Por el Dr. Adalberto C. Agozino
Argelia, Irán y Rusia incrementan su presencia en la región sahelo -saharíana provocando una escalada en las tensiones e impulsando la carrera armamentista.
Se está conformando en el Norte de África un nuevo “eje del mal”[i] conformada por una alianza entre Argel – Teherán – Moscú que esta desestabilizando toda la región sahelo – sahariana y generando una amenaza a la seguridad, en un espacio estratégico que constituye una suerte de “bajo vientre” mediterráneo de la Unión Europea.
Los Estados que integran esta curiosa alianza han minimizado sus diferencias religiosas e ideológicas para coordinar y unificar su accionar hacia objetivos comunes.
Argelia se ve impulsada hacia esta extraña alianza debió a la frustración que le origina el derrumbe de sus planes históricos destinados a privar a Marruecos de una conexión terrestre con el África Occidental francófona, creando un Estado títeres saharaui en el Sáhara, bajo su control.
Esto ocurrió cuando en 2020, los Estados Unidos reconocieron la soberanía marroquí sobre sus provincias del Sur y, más tarde, España aceptó la propuesta para la Negociación de un Estatuto de Autonomía en el Sáhara propuesta por Marruecos como la única solución realista y posible, archivando toda posibilidad de llegar a un reconocimiento de la inexistente República Árabe Saharaui Democrática.
En su impotencia, los agresivos militares argelinos tensaron la cuerda con Marruecos retirando a su embajador en Rabat, cerrando su espacio aéreo a los aviones marroquíes, desatando una brutal carrera armamentista triplicando su presupuesto de defensa y alentando a los terroristas separatistas del Frente Polisario para que hostiguen desde territorio argelino a las Fuerzas Armadas Reales (FAR) de Marruecos.
Recordemos que el Frente Polisario declaró unilateralmente roto el alto al fuego controlado por las fuerzas de la MINURSO, desde 1991, debido a que efectivos de las FAR expulsaron a las milicias del Polisario en el paso fronterizo entre Marruecos y Mauritania, en El Guerguerat, en noviembre de 2020.
Para contrapesar el sistema de alianzas internacionales forjado por el Rey Mohammed VI con Estados Unidos, España e Israel, Argelia se dedicó a conformar una alianza con Estados considerados parias internacionales: Rusia, que bajo el gobierno de Putin se convirtió en un Estados agresor al invadir Ucrania y con Irán, una teocracia chií agresiva que pugna por adquirir status nuclear mientras desestabiliza a Siria, arma a los rebeldes hutíes en la guerra civil de Yemen, e interviene en Irak y El Líbano. Curiosamente, también Francia brinda subrepticiamente apoyo a Argel con sus redes de influencia mediática y diplomática e incluso con los recursos de sus agencias de inteligencia.
Actualmente, Rusia y Francia están compitiendo por los jugosos contratos de venta de armamentos a Argelia que planea invertir, tan solo este año, 23.000 millones de dólares en comprar armas. Un gran botín, especialmente para Putin que debe compensar de alguna manera sus gastos bélicos en Ucrania y la caída en sus exportaciones de gas. Francia, por su parte, intenta detener el descenso de su influencia en África con raras maniobras en el Magreb, como el recibir al jefe de Estado Mayor Argelino, general Saïd Chengriha para hablar de ventas de armamentos o impulsar cilenciosamente resoluciones contra Marruecos en el Parlamento Europeo.
Mientras que el Kremlin ha aprovechado en retiro francés del Sahel para llenar el vacío geopolítico dejado por las tropas galas que luchaban contra el terrorismo para establecerse en la región a través de los mercenarios de la empresa de servicios militares Wagner, que es un brazo operativo de Rusia en diversos escenarios conflictivos, como Siria o Ucrania. Los militares Wagner ya actúan como “asesores e instructores militares” en diversos países africanos de la región.
El tercer miembro de esta triada del mal, la República Islámica de Irán está involucrada desde hace tiempo, junto con la organización terrorista que patrocina: Hezbollah, en el apoyo a de los terroristas separatistas del Frente Polisario.
El 1º de mayo de 2018, el canciller marroquí Nasser Burita denunció que Irán llevaba dos años proporcionando entrenamiento militar al Frente Polisario a través de Kassim Tajideen, un empresario libanés vinculado a Hezbollah y que también había armado a los separatistas con misiles de fabricación soviética SAM-9, SAM-11 y 9K 34 “Strela 3”.
Esto llevó a una nueva ruptura de relaciones entre ambos países. La anterior se produjo en 2009 por el rechazo marroquí a los intentos iraníes de reclutar ciudadanos marroquíes para incorporarlos a sus redes terroristas.
