Buenos Aires, 8 de julio de 2019
Manuel Penella de Silva (1906 – 1969) fue un periodista, escritor y diplomático español con sólidos vínculos con el régimen franquista. Como él mismo reconoce en este libro Penella da Silva también parece haber actuado como agente de influencia de los servicios de inteligencia franquista en Berlín a comienzos de la Segunda Guerra Mundial, luego en Suiza y más tarde en Buenos Aires, siempre bajo la cobertura de corresponsal de publicaciones españolas de la época.
En 1947, cuando era corresponsal del “Diario de Barcelona” en Zúrich, Manuel Penella da Silva se puso en contacto con el ministro de la Embajada argentina en Berna, Benito Llambí quien lo invitó a viajar a Buenos Aires como invitado del gobierno argentino.
El objetivo inicial del viaje del periodista español parece haber sido inicialmente conocer la realidad argentina en los primeros años de la “Revolución Peronista” y escribir una serie de artículos -a ser publicados en diversos medios de España, Italia, Suiza y Centroamérica- para mejorar la imagen internacional del país.
Es decir, el viaje de Penella de Silva era parte de una típica operación de inteligencia, de lo que ahora se denomina “diplomacia pública”.
Manuel Penella Heller, en el libro de 234 páginas, “Evita y Yo”, publicado recientemente por la Editorial Emece, realiza una defensa del papel que cumplió su padre como ghoshwriter de Eva Perón en “La razón de mi vida”. Para ello reúne algunos de los artículos publicados por su padre sobre Argentina, Juan D. Perón y Eva Perón en medios periodísticos europeos, escritos inéditos donde el periodista español describe su relación con Evita y, lo que puede ser de mayor interés para los historiadores, el texto original escrito por Penella de Silva de “La razón de mi vida” antes de que fuera modificado por Juan D. Perón y Raúl Mendé.
“La razón de mi vida” fue un éxito editorial, un auténtico best-seller en su época. Su texto intrascendente, apologético y empalagoso se convirtió en lectura forzada que padecieron todos los escolares y estudiantes argentinos desde su presentación, el 15 de octubre de 1951, hasta el triunfo de la Revolución Libertadora, en septiembre de 1955.
Es imposible no comparar “La razón de mi vida” con el “Mein Kampf” de Adolfo Hitler. Si bien son textos radicalmente distintos comparten muchas similitudes comenzando por el hecho de haber sido empleados como texto de adoctrinamiento compulsivo.
Mein Kampf tampoco parece haber sido escrito por Hitler o, al menos, no totalmente. En el texto del dictador nazi es posible detectar los argumentos de la Escuela Geopolítica Alemana: la “drang nach Osten” (empuje hacia el Este), “Lebensraum” (espacio vital), ligazón sangre – suelo, belicismo, expansionismo, etc.; tal como los ha expuesto el Mayor General Dr. Karl Haushofer. Recordemos que Rudolf Hess, quien compartió la prisión de Landsberg con Hitler, oficiaba de su secretario y parece haber tipeado en la máquina de escribir el texto original de la “biblia nazi”, fue también alumno, amigo y secretario de Haushofer antes de unirse al nazismo.
Es muy probable que entre Hitler y Hess hayan escrito Mein Kampf mezclando las ideas de la geopolítica alemana con la teoría de la puñalada por la espalda (la loca idea de que Alemania no fue derrotada en la Gran Guerra sino traicionada por comunistas y judíos en la retaguardia) y los delirios antisemitas del Führer.
Además, ambos libros, al convertirse en lectura oficial obligatoria, vendieron millones de ejemplares y han tenido a los largo del tiempo decenas de reediciones. Por lo tanto, enriquecieron a sus presuntos autores.
La razón de mi vida, a decir verdad, no enriqueció a Eva Perón que no llegó a leer el texto final del libro. Según Manuel Penella de Silva, Evita le impuso claras directivas que el respetó: “…me puso como condición que el libro fuera “mítico” (ella misma pronunció repetidas veces la palabra “mito”). Que no contuviese datos biográficos, que no diese fechas, ni nombres, ni anécdotas. Solo el nombre del presidente y sólo alusiones personales a él podría tener la obra.”
Siempre según el escritor español, Evita quedó ampliamente satisfecha con la primera versión del libro y se limitó a efectuarle algunas correcciones y agregados superficiales. Esa primera versión con correcciones de Evita luego fue retocada, para “argentinizar” algunos giros muy españoles y subtitular los capítulos, por Juan D. Perón y el ministro Raúl Mendé. Penella da Silva, visiblemente enemistado con Raúl Mendé, acusa al ex ministro de haber alterado y desnaturalizado su texto original para satisfacer a Perón.
