Por Adalberto Agozino
La incautación de dos camiones paraguayos que transportaban de contrabando 160 armas de guerra de gran poder de fuego causa honda preocupación a las autoridades de Brasil y desata la alarma en toda la región.
La Policía Militar brasileña interceptó el 19 de enero dos camiones paraguayos que intentaban introducir de contrabando en el estado de Para, Brasil, el mayor cargamento de armas de guerra de la historia: 160 piezas.
El primer camión fue detenido en la ciudad de Iporã. El vehículo transportaba un carga de arroz, pero un perro detectó un compartimiento oculto donde se alojaban 92 armas de guerra, consistentes en 68 pistolas semiautomáticas, 3 rifles de asalto y 21 escopetas de uso militar calibre 12 mm, con sus respectivos accesorios.
El personal policial inmediatamente procedió a revisar a otros vehículos que formaban parte del mismo convoy de transporte. Es así como en la Ruta PR-323, ya en el municipio de Perobal, en un segundo camión, también en un doble fondo, se hallaron otras 56 pistolas semiautomáticas, 7 fusiles de asalto, 3 escopetas calibre 12 mm y 3 revólveres de gran calibre.
El embarque de armas decomisado es la mayor incautación de armas registrada por la Policía Militar en sus 168 años de historia. Super al decomiso en septiembre de 2020, en el municipio de Arapongas, cuando se encontraron 20 fusiles de asalto.
Aunque se sospecha que las armas estaban destinadas a algunas de las poderosas organizaciones criminales del Brasil como el Primer Comando de la Capital o el Comando Vermelho, las autoridades brasileñas están preocupadas de que las mismas estuvieran destinadas a los grupos radicalizados de derecha que protagonizaron el asalto al Planalto el pasado 7 de enero.
Le evidencia de un tráfico de armas de ese tipo y volumen es también motivo de alarma en otros países de la región, que tienen porosas fronteras con Brasil. El gobierno boliviano, por ejemplo, mantiene un conflicto abierto con la región de Santa Cruz de la Sierra. Perú, por otra parte, sufre de violentas protestas, tanto en la Lima, la capital, como en la región de Sierra, con epicentro en Ayacucho y Puno. Hasta el momento 60 peruanos han muerto en las protestas y se teme por la aparición de un movimiento separatista en el Sur.
Además, en Perú operan diversas milicias vinculadas al narcotráfico y remanentes del PCP-Sendero Luminoso que han aumentado sus acciones con motivo de las protestas.
Por lo cual, se teme que las armas ingresadas en Brasil, o al menos una parte de ellas, puedan terminar en manos de manifestantes o grupos criminales de otros países.
Sea cual sea el destino final de esas armas, las mismas son una prueba de la creciente inestabilidad política e inseguridad que vive Sudamérica.