EVACUACIÓN DE ANNUAL
Ante tal situación, el Comandante General ordenó al teniente coronel Primo de Rivera jefe del Regimiento de Caballería Alcántara N° 14 replegarse nuevamente hacia la posición mediterránea de Dar-Drius que, situada a doce kilómetros de Annual, contaba con agua potable y podía ser apoyada desde el mar por la Armada española y que al día siguiente junto a la 3° Compañía de Zapadores regresara a Ben Tieb con el propósito de fortificar el tramo de carretera Annual – Ben Tieb ante la posibilidad de abandono de la posición por la fuerte presión del enemigo, de esta manera y fuera de Annual también podría disponer del Regimiento en caso de cerco a la zona. El general Fernández Silvestre reitera la petición al Gobierno en Madrid y al Alto Comisionado general Berenguer para que urgentemente enviaran refuerzos de Tetuán o de España. Los refuerzos nunca llegaron.
El 21 de julio de 1921 la situación era extremadamente grave, las unidades existentes en el territorio continuaban muy disgregadas por la zona. Regimientos completos estaban descentralizados totalmente.
Ante la imposibilidad de recibir refuerzos y que aun en ese caso no llegaran a tiempo y descartada por desconfianza la posibilidad de pactar con Abdelkrim, la noche del 21 al 22 el general Fernández Silvestre reunió en su tienda de campaña en Annual a todos los jefes de las Unidades allí acampadas y les expuso la crítica situación en que se encontraban. Con unas Unidades desmoralizadas, dispersas, agotadas, mal equipadas, con munición para cuatro días y víveres para cinco frente a numerosas cabilas altas de moral y dispuestas a todo y con Melilla totalmente desguarnecida, manifestó que consideraba aconsejable replegarse bien sobre Ben Tieb hasta donde llegaba el ferrocarril y después hacia la línea Axdir Asua – Drius o la del río Kerr y en alguna de esas posiciones esperar momentos más propicios para la llegada de refuerzos o continuar seguidamente a Melilla si las circunstancias eran favorables.
El coronel Gabriel Morales sabiendo perfectamente que sus tropas indígenas se pasarían al enemigo, manifestó la opinión de que ya era tarde para iniciar una retirada; igualmente opinaba el coronel Manella que expresó su deseo de quedar en Annual y sucumbir luchando como lo había hecho la guarnición de Igueriben y Abarrán. El resto de los mandos se inclinaban por la retirada.
Antes de tomar la decisión definitiva el Comandante General que no había asegurado el abastecimiento de municiones y vituallas para su principal base de operaciones y tampoco contaba con un plan alternativo de retirada, se dirigió a la estación radiotelegráfica recibiendo seguidamente un mensaje poco alentador. Le anunciaban la llegada de refuerzos a Melilla, el 24 de julio, dos Banderas de la Legión procedentes de Ceuta y el regimiento de La Corona, estimó insuficientes estas Unidades para emplearlas en apoyo de Annual principalmente por la distancia que existía, más de cien kilómetros en terreno hostil.
Considerando igualmente que en caso de adoptar esa solución Melilla quedaría desguarnecida, tomó la decisión de abandonar Annual. La retirada debía hacerse con algunos camiones, hombres y animales por el único camino que empleaban los convoyes de abastecimiento, que serpenteaba a lo largo de los seis kilómetros del barranco de Izumar donde, debido a su ancho de 4,5 metros, eran frecuentes los desbarrancos.
Previamente reiteró la tramitación de órdenes de abandono a las posiciones más comprometidas. Talilit y Buimeyán después de inutilizar todo lo que no les fuera útil efectuarían la retirada sobre Sidi Dris y Annual respectivamente.
Por su parte en Annual comenzaron los preparativos de repliegues. En ese momento Annual contaba con los siguientes regimientos y compañías, Regimientos San Fernando N° 11, Ceriñola N° 42, África N° 68, Mixto de Artillería, Artillería de Montaña, Parque Móvil de la Comandancia de Artillería, unidades de Ingenieros, unidades de Intendencia, Sanidad de Montaña, Tabores de Infantería, escuadrones de Caballería de Regulares y del Alcántara, Sección de la Compañía de Sanidad, Policía Indígena y diversas “harcas” al servicio de España.
Muchas de esas unidades tenían sus dotaciones incompletas pero totalizaban cinco mil hombres distribuidos de la siguiente forma 17 compañías de fusileros, 4 compañías y media de ametralladoras, 5 baterías más una sección de artillería de montañas, una sección de montaña del Parque Móvil de la Comandancia, 3 secciones de sanidad de montaña más una de la compañía de sanidad, 4 compañías de ingenieros, una compañía más una sección de intendencia, 3 tabores de infantería, 3 escuadrones de caballería de Regulares más los del Alcántara, 4 mías de Policía Indígena y las Harcas. En las proximidades también se encontraba desplegado el regimiento Melilla N° 59.
