En la actúa etapa de la campaña presidencial, en que algunos políticos y periodistas parecen hacer “fuego libre” sobre el candidato libertario Javier Milei, una de las críticas fundamentales que se realiza consiste en afirmar que el economista carece de los equipos políticos para gobernar al país. Por lo tanto, esa apreciación merece ser analizada con mayor de detalle.
Según narra en su libro “Memorias Dispersas. El coronel Perón”[i] Bonifacio del Carril, en una ocasión, allá por 1945, conversaba con Perón sobre la organización de un nuevo partido político. Mientras que del Carril se mostraba escéptico de pudiera “pegarse” a las masas de votantes a nuevos dirigentes, Perón recurrió a la siguiente imagen para cerrar el debate: “Yo tengo el salame. Es cuestión de ir cortando las fetas muy finitas, veremos entonces si se pegan o no se pegan”.
Bonifiacio del Carril por ese entonces contaba con varios años en política y como dirigente nacionalista, pero Perón, que era un outsider en política, tenía, por el contrario, poca experiencia política pero sí una percepción superior en cuanto a la naturaleza humana.
El joven coronel sabía que los hombres suelen dejarse seducir por el poder y hacen todo lo necesario para estar lo más cerca posible de quien tiene poder y distribuye beneficios. Así, que, distribuyendo favores, beneficios y “conquistas sociales” (jubilación, indemnización por despido, vacaciones pagas, licencia por enfermedad, aguinaldo, etc.) se aseguró un liderazgo político que se prolongo por los siguientes treinta años.
En otras palabras, la historia se encargaría de demostrar que Perón estaba en lo cierto, los votantes respondían a la política de reparto del salame.
Valga esta breve reflexión histórica para aquellos que insisten en preguntarse como hará Javier Milei para gobernar cuando al parecer carece de un equipo de dirigentes suficiente para formar gobierno.
Comencemos por señalar que en la eventualidad de que Javier Milei venza en la segunda vuelta electoral y se convierta en presidente de la Argentina a partir del 10 de diciembre, el menor de sus problemas será cómo integrar sus equipos de gobierno. Él, como en su momento Perón, tendrá el salame y si reparte bien las rodajas podrá rápidamente reclutar cuadro políticos idóneos y experimentados. Después de todo el transfuguismo político o “borocotización” ha sido una característica sobresaliente de la política argentina.
Así formó sus elencos políticos, en 1946, Juan D. Perón, Carlos S. Menem, en 1989, y Néstor Kirchner, en 2003.
Milei, como hombre experimentado en el mundo empresarial, sólo deberá llevar a cabo una correcta selección de personal sin prejuicios sobre el pasado ideológico o el origen social de los postulantes. Los posibles candidatos buscarán por todos los medios acercarse al nuevo poder. Especialmente sabiendo que hay muchos cargos de segundo y tercer nivel por cubrir.
La fila de los postulantes a un futuro gobierno del economista libertario estará posiblemente integrada por antiguos funcionarios menemistas, duhaldistas y macristas marginados de la política por el control ideológico de la izquierda kirchnerista, jóvenes graduados universitarios provenientes de los estratos medios ansiosos por iniciar una carrera política, incluso radicales de centro derecha, disconformes con el avance neopopulista de los hombres de Evolución Radical que comanda el tándem formado por Emiliano Yacobitti y Enrique “Coti” Nosiglia, grupo con fuertes vínculos con Sergio Massa.
En este sentido, cabe mencionar que el veterano dirigente peronista Carlos Ruckauf, en un programa de La Nación+ dijo con total naturalidad: “El peronismo es un movimiento que corre presuroso en ayuda del ganador”.
Como Milei es el único conductor de su espacio político no tiene compromisos con ningún partido aliado o sector social tendrá una amplia libertad de acción para reclutar a los más idóneos entre múltiples postulantes
En primer termino deberá tan solo designar a los ministros (que ha dicho que se reducirán tan solo a ocho funcionarios) y luego solo deberá supervisar a los cuadros de dirección que elijan sus ministros para cubrir la planilla de funcionarios de los futuros ministerios.
Hablar del peligro o problema que significa el hecho que Javier Milei no cuenta con equipos suficientes para gobernar el país, puede funcionar como chicana política o para lucirse como panelista en un programa televisivo, puede asustar a alguien en la campaña electoral, pero no es serio.
Todos los políticos experimentados saben que ni bien asuma la presidencia, Milei tendrá la lapicera e inmediatamente muchos políticos desocupados (que ya están tendiendo puentes con el candidato libertario y su entorno) correrán presurosos a congraciarse con el nuevo poder.
Milei no será el primer presidente en gobernar sin mayoría ni en la Cámara de Diputados ni en el Senado.
