LAS RAÍCES DE LA CRISIS
La rivalidad geopolítica entre el Reino de Marruecos y la República Argelina Democrática y Popular tiene sus orígenes en el período de dominación colonial por parte de Francia y España. Durante los años en que Francia ejerció su Protectorado sobre Marruecos, los funcionarios franceses decidieron “estabilizar” las frontera entre ambos países, sin embargo la línea de demarcación de ambas fronteras variaban de un mapa a otro debido a la mala definición (la Línea Varnier de 1912 y la Línea Trincke de 1938). El descubrimiento de minas de hierro y manganeso en la región hizo que Francia decidiera, en 1950, redefinir la demarcación de las fronteras e incluir las regiones marroquíes de Tinduf y Colomb Béchar entre las provincias de la entonces Argelia Francesa. ?
Desde la independencia en 1956, Marruecos reclama el reintegro de esos territorios y otros que han sido parte del Marruecos histórico.
La disputa fronteriza entre ambos países recién independizados derivó en la llamada Guerra de las Arenas, de octubre a noviembre de 1963. El breve conflicto aunque no modificó la distribución de territorios fue una frustración para las fuerzas armadas argelinas que resultaron derrotadas perdiendo gran cantidad de hombre, muertos y prisioneros, pese a contar con el refuerzo de tropas egipcias y cubanas.
La derrota en la Guerra de las Arenas es, desde entonces, una espina clavada en el orgullo nacional de los argelinos y la causa principal de que Libia y Argelia hayan contribuido a crear al Frente Polisario.
Una de las metas centrales de la política exterior argelina es la formación de un débil Estado polisario títere en el Sáhara marroquí, que aísle al Reino del resto del África Occidental y debilite considerablemente su influencia en el continente.
Esta rivalidad de más de cincuenta años que llevó, entre otras cosas, al cierre de la frontera común en 1994 e impedido el avance de la Unión del Magreb Árabe, entro en una nueva fase a partir de octubre de 2020.
En 2014, Argelia comenzó un proceso de decadencia internacional originada por la incapacidad de su presidente Abdelaziz Bouteflika debido a un accidente cerebro arterial que lo confinó a una silla de ruedas, las continuas disputas entre los militares por el reparto del poder y los negocios y la crisis estructural de una economía basada en las exportaciones de gas y petróleo que se vio seriamente afectada por la caída internacional de los precios de los hidrocarburos. Para colmo de males, el intento del incapacitado presidente Bouteflika de presentarse como candidato a un quinto mandato presidencial en abril de 2019 desencadenó un movimiento civil de protesta impulsado por los sectores medios de profesionales y estudiantes que demanda una renovación de los elencos gubernamentales y mayor democracia. Nada detuvo al “Hirak”, ni el golpe de Estado que derrocó al anciano Bouteflika, ni las elecciones que consagraron al presidente Abdelmayid Tebboune o el estallido de la pandemia del Covid. En los últimos meses, se han sumado a los males que enfrenta Argel un rebrote del separatismo en la región de Cabilia.
Mientras Argelia se sumergía lentamente en un proceso de decadencia, su rival regional Marruecos recibía importantes inversiones extranjeras, las empresas marroquíes se expandían por todo el África Occidental, el país retornaba a la Unión Africana y mejoraba sus relaciones diplomáticas con países que eran tradicionales aliados de Argelia: como Cuba y Nigeria. Paralelamente, el rey Mohammed VI se convertía en el líder africano de mayor influencia en el continente.
LA ACELERACIÓN DE LA CRISIS
A partir de 2017, la hábil diplomacia del rey Mohammed VI comenzó a producir transcendentes resultados: ese año, el monarca alauí fue designado como “Líder de la Unión Africana sobre la cuestión de la migración”, cargo que se sumaba al histórico de Presidente del Comité al Qods, perteneciente a la Organización de Cooperación Islámica.