Quienes se enriquecieron con la edición de “La razón de mi vida” fueron la Editorial Peuser y el general Juan D. Perón. Según consigna en este libro Penella Heller que tan sólo hasta el 25 de julio de 1952, Perón había percibido la suma de $ 2.009.566, 05 en concepto de derechos de autor (en ese entonces el peso argentino cotizaba uno a uno con el franco suizo). En octubre de 1955, William F. Horsey, corresponsal de la United Press en Buenos Aires informaba que los beneficios del libro sumaban ciento cincuenta mil dólares, al valor que el dólar tenía en esos años.
En alguna ocasión, Juan D. Perón justificando sus bienes incluso habría dicho: “Soy rico gracias al libro de mi mujer…” (P. 17)
Manuel Penella de Silva falleció afirmando que él tenía un acuerdo verbal con Eva Perón de repartir los derechos de autor por partes iguales y que todos sus reclamos fueron ignorados por Juan D. Perón y por ende por los herederos tanto de Evita como del General. Igual reclamo reitera en el libro su hijo y editor Manuel Penella Heller, español nacido en Argentina.
Es difícil saber la verdad sobre esta demanda porque el acuerdo fue verbal. Es conocido que los acuerdos verbales sobre futuras utilidades -en especial entre autores y editores- suelen ser fuente de grandes controversias.
De todas formas en un interesante escrito fechado en Buenos Aires, el 7 de marzo de 1953, y que forma parte de este libro, Manuel Penella da Silva detalla su relación con Eva y Juan Perón, todos sus encuentros y desencuentros, las tareas y gestiones llevadas a cabo por encargo de los líderes del justicialismo y sus relaciones con otros funcionarios del gobierno argentino de esos años. El escritor español reconoce en ese texto haber percibido dos pagos (uno de $20.000.- y otro de $50.000.-) más un valioso permiso para importar un automóvil sin impuestos (en ese momento no se fabricaban automóviles en Argentina y para importarlos era necesario un permiso especial. Estos permisos podían ser transferidos con una muy buena ganancia por su titular) y un salario de $1.200 durante al menos cuatro meses como empleado de la Secretaría Técnica de la Presidencia. Penella da Silva también señala que en diversas ocasiones se le ofreció dinero y ventajas oficiales pero que siempre las rechazó a la espera de las regalías por derechos de autor.
En su escrito, se aprecia que el escritor español tenía demasiado orgullo y demasiada ambición para que las cosas resultaran bien. En ocasiones, para tener éxito, uno debe sacrificarse para que el otro triunfe.
No obstante, la familia Penella reclama incluso por las oportunidades laborales supuestamente perdidas por Penella de Silva al permanecer en Buenos Aires entre 1947 y 1953 trabajando para el gobierno argentino. Pero, esa fue una decisión personal del escritor español motivada, como el mismo reconoce en su escrito, por el deseo de enriquecerse.
Por último, de la lectura detallada del escrito de Manuel Penella de Silva se desprende que sus actividades en Argentina eran de suma utilidad para el gobierno franquista y que en muchas ocasiones coordinaba sus acciones con la embajada de España en Buenos Aires. A punto tal que, el régimen franquista terminó reconociendo sus servicios nombrándolo funcionario diplomático español, cargo que desempeño en diversos países de Sudamérica hasta su muerte en Río de Janeiro en 1969.
El libro de Penella Heller es de interés general y de lectura obligatoria para quienes deseen conocer en detalle la génesis de “La razón de mi vida”. El texto menciona otro libro que Penella de Silva escribió para que lo firmara Juan D. Perón, pero que finalmente el General no quiso publicar y al menos un encargo periodístico que no se identifica y que, su hijo especula, se trató de un material sobre temas nucleares. Lamentablemente esos documentos no figuran en el libro y es muy probable que se hayan perdido.
Finalmente, el libro brinda una interesante descripción del grado de improvisación y voluntarismo que rodeaba al primer gobierno peronista, situación que se repetirá en el futuro todos los gobiernos peronistas.
Al mismo tiempo, proporciona al lector sugestivos datos sobre cómo se desarrollaba la relación personal entre Eva y Juan Perón, cómo se tomaban las decisiones en esa época y quienes, desde las segundas líneas del gobierno, influían y en ocasiones interferían en cuestiones fundamentales para el país.
En síntesis, Evita y Yo, de Manuel Penella, es un libro de interesante lectura especialmente para quienes busquen conocer la génesis del peronismo.