Néstor Kirchner, un dirigente del siglo XXI que nunca había salido del país, cuya única experiencia política era la de gobernar una provincia en el remoto sur patagónico de algo más de 200.000 habitantes (menos población e industrias que muchos municipios bonaerenses), llegó a la Casa Rosada, en 2003, después de salir segundo en la primera ronda electoral con tan solo el 22,25% de los votos válidos, sometido a la tutela de Eduardo Duhalde, con el peronismo dividido y con un país que todavía sufría las secuelas del traumático final del gobierno de Fernando de la Rúa y el default de la deuda externa declarado por el presidente provisional Adolfo Rodríguez Saá, en sus escaso siete días de gobierno.
Como Néstor Kirchner desconfiaba de los cuadros peronistas que integraban su gobierno y su partido porque reportaban a Eduardo Duhalde, que aspiraba a sucederlo en 2008, por lo cual, gradualmente, reclutó a sus propios hombres para incorporarlos a lo que pronto sería el kirchnerismo.
Así, incorporó a las filas de su nueva corriente peronista a algunos intelectuales provenientes de los ambientes de izquierda: Torcuato S. Di Tella, José Nun, Julio González, Adriana Puigrós, Horacio Verbistky, Eugenio Zaffaroni, entre otros, periodistas y artistas: Víctor H. Morales, Roberto Navarro, Gustavo Sylvestre, Diego Brancatelli, Pablo Dugan, Mempo Giardinelli, Gisella Marzziota, Teresa Parodi, Sandra Russo, Juan Leyrado, Carolina Papaleo, Dady Brieva, Cristina Banergas, Victoria Onetto, Pablo Echarri, Nanci Dupláa, etc.
También reclutó a dirigentes provenientes de los movimientos piqueteros: Emilio Pérsico, Luis D’Elia, Gerardo Martínez, Gerardo “Chino” Navarro, Juan Grabois, Daniel Menéndez, Rafael Klezjer, Esteban “Gringo” Castro y otros menos conocidos.
Por último, coptó a dirigentes provenientes de organizaciones defensoras de los derechos humanos: las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, la organización H.I.J.O.S.: Hebe de Bonafini, Estela de Carlotto, Remo Carlotto, Eduardo “Wado” de Pedro, Victoria Donda, Juan Cabandie.
Finalmente, el kirchnerismo también incorporó a un conjunto de jóvenes cuadros políticos del peronismo: Gustavo Béliz, Daniel Filmus, Sergio Massa, Amado Bouduo, Juan Manuel Abal Medina (h), Axel Kicillof, Mariano Recalde, Andrés “Cuervo” Larroque y hasta, en su momento, a Martín Lousteau.
Para 2008, cuando Cristina Fernández de Kirchner ingresó a la Casa Rosada, el kirchnerismo contaba con su propia “casta política”, homogénea y obsecuentemente subordinada a la diarquía gobernante. Los elementos duhaldistas habían sido purgados (Roberto Lavagna, Julio Bárbaro, José Pampuro, Alberto Iribarne) o coptados (Daniel Scioli, Aníbal Fernández, Carlos Tomada) a ellos se sumaban los “pingüinos” provenientes de la provincia de Santa Cruz (Alicia Kirchner, Julio de Vido, Carlos Kunkel, Carlos Zannini, Oscar Parrilli, Sergio Acevedo) y los antiguos militantes de la Tendencia Revolucionaria del peronismo (léase Montoneros) (Nilda Garré, Rafael Bielsa, Jorge Taiana, Agustín Rossi) y por último los cuadros provenientes de la izquierda no peronista antes mencionados.
Si el kirchnerismo logró captar tantas voluntades y cuadros políticos de la izquierda porque Milei no puede hacer los mismo con los dirigentes y personalidades populares que están del otro lado de la grieta. Especialmente, con los jóvenes sub40 que lo han apoyado desde el primer momento. Después de todo, la sociedad argentina demanda un cambio de políticas, pero también de hombres.
En síntesis, es muy bueno contar con equipos de gobierno homogéneos políticamente, idóneos profesionalmente y con experiencia en la gestión pública, pero no es imprescindible contar con ellos para gobernar exitosamente. Basta con contar con un presidente con ideas claras de lo que quiere hacer, con conocimientos suficientes para llevarlo a cabo y con la decisión de efectuar el cambio que la sociedad reclama.
La Argentina, frente a esta crisis requiere un presidente que, tal como aconsejaba Maquiavelo, sea astuto como el zorro para evitar las trampas y fuerte como un león para ahuyentar a los lobos.
[i] DEL CARRIL, Bonifacio: Memorias dispersas. El coronel Perón. Ed. Emece Bs. As. 1984.