Susana Thénon es una escritora argentina que puede ubicarse en un espacio casi único, claramente individual dentro de la lírica del siglo XX. Se abre paso entre las letras femeninas de ruptura y funda, en la imperceptible fugacidad de los sentidos, un espacio oximorónico donde la palabra es y no; donde ella está y se ausenta, se oculta o se disfraza en la duplicidad de sujetos.
Fue poeta y fotógrafa. Ha dicho: “La fusión de poesía y fotografía ofrece un desafío apasionante; sintetizar en una imagen lo que el poeta desarrolla en el tiempo”.
Como poeta tiene la mirada atenta para el rescate de lo ínfimo, y desde esa capacidad perceptiva también fotografía el mundo. Durante siete años, Thénon fotografió a la bailarina Iris Scaccheri; algunas de esas fotos fueron publicadas en 1998.
Entonces, me gusta pensar que en la voz y en la mirada de Thénon se reconoce el cuerpo, fundamentalmente el cuerpo de la mujer. En la voz y en la mirada se rescata el cuerpo en un doble juego donde hay un desdoblamiento pero asimismo, y paradójicamente, un ensimismamiento.
Así, genera una instancia reflexiva que no hace otra cosa que permitirle volver sobre sí. En esta operación que es metonímica y metafórica a la vez, Susana Thénon se reconoce y despliega y llega, entonces a lo que Foucault llama ‘la inquietud de sí’. Es decir, el primer despertar, el momento en el que “…se abren los ojos, [y] salimos del sueño…”. Porque, la inquietud de sí dice Foucault es: “…una especie de aguijón que debe clavarse allí, en la carne de los hombres, que debe hincarse en su existencia y es un principio de agitación, un principio de movimiento, un principio de desasosiego permanente a lo largo de la vida…”
Al tomar conciencia de su yo, Thénon elige acciones que la ubican en una situación de violencia que promueve la ruptura donde ese sujeto desdoblado y replegado ‘es’. Por eso, crea un campo de sentido a través de la repetición de las palabras ‘morder’, ‘mordedura’, ‘mordida’. La mordedura es la palabra que genera sensaciones físicas, rupturas corporales y fisuras semánticas. En el poema “Ser”, por ejemplo, dice: “Morder tu significado…”, así vuelve al mismo término una y otra vez. Y, al hacerlo, pone en primer plano la boca, y con ella, a las palabras que son tan mordaces y peligrosas como sus efectos. Sus palabras, su boca, sus dientes (otra vez el desdoblamiento y el ensimismamiento) muerden. Después de morder, queda el desgarro y con él, la resquebrajadura en los sentidos y en la sintaxis. En consecuencia, desde la página quebrada, el cuerpo de la mujer –la que escribe- se percibe quebrado también y el texto suena al ritmo de ese cuerpo escindido.
Susana Thénon, poeta; mujer de mirada atenta. Mujer de palabras voraces. Mujer de voracidad cruda. Susana Thénon poeta que mira y dice, dice y se oculta, se oculta y ‘se nace’. Se ve, se ama, copula con ella y se genera, de-generada.