Túnez es el país más pequeño del Magreb. Su territorio de escasos 163.610 km² (similar en tamaño de Uruguay, lo sitúa en el puesto 92° por extensión en el mundo) está compuesto en un 40% por las arenas del desierto del Sáhara. Tiene 1.148 km de costas en el mar Mediterráneo y se encuentra encapsulado entre Argelia al Oeste y Libia al Sureste.
Su régimen de gobierno es el republicano semi presidencialista de tipo unitario.
El presidente de la república es elegido por un mandato de cinco años por sufragio universal, libre, secreto y directo. Los comicios deben realizarse durante los últimos sesenta días del mando presidencial.
La constitución tunecina estipula que nadie puede ocupar la presidencia por más de dos períodos completos sucesivos o separados, y en caso de renuncia, el mandato se considera cumplido en su totalidad.
El método de votación empleado es el escrutinio mayoritario uninominal con segunda vuelta electoral. Si ningún candidato obtiene una mayoría absoluta de los votos emitidos, debe realizarse una segunda ronda de votación dentro de las dos semanas posteriores al anuncio de los resultados finales de la primera votación. Los dos candidatos con mayor número de votos compiten en la segunda ronda que se define por simple pluralidad de votos.
Los comicios del pasado 15 de septiembre fueron las segundas elecciones presidenciales por sufragio universal directo desde el estallido de la Primavera Árabe que provocó la renuncia del dictador Zine El Abidine Ben Alí, el 14 de enero de 2011, y su fuga del país después de 23 años en el poder. Los incidentes que rodearon al levantamiento popular conocido como “Revolución del Jazmín” arrojaron un saldo de 338 muertos y más de 2.100 heridos.
El sufragio universal directo fue introducido en Túnez por la reforma constitucional del 26 de enero de 2014.
El presidente tiene facultades limitadas a temas de relaciones internacionales, defensa y seguridad. Como todo régimen semi presidencialista el gobierno efectivo reside en el Jefe de Gobierno o Primer Ministro designado por el poder legislativo. En el caso de Túnez el órgano legislativo es unicameral y está formado por la Asamblea de Representantes del Pueblo, integrada por 217 diputados elegidos mediante representación proporcional en listas completas y por un mandato de no más de cinco años.
Los comicios se organizaron bajo el comando de la Autoridad Superior Independiente para las Elecciones -ASIE- que elaboró un padrón electoral de 7.081.307 electores. Un millón y medio de nuevos votantes con respecto a las elecciones municipales de 2018 (5.369.843 electores).
El nuevo electorado está formado principalmente por jóvenes de entre 18 y 35 años y por mujeres que constituyen el 54% de los nuevos votantes.
La elección presidencial estaba prevista inicialmente para el 17 de noviembre pero debió ser adelantada tras la muerte del anciano presidente Beji Caid Essebi, de 92 años, el 25 de julio de 2019. Los comicios presidenciales se realizaron antes de la elecciones legislativas convocadas para el 6 octubre próximo.
Los precandidatos presidenciales debían presentar un pedido de inscripción ante la ASIE acompañado del patrocinio de al menos diez diputados o diez mil electores y efectuar un depósito de 10.000 dinares (unos 3.150 euros).
Estos requisitos no parecen haber sido restrictivos porque 26 postulantes alcanzaron la condición de candidatos. Un número similar de candidatos al inscripto en 2014 cuando compitieron 30 aspirantes a presidente.
Los comicios presidenciales indican la existencia de una fuerte fragmentación política. La dicotomía de 2014 entre candidatos “modernistas” e “islamistas” se diluyó ante el desencanto del electorado con los partidos tradicionales y el deseo de renovación de la clase política. Las encuestas preelectorales indicaban que los votantes se inclinaban por los candidatos populistas o antisistema.
Las principales preocupaciones del electorado anunciaban su mayor interés por propuestas nuevas para superar el incremento de la pobreza, al desocupación y otros problemas sociales y el descontento con los políticos tradicionales que demostraban poca capacidad para encontrar soluciones a estos problemas.
Es que la economía de Túnez aun no logra superar las consecuencias de la Primavera Árabe ocurrida casi una década.
