En el avispero con el que se ha iniciado el curso político, lo cual era tan previsible como las estaciones del año con los efectos del cambio climático incluidos, se ha colado, vaya Usted a saber por qué, el tema de la venta de armas a Arabia Saudí. Seguro que no estaba en ninguna agenda política. Es duro que la guerra de Yemen con cerca de 10.000 muertos, la mitad civiles, y 3 millones de desplazados, pase a ocupar el interés mediático por las trágicas muertes este verano por el bombardeo de autobuses escolares. La noticia son los muertos y los porqués del conflicto, en el cual se olvida que lo que se está ocultando es que es parte de la lucha contra ISIS.
Si los temas de Estado los avivamos sin analizar los contextos y las interrelaciones de ello, todo se convierte en un galimatías sin lógica de difícil entendimiento ciudadano. Ello nos lleva a olvidar, por ejemplo, que la autorización de venta de armas por los Estado democráticos se realiza mediante un control normativo muy riguroso. En todo caso, sujeto a autorización gubernamental y bajo control parlamentario. También se nos escapa que el Comercio Internacional (CI) no es lineal, no es como comprar en el supermercado. El Comercio Internacional tiene un complejo proceso de relaciones económicas que en un mercado global unas se relacionan con las otras. No entenderlo así es una visión distorsionada del mundo en el que vivimos.
Repasemos algunas cuestiones de ese contexto. España está en el top de dependencia energética, el 72,9% (Eurostat). En 2017 superó sus marcas anteriores en importaciones de crudo, 65,843 millones de toneladas, un 2,6 % más que en 2016 según CORES (Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos).
Esta dependencia energética española tiene dos causas principales. En primer lugar el alto consumo de combustibles líquidos provenientes del petróleo de los españoles, tanto para usos ciudadanos como industriales. Aunque España ha reducido en una década en un 21% el consumo de combustibles derivados del petróleo, lo cual es un dato esperanzador, aunque en los últimos tres años ha crecido. Por ello es importante proceder, sin pausa, a un proceso de transición energética. En segundo término la importación de crudo ha crecido (134 % en diez años) por las exportaciones españolas (más de 6.500 millones de euros) en destilados medios derivados del petróleo. Arabia Saudí con un 9,7% ocupa el tercer lugar entre los que venden petróleo en España. Evidentemente no es una cuestión menor este elemento de nuestras relaciones económicas con los saudís por lo que afecta a nuestra economía nacional.
Las exportaciones españolas a AS cayeron un 4% por la crisis económica saudí. En el mismo año las importaciones aumentaron un 22% por el aumento de los precios del petróleo. El sector más dinámico español en AS es la Ingeniería (construcción y la explotación de instalaciones fabriles, sistemas de transporte e infraestructuras…). El potencial económico, las altas tasas de crecimiento económico y su fuerte capacidad inversora (fondos soberanos) son razones suficientes para considerar AS como un mercado prioritario. Esencial en la estrategia española para internacionalizar nuestra industria.
Volviendo al tema de las armas, como decía más arriba, España lleva a cabo su venta de armas en un mercado globalizado cumpliendo la normativa internacional y nacional más estricta. España ocupa el 7º lugar entre los exportadores del mundo a muchísima distancia de los primeros (USA y Rusia). En España el sector de fabricación de armas y municiones factura un total de 494.078.118€. Está regulado por Ley 53/2007, de 28 de diciembre, sobre el control del comercio exterior de material de defensa y de doble uso. Se cumplen las prescripciones del Tratado Internacional sobre el Comercio de Armas que entró en vigor el 24 de diciembre de 2014. Así como los criterios de la Posición Común 2008/944/PESC, de 8 de diciembre. En una estrecha coordinación con los países del UE siguiendo la política de “no undercut”, instrumento a través del cual se persigue una armonización de las políticas de exportación de armamento entre los países. Anualmente, en España se da cuenta de las ventas de armas autorizadas, tanto para el Estado como para las empresas fabricantes, en una sesión ante la Comisión de Defensa por el Gobierno que incorpora en su actuación las recomendaciones parlamentarias. Lo que hay que exigir es que los Estados puedan investigar in situ el destino de las armas vendidas.
La principal finalidad es contribuir a que la regulación del comercio exterior de material de defensa y de todos aquellos productos, materiales y tecnologías de doble uso, esté sometido al máximo control. Con ello, evitar que se dé rienda suelta, como en el pasado, al mercado ilícito, y su proliferación, perseguir que la venta y producción de armas se haga conforme a los compromisos internacionales de los diferentes Estados, única vía para conseguir progresivamente su disminución y su uso ilegitimo. La Oficina de N.U contra la Droga y el Delito, estima que el comercio ilegal de armas en cifras superiores a los 300 millones de dólares anuales. Entre el 10 % y el 20 % del mercado lícito.
El debate suscitado debe tener en cuenta estos extremos y muchos más que no están aquí para valorar esta cuestión. Estamos hablando de un contrato firmado y una venta pagada, elemento esencial en el comercio internacional y prueba de reputación de un Estado. Dicho sea de paso firmado y tramitado por los Ministros Morenés y Cospedal. No queda otra que cumplirlo.
No es de extrañar que ONGs y amantes de la paz, entre los que nos encontramos la mayoría, puedan sentirse molestos de que este contrato se perfeccione, lógico. Ahora bien, no nos engañemos nosotros mismos. El debate sobre la desaparición de la producción y venta de armas está por hacer. Su conclusión en la desaparición puede ser compartida, luego estará en quién pone el cascabel al gato y si lo hacemos todos al mismo tiempo.
Entre tanto, procuremos que la legalidad en la venta de armas sea extrema. No olvidar que las relaciones comerciales internacionales terminan siendo un todo pues detrás de ese comercio siempre hay otros intereses económicos, que son de los Estados, de las empresas pero también de los trabajadores.
En todo caso, deberíamos ante todo serenar los debates, escuchar y contextualizar y no disparar desde la cintura, como en las pelis del Oeste, no se lo crean no se acierta nunca, por ello sería recomendable dejar trabajar a los expertos.