Junín entre 2011 y 2014 y nuevamente reelecto en 2019 período que no completó porque debió dejar su cargo acusado de corrupción. Actualmente, Cerrón tiene pendiente el cumplimiento de una condena por corrupción de tres años y nueve meses.
Perú Libre se declara un partido marxista leninista y mariateguista de cuna maoísta que considera que la revolución social debe comenzar en el campo y conquistar a las ciudades.
Perú libre que integra el conglomerado de ciento veintitrés partidos políticos socialistas y revolucionarios pertenecientes a veintisiete países que forman el Foro de São Paulo.
Algunas versiones no comprobadas también vinculan a Castillo con el Movimiento por la Amnistía y los Derechos Fundamentales (MOVADEF) una organización vinculada con el Partido Comunista del Perú – Sendero Luminoso que busca el indulto y liberación de los dirigentes senderistas presos, entre ellos Abimael Guzmán Reinoso, el Presidente Gonzalo, el líder de la organización terrorista condenado a cadena perpetua.
El nuevo presidente asume en medio de la peor crisis institucional, económica, política y sanitaria en la historia del Perú y en un escenario internacional recesivo y de alta complejidad.
La actual crisis peruana se aceleró en los últimos cinco años. En 2016 las implicancias del caso de corrupción y actividades ilegales llevadas a cabo por la constructora brasileña Odebrecht que involucró a los gobierno peruanos entre 2005 y 2014 los expresidentes Alejandro Toledo, Alan García, Ollanta Humala, Pedro Pablo Kuczynski, Martín Vizcarra y Manuel Merino perdieron sus cargos. Toledo y Humala terminaron en la cárcel y Alan García se suicidó de un disparo en la cabeza cuando iba a ser detenido en 2019.
En estos mismo años, la diputada Keiko Fujimori ingresó en prisión durante quince meses entre 2018 y 2020 y actualmente se encuentra en libertad vigilada por la financiación ilegal en las campañas presidenciales de su partido Fuerza Popular.
No puede sorprender entonces que el 61% de los peruanos considera a la corrupción como el principal problema del país, según una encuesta de Ipsos en Perú.
Perú es uno de los países con mayor número de muertos per cápita del mundo debido a la pandemia. El virus colapsó un sistema de salud precario, desfinanciado y abandonado durante años por el Estado. Al punto tal que la reciente campaña electoral se ha desarrollado con el trasfondo de dramáticas escenas de hospitales desbordados, gente muriendo sin poder ser atendida por falta de camas de terapia intensiva y abastecimiento de oxígeno con las mafias y los precios de la atención médica, el costo del oxígeno y los medicamentos.
Al igual que otros países de la región, el gobierno peruano también ha tenido problemas para abastecerse de las vacunas necesarias para implementar un plan de vacunación rápido y eficiente.
El próximo presidente deberá enfrentar una segunda ola incompleto y un precario sistema de salud. Deberá duplicar la capacidad hospitalaria, pagar deudas laborales y trabajar mucho para mejorar el sistema sanitario que se encuentra en situación precaria.
El próximo gobierno necesitará aumentar la inversión, Perú es uno de los países de la región que menos invierte en salud, hacer una profunda reforma y modernización del sistema sanitario.
Como la crisis de 2020, el PIB descendió once puntos, hay más de dos millones de nuevos desempleados y 3.300.000 peruanos han caído en la pobreza, la que se ha elevado de 21,2 a 31,1 por ciento, lo que significa un retroceso de diez años en su reducción. Además de esta cifra de pobreza, medida en términos monetarios, hay otro 35% considerado oficialmente no pobre pero que vive en situación de vulnerabilidad.
La deuda externa, aunque sigue siendo baja en relación al PIB comparada con otros países de la región, subió de 27 a 36% del PIB. El déficit fiscal se elevó del 1,6% en 2019 a 8,9% en 2020.
La magnitud de la crisis es impresionante. La situación es muy grave, difícil, complicada. Se está recuperando el PIB, pero no el empleo. Para reactivar la economía se necesita un programa inmediato de inyectar ingresos a la economía, a través de inversión pública, créditos a las empresas y bonos de ayuda económica a la población.
En Perú se entregaron solamente dos bonos universales de apoyo económico a la población (similar al IFE o Ingreso Familiar de Emergencia otorgado en Argentina a los monotributistas) durante la larga cuarentena (de unos U$S 200.- por persona cada uno contra U$S 100.- entregados en Argentina por bono). Esos bonos, además de ser una compensación por los efectos de la cuarentena, contribuyeron a reducir la pobreza y mantener la demanda. El próximo debería entregar otros dos bonos universales a la población para aliviar la pobreza y mantener el funcionamiento de la economía, pero Castillo y su equipo no han hablado de ello.
Los organismo financieros internacionales estiman que Perú crecerá un 8,5% este año. Pero no tratará de un crecimiento real sino de un rebote de la economía después del brusco descenso operado en 2020. En favor del nuevo gobierno obrará el alto nivel de los precios internacionales de los minerales, especialmente el cobre, del cual el Perú es el segundo productor mundial y que constituye la principal exportación del país.
Al cierre del presente artículo, Pedro Castillo no había sido proclamado presidente electo y sectores del centro derecha con Keiko Fujimori, su rival en la segunda vuelta lectoral, denuncian fraude y amenazan desconocer el resultado de la elección.
Mientras que Pedro Castillo no ha anunciado quienes eventualmente integrarían su gabinete de ministros ni que medidas de carácter urgente adoptará para encausar los destinos del país. Por lo cual crece la incertidumbre sobre el destino del Perú.