Los países occidentales han apoyado el proceso de democratizador de Túnez a través de un préstamo del FMI por valor de U$S 2.500 millones a cuatro años, otorgado en 2016. No obstante, los problemas subsisten.
La industria turística, que contribuye sustancialmente al PBI nacional, fue duramente afectada por el incremento de la actividad del terrorismo yihadista en el país. En especial, por los tres ataques efectuados por ISIS o Estado Islámico desde sus bases en Libia, en 2015, que dejaron un saldo de 72 personas asesinadas, en su mayoría turistas extranjeros y miembros de las fuerzas de seguridad.
Los ataques terroristas se efectuaron sobre el Museo Nacional de Bardo, situado en el antiguo Palacio del Harem del Bey Muhammad ibn al Husayn, en un hotel en Susa y contra un autobús de la guardia presidencial en la ciudad de Túnez.
La economía entró en recesión, el desempleo alcanzó al 15% de la población económicamente activa, especialmente en áreas rurales, y la inflación se disparó al 7% anual. La deuda pública se mantiene en un alto nivel, el 77% del PBI, debido al déficit presupuestario crónico. El clima social se vio seriamente afectado por el deterioro de la situación económica.
El descontento del electorado con lo que considera la ineficacia de la clase dirigente para resolver los problemas de la sociedad se refleja en la baja participación electoral de tan solo el 45% en la primera vuelta, casi veinte puntos por debajo de los comicios de 2014 (64,3%) y en el triunfo de dos candidatos que hasta el momento no han ocupado ningún cargo público. Kaïs Saïd, un conocido profesor de Derecho Constitucional que se impuso con el 18,4% de los sufragios y Nabil Karoui, un magnate de los medios de comunicación que se situó en segundo término con el 15,5% pese a encontrarse en prisión preventiva acusado de fraude fiscal.
Tanto la ASIE como los 1.500 observadores internacionales que asistieron a los comicios confirmaron que los mismos se desarrollaron con normalidad, y que las infracciones a la legislación electoral fueron menores. Ningún partido político denunció la existencia de fraude.
KAÏS SAÏD
El ascenso fulgurante de Kaïs Saïd, un independiente de 61 años, ha dejado perplejos a muchos observadores. Nació el 22 de febrero de 1958 en el seno de una familia modesta pero de origen intelectual.
Su vida ha sido la de un académico, desempeñándose como profesor y sin ocupar cargos públicos o empresariales. Es profesor asistente de enseñanza superior en la Universidad de Túnez y Vicepresidente de la Asociación Tunecina de Derecho Constitucional desde 1990.
Director del Departamento de Derecho General de la Universidad de Sousse de 1994 a 1999, miembro del Grupo de Expertos de la Secretaría de la Liga Árabe de 1989 a 1990, experto del Instituto Árabe de Derechos Humanos de 1993 a 1995 y miembro del comité de expertos para revisar el borrador de la Constitución de Túnez en 2014. Integra los consejos académicos de diversas universidades. Es autor de numerosos libros y artículos relacionados con el derecho constitucional.
En una época de auge global de políticos no convencionales, Saïd puede ser el más heterodoxo de todos ellos: no tiene una página Facebook en un país donde esta es la principal herramienta de comunicación, se expresa en un árabe clásico ampuloso, lejano al dialectal que utiliza la población, apenas dispone de una máquina electoral y no realizó ningún mitin. Su popularidad se debe a su labor de analista político en los programas de televisión y a su imagen de hombre íntegro en un país carcomido por la corrupción. Sus votantes son en general jóvenes.
Aunque se lo ha tildado “populista”, sus posiciones políticas son más bien una curiosa combinación de conservadurismo social y radicalismo político. Propone llevar a cabo una reforma de las instituciones que favorezca la democracia local que considera como la solución a todos los problemas de Túnez.
Es partidario de aplicar la pena de muerte (suspendida en Túnez desde 1991), se opone a la igualdad de hombres y mujeres en el reparto de la herencia y a la despenalización de la homosexualidad.
El 20 de septiembre el partido islamista Ennahda, cuyo candidato quedó en tercer lugar en la primera ronda electoral, ha anunciado el apoyo a su candidatura para la segunda ronda.
