La actual retórica belicista, acompañada de despliegue de tropas, imposición de sanciones económicas y políticas, seguidas de declaraciones amenazantes de todo tipo han generado una escalada prebélica que no cesa y hace temer que estalle un nuevo conflicto armado.
Prácticamente desde el momento de la disgregación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, en diciembre de 1991. La Federación de Rusia se consideró su heredera histórica y se autoasignó el rol vacante de superpotencia global y pretendió incluir a las otras 14 repúblicas soviéticas en una esfera exclusiva de intereses e influencia.
No obstante, ni los países occidentales, ni varias de las exrepúblicas soviéticas estaban dispuestas a aceptar esta imposición por parte de Rusia.
Los primeros estados exsoviéticos en desafiar los intentos de hegemonía del Kremlin fueron las Repúblicas Bálticas (Lituania. Estonia y Letonia), Ucrania y Georgia.
También otros países antiguamente aliados de la URSS en el Pacto de Varsovia se pasaron a las filas de la OTAN: Polonia, Bulgaria, Rumania, Eslovaquia, Eslovenia, Hungría y República Checa, como una forma de ganar independencia frente a las presiones y amenazas de Moscú.
Durante los años de gobierno del presidente Boris Yeltsin (1991 – 1999), Rusia tenía demasiados problemas con la economía y los intentos separatistas de Chechenia como para impedir la expansión de la OTAN en el “extranjero cercano”, tal como designan los rusos al espacio postsoviético.
Pero, con la llegada al Kremlin de Vladimir Putin, en 1999, la situación comenzó gradualmente a cambiar.
El 10 de febrero de 2007, en su discurso en la Conferencia de Paz de Múnich, Vladimir Putin informó a los países occidentales cuales serían los parámetros de la política exterior rusa, Veamos sintéticamente que dijo en esa ocasión el amo del Kremlin.
– Estados Unidos trata de imponer sus reglas y su voluntad a otros países, pero el modelo unipolar es imposible y totalmente inaceptable en el mundo moderno.
– La expansión de la OTAN tiene un carácter provocador y reduce el nivel de confianza mutua.
– Rusia respeta los acuerdos sobre la reducción de los arsenales estratégicos y espera que los Estados Unidos hagan lo mismo.
– Hay un claro estancamiento en el ámbito del desarme, lo que incrementa el peligro de la desestabilización en las relaciones internacionales.
– Solo la ONU puede autorizar el uso de la fuerza para resolver los conflictos.
– Rusia siempre ha desarrollado una política exterior independiente y tiene la intención de continuar siguiéndola.
Después de esa declaración Putin obró en consecuencia con esos parámetros.
En noviembre de 2013, el presidente de Ucrania, el prorruso Víctor Yanukóvich, suspendió la firma de un acuerdo de asociación con la Unión Europea, prevista para el 29 de noviembre de 2013, a causa de las presiones de Rusia, que le ofreció además importantes contrapartidas económicas por ello, como la reducción del precio de gas. Este anuncio cataliza el descontento de la población, sobre todo en el oeste del país. El 24 de noviembre, decenas de miles de ucranios se manifiestan contra el gobierno en la plaza de la Independencia (Maidán) de Kiev.
Las fuerzas de seguridad desatan una dura represión que deja un saldo de más de cien manifestantes muertos y miles de heridos. La indignación popular y la brutal represión fuerzan la huida de Yanukóvich. Mientras, en Simferópol, la capital de la península ucrania de Crimea, militantes prorrusos se enfrentan a partidarios de la unidad de Ucrania. Al mismo tiempo, militares rusos camuflados y agentes del espionaje del Kremlin penetran en el territorio para forzar su anexión a Rusia.
El 16 de marzo de 2014, se celebra un referéndum en Crimea en el que -en medio de acusaciones de fraude- triunfa la propuesta de anexión a Rusia por más del 97% de los votos. Dos días después, Putin firma la incorporación de la península ucraniana a su territorio, que la comunidad internacional no reconoce. La OTAN congela su colaboración con Moscú, y Estados Unidos y la Unión Europea le imponen sanciones.
Los acontecimientos de Crimea se reproducen en la región ucrania del Dómbas. En mayo, grupos separatistas de Donetsk y Lugansk proclaman sendas “repúblicas populares” y reclaman su integración a la Federación de Rusia. El este de Ucrania se convierte así en un escenario de guerra entre los separatistas prorrusos, con apoyo militar de Moscú, y el Ejército ucranio que pronto ocasiona 14.000 víctimas fatales.
