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Pese a los intentos de sabotaje de Argelia que ha rechazado la desinteresada propuesta del Rey Mohammed VI de forjar una nueva relación bilateral y ha respondido rompiendo relaciones con Rabat y la solapada hostilidad de algunas potencias extracontinentales que no han logrado digerir el reconocimiento de la soberanía marroquí sobre su Sáhara por parte de los Estados Unidos; Marruecos sigue esforzándose por impulsar la seguridad, pacificación e integración de los pueblos del Magreb.
Así lo atestigua la visita simultánea del presidente de la Cámara de Representantes de Libia, Águila Saleh y del Vicepresidente del Consejo Presidencial Libio Abdullah Allafi para negociar las condiciones necesarias para la celebración de comicios libres y democráticos cuyos resultado sea aceptado por todas las partes y permitan avanzar en el proceso de reconciliación nacional después de una década de cruenta guerra civil.
La diplomacia marroquí se esfuerza por mediar entre las partes para superar el actual diferendo dentro del Gobierno Nacional de Unidad, encabezado por el primer ministro en funciones Abdul Hamid Dbeiba y la Cámara de Representantes de Libia presidida por Águila Saleh en torno a decidir si se deben celebrar elecciones presidenciales y parlamentarias directas simultáneamente o permitir que el Parlamento electo en diciembre sea quien designe al nuevo presidente.
LA SITUACIÓN ACTUAL EN LIBIA
Situada en el centro de la costa africana del Mediterráneo, a menos de mil kilómetros de Roma y menos de dos mil de Madrid, Libia es un estado fracasado importante en términos de posición geopolítica en el contexto de África del Norte, el Mediterráneo Oriental y Europa del Sur.
Aunque Libia es un país dotado de grandes recursos petroleros y gasíferos, solo el 8% de sus 1.759.540 km² es apto para la vida humana y su economía se encuentra paralizada por una década de guerra civil que generó la muerte de más de ocho mil personas, desplazamientos de población y destrucción de infraestructuras críticas. Guerra en la que participaron mercenarios rusos en el este y mercenarios sirios en el oeste.
Desde febrero de 2011, se desarrolla en Libia una sangrienta guerra civil en la cual por el momento rige un alto al fuego. En esa fecha el país fue alcanzado por la onda expansiva de la “Primavera Árabe” que se iniciara poco antes en Túnez. La muerte de Muamar el Gadafi, en octubre de 2011, no trajo la paz sino que generó un enorme vacío de poder seguido de encendidas luchas tribales y religiosas.
Tras la caída de Gadafi, los jóvenes combatientes que habían luchado contra su régimen no entregaron las armas y pronto se adueñaron del gobierno asaltando el Parlamento y secuestrando al primer ministro. Luego de lo cual se repartieron los cargos públicos, se apropiaron del dinero y saquearon los bien provistos arsenales del dictador libio.
La existencia de numerosas milicias dotadas de artillería y armamento pesado hizo que al poco tiempo la guerra civil recrudeciera con inusual virulencia. El 14 de febrero de 2014, el mariscal Jalifa Haftar, quien había logrado movilizar a parte del antiguo ejército que había desertado de las filas de Gadafi en 2011, y que más tarde se había sentido marginado y amenazado por los islamistas, difundió un comunicado en el que ordenaba la suspensión del Congreso General Nacional –CGN-, dominado por los islamistas, tras el rumbo a la deriva que había tomado el país y proponía la formación de una comisión presidencial hasta que se celebraran nuevas elecciones. Después de cruentos combates entre islamistas y moderados el país quedó dividido en dos bandos.
Por un, lado están los islamistas, que controlan la capital, Trípoli. Su coalición, “Amanecer de Libia”, incluye a las Brigadas de Misrata, de las ciudades del Oeste del país y de la minoría bereber, así como a otros grupos de tendencia islamista. Han resucitado al Congreso General Nacional –el antiguo Parlamento- y han elegido un “gobierno de salvación nacional” encabezado por el primer ministro Fayez al Sarraj.
El otro bando, era el gobierno con sede en las ciudades de Tobruk y Al Baida, al este del país, y presidido por Abdulá al Thini. Cuenta con la Cámara de Representantes, el Parlamento elegido en las elecciones de junio de 2014.
Más tarde, este bando se fusionó formalmente con “Operación Dignidad”, el grupo que responde a la conducción del general Jalifa Haftar, a quien se designó como “Comandante en Jefe” de sus fuerzas el 2 de marzo de 2015.
También forman parte de esta coalición moderada las milicias de la ciudad de Zintán, situada al Oeste, las cuales, antes controlaban Trípoli y su aeropuerto internacional junto con los guardias “federalistas” de las instalaciones petrolíferas conducidas por Ibrahim Yadran.
Las dos facciones adoptaron posiciones políticas y religiosas diametralmente opuestas. Los que tienen su sede en Tobruk proclaman que están luchando contra los terroristas islamistas, mientras que los instalados en Trípoli afirman que lo hacen contra los residuos del régimen de Gadafi.
Después de un arduo proceso de paz que comenzó con el Acuerdo Político Libio alcanzado en la ciudad marroquí de Sjirat, en diciembre de 2015 y las dos rondas de negociaciones del diálogo interlibio entre la delegación del Alto Consejo de Estado Libio, presidida por Fawzi Al-Agab y la Cámara de Representantes de Libia, presidida en ese entonces por Youssef El Akkouri; finalmente, ambos bandos alcanzaron, en octubre de 2019, un alto al fuego patrocinado por la ONU, que incluía un intercambio de prisioneros que se llevó a cabo a fines de diciembre pasado.
Los acuerdos también contemplaban conversaciones a través del “Foro de Diálogo Político en Libia”, bajo los auspicios de Naciones Unidas, que permitió crear un Gobierno Nacional de Unidad encargado de mantener el alto al fuego, administrar el país y crear las condiciones que permitan la celebración de elecciones el próximo 24 de diciembre de 2021.
EL APORTE MARROQUÍ
Precisamente, son las condiciones de los comicios de diciembre próximo el tema central de la actual Cumbre de Rabat.
El Reino de Marruecos a través de su Ministro de Asuntos Exteriores, Cooperación Africana y Marroquíes residentes en el Extranjero, Nasser Bourita, considera que las actuales dificultades que obstaculizan el proceso de preparación de estas elecciones pueden ser superadas mediante la voluntad y el diálogo sereno, haciendo prevalecer los intereses de Libia y que el Reino Alauí desea sumar su aporte y buena voluntad para contribuir a encontrar esa solución.
Otro tema en el cual Marruecos puede aportar su experiencia es en la búsqueda de una auténtica reconciliación nacional entre los libios debido al ejemplar desarrollo de la Comisión de Equidad y Reconciliación implementada bajo expresas directivas de Su Majestad Mohammed VI.
La presencia de los altos responsables del gobierno libio, en Rabat, para dialogar en búsqueda de acuerdos para sus diferencias en torno al proceso electoral constituye un claro ejemplo de la vigencia y fuerza del liderazgo del Rey Mohammed VI, pese a los infructuosos intentos de otros países de erosionar su ascendiente sobre los pueblos hermanos de África y de aislar internacionalmente a Marruecos