El reino magrebí se convirtió aceleradamente en el gran motor industrial del norte de África, además de ser la democracia más estable de la región. Esa estabilidad y liderazgo atrajeron inversiones extranjeras a su territorio, le dieron un mayor protagonismo en las misiones de paz de Naciones Unidas, lo convirtieron en sede de eventos internacionales como la “Cumbre de la Tierra – Río 1992” (que ha albergado en dos ocasiones en 2001 y 2016) de la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP22), la Cumbre Africana para la Acción (2016) o la Conferencia Intergubernamental de Adopción del Pacto Mundial para las Migraciones, así como el Foro Global para la Migración y el Desarrollo que se realizó en diciembre de 2018.
Está importante expansión del “poder blando” de Marruecos ha hecho que algunos países sintieran la necesidad de contar con el respaldo económico y político del Reino y para ello expresaron su amistad y solidaridad, no sólo con declaraciones públicas, sino también con gestos concretos. En especial, con acciones materiales de reconocimiento de la soberanía marroquí sobre el Sáhara. Comenzando con la visita de autoridades extranjeras a las provincias del Sur de Marruecos para asistir a eventos internacionales de diversa naturaleza -como el Foro entre Marruecos y los países del Pacífico que reunió a los ministros de Relaciones exteriores de doce países-, el hermanamiento de ciudades y la apertura de oficinas consulares en la región sahariana.
Por el momento, son siete las naciones africanas que cuentan con legaciones consulares en el Sáhara marroquí: Burundi, Comoras, Costa de Marfil, Gabón, Liberia, la República Centroafricana y Sâo Tomé y Príncipe.
La apertura de oficinas consulares por parte de Estado en un territorio que otros países consideran “en disputa” tiene gran peso en el derecho y la política internacional. Significa que para ese Estado la soberanía sobre ese territorio no se encuentra en duda sino que pertenece a quien tiene el control efectivo del mismo, en este caso, reafirma que el Sáhara fue y es sin ninguna duda una región integrante del Reino de Marruecos.
Mientras que la inexistente República Árabe Saharaui Democrática perdía día a día el reconocimiento de algunos pocos estados que en algún momento la reconocieron y se vio circunscripta a un puñado de aliados incondicionales de Argelia, como Cuba, Venezuela, Nicaragua, Corea del Norte o Irán, el apoyo internacional a la soberanía marroquí se incrementa en forma continua pasado de un lento gotero a un flujo continuado de reconocimientos.
En este contexto, el Frente Polisario, montó una provocación el 21 de octubre de 2020, en el paso fronterizo de Guerguerat, obstruyendo el tráfico civil y comercial de camiones de la ruta N°1 de Marruecos que sirve de enlace al sur de Marruecos con Mauritania, y otros países subsaharianos.
Cabe destacar que la interrupción del flujo comercial de alimentos y otros productos marroquíes suele provocar una inmediata carestía de estos elementos en los mercados subsaharianos por desabastecimiento.
Los “piqueteros” del Frente Polisario dañaron la falta asfáltica, quemaron neumáticos, instalaron carpas y realizaron acciones de hostigamiento (lanzando piedras) a los pocos efectivos de la Misión de Naciones Unidas para el Referendo en el Sáhara Occidental -MINURSO- que intentaban pacíficamente hacer cumplir su mandato y la directivas del Secretario General de Naciones Unidas, Antonio Guterres, que había ordenado a los separatistas liberara el paso internacional.
Los milicianos del Polisario acampaban en la franja de cinco kilómetros de ancho que constituyen una suerte de “tierra de nadie” entre la aduana marroquí y la frontera mauritana.
En sus dislates propagandísticos esta suerte de “zona de amortiguación” en la frontera era reivindicada por el Frente Polisario que pretendía inútilmente hacerla pasar por una suerte de “territorio liberado” de la inexistente República Árabe Saharaui Democrática. Todo un divague propagandístico y fantasioso que no engaña a nadie pero confunde a las personas de buena voluntad que no conocen la región. En especial, servía de motivación a los “compañeros de ruta” que desde Europa y otros países simpatizan ideológicamente con los separatistas y les enviaban dinero y ayuda humanitaria.
La caótica situación se mantuvo hasta el 13 de noviembre de 2020, cuando el sólido accionar de las Fuerzas Armadas Reales erradicó de un solo golpe todas las fantasías de los separatistas que debieron huir rápidamente después de prender fuego a su improvisado campamento, pese a que contaban con armamento como para intentar alguna resistencia.
