El presidente electo de Argentina, Alberto Fernández, será anfitrión, entre el 8 y 10 de noviembre, de la segunda reunión del Grupo de Puebla.
Nacido entre el 12 y el 14 de julio de 2019, en la ciudad de Puebla, México, el Grupo reúne a treinta políticos y ex presidentes de izquierda de doce países de América Latina.
El inspirador del nucleamiento fue el cineasta y frustrado candidato presidencial de Chile en 2009 y 2013, Marco Enríquez – Ominami (ME-O). El político chileno, fundador del Partido Progresista, es un buen amigo de Alberto Fernández a quién, gracias a sus contactos con la Internacional Socialista, el gestionó entrevistas con el presidente de gobierno español Pedro Sánchez y el primer ministro portugués Antonio Costa.
Entre los integrantes del Grupo de Puebla figuran los ex presidentes Dilma Rousseff, Rafael Correa, Fernando Lugo, José “Pepe” Mujica, Ernesto Samper, Leonel Fernández y el ex jefe de gobierno español José Rodríguez Zapatero, el vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, el ex canciller brasileño Celso Amorín, la ecuatoriana Gabriela Rivadeneira, el ex candidato a la presidencia del Frente Amplio de Uruguay Daniel Martínez, la presidente del partido oficialista mexicano MORENA, Yidckol Polevnsky, el ex secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, el ex candidato presidencial brasileño Fernando Haddad, el senador chileno Alejandro Navarro, el presidente del partido Progresista Camilo Lagos, la diputada comunista Karoll Cariola, los representantes argentinos son Felipe Solá, Jorge Taiana, Carlos Tomada y Julián Domínguez además de Alberto Fernández.
El propósito del foro de izquierda es nuclear personas y no partidos políticos u otras instituciones. El Grupo de Puebla tiene un programa muy concreto:
– Oponerse a las políticas de lo que llaman el “neoliberalismo” y la “derecha”, representada en la región por presidentes como Donald Trump, Jair Bolsonaro, Sebastián Piñera o Mario Abdo Benítez .
– Neutralizar y desintegrar al Grupo de Lima actuando como un frente de defensa de las dictaduras latinoamericanas con peor imagen: la de Nicolás Maduro en Venezuela, Daniel Ortega en Nicaragua y Evo Morales en Bolivia.
– Promover el desmantelamiento de la Organización de Estados Americanos y del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca.
– Impedir la reelección del diplomático uruguayo Luis Almagro en la Secretaría General de la OEA.
– Apoyar la reelección anticonstitucional y fraudulenta de Evo Morales en Bolivia.
– Oponerse a lo que denominan como “persecución judicial” de expresidente populistas como Inacio “Lula” da Silva, Cristina Fernández de Kirchner, Rafael Correa, Leonel Fernández, etc.
Cabe recordar que muchos de estos expresidentes y políticos de izquierda están procesados judicialmente o son sospechados de graves hechos de corrupción en sus respectivos países.
Además, figuras como el dominicano Leonel Fernández, Rodríguez Zapatero y el exsecretario general de UNASUR, el colombiano Ernesto Samper, permitieron al gobierno de Nicolás Maduro ganar tiempo en una simulada mediación internacional con la Mesa de Unidad Democrática para encontrar una camino para la transición pacífica hacia la democracia en Venezuela. José Luis Rodríguez Zapatero, en especial, es considerado el principal lobista internacional del régimen de Maduro.
La ausencia de figuras políticas de Venezuela, Nicaragua o Cuba indican la intención de que el Grupo de Puebla funcione con una entidad internacional independiente y neutral con capacidad de ofrecer sus buenos oficios para promover en entendimiento y permitir la consolidación de las acosadas dictaduras latinoamericanas.
El Grupo de Puebla tiene prevista una tercera reunión a realizarse en la ciudad de Santiago de Chile, entre el 6 y 8 de diciembre próximo.
La participación de Argentina en el Grupo de Puebla constituye un adelanto de la línea diplomática que parece estar dispuesto a seguir el gobierno de Alberto Fernández. Impresión que se ve reforzada por el hecho de que el presidente electo decidió comenzar su gira de presentación por la región visitando al presidente izquierdista de México, Andrés Manuel López Obrador. Una política exterior tan sesgada no contribuirá a atenuar las rispideces surgidas con el principal socio comercial del país: el Brasil gobernado por Jair Bolsonaro.
Tampoco será la mejor forma de captar la buena voluntad del presidente Donald Trump para que apoye las difíciles negociaciones que Argentina deberá encarar con el Fondo Monetario Internacional a los efectos de refinanciar su voluminosa deuda externa.
Por último, que el país busque el apoyo de políticos y expresidente populistas que han fracasado en sus países y que son sospechados de corrupción tampoco es la mejor forma de atraer las tan necesarias inversiones extranjeras o abrir nuevos mercados para las exportaciones argentinas.
Con este tipo de socios internacionales, los únicos mercados que Argentina puede abrir son los de Cuba, Venezuela y Nicaragua. Países quebrados financieramente que no tienen con que pagar los que compren o los créditos que reciban, ni la costumbre de hacerlo. Recordemos, por ejemplo, que Cuba mantiene con Argentina una voluminosa deuda impaga de U$S 4.805 millones de dólares, más punitorios e intereses.
La deuda se remonta a 1973, cuando el generoso gobierno peronista de Héctor J. Cámpora realizó exportaciones de automóviles y otros productos a la Isla, que el gobierno castrista se ha negado sistemáticamente a pagar hasta hoy.
Volcando el país hacia la izquierda regional, Alberto Fernández solo puede atraer inversiones de Rusia y China. No es cuestión de batir el parche de la independencia económica y la liberación nacional para luego, tan sólo cambiar un imperialismo por otro. Especialmente, sabiendo los condicionamientos políticos y estratégicos con que estos países acompañan la ayuda que brindan.