RECORDANDO A MAHAN
Hace aproximadamente ciento cincuenta años, el almirante estadounidense Alfred Tyler Mahan, teórico del poder naval, señalaba que toda potencia comercial que contara con una cuantiosa producción industrial debería contar con una gran flota mercante para transportar sus productos a todos los mercados del mundo y con una poderosa marina de guerra para proteger su comercio marítimo.
El geopolítico americano también advertía que dicha flota necesitaría contar con bases en el extranjero para asistir a los navíos de ambas flotas.
Al parecer los líderes chinos han atendido las enseñanzas del almirante Mahan y están empeñados en la creación de una flota oceánica y en dotarla de instalaciones logísticas de ultramar, así lo ha advertido Mian Yang, experto del Centro de Relaciones Internacionales del Instituto Chino de Comunicaciones.
CHINA EN ÁFRICA
China otorga, desde hace décadas, un especial interés en extender su presencia comercial e influencia política y militar en el continente africano.
El intercambio comercial y las inversiones chinas en el continente suman 200.000 millones de dólares y Beijing no está dispuesto a que nada perturbe su presencia en los mercados africanos.
Los chinos han desplegado fuerzas navales en las aguas de Somalia, en el golfo de Adén, desde 2008, con la excusa de proteger a su comercio de la piratería marítima.
Paralelamente, China ha expandido sus lazos militares por toda África en los últimos años.
Mientras la Administración Trump recortando en mil millones de dólares de sus aportes económicos a las misiones de paz de ONU y reduce su presencia militar en África, China sigue el camino inverso.
En 2015, el presidente Xi Jinping comprometió ocho mil hombres para las fuerzas de mantenimiento de paz de ONU. Ese contingente constituye una quinta parte del total de 40.000 efectivos, provenientes de cincuenta países, con que cuentan las Naciones Unidas para sus misiones de paz.
Por otra parte, China también comprometió un aporte de cien millones de dólares a la fuerza de reserva de la Unión Africana y otros mil millones de dólares para reforzar el Fondo Fiduciario de Paz y Desarrollo de la ONU.
China ha desplegado unos 2.500 soldados y policías como cascos azules en las misiones de paz de Naciones Unidas en África. Sus mayores presencias de registran en Sudán del Sur (1.051 efectivos), Liberia (666 hombres) y Mali (402 soldados).
Se estima que África es hogar de un millón de ciudadanos chinos, la mayoría de ellos técnicos e ingenieros que trabajan en proyectos de infraestructura financiados y gerenciados por el gobierno chino.
PRESENCIA EN DJIBOUTI
La República de Djibouti es un pequeño pero estratégico país situado en el denominado Cuerno de África. Una zona relevante para el abastecimiento energético del mundo, por la cercanía con el estrecho de Bab el Mandeb que comunica al océano Indico con el Mar Rojo y con ello al Canal de Suez, puerta de entrada al Mediterráneo y los mercados europeos.
Por esa ruta transitan navíos con cuatro millones de barriles de petróleo por día y el 90% de las exportaciones de crudo a Japón y el 40% del abastecimiento energético de Europa.
Controlar militarmente el Cuerno de África donde confluyen las principales rutas petroleras y comerciales entre Asia y Europa equivale a controlar el Canal de Suez.
Djibuti tiene una superficie de 23.200 kilómetros cuadrados y una población de 900.000 ciudadanos que viven en uno de los suelos más inhóspitos en el este de continente africano.
Con vecinos como Eritrea por el norte, Somalia por el sureste, con costas sobre el Mar Rojo y el Estratégico Golfo de Adén. Limita al este con Etiopía con quien Djibouti ha estrechado sus vínculos comerciales a partir de la venta de electricidad a Addis Abeba y el tráfico ferroviario debido a la pérdida de la salida al mar de Etiopía tras la secesión de Eritrea en 1993.
El tránsito ferroviario que beneficia a ambos países ya que por allí transita el 90% de las importaciones etíopes -con una población de 95 millones de habitantes- entran por el puerto de Djibouti y este país se beneficia de un mercado que es casi cien veces mayor que el suyo.
Este importante medio de transporte comercial sufrió una profunda transformación, a partir de 2015, cuando la antigua infraestructura, construida por Francia en 1917, por una nueva y moderna gracias al capital y capacidad de ingeniería invertida por China.
Beijing espera que Djibouti sirva para su expansión a través del continente africano, conectando de ese modo el Mar Rojo con el Atlántico y satisfaga sus necesidades de mercados y materias primas.
En la actualidad, en Djibouti, existe presencia militar de cinco países: Francia con 1.900 soldados, con apoyo aérea compuesto por siete aviones Mirage 2000, un C-160, 5 helicópteros Puma y dos Gazelle, ubicados en la zona portuaria de Djibuti.
Italia con 300 soldados apostados en una base dotada de diez lanchas patrulleras rápidas y 44 vehículos blindados de transporte de personal.
Japón con 600 efectivos acantonados en una base aledaña a la base estadounidense de Camp Lemonnier y que ha decidido ampliar sus doce hectáreas.
España con una dotación de cincuenta soldados y un avión de reconocimiento se une a Alemania con un contingente temporal.
El país con mayor presencia es Estados Unidos que en la base militar de Camp Lemonnier, tiene una dotación de 4.500 soldados y 1.200 hombres de sus fuerzas especiales. La base cuenta con 20 aparatos F 15 Strike Eagle, e instalaciones para desplegar drones. La base de Camp Lemonnier permite las operaciones de inteligencia y combate estadounidenses en Yemen, Somalia y otros puntos de África y Medio Oriente.
En el caso de China el gobierno de Djibouti dirigido por Ismael Omar Guelleh ha manifestado que, el interés de Beijing por instalar una base militar permanente, en Obock, la ciudad portuaria ubicada al norte de la capital del país, “es una decisión bienvenida”.
La instalación militar china es un proyecto que se ha estado preparando, desde el año 2015, cuando se firmó un acuerdo que permite a la fuerza naval china utilizar el principal puerto del pequeño país africano.
A la presencia militar, China une la alianza comercial establecida con Djibouti, destinada a convertir al país africano en su socio principal en materia de apoyo a obras de infraestructura: construcción de seis puertos, dos aeropuertos, un ferrocarril transoceánico. Estas instalaciones convertirán en un polo de desarrollo comercial al Este de África.
Beijing quiere extender su presencia en el Cuerno de África y para ello ha invertido 10.000 millones de dólares en el último lustro y ahora incrementa su presencia militar.
China firmó un contrato por diez años con el pequeño país africano al que pagará cien millones dólares anuales por el arrendamiento de esta base militar.
UN NUEVO ESCENARIO DE CONFLICTO
El gobierno de Xi Jinping parece decidido a proyectar a China como potencia global, argumentando que su presencia en Djibouti no constituye el inició de una expansión militar o el comienzo de una carrera armamentista en África, sino la legítima defensa de sus intereses en la zona.
Sin embargo, la instalación de un enclave militar chino que podría albergar hasta 10.000 hombres y modernos medios bélicos en una región estratégica clave crea un nuevo escenario para la creciente confrontación chino – estadounidense.
Las relaciones entre estas dos grandes potencias atraviesan por un periodo de tensiones provocadas por la crisis en la península de Corea, la venta de armas estadounidenses a Taiwán y el conflicto de soberanía en el mar Meridional de China en relación con los archipiélagos de las islas Spratly y Paracelso.
La pregunta del millón es cómo reaccionará la Administración Trump a la irrupción militar de China en el Cuerno de África.