El síndrome metabólico es una afección peligrosa para la salud. Desde 1999 en la reunión del Grupo de Trabajo de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se han propuesto diversas definiciones alternativas para designarlo. Las más aceptadas han sido las elaboradas por el European Group for the Study of Insulin Resistance (EGIR) y por el Adult Treatment Panel III (ATP-III) del National Cholesterol Education Program (NCEP)
A partir de la reunión del panel de expertos del National Colesterol Education Program (NCEP)2, en 2002, se establecen criterios clínicos y bioquímicos basados en la presión arterial, el perímetro abdominal, triglicéridos, colesterol unido a lipoproteínas de alta densidad (cHDL) y glucemia basal.
El síndrome metabólico también es denominado por algunos autores como “Síndrome de Reaven”, “Síndrome de resistencia a la insulina” o “Síndrome metabólico X”.
Según la unificación de criterios (Harmonizing the Metabolic Syndrome) el diagnóstico de síndrome metabólico se realiza con la presencia de tres de los siguientes cinco componentes propuestos.
§ Incremento de la circunferencia abdominal
§ Elevación de triglicéridos
§ Disminución del colesterol HDL
§ Presión arterial elevada
§ Glucemia en ayunas elevada
A nivel mundial se han encendido las alarmas, debido al incremento de prevalencia de este Síndrome Metabólico, predictivo de accidente cerebrovascular.
La vida sedentaria, el estrés, factores genéticos, el ambiente son además algunas variables que inciden en la ocurrencia de este síndrome.
En cada uno de los cinco factores predisponentes están involucrados la alimentación y el estilo de vida ya que el aumento significativo de la prevalencia de la obesidad ha coincidido con un considerable aumento de la prevalencia del síndrome metabólico (SM).
Diversas investigaciones concluyeron que “Los componentes relacionados con la presión arterial y el metabolismo de la glucosa son predictores tempranos del riesgo de desarrollar el primer episodio de síndrome metabólico, pero su posterior asociación con los componentes de la dislipidemia es crucial”, concluyeron además que “Promover cambios en el estilo de vida reduciría también las condiciones asociadas con la persistencia del síndrome metabólico”.
Debido a que hay muchos países que están experimentando un rápido aumento de la obesidad, predisponente de este síndrome, la OMS y la Organización para la Agricultura y la Alimentación de las Naciones Unidas (FAO) organizaron conjuntamente la Conferencia Internacional sobre Nutrición. En la Conferencia se adoptó la Declaración de Roma sobre la Nutrición y el Marco de Acción, que recomienda un conjunto de opciones en materia de política y de estrategias para promover una alimentación variada, inocua y saludable.
En 2013, la Asamblea Mundial de la Salud acordó nueve metas mundiales de aplicación voluntaria para la prevención y el control de las enfermedades no transmisibles, entre las que figuran detener el aumento de la diabetes y la obesidad, y una reducción relativa del 30% en la ingesta de sal de aquí a 2025.
A nivel individual, para prevenir cada uno de estos factores de riesgo, será importante controlar el peso periódicamente, los valores de glucosa, colesterol y triglicéridos en sangre y los valores de la presión arterial.
Hay diversas estrategias nutricionales y cambios de hábitos para prevenir el SM y sus complicaciones, pero ¿por dónde comenzar? No siempre se nos hace fácil comer saludablemente y realizar actividad física, pero la buena noticia es que con pequeños cambios se puede lograr un gran impacto positivo en la salud, no es necesario cambiar todo a la vez, quizás comenzar con hábitos de alimentación primero y luego con actividad física, es bueno establecer metas fáciles y posibles de cumplir, tratar de cumplirlas una a la vez, por ejemplo retirar el salero de la mesa, disminuir las porciones de comidas altas en grasas, azucares y sal, caminar 20 minutos tres veces por semana.
Estos cambios toman tiempo antes de que formen parte de nuestra vida diaria, pero si no tenemos éxito al principio hay que volver a intentarlo, modificar los objetivos, establecer nuevas metas posibles de lograr es muy importante para mantener la salud.
Otra estrategia que podemos implementar es quizá comenzar a planificar las comidas semanales, hacer la lista de alimentos que se necesitan, comprar en un horario que no tengamos hambre para no tentarse con alimentos menos saludables. Seleccionar frutas y vegetales frescos de temporada suele ser más económico.
Los vegetales y frutas enlatadas también son buenas opciones, para reducir el sodio escurrirlos y enjuagarlos con agua fresca antes de consumirlos o calentarlos.
El plan alimentario debe garantizar variedad de alimentos para aportar todos los nutrientes necesarios.
En otras etapas una vez que logramos internalizar nuevos hábitos, comenzaremos a leer las etiquetas de los alimentos envasados para tener más información en el aporte de sodio, colesterol, grasas trans, grasas saturadas, azúcar agregada, etc. y poder así ser más asertivos en nuestra elección.
La actividad física también tiene importantes beneficios para la salud y ayuda a prevenir enfermedades no trasmisibles como obesidad, diabetes tipo 2, hipertensión, la OMS dice que la expresión «actividad física» no se debería confundir con «ejercicio», que es una subcategoría de actividad física que se planea, está estructurada, es repetitiva y tiene como objetivo mejorar o mantener uno o más componentes del estado físico, además del ejercicio, cualquier actividad física realizada en el tiempo de ocio, para desplazarse de un lugar a otro o como parte del trabajo, también es beneficiosa para la salud.
El Plan de acción mundial sobre actividad física 2018-2030 presentado por la OMS, con el lema Más personas activas para un mundo más sano, es una herramienta que brinda a los países posibles vías para reducir la inactividad física en adultos y adolescentes en un 15% para 2030.
Aproximadamente un 80% de los Estados Miembros de la OMS han elaborado políticas y planes para reducir la inactividad física.
Tomar control sobre nuestra alimentación y hábitos saludables es fundamental en la prevención del SINDROME METABOLICO.