ANTECEDENTES HISTORICOS
Ucrania a lo largo de los siglos se ha caracterizado por una constante inestabilidad, tanto política como geográfica. Comenzando con la Rus de Kiev, continuó como Gran Ducado Lituano Ruteno para terminar como parte del Imperio Ruso y finalmente de la Unión Soviética, de la cual constituía la segunda Republica en importancia. Rusia y Ucrania tienen un origen común eslavo oriental, y fronteras y territorios que se han reconfigurado en diversas ocasiones desde hace más de un milenio. Con esta perspectiva es más factible entender la actitud de Vladimir Putin, la cual parece ir en contra del sentido común, al menos para occidente. Cabe agregar además que hasta el año 2014, Ucrania incluía dentro de su territorio las bases de la flota rusa del Mar Negro en ciudades como Sebastopol en la península de Crimea, y que entre ambas naciones existen sustanciales lazos económicos. Es así que el acercamiento progresivo de Ucrania a la Unión Europea, siguiendo la línea de otras naciones del antiguo pacto de Varsovia y de la disuelta URSS, no pudo ser tolerado, máxime teniendo en cuenta su posible ingreso a la OTAN y la ubicación estratégica del país en el cinturón de seguridad interno de la Federación Rusa.
REPERCUSIONES ECONOMICAS DEL CONFLICTO
La Federación Rusa, Estado supérstite de la URSS, tiene el territorio más extenso del mundo, una superficie de 17.125.191 km2, lo cual le ha permitido poseer ingentes riquezas en las áreas de petróleo, gas, carbón y minería, aunque no es especialmente destacada en términos de producción agrícola. En este último campo, Ucrania le aportaba a la Unión Soviética un cuarto de la producción total, lo que llevaba a un interesante complemento entre ambas naciones, ya que Ucrania carece de las reservas de gas y petróleo necesarias para satisfacer su demanda interna. Sus fértiles llanuras, por otra parte, la han convertido en un jugador de peso en el mercado internacional de commodities alimenticias. A su vez, Rusia es el primer exportador mundial de gas natural y el segundo de petróleo, lo que le asegura un rol preponderante al momento de satisfacer la demanda, particularmente la de Europa Occidental y en especial Alemania.
En cuanto al perfil económico de ambas naciones, si bien Rusia está por delante de Ucrania en múltiples aspectos, ambas podrían ser catalogadas como economías de desarrollo medio. Rusia posee un desarrollo industrial desparejo, siendo sus áreas más dinámicas las industrias de base y la industria militar, en tanto que Ucrania tiene una estructura similar con mayor concentración en la producción de bienes intermedios. La macroeconomía de Rusia es en términos generales mejor que la de Ucrania, con superávits comerciales, bajo endeudamiento como porcentaje del PBI y moderada inflación, aunque con cierto déficit fiscal y nulo crecimiento en los últimos años. Ucrania, por otro lado, experimenta nulo crecimiento, pero con déficit fiscal importante, déficit comercial y endeudamiento algo elevado como porcentaje del PIB. Dado este panorama de la economía en las Naciones en disputa, ¿Cómo podría evolucionar el conflicto en este aspecto? Nos enfocaremos en 3 escenarios
SITUACIÓN INTERNACIONAL
Las profundas interconexiones de la economía mundial, en especial cuando se trata de Naciones de corte capitalista con cierto grado de desarrollo, lleva a que cualquier conflicto con alguna repercusión internacional se refleje inmediatamente en el comportamiento de los mercados, afectando posteriormente la economía doméstica de cada país.
En primer lugar, una situación bélica entre naciones productoras y exportadoras de materias primas dispara el precio de las mismas a nivel global, ya que los mercados evalúan constantemente la oferta sobre una demanda de características inelásticas. Esto altera tanto los índices de inflación como el gasto público de las naciones, causando previsibles desequilibrios macroeconómicos. Por otra parte, la sensación de inseguridad a nivel mundial que ocasiona un escenario bélico, en especial cuando uno de los involucrados es la primera potencia nuclear del mundo y tiene una posición geopolítica dominante, lleva a lo que se conoce como fly to quality, donde los capitales se vuelcan a las inversiones y ubicaciones más seguras, ocasionando subas de precios en los activos de refugio (oro, metales preciosos en general, etc.) y subas en la tasa de interés. Adicionalmente, las sanciones económicas que los países desarrollados podrían aplicar a la Federación Rusa conllevan un grado de caída en el comercio internacional, con las consiguientes pérdidas económicas y la posibilidad de una nueva recesión a nivel mundial. Finalmente, la suba de las tasas de interés produce un desfinanciamiento de las naciones más débiles, con el consiguiente incremento del peligro de default y graves crisis presupuestarias que incrementan el riesgo a nivel global
SITUACIÓN EN RUSIA
La Federación Rusa, como ya se ha dicho, es un país con desarrollos desparejos. Si bien su economía podría catalogarse como de nivel medio, su industria militar es sumamente poderosa. Rusia, pese a haber alcanzado un cierto grado de estabilidad en la actualidad, pasó momentos dramáticos en los años 90 con la caída de la URSS y el abrupto tránsito a una economía de mercado. Esto llevo a declarar un default en el año 1998, para a partir de allí comenzar un desarrollo medianamente sostenido. Así vemos como de a poco va surgiendo una clase empresarial más allá de los oligarcas producto de las privatizaciones, y también un sistema bancario que busca integrarse a occidente. Todo esto se pone en trance a raíz del ataque a Ucrania. En primer lugar, las sanciones de los Estados Unidos y Europa pueden dañar gravemente los fundamentos de la economía rusa. No solamente podrían ser congelados depósitos del Estado Ruso y algunos miembros del empresariado ligados al poder, sino que se habla de remover a los bancos rusos del código SWIFT, dejando al país fuera del sistema bancario mundial, Todo esto seria catastrófico para una economía que no está todavía preparada para sostener un conflicto de largo aliento y se esta reconstruyendo. Por otra parte, de concretarse embargos comerciales o dejar de sostenerse ciertos contratos de venta a largo plazo, Rusia carecería de divisas para honrar sus compromisos y dinamizar su economía, eso sin contar el severísimo daño para toda Europa que ocasionaría el corte de abastecimiento del gas ruso, el cual representa el 40% de las importaciones europeas y el 85% del gas exportado por la Federación. Como puede apreciarse, el daño causado por algunas de las medidas propuestas a modo de castigo contra Rusia, tienen un doble efecto ya que también perjudican a Occidente.