El comunicado del Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas Reales en que describía sus operaciones en la frontera sur del Reino consignaba lo siguiente: “Tras el bloqueo por unas sesenta personas, encuadradas por milicianos armados del polisario, de la carretera que atraviesa la zona tapón de Guerguerat, que une el Reino de Marruecos con la República Islámica de Mauritania, y la prohibición del derecho de paso, las Fuerzas Armadas Reales procedieron al establecimiento de un cordón de seguridad para asegurar el flujo de bienes y personas a través de este eje.”
“Esta operación no ofensiva, sin ninguna intención bélica, es llevada a cabo según claras reglas de empeñamiento que estipulan que debe evitarse todo contacto con personas civiles y que uso de las armas debe ser únicamente en caso de legítima defensa”, concluye el comunicado oficial.
El respuesta el Frente Polisario declaró roto el armisticio firmado en 1991 y se consideró en guerra con Marruecos. Pero, los separatistas no contaban con que la situación cambiaría bruscamente.
El 10 de diciembre de 2020, en un comunicado oficial el Departamento de Estado consignó claramente: “Estados Unidos cree que un Estado saharaui independiente no es una opción realista para resolver el conflicto y que la auténtica autonomía bajo la soberanía marroquí es la única solución viable. Instamos a las partes a entablar conversaciones sin demora, utilizando el plan de autonomía de Marruecos como único marco para negociar una solución mutuamente aceptable.”
Simultáneamente, la representante permanente de los Estados Unidos ante la Organización de Naciones Unidas, embajadora Kelly Craft presentó una nota al Presidente del Consejo de Seguridad, señor Jerry Matthews Matjila, solicitando la difusión de la decisión del gobierno de su país sobre la cuestión de la soberanía marroquí sobre su Sáhara.
La misiva presentada por la embajadora Craft destacó que la proclamación del gobierno estadounidense consagra la proposición marroquí de autonomía como “base única para la solución justa y duradera del diferendo.”
La presentación oficial de esta nota ante el Consejo de Seguridad era una toma de posición que envía un mensaje al resto de los integrantes del Consejo, en especial a sus otros miembros permanentes, sobre la firme decisión estadounidense de respaldar a Marruecos en la defensa de su soberanía sobre el Sáhara.
Más tarde, el 13 de diciembre, el embajador de los Estados Unidos en Rabat, David Fisher presentó oficialmente ante la cancillería marroquí el nuevo mapa del país magrebí aprobado por el Departamento de Estado, que incluía a la región sahariana como parte integrante del Reino de Marruecos.
Además, de estas medidas diplomáticas, la Administración Trump autorizó la venta a Marruecos de equipamiento militar por valor de mil millones de dólares y un plan de inversiones comerciales por valor de tres mil millones de dólares.
El nuevo armamento que incorporaron las Fuerzas Armadas Reales comprendió cuatro drones MQ-9B Reaper con capacidad de portar armas y municiones guiadas por Láser, fabricados por General Atomics y un número no precisado de aviones de combate F-35, de última generación.
El Reino de Marruecos, con este nuevo equipamiento militar, adquirió la capacidad de defender su soberanía sobre el Sáhara bajo cualquier circunstancia.
La declaración del Departamento de Estado descolocó a Argelia, a los dirigentes separatistas del Frente Polisario e incluso a algunas potencias europeas.
EL ACELERAMIENTO DE LA CRISIS
El 1° de agosto de 2021, en el Discurso a la Nación por el XXII Aniversario de su Ascenso al Trono, el eje central de la alocución del Rey de Marruecos Mohammed VI fue el estado de las relaciones con la vecina Argelia y como las mismas afectaban a sus pueblos y al desarrollo e integración de África.
El monarca alauí no dudó en reconocer que “la situación actual de estas relaciones no nos satisface ni beneficia a nuestros pueblos, amén de ser inaceptable para numerosos países […] lamentamos las tensiones mediáticas y diplomáticas que conocen las relaciones entre Marruecos y Argelia, y que no hacen sino perjudicar la imagen de ambos países, dejando una mala impresión sobre todo en los foros internacionales.”