NABIL KAROUI
Nació en la ciudad de Bizerta el 1 de agosto de 1963, es uno de los principales empresarios del ámbito publicitario en Túnez. Está al frente del grupo Karoui & Karoui World y del canal de televisión Nessma.
Tiene formación en marketing y ventas en empresas multinacionales. Después de haber recorrido el sur de Francia con la firma Colgate-Palmolive, se unió al departamento de ventas y marketing de la multinacional Henkel. De allí paso al Canal+, que en aquel momento comienza a establecerse en el norte de África, como director comercial.
En 1996, creó su propia agencia de comunicación KNRG en sociedad con su hermano Ghazi. En 2002 se transformaron en el grupo internacional independiente de medios y publicidad, Karoui & Karoui World. El grupo comienza a diversificarse con filiales de producción audiovisual, interactividad digital, exhibición urbana y un sello musical. En 2009, adquieren la filial de televisión de grupo Nessma.
Impulsa la difusión del patrimonio musical del Magreb y produce el programa de televisión Star Academy Maghreb donde jóvenes del norte de África viven juntos y se conocen en un intento de mostrar que las barreras a la unión del Magreb son solo políticas.
Durante la Revolución del Jazmín transforma el canal Nessma en un medio de referencia sobre el panorama político de Túnez. Karoui luego transmitió la entrevista de Béjil Caïd Essebi, una personalidad ausente de la escena política durante más de veinte años.
El 9 de octubre de 2011 su cadena difunde el comic Persépolis, de Marjane Satrapi. El relato comienza a partir del años 1979, cuando Marjane tiene diez años y desde su perspectiva infantil es testigo de un cambio social y político que pone fin a más de cincuenta años de reinado del Sha de Irán y da paso a una república islámica. El comic, difundido inicialmente en Francia, ha sido considerado una blasfemia por parte de los islamistas de diversos países.
Tras finalizar la emisión unos doscientos islamistas intentan quemar el edificio de Nessma antes de atacar la casa de Karoui unos días después. El empresario fue sometido a juicio acusado blasfemia enfrentando una pena de tres años de cárcel. Finalmente, tan solo fue condenado a pagar una multa de 2.400 dinares. En el juicio, el discurso de Chokri Belaid, líder de la izquierda y abogado de Karoui causó sensación y firmó su sentencia de muerte, nueve meses después fue asesinado por los islamistas.
Tras la victoria de los islamistas de Ennahda en la elección de la Asamblea Constituyente de 2014, con Beji Caïd Essebi y un pequeño grupo figuras políticas, Karoui encara la creación de un partido político destinado a constituir un contrapeso al poder gobernante. Este partido, denominado Nidaa Tounes se convirtió en la primera formación política del país al ganar las elecciones parlamentarias de octubre de 2014. En las elecciones presidenciales de diciembre de ese año el anciano Beji Caïd Essebi de 87 años se transforma en presidente de Túnez.
El 25 de junio de 2019, Nabil Karoui deja el partido Nidaa Tounes para fundar el denominado “Partido del corazón de Túnez” y se convierte en candidato presidencial.
El 8 de julio en el marco de acusaciones presentadas en 2016, se lo acusa junto a su hermano de lavado de dinero, se congelan sus propiedades y se le prohíbe abandonar el país. El 23 de agosto a dos semanas de las elecciones presidenciales es arrestado por orden de la División de Acusación del Tribunal de Apelación de Túnez. El 3 de septiembre, un tribunal de apelaciones rechazó la solicitud de liberación de Nabil Karoui.
Pese a no poder desarrollar la campaña electoral Karoui, gracias a su poder mediático, obtiene el segundo puesto en las elecciones presidenciales con el 15,6% de los votos. Su éxito se debe al apoyo conseguido en las clases más populares gracias a las actividades caritativas de Khalil Tunis, la fundación benéfica dedicada a la memoria de su hijo, fallecido en 2016 en un accidente automovilístico.
Uno de estos dos hombres, el “conservador” o el “modernista”, se transformará en el nuevo presidente de Túnez después de la segunda ronda electoral cuya fecha no se ha definido por el momento pero se estima que tendrá lugar entre el 6 y el 13 de octubre próximos. Si el electo resulta ser Nabil Karoui la justicia tunecina deberá resolver sobre su capacidad para ejercer el cargo.