Mohammed VI siempre se ha tomado con extrema responsabilidad su condición de “Amir Al Muminin”, Comendador de los Creyentes, brindando su asistencia a todos los creyentes sin distinciones por su fe. Tal como destacó recientemente en su discurso acogida a su santidad el papa Francisco I, en Marruecos.
Es por lo que Mohammed VI no podía permanecer indiferente a las calamidades que la última semana se han cernido sobre los hombres de fe.
En París, las llamas dañaron considerablemente ese patrimonio de la humanidad y símbolo eterno de Francia que ha sido siempre la iglesia de Notre Dame.
En forma casi simultánea otro incendio accidental daño la mezquita sagrada de Al-Qsa en Jerusalén, construida hace 1.300 años.
Al parecer el incendio se originó en el Salón de Oración de Al-Marwani, también conocido como Establos de Salomón, parte del mismo complejo que la mezquita de Al-Qsa y la Cúpula de la Roca. Afortunadamente, los bomberos de Waqf islámico de la ciudad pudieron controlar el siniestro antes de que dañara a las personas o las otras salas de oración. Si bien la causa sigue bajo investigación, fuentes autorizadas atribuyen el inicio del fuego a un accidente provocado por unos niños que jugaban cerca de la sala de oración en ese momento.
La Cúpula de la Roca, construida a finales del siglo VII, es el tercer santuario del islam, después de la Kaaba, en ciudad santa de Qibla (La Meca) y la Mezquita del Profeta Mohammad, en la ciudad santa de Medina, ambas en Arabia Saudí.
Antes de orar en dirección a Qibla, las oraciones de los musulmanes se enfrentan a este santuario sagrado. Estructuralmente, el santuario es de gran importancia cultural, por ser el primero en emplear una cúpula en arquitectura islámica, e incluye el intrincado uso geométrico de muelles, columnas y arcadas. La estructura octogonal de doble recinto cubre una roca monumental que representa la cima del Monte Moriah, el lugar desde el cual según Al Corán, Muhammad inició su viaje al Paraíso. En cuanto a la notable cúpula dorada de la estructura, originalmente estaba construida en madera (también con una técnica de doble capa) y luego adornada con mármol y aluminio de color dorado.
La mezquita sagrada de Al-Aqsa puede albergar a más de cinco mil personas y se encuentra en el sur de Haram Al-Sharif o Monte del Templo.
Atento a los lazos culturales, históricos y fraternales que ligan a Marruecos con Francia y en la búsqueda de un mayor entendimiento entre católicos y musulmanes, el rey de Marruecos comunicó al Arzobispo de París, a través de su embajador en el país galo, que el reino alauí contribuirá financieramente a la reconstrucción del emblemático templo cristiano.
Por otra parte, Mohammed Vi asumiendo su responsabilidad como presidente del Comité Al-Quds, a Al-Quds Asharif, el monarca marroquí dispuso también que el Reino participe en la restauración de la mezquita santa de Al-Aqsa y los sitios aledaños.
Con tal propósito, el Rey ordenó que se enviarán a arquitectos y artesanos marroquíes, reputados en todo el mundo islámico por su maestría, para colaborar en las obras de reparación preservando la autenticidad del legado arquitectónico del templo sagrado.
La actividad artesanal de los expertos marroquíes se llevará a cabo en coordinación con la Administración de los Waqf islámicos del Reino Hachemita de Jordania.
Actuando con equidad y atento a preservar la herencia judaica que ha enriquecido históricamente la tradición del pueblo marroquí, el rey Mohammed VI dispuso también la creación de un museo de la cultura judaica en la histórica ciudad de Fez.
La iniciativa real ha sido saludada con fervor por el Secretario General del Consejo de las Comunidades israelitas de Marruecos, Serge Berdugo, quien no dudó en declarar que: “La creación de este lugar de memoria en una ciudad que es la cuna de la civilización marroquí, donde la impronta del judaísmo marroquí ha sido de las más importantes, muestra el deseo del Soberano de que todas las corrientes que han enriquecido la civilización marroquí estén presentes.”
Estas recientes iniciativas reales que hacen a la solidaridad interreligiosa y la defensa del patrimonio cultural de la humanidad sin distinciones de credo o nacionalidad hablan de la preocupación del rey Mohammed VI por fomentar el entendimiento entre los hombres más allá de todo prejuicio.
También revelan que el rey Mohammed VI es claramente un líder africano, árabe y musulmán que se proyecta hacia el mundo con una clara dimensión de estadista.