Sin aceptar culpas ni responsabilizar a los actuales mandatarios de Argelia por la situación, Mohammed VI reconoció que ambos gobierno son “política y éticamente […] responsables de la continuidad” del cierre de las fronteras desde 1994.
El Rey de Marruecos no dudó en comprometer su buena voluntad afirmando que “quiero asegurar a nuestros hermanos en Argelia diciéndoles que de Marruecos jamás os llegarán daños ni problemas; tampoco os alcanzará ningún peligro ni amenaza, porque todo lo que os afecta, a nosotros también nos afecta y lo que os daña, a nosotros nos daña igualmente”.
“Por ello consideramos que la seguridad y estabilidad de Argelia, así como la tranquilidad de su pueblo, forman parte de la seguridad y estabilidad de Marruecos, y viceversa, ya que todo cuanto sobrevenga de Marruecos, ha de repercutir sobre Argelia, porque los dos constituyen un solo cuerpo […] Marruecos y Argelia son dos gemelos que mutuamente se complementan.”
Finalmente, Mohammed VI propuso al presidente argelino Abdelmadjid Tebboune “obrar conjuntamente, en el más cercano plazo que considere oportuno, a fin de desarrollar las relaciones fraternales que nuestros pueblos han construido a través de años de lucha común” contra el colonialismo.
La respuesta de Argel no se hizo esperar. Días más tarde Argelia rompió relaciones diplomáticas con Marruecos y poco después, en septiembre, cerró su espacio aéreo a las aeronaves civiles y militares marroquíes.
El sábado 11 de septiembre fueron asesinados dos choferes de camiones marroquíes y un tercero resultó herido levemente en un atentado terrorista con armas de fuego contra un convoy de camiones de transporte internacional de mercaderías en una ruta al norte de la capital de Mali. El incidente tuvo lugar en la carretera que atraviesa la comarca forestal de Didiéni distante a unos doscientos kilómetros de Bamako.
Se trató claramente de un ataque terrorista. Quienes efectuaron los disparos mostraron gran coordinación y disciplina, portaban chalecos antibala, estaban fuertemente armados y se comunicaban entre sí con transmisores portátiles. Después de abrir fuego sobre los camioneros se retiraron en orden sin saquear los vehículos.
Aunque ningún grupo terrorista ha reivindicado el ataque, el hecho de que los agresores no saquearan los vehículos descarta que se trate de un robo efectuado por bandidos armados de la zona.
Los únicos realmente interesados en interrumpir el tráfico de mercancías marroquíes con destino a los países del África Occidental son los separatistas del Frente Polisario.
Entrenados y equipados por Argelia, los terroristas polisarios están en capacidad de llevar a cabo acciones como estas que seguramente no quedarán impunes cuando se determine quienes fueron responsables de estas muertes y que deja a los autores expuestos a una justa retaliación por parte de las fuerzas armadas del Reino de Marruecos.
Paralelamente, las autoridades argelinas se dedicaron a generar un clima bélico incentivando el odio contra Marruecos y los marroquíes en la población argelina. En todos los números de 2021, la revista “El Djeich”, vocero del ejército argelino, utilizó un lenguaje confrontativo contra Marruecos. El Jefe de Estado Mayor, Said Chengriha, llama al Reino un “enemigo tradicional” y ha intensificado las incursiones hostiles contra Marruecos. En una entrevista televisiva, el presidente Tebboune amenazó, el 10 de octubre pasado, con una “guerra interminable” a Marruecos. Días más tarde Argelia incrementó su presupuesto militar en setecientos millones de dólares, levándolo hasta alcanzar los 9.700 millones de dólares.
LA GUERRA DEL GAS
El 31 de octubre, al vencer el tratado que permite el funcionamiento del Gasoducto Magreb – Europa, Argelia se negó a renovarlo y clausuró su funcionamiento. Se trata de una tubería , inaugurada en 1996, que une a Argelia con la península y tiene 1.400 kilómetros de longitud, de los cuales 540 kilómetros atraviesan por territorio marroquí.