El 10 de diciembre de 2019 Putin y el nuevo presidente ucranio, Volodimir Zelensky, acuerdan en París iniciar un proceso de paz en el marco del cual el 29 de diciembre, el gobierno de Kiev y representantes separatistas canjean a doscientos prisioneros.
A comienzos de 2021, el gobierno ruso reiteró insistentemente que necesitaba garantías por escrito de que la OTAN no incorporaría a nuevos estados exsoviéticos (especialmente Ucrania y Georgia) advirtiendo que no aceptaría bases occidentales en países fronterizos.
Ante la negativa de la OTAN a impedir la incorporación de nuevos estados exsoviéticos a su organización, Rusia comenzó a desplegar y concentrar tropas en la frontera con Ucrania.
El 18 de diciembre de 2021, Rusia desplegó bombardeos estratégicos Tu-22M3 y aviones cazas Su-30SM para patrullar la frontera de Bielorrusia con Ucrania.
El 5 de enero de 2022, Moscú comenzó a reducir el personal diplomático de su embajada en Kiev y en su consulado de LIV, repatriando personal no esencial y a las familias de los diplomáticos. Se trata de un procedimiento habitual en caso de guerra.
En los días siguientes se registraron ciberataques a ministerios ucranianos. Decenas de equipos informáticos en agencias del gobierno ucraniano fueron infectados con malware destructivo disfrazado de ransomware, según informó Microsoft. El alcance de los daños no está claro por el momento.
El 18 de enero de 2022 ingresó a territorio bielorruso un número indeterminado de tropas rusas bajo el pretexto de participar de maniobras militares conjuntas denominadas “Determinación de la Unión 2022”, que deberían llevarse a cabo entre el 10 y 20 de febrero.
El 20 de enero, Rusia había desplegado 127.000 hombres en la frontera, baterías de misiles de corto y mediano alcance (36 baterías de lanzamiento de misiles tácticos “Iskander” con alcance de 500 a 700 km), al menos dos grandes hospitales de campaña, y desplegó submarinos y buques de guerra en el Mar Negro y miles de tanques estacionados al lado de las rutas de acceso a territorio ucraniano. También desplegó en la zona tres docenas de aviones de combate Sukhov 34 y helicóptero de ataque.
Moscú cuenta también con el apoyo de unos 35.000 milicianos prorrusos en la región de Dómbas y unos tres mil hombres de sus tropas especiales se encuentran allí para brindar instrucción militar y comandar las operaciones de los separatistas.
Al mismo tiempo, Rusia reforzó a su Flota de Báltico, apostada en la base naval de Kaliningrado aumentando de cuatro a seis los buques “landing shio tank” (LST) que operan en la región. Se trata de naves de la clase “Ropucha” diseñados para el desembarco de tropas y vehículos.
Rusia también ha desplegado un nuevo tipo de LST, el Piotr Morgunov, el primer buque de guerra del Proyecto 11711, de la clase Iván Gren.
El Piotr Morgunov es el más grande de su clase y desplaza 5.000 toneladas. Puede transportar trece carros de combate principales, o 36 vehículos blindados de transporte de infantería. También puede llevar a bordo un batallón de infantería de marina reforzada con material orgánico y desplegarla con el uso de pontones. Está artillado con seis cañones de 30 mm y dos helicópteros de transporte/ataque Kamov Ka-29 en sus hangares de cubierta.
Suecia reaccionó ante este incremento de fuerzas rusas, Suecia reaccionó incrementando sus efectivos y las patrullas en la estratégica cadena de isla de Gotland a trescientos kilómetros de Kaliningrado. Los suecos desplegaron una fuerza de acción rápida de 150 hombres. Además, Suecia restableció el servicio militar obligatorio. Suecia contaba hasta el momento con un cuerpo de reservistas voluntarios de 22.000 hombres.
El Reino Unido, Suecia y Finlandia son parte de una alianza militar de diez naciones denominada “Fuerza Expedicionaria Conjunta” compuesta por países del norte de Europa que puedan actuar juntos o como parte de una operación de la OTAN.
Por su parte, el presidente de los Estados Unidos afirmó este miércoles que Putin “intervendrá” en Ucrania, pero que no quiere una “guerra en Ucrania”. Anteriormente el mandatario estadounidense había afirmado que no enviaría a Ucrania tropas, sino que aplicaría a Rusia un conjunto nunca visto de sanciones económicas.
Según algunos expertos militares, el Kremlin estaría esperando completar su despliegue y a que la temperatura descienda por debajo de los -10 Cº para que la nieve se endurezca y facilite los desplazamientos de sus vehículos blindados para iniciar su ofensiva.
Todo indica que Europa podría verse en una nueva guerra multinacional, el primer conflicto bélico desde las guerras de Yugoslavia.