Desde hace más de veinte años, en 1999 cuando comenzó su reinado, el rey Mohammed VI mostró una especial preocupación por el respeto a los derechos humanos y por mejorar la condición de la mujer en la sociedad marroquí.
Como testimonio de esta preocupación del monarca han nacido reformas e instituciones de avanzada en lo que hace a la protección de los derechos humanos en África y en el mundo musulmán.
Pueden mencionarse entre ellas la Instancia para la Equidad y Reconciliación, la Reforma del Código de Familia o Mudawana, la Iniciativa Nacional de Desarrollo Humano y la Consejo Nacional de los Derechos Humanos de Marruecos, entre otras destacadas iniciativas en ese campo.
Recientemente, esta preocupación por los derechos humanos ha tenido oportunidad de manifestarse una vez más con el caso de la periodista marroquí Hajar Raissouni.
Hajar y su novió sudanés fueron detenidos en una redada de rutina, el pasado 31 de agosto, a la salida de una conocida clínica médica donde la joven de 28 años había concurrido para practicarse un aborto ilegal.
En Marruecos, como en otros países, se respeta el derecho a la vida desde el mismo momento de la concepción. La interrupción de la gestación es un delito, salvo cuando se práctica a través de una autorización judicial debido a que peligra la vida de la madre.
Algo similar ocurre en Argentina donde los artículos 85, 86, 87 y 88 del Código Penal de la Nación establecen distintas penas a quienes intervengan en una práctica abortiva, voluntaria o no.
En la legislación marroquí se penan incluso las relaciones sexuales fuera del matrimonio.
El caso de Hajar Raissouni es emblemático porque no solo se trata de una conocida periodista del diario opositor Ajbar al Yaum sino también porque forma parte de una familia muy creyente y de ideas conservadoras. Su tío Hamed Raissouni, por ejemplo, es presidente de la Unión Mundial de Ulemas y fue presidente del Movimiento Unicidad y Reforma (MUR), órgano ideológico del islamista Partido Justicia y Desarrollo, que encabeza la coalición gobernante en Marruecos.
El caso fue juzgado por el Tribunal de Primera Instancia de Rabat que condenó a Hajar a un año de cárcel por los delitos de aborto y practicar relaciones sexuales sin estar casada. La misma sentencia fue aplicada a su novio.
El médico que realizó la intervención recibió una condena de dos años de prisión y otros dos más de prohibición del ejercicio de la medicina. El anestesista que asistió a la operación recibió una sentencia de un año de cárcel pero en libertad condicional y una enfermera de la clínica fue condenada a ocho meses también de cumplimiento condicional.
El caso conmocionó profundamente a la sociedad marroquí, donde un sector apoyo la decisión del Tribunal y otro sector demandó clemencia para las personas condenadas por la justicia.
El caso llegó a conocimiento del rey Mohammed VI que decidió actuar con clemencia para preservar el futuro de los jóvenes involucrados.
El monarca otorgó, el pasado 16 de octubre, el indulto a los novios “a pesar del error que podrían haber cometido” después de que estos manifestaran su intención de formar una familia conforme a los preceptos de la religión y de la ley.
La clemencia real también se extendió a los facultativos y otras personas involucradas en el hecho.
La decisión del monarca ratifica su humanidad y clemencia, así como su alta valoración de la familia más allá de los errores propios de la juventud y la imperfecta condición humana.
El rey Mohammed VI reconoció con este indulto, emitido después de la sentencia de un Tribunal, que en el Reino de Marruecos la clemencia y los derechos humanos de las personas reciben un especial respeto por parte de la monarquía, sin necesidad de que organizaciones extranjeras intervengan para señalar al pueblo marroquí cuál es la auténtica justicia o como tratar los derechos de las personas.