SITUACIÓN EN ARGENTINA
Finalmente, nos enfocaremos en las repercusiones del conflicto en nuestro país. La Argentina, si bien se encuentra lejos del escenario bélico, atraviesa en estos días un panorama que la ubica en el centro mismo de las consecuencias del enfrentamiento.
Es bueno notar que nuestra nación tiene, en algún punto, características similares a la República de Ucrania. Son países con territorios extensos y suelos fértiles, altamente dependientes de la producción primaria. Tienen una cantidad de habitantes similar y la burocracia y corrupción son fenómenos habituales. Sus datos macro también son similares en cierta medida, con bajo o nulo crecimiento, déficit fiscal y necesidades de financiamiento externo. Nuestro país, además, se encuentra actualmente en pleno proceso de renegociación de su deuda con el FMI, del cual Ucrania es el tercer deudor en magnitud.
Justamente en este último punto es donde las consecuencias de la actual situación parecerían tener un reflejo inmediato.
Argentina debe, a la fecha, cumplimentar ciertos requisitos que el FMI solicita a los efectos de fijar un programa de transición, el cual, le permitiría ir acomodando los pagos de su enorme deuda con la institución, hoy en el orden de USD 44.000. Entre dichos requisitos figuran cuestiones relativas a la tasa de interés de referencia, emisión monetaria, déficit fiscal, reservas del BCRA y valores de insumos clave de la economía, como son los servicios públicos, gas, transporte y otros. Justamente estos son los valores que sufrirían graves alteraciones en caso de profundizarse el conflicto.
Además, la Argentina cuenta con el estigma de ser un pésimo deudor, con más refinanciaciones de deuda pública y privada de las que se pueda recordar. Esto complica aun más la situación a la hora de salir a buscar fondos frescos al mercado, ya que las características propias del país se suman a la situación actual de beligerancia con los efectos ya mencionados.
En relación a las políticas internas, las características demagógicas de muchas de ellas se verían severamente acotadas ante la elevación del precio del dinero y commodities a nivel internacional. El malestar social resultante podría tener consecuencias imprevisibles
Otro punto a tener en cuenta es el relativo a los acuerdos comerciales con Moscú. Rusia nunca fue un socio comercial de importancia para Argentina, solo alrededor del 3% del comercio exterior, pero en los últimos años se ha avanzado en contactos para incrementar el intercambio bilateral, siendo las vacunas parte de estas conversaciones que también incluyeron la posibilidad de venta de plantas nucleares y otros desarrollos de infraestructura.
Es esperable ahora que con la presión internacional y las reacciones en Occidente a causa del conflicto en Ucrania, estas cuestiones entren en un cono de sombras
Finalmente, quizá como único elemento positivo para el país derivado de esta situación, aparece el incremento de precios de las commodities que ambas naciones, Argentina y Ucrania, producen. Si bien existiría un impacto positivo inmediato en nuestra balanza comercial, las consecuencias a largo plazo a causa de todo lo visto, incluyendo además sus efectos sobre los descontrolados precios internos, serían claramente negativas
CONCLUSIONES
El conflicto en Ucrania recoge viejas experiencias del siglo XX que han dejado marcas profundas en la historia de la humanidad. El Euromaidán, movimiento nacionalista y pro europeo que dio origen a los disturbios de febrero del 2014, los cuales terminaron con el derrocamiento del presidente Víktor Yanukóvich y la anexión de la península de Crimea a Rusia, generó un revival de nefastas experiencias como la anexión de los Sudetes en octubre de 1938 y la invasión de Checoslovaquia durante la Primavera de Praga en 1968. Las consecuencias de esos acontecimientos están en la memoria de todos, y es por eso que se necesita urgentemente retrotraer la situación a la mesa de negociaciones y abandonar la opción militar como vía para resolver este conflicto. Las consecuencias económicas de este último, sobre las cuales hemos hecho hincapié en este análisis, dependerán en realidad de la intensidad y duración del mismo. Más allá de las razones o sin razones que haya tenido Moscú para acudir a la fuerza de las armas, se ha probado de sobra que este accionar tiene, en el largo plazo, muchísimos más costos que beneficios.
Mag. Norberto Mourad