El Gasoducto Magreb – Europa transporta a España 6.000 millones de metros cúbicos de gas por año.
Los perjudicados por la medida unilateral e inconsulta de Argelia son, principalmente, Marruecos que cobraba entre 50 y 200 millones de dólares al año como “derecho de paso” y además recibía 1.000 millones de metros cúbicos que le permitían alimentar las centrales eléctricas de ciclo combinado: la de Tahaddart (en la región de Tánger) y la de Ain Beni Mathar (en Uchda, en el este del país). Ambas centrales eléctricas abastecen aproximadamente el diez por ciento de las necesidades marroquíes de electricidad y están administradas por las empresas españolas Endesa (que tiene el 20% de Tahaddart) y Abengoa respectivamente.
Pero, también perjudica a España que ve peligrar (pese a las promesas argelinas) su abastecimiento de gas para el invierno o al menos su encarecimiento. Debido a que sin el gasoducto Magreb – Europa, España necesitará fletar 48 barcos metaneros para trasladar gas natural licuado. En un momento en que el flete de este tipo de buques se ha encarecido debido a la alta demanda de ellos procedente de los países de Asia.
Siguiendo con la escala de hostilidades, Argelia y el Frente Polisario rechazaron la Resolución 2602, aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU prorrogando la Misión de Naciones Unidas para el Referéndum en el Sáhara Occidental por una año más.
LA MUERTE DE LOS CAMIONEROS ARGELINOS
Como parte de esa campaña de provocaciones y de generación de un clima bélico que desate una respuesta armada por parte de Rabat, Argelia ha montado un nuevo y más grave incidente con la supuesta muerte, el 1° de noviembre, de tres conductores argelinos de camiones que supuestamente habrían viajado con dos vehículos desde la ciudad mauritana de Naukchot a la argelina de Uargla, en el sureste del país.
Aunque la Agencia Mauritana de Información publicó el martes 2 de noviembre, por la tarde un comunicado del Estado Mayor del Ejército mauritano donde aseguraba que no se había producido ningún ataque sobre camiones argelinos dentro de su territorio. Argelia insiste en culpar a un dron marroquí por el ataque a sus camiones.
El burdo montaje se parece mucho al “incidente de Gleiwitz”, una operación de “bandera falsa”, realizada el 31 de marzo de 1939. Las tropas nazis vestidas de soldados polacos atacaron la emisora de radio fronteriza alemana de Gleiwitz, difundiendo luego un mensaje en que animaban a la minoría polaca de Silesia a rebelarse contra Adolfo Hitler. El incidente, aunque no engaño a nadie, pretendió servir de escusa para la invasión alemana de Polonia y término precipitando la Segunda Guerra Mundial.
La supuesta muerte de los camioneros argelinos también parece ser una “operación de falsa bandera”, en especial, porque Argelia no ha dado precisiones del punto exacto donde se produjo el ataque, ni ha explicado que hacían esos conductores de camiones en una zona de guerra. Recordemos que desde 2017, el Ejército de Mauritania ha declarado a toda su frontera de 460 km con Argelia “zona militar prohibida”. Sin embargo, el comunicado de prensa de la presidencia argelina especifica que los camioneros muertos viajaban en el eje “Ouargla – Nuakchot” y cruzaron la zona de amortiguación del Sáhara marroquí. En cualquier caso, estos camioneros no podían acceder al territorio mauritano cruzando la zona de amortiguación.
Como en otros casos, Rabat se ha limitado a ratificar que no ha atacado ni atacará nunca a los ciudadanos argelinos independientemente de las circunstancias o las provocaciones que reciban. Sin embargo, fuentes oficiosas han manifestado que el Reino no quiere una guerra en el Magreb pero que está preparado para repeler cualquier intento de vulnerar su soberanía territorial o repeler las agresiones que pongan en peligro a los miembros de las Fuerzas Armadas Reales.
Solo la desesperación de Argel al ver que está perdiendo su importancia en África y que el agravamiento de la muy conflictiva situación interna, que es cada día más explosiva, puede llevar a los militares argelinos a una política aventurera que únicamente puede traer tragedia a los pueblos del Magreb.