Se destruyeron piezas de artillería para aligerar la marcha y se prepararon unos carros que arrastrados por mulos transportarían a los heridos.
En cumplimiento de estas órdenes, la noche del 21 al 22 partió el convoy de heridos al mando del sargento practicante José Rodríguez con orden de dirigirse a Ben Tieb e incluso a Melilla si la situación lo permitía. Para evitar ser hostigado por el enemigo, el sargento decidió no marchar por el barranco de Izumar sino salir del normal itinerario y tomar la dirección a Kandussi. Durante el trayecto y según las circunstancias vería por dónde continuar.
La columna de retirada se organizó con rapidez pero con poco orden, el enemigo comenzaba a batir la posición y las tropas estaban nerviosas. La retirada comenzó a las 11:00 horas, después de perder la oportunidad de comenzar la evacuación al abrigo de la noche. Había dos convoyes, uno para retirar los mulos con la impedimenta, y otro para el grueso de la tropa, los heridos y el armamento pesado. Pero para entonces las alturas del norte, que dominaban los caminos de huida ya habían sido tomadas por el enemigo.
La Policía Indígena desplegó dando frente al enemigo a la izquierda de la carretera que unía a Annual con Ben Tieb; los regulares cubriendo el flanco derecho y el Regimiento San Fernando protegiendo la retaguardia. El general Fernández Silvestre estimó que en la retirada perdería a la mitad de sus hombres. Sabía también que los irregulares de Abdelkrim estarían apostados en las alturas y que habían fortificado todas aquellas posiciones claves que cubrían la ruta de huida de los españoles.
Las fuerzas irregulares marroquíes alentadas por el botín observaron los preparativos de retirada de las fuerzas españolas y se lanzaron al asalto de la posición de Annual por el punto opuesto a la ruta de salida de las tropas españolas.
Antes de ocupar su puesto en el despliegue los Regulares, muchos de los cuales provenían de cabilas de la zona, se enfrentan a ellos pero titubean a la hora de hacer fuego, cuando se deciden a hacerlo instigados por sus mandos españoles disparan al aire en lugar de apuntar al enemigo, porque eran sus “hermanos”. El comandante Llamas en ese momento jefe de los Regulares intuye que en el repliegue su tropa nativa puede desertar y pasarse al enemigo y para evitarlo ordena romper el contacto con los atacantes y conduce en perfecto orden a los Regulares por un camino distinto al de columna que pierde así su principal apoyo de fuego.
El coronel Francisco Manella, jefe de la Circunscripción de Annual y su ayudante el capitán Ramón Arce Iradier intentan conseguir restablecer el orden pero un poco después junto al coronel Gabriel Morales y a un grupo de soldados que se habían mantenido firmes, mueren al intentar frenar las deserciones de las tropas nativas en las proximidades de Izumar. También muere en circunstancias nunca esclarecidas el general Manuel Fernández Silvestre, su cadáver nunca se encontró. En esta forma, las tropas en retirada pierden a sus mandos naturales y toda posibilidad de un repliegue ordenado.
A partir de ese momento la retirada se convirtió en un caos, las tropas corrían abordándose y adelantándose unos a otros sin hacer caso de sus oficiales, hombres mezclados con el ganado huyendo mientras los oficiales intentaban inútilmente pistola en mano y disparando al aire frenar la desbandada que era aprovechada por el enemigo que desde las laderas disparaba sobre ellos produciendo un gran número de bajas. Los cadáveres y heridos quedaban sembrados sobre el terreno.
Los heridos eran rápidamente ultimados por mujeres, niños y ancianos nativos que acudían a la rapiña. Eran acuchillados, degollados o simplemente apaleados y rápidamente despojados de sus uniformes y de cualquier otra posesión que tuvieran.
En el avance de la columna, los Regimientos de Infantería San Fernando y el de Caballería Alcántara se mantuvieron en sus puestos cumpliendo disciplinadamente las órdenes recibidas. El Regimiento San Fernando cubrió la retirada y el Alcántara cargo sucesivamente para proteger la estampida de la columna principal.
Esta retirada denominada “Desastre de Annual” se desarrolló siguiendo el itinerario habitual de abastecimiento: Annual – Ben Tieb – Drius – Uestia – Batel – Tistutín – Monte Arruit – Zelúan – Nador – Melilla distante a 95 kilómetros del punto de partida.
Las unidades españolas y nativas fueron abatidas -o sus hombre desertaron- y casi exterminadas en su recorrido hasta Monte Arruit, posición que jamás conseguirían sobrepasar. El número total de bajas nunca quedó claro debido a las deserciones, a la presencia de civiles no registrados y las diferentes estimaciones. El Expediente Picasso señala un total de 13.363, pero las diferentes estimaciones van desde algo más de 8.000 hombre a 18.000.
Después de la retirada de Annual, el resto de las 150 pequeñas posiciones