El tráfico de personas es una actividad criminal en expansión que afecta especialmente a mujeres y niños en todo el mundo.
Según un reciente informe del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el 28% de las víctimas de tráfico de personas son niñas y niños que terminan siendo víctimas de abusos sexuales o diversas formas de esclavitud.
Entre 2015 y 2016, fueron registrados como refugiados y migrantes unos trescientos mil niños no acompañados, en ochenta países, un notable incremento si se lo compara con los sesenta y seis mil que se habían registrado entre 2010 y 2011.
Traficantes despiadados suelen explotar la vulnerabilidad de estos niños para beneficio personal, ayudando a los niños a cruzar las fronteras, con el único propósito de venderlos a la esclavitud y la prostitución forzada.
Una de las rutas migratorias más empleada y más peligrosa es la del Mediterráneo Central que enlaza al Norte de África con Italia.
Según Unicef, se estima que unas 181.000 personas -incluidos 25.800 niños de ambos sexos no acompañados, recurrieron a los servicios de traficantes en 2016, para intentar arribar a las playas italianas. Lamentablemente, una de cada cuarenta de las personas que transitan por esta ruta terminan sus días asesinadas.
En Asia, el principal problema para la niñez se presenta en la India con la esclavitud doméstica y la explotación sexual por parte de las organizaciones criminales.
Según el “Índice Global de Esclavitud”, elaborado por la ONG australiana, “Fundación Walk Free”, hay 45,8 millones de personas sometidas a diversos regímenes de esclavitud en 167 países, de los cuales el 58% se concentra tan sólo en cinco países: India, China, Pakistán, Bangladesh y Uzbekistán.
En la última década, el delito de trata de personas en la India aumentó catorce veces. Sólo en 2014, el incremento fue de un 65%, afectando a 8.099 personas.
Numerosos expertos en este tipo de delitos afirman que la compraventa de niñas para prostituirlas al extranjero son las formas más frecuentes de tráfico y la trata de personas. La explotación sexual de mujeres y niñas por parte de organizaciones criminales asume formas como la venta para esclavitud sexual doméstica, la prostitución en burdeles, el turismo sexual y la industria de la pornografía.
La Oficina Central de Investigaciones de la India descubrió, en 2015, una red de traficantes de personas que operaba por todo el territorio del país y que era responsable de “exportar” unas ocho mil niñas indias a Dubái. Poco después, se descubrió que un solo traficante había sacado de la India a cinco mil niñas provenientes del estado de Jharkhand, una región sumamente pobre.
Entre 2011 y 2013, más de diez mil quinientos niños de ambos sexos se reportaron como desaparecidos en el estado de Chhattisgarh, otra de las regiones más pobres de la India.
Se estima que la mayoría de esos niños fue víctima de la trata y tráfico de personas, sometidas a diversas formas de trabajo esclavo y explotación sexual en las ciudades de la India o exportadas a Medio Oriente. Los expertos consideran que anualmente unos 135.000 niños de la India caen en las redes de las organizaciones criminales que operan en el país.
Según la Organización Internacional del Trabajo, con sede en Ginebra, en la India existe un número indeterminado de trabajadores domésticos, estimado entre 2,5 y 90 millones de personas. Estos trabajadores suelen realizar tareas e incluso vivir en un régimen de semiesclavitud que implica la aplicación de castigos corporales y por todo salario la comida y un lugar donde dormir.
La principal causa de que esta infame situación se sostenga en nuestros días es la indiferencia y hasta complicidad de las autoridades y la tolerancia de las sociedades que la padecen.