La República Argelina Democrática y Popular es, supuestamente, un país democrático. Pero, la democracia argelina constituye un caso muy singular.
Desde su independencia de Francia, en 1962, el país ha estado prácticamente gobernada en forma ininterrumpida por un solo partido: el Frente de Liberación Nacional, una fuerza política de inspiración marxista-leninista, que se mantiene en el poder gracias al apoyo y control de las fuerzas armadas.
Además, en los últimos veinte años ha tenido como presidente al mismo hombre: el anciano Abdelaziz Bouteflika.
El presidente Bouteflika, de 81 años, gobierna desde 1999, aunque desde 2013 se encuentra confinado a una silla de ruedas debido a un ACV -Accidente Cerebro Vascular- que también afectó su capacidad para hablar. Por lo tanto, desde hace seis años se comunica con su pueblo a través de comunicados escritos.
El 10 de febrero, el presidente ha manifestado por carta su voluntad de competir por un quinto mandato consecutivo en las elecciones presidenciales del próximo 18 de abril.
En la particular democracia argelina las manifestaciones callejeras de protesta están terminantemente prohibidas desde el año 2001. Esta prohibición no ha impedido que miles de jóvenes, convocados en forma anónima a través de las redes sociales, salieran a las calles de Argel, el pasado viernes 22, con el propósito de impedir una nueva postulación del anciano y enfermo primer mandatario.
Los manifestantes coreaban consignas tales como “El pueblo no quiere ni a Buteflika ni a Said” -en alusión a la intención del hermano menor del presidente, Said Bouteflika, de reemplazarlo en el palacio Muradia- o “Bouteflika no habrá un quinto mandato”, demandando un cambio en el gerontocrático liderazgo que padece el país norafricano.
A pesar de la prohibición, en esta ocasión las fuerzas de seguridad mostraron moderación y escasa violencia. Se contentaron con vigilar el comportamiento de los manifestantes y de no bloquear el acceso a algunas calles. Al concluir la jornada, los jóvenes argelinos difundieron la protesta a través de las redes sociales buscando sumar a otras personas a la protesta.
El domingo 24, el movimiento de intelectuales denominado Mouwatana (ciudadanía en árabe) convocó a una sentada de protesta en la plaza Mauriel Audin, en el centro de Argel. En esta ocasión las fuerzas de seguridad no fueron tan tolerantes y reprimieron a los manifestantes con energía, empleando gases lacrimógenos y efectuando detenciones. Pero, la feroz represión no aminoró la decisión de los descontentos.
El lunes 25, un centenar de abogados realizaron una sentada de protesta frente a un tribunal y el martes 26 miles de estudiantes universitarios se manifestaron en los municipios de Argel, Constantina, Tizi Ouzou, Bouira, Bejaia, Annaba, Shikda, Jijel, Moumerdes, Adrar, Bechar o Yelfa. En algunas ciudades, como Orán y Argel, también se sumaron a la protesta los alumnos de las escuelas secundarias.
Las televisoras públicas y privadas, controladas por la censura oficial, se negaron a informar sobre las manifestaciones lo que provocó que algunos periodistas dimitieran en un gesto de protesta.
El jueves 28, un centenar de periodistas de medios de prensa y televisión, tanto oficiales como privados, intentaron manifestarse contra la censura gubernamental en una marcha de protesta por el centro de Argel pero fueron duramente reprimidos por la policía antidisturbios y una docena de ellos fueron detenidos. Aunque pocas horas después las autoridades los liberaron.
“Tenemos derecho a informar. Nos lo concede la constitución. Es una vergüenza que nos traten así”, manifestó un vocero de los periodistas.
El malestar contra el presidente Bouteflika comenzó a gestarse desde hace algunos meses y ha manifestarse en los estadios de futbol con cánticos como “No hay presidente, sino una imagen”.
Por el momento, el régimen ha insistido en ignorar el descontento de la población. En un artículo titulado: “Pirómanos autistas”, el diario “opositor” Al Watan criticó la ceguera del régimen: “Es difícil -decía el artículo- admitir que con todas las herramientas a disposición del Estado –servicios de espionaje y seguridad que espían Argelia cada día- que no hayan visto nada, aunque la cólera brotaba desde hace semanas, por no decir meses. Un sistema idiota, autista y, más sorprendentemente todavía, totalmente incompetente.”
No obstante, es difícil saber si la falta de reacción ante las protestas por parte del régimen es producto de su inoperancia o un acto más de ceguera y soberbia.
Un claro ejemplo de la soberbia del régimen se aprecia en el comportamiento de algunos funcionarios, como el Coordinador de la Dirección del FLN y actual presidente de la Asamblea Nacional Popular, el parlamento argelino, quien respondió a los manifestantes con un “pueden seguir soñando”, afirmando que “fue Dios quien instaló en el poder a Bouteflika en 1999.”
Por el momento, los manifestantes siguen soñando con un cambio en el régimen y preparan otras movilizaciones para el viernes 1° de marzo y afirman que no cesaran en sus reclamos hasta que Bouteflika no retire su candidatura.
Mientras tanto, en Occidente los analistas se tienen muchos interrogantes: ¿Continuará el Ejército apoyando irrestrictamente al “clan Bouteflika” o impulsará un cambio cosmético que oxigene por un tiempo al régimen argelino y silencia a los sectores opositores al estilo del impuesto por el general Abdelfatah Al-Sisi en Egipto? ¿Argelia seguirá misma deriva dictatorial y represiva del régimen chavista de Nicolás Maduro en Venezuela o se precipitará hacia la guerra civil y el caos como ocurrió en Libia? ¿Qué repercusiones tendrá la situación de violencia en Argelia sobre los flujos migratorios provenientes de África del Norte? ¿A caso peligra el suministro de petróleo y gas argelino hacia la Europa comunitaria?
Solo el tiempo puede responder estas dudas, por el momento lo único que parece ser cierto es que Argelia está viviendo con una década de retraso su “Primavera Árabe” mientras el mundo espectante contiene el aliento.