Por Álvaro Frutos Rosado
Nuevamente nuestro amigo el politologo Álvaro Frutos Rosado nos trae la realidad política de España, que lamentablemente por momentos presenta los mismos problemas que la de Argentina.
Muchas voces se han levantado contra el deterioro institucional. Todo finaliza, sin embargo, en una simple mueca gestual que confirma que las cosas deberían ser mejor. No lo son y poco se puede hacer.
La pregunta es: ¿Los ciudadanos son conscientes del riesgo que supone para la vida en comunidad este proceso de progresivo desgaste de los materiales que fundamentan la convivencia? Convivir no es coexistir.
Cabría pensar que, con la edad, el mal llamado régimen del 78 se ha deteriorado. Ha perdido la vitalidad y frescura de origen, donde el objetivo era progresar.
En consecuencia, todo el entramado institucional que la Carta Magna estableció y la arquitectura normativa desarrollada durante más de cuarenta años en la que, no sólo, ha participado la política sino multitud de operadores públicos y privados ha dejado de ser útil. Lo que fue fruto de un complicado consenso ya no funciona o lo hace sin las capacidades que cabía esperar. Es la obsolescencia de un sistema. Ya nada sirve.
Quizás los situados en la parte alta de la melé lo saben hace tiempo y no nos han dicho nada. Como el unamuniano bueno mártir de San Manuel, piensa que es mejor que no se sepa que Dios no existe. Hay ingenuos que siguen creyendo y son felices. Además, están los que creen que lo logrado está consolidado. Nunca habrá retrocesos.
La justicia. Los jueces y magistrados. Los órganos de gobierno de los mismos. Las leyes, su Imperio, el respeto y acatamiento … No nos despistemos, no pertenecen a un constructo social. Son las reglas para convivir. Si unos u otros tienen o dicen tener el apoyo de la mayoría de la carrera judicial, ¡Mal! Si unos u otros pretenden que jueces o magistrados sean suyos ¡Mal! La Constitución lo dice muy claro “independientes”. ¿Es tan difícil de entender? Parece que es difícil de cumplir. ¿No habrá independientes en España? Tener ideología no es malo, pero las disciplinas partidarias no caben en la justicia.
Otra: El próximo mes de mayo se eligen los órganos representativos de la mayoría de las regiones y la totalidad de los municipios y otros entes locales. Tal vez, la organización territorial del Estado, concediendo autonomía política, competencial y financiera es uno de los mayores aciertos constitucionales. Tienen su sentido y funcionalidad por su misión, no para lo que se utilizan. No son ascensores políticos personales, ni el juego del parchís tirando los dados para comerte las fichas del otro color y contar veinte. Comunidades Autónomas y Entes Locales son gestores de servicios públicos. No otra cosa. No cabe llevarse sorpresas cuando empiecen a surgir identidades reivindicativas de territorios olvidados, de ciudadanos que solo son utilizados para aplaudir. ¡Solo para el clac! Hacen falta proyectos y gestores de proyectos que afrenten nuevas realidades tanto del entorno urbano y rural; en los proyectos alternativos están los colores. No, a ver a quien se le ocurre la frase tonta de la semana.
Estamos ante una situación bastante critica por razones exógenas al sistema democrático. Una guerra incierta con consecuencias directas en las vidas de los ciudadanos, una crisis climática y medioambiental que se siente ya en la vida cotidiana, salud, alimentación…
Hacer frente a un cambio social requiere legitimación y crédito. Mas que colores y lideres lo necesario es que se confíe en las instituciones.
En vez de eso, la agenda diaria es un rifirrafe sobre cualquier tema: la justicia, los tipos penales o los presupuestos. Es cansino, cansina la bronca y que luego se mire para otro lado como si la culpa fuera de otro. Llegando a un punto de no entender nada. La sedición, la violación, la excarcelación, los muertos de la valla, el caos hospitalario, las urgencias extrahospitalarias, el tráfico en Navarra o el circo en euskera. ¡Algo más!
Los barómetros de tendencias del CIS lo dicen sin paliativos: la política y sus instrumentos (los partidos), las Instituciones esenciales del Estado: Gobierno, Parlamento y Justicia cada vez gozan de menos confianza para los ciudadanos y lo peor la tendencia va a más.
¿Quiénes son los responsables? Todos o los ciudadanos con su voto, nos dirán. ¿Esto se soluciona cambiando de “régimen” ?, ¡no! ¿Con una nueva clase política? Tal vez, pero no hay seguridad al respecto, ya saben lo de más vale lo malo…
Naturalmente que de este empobrecimiento institucional hay quien saca beneficio. No son los que lo crean. Tampoco los que no entiende que la democracia hay que mimarla. Son los que no creen en ella, los que la tienen de usar y tirar.
Dicen que los personajes de Hemingway en sus cuentos el narrador no los condicionaba, ellos creaban su propia historia. Hemingway decía que le gustaba omitir el verdadero final de la historia. “Se puede omitir cualquier cosa si se sabe qué omitir y que la parte omitida refuerza la historia y hace al lector sentir algo más de lo que ha comprendido”, el verdadero final es que “el viejo se ahorcaba”.