La crisis se aceleró por declaraciones realizadas por el supuesto ministro del Interior de la inexistente República Árabe Saharaui Democrática y miembro del Politburó del Frente Polisario, Omar Mansour, durante una visita a Nuakchot, Mauritania, declaró ante un grupo de miembros de su tribu, Oulad Dleim, que “el ejército saharaui pronto utilizará drones armados en la guerra de desgaste del Sáhara Occidental.”
Posteriormente, el ministro marroquí de Asuntos Exteriores, Cooperación Africana y Marroquíes en el Exterior, Nasser Bourita, se tomó con seriedad la adquisición de drones militares por parte del Polisario. El 3 de octubre de 2022, durante una conferencia de prensa conjunta con su homólogo yemení en Rabat, advirtió: “contra la adquisición de drones armados por parte de grupos terroristas y separatistas”, apuntando a la injerencia de la República de Irán en varios países árabes. “El régimen iraní es el patrocinador oficial del separatismo y los grupos terroristas en varios países árabes”, señaló Nasser Bourita, y agregó que el apoyo de Teherán “a los actores armados no estatales representa una amenaza para la paz regional e internacional”.
La respuesta del régimen chií, se redujo a una declaración emitida por el vocero del ministerio de Relaciones Exteriores de Irán, Nasser Kanaani, quien tras rechazar las acusaciones de Bourita, comentó en tono irónico: “En lugar de jugar a culpar y lanzar acusaciones infundadas contra la República Islámica de Irán, sería mejor que se preocupará y se responsabilizara de la inseguridad que amenaza a los países y naciones de la región debido a la normalización con el régimen sionista del apartheid”, remarcó en referencia a las fluidas relaciones de Marruecos con Israel, con quién firmó casi un año un sustancioso acuerdo de cooperación militar.
No obstante, Marruecos no es el único que advierte sobre los lazos militares entre Argelia e Irán y sus consecuencias para la zona del norte de África y el Sahel. También desde el otro lado del Atlántico se escuchan voces que condenan esta cooperación que favorece la desestabilización de la región.
El columnista estadounidense Llewellyn King ha advertido, en el periódico Boston Herald, sobre la “amenaza directa” que suponen los drones iraníes suministrados al Frente Polisario a través de Argelia para Marruecos.
King también asegura que “Marruecos tiene razones para estar preocupado”, ya que los drones pueden causar importantes daños materiales en ciudades, así como en instalaciones militares, redes y centrales eléctricas, como le ha ocurrido a Arabia Saudí con los drones -también iraníes- lanzados por las milicias hutíes desde Yemen.
King recuerda que Teherán comenzó a desarrollar este tipo de armas durante la guerra entre Irán e Irak entre 1980 y 1988. Asimismo, asegura que el régimen ha pasado de crear drones simples solo efectivos para vigilancia, a desarrollar generaciones de drones grandes y pequeños cada vez más sofisticados y letales.
Esta situación refleja muy bien la estrategia que sigue la República Islámica de Irán con el objetivo de ganar influencia y desestabilizar la región. Con este fin, Teherán invierte importantes cantidades de dinero en financiar a grupos armados, así como en el desarrollo de armas que posteriormente envía al extranjero. En este punto, cabe mencionar también la relevante y peligrosa alianza entre Rusia e Irán y el envío de drones iraníes al Ejército ruso para ser utilizados en la guerra de Ucrania.
Conclusiones
Argelia, con sus alianzas con Irán, esta estableciendo las condiciones para que se instalen bases rusas en el Sahel y se expanda la influencia iraní entre los grupos armados de la región.
Por otra parte, los misiles iraníes pueden llevar a los dirigentes polisarios a la errónea idea de que están en condiciones de atacar a Marruecos con mayor eficacia, gozando de impunidad por operar desde territorio argelino. Como Marruecos ha dicho explícitamente que no permitirá que cualquier provocación quede impune, queda abierto el riesgo de que las tensiones sigan escalando hasta llegar al estallido de un conflicto bélico que no solo desestabilizaría la región, sino que tendría efectos colaterales inaceptables para la Europa comunitaria.
En el hipotético caso de un conflicto bélico entre Marruecos y Argelia los flujos migratorios en el Mediterráneo quedarían sin control; el conflicto también afectaría a las grandes comunidades marroquíes y argelinas que hoy conviven en paz en diversos países europeos (Francia, Alemania, España, Bélgica, etc.) y por último podrían interrumpir o disminuir el abastecimiento europeo de gas argelino, entre otras muchas consecuencias negativas.
Por lo tanto, la desarticulación del “eje del mal” Argelia – Irán – Rusia debe ser una prioridad para los países de la OTAN, además la Unión Europea debería llamar al orden al presidente Macrón con su política aventurera de hostilidad hacia Marruecos.
[i] EL EJE DEL MAL: Hemos hecho una adaptación a la expresión “el Imperio del mal”, con la cual, el 8 de marzo de 1983, el presidente Ronald Reagan calificó a la Unión Soviética.