Tal vez sienta, como dicen en mi querido Chile, que de un tiempo a esta parte me estén mojando el potito. Ahora bien, comentando con unas y con otros no me parece ser el único. En la locura de los debates de la transversalidad hay un cierto resurgir del edadismo en España. Esto pasa de no gustar a preocupar. Además, está siendo un nuevo hecho diferencial de los españoles con otras sociedades, donde el proceso parece el inverso.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el edadismo como "los estereotipos, los prejuicios y la discriminación contra las personas debido a su edad”. El edadismo, tampoco es nuevo, históricamente empresarios e incluso gobernantes, aun a sabiendas que este es un camino muy resbaladizo, han intentado utilizar el rejuvenecimiento como “garantía de algo”, sin saber explicar de qué. En la mayoría de los casos se hace como un reclamo de mejora…debió venir en algún manual de comunicación corporativa. Sin embargo: ¿Hay datos empíricos de que las cosas son mejor?
Sin duda tiene su importancia “rejuvenecer” las cañerías del desagüe, para evitar su rotura, por el desgaste de los materiales por viejos. El cuerpo humano, de momento, no se rejuvenece, pero si se revitaliza, por ejemplo, mediante transfusiones de sangre nueva propiedad de otro. ¿Revitalizar o rejuvenecer? No es lo mismo.
Una organización se revitaliza con nuevos modos de gestión o con la formación y capacitación de todos sus componentes, los que dirigen y los que ejecutan. El manual de gestión sí dice que, se aumenta la productividad cuando se incrementan los conocimientos, capacidades y habilidades, nada dice sobre la edad. Esto se observa al analizar la Cultura Organizacional.
En los expedientes de regulación de empleo (ERES), en un tiempo, se incentivó la salida de las personas de más edad, pero no por su menor capacidad de trabajo, esto también hubiera afectado a los directivos. En todo caso, el Ministerio de Hacienda advirtió en el 2019 a las empresas públicas que no autorizaría ni un euro para prejubilaciones, es decir la mejora en la gestión tendría que venir desde otros enfoques no prescindiendo de “los mayores”. Hace no mucho, el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, creó una gran polémica al anunciar que lo razonable es aumentar la edad efectiva de trabajo para conseguir el sostenimiento del sistema público de pensiones, por tanto, existe una renuncia a rejuvenecer el mercado laboral, por el bien del sistema de previsión colectivo. Es decir, los buenos empresarios públicos o privados deben saber optimizar el talento de sus organizaciones, sin perjuicio de la edad.
En otro orden de cosas; los avances en medicina, farmacia, nutrición y biotecnología, unidos al aumento del nivel de vida en la mayoría de los países, ha incrementado la expectativa de vida útil. La longevidad es un fenómeno global, ello cambia la demografía y la economía (Silver Economy). Los mayores son ya un eje fundamental de la economía. La población mayor es cada vez más numerosa ahí radica su importancia económica y política. La economía senior, tanto como productores como consumidores, crece sin cesar y se convertirá en la principal fuente de generación de riqueza. En 2018 la ONU anunció que por primera vez había en el mundo más personas mayores de 65 años que menores de cinco años. Es decir, los mayores son ya una determinante fuerza económica y por ende electoral. ¿Qué esconde, por tanto, el paradigma del rejuvenecimiento como estrategia comunicativa?
Según el reputado MIT Instituto Tecnológico de Massachusetts, en USA las mayores cotas de emprendimiento se consiguen a partir de los 45 años, esto no es un fenómeno nuevo. A principios del siglo pasado, John Pemberton el fundador de la empresa más internacionalizada, pasaba los 55 años cuando fundo Coca-Cola.
En política tenemos el manido pero evidente caso de Churchill, el Premier Británico que con 66 años se hizo cargo de la dirección de su país durante la II Guerra Mundial y posteriormente ganó el Premio Nobel de Literatura con 79. La edad no le inhabilitó para el éxito. La historia y la vida está llena de médicos, profesores universitarios, investigadores, juristas…que la edad solo ha hecho que aumentar sus capacidades y valía social.
Estamos en la época del estereotipo, y con la pandemia se ha consagrado. Las palabras son eslóganes y aunque pierden valor a los pocos minutos de ser dichos. Lo peor es que la mayoría de los ciudadanos se sitúa en la fila para comulgar. Menos mal que, Ciencia por un lado e Historia por otro, demuestran que por mucho empeño que se ponga en querer hacer bueno lo que no es, nunca le salen angelicales alas.
La gestión masiva de datos, la inteligencia computacional podrá ser efectuadas en un futuro, ya presente, por maquinas que nos pueden hacer precisas predicciones…de lo probable, pues seguridades (certezas) el último año nos demuestra que pocas. Eso realza el valor de la experiencia, la templanza y la capacidad de relacionar los datos con sentimientos y emociones que solo, si o si, lo pueden aportar los humanos. En definitiva, cuantas más experiencias se tengan acumuladas, “más sabia” será la forma de enfrentarse a los problemas.
La experiencia y la acumulación de conocimientos en la resolución de problemas no difiere entre mujer y hombre, o de una raza a otra… pero la experiencia si es directamente proporcional a la edad. Evidentemente el conocimiento y la capacidad no sólo tiene que ver con la edad, hay cretinos e incapaces de todas las edades, pero sí existe una clara relación de la edad con la experiencia.
El problema es que corren tiempos de perversión del lenguaje. Queremos transmitir algo novedoso, diferente, disruptivo se dice, cuando no somos conscientes que las palabras sin contexto son como un confeti a merced del viento. Las agencias de viajes ya no venden viajes …venden experiencias, a las empresas de servicios lo que les preocupa es la experiencia de cliente ¿Qué edad debe tener el viajero o el cliente para que su experiencia sea válida? La opinión del viajero muy viajado, muy experimentado, es más relevante que la del que empieza a viajar ahora. Aunque algunos se empeñen en lo contrario.
En todo caso no quiero preocuparme en exceso por este tema. Un experimentado amigo me ha dicho: ¡ Esto siempre es lo mismo, el tiempo lo cura todo!
Ya lo decía el irónico Jardiel Poncela “La juventud es un defecto que se corrige con el tiempo”.
Álvaro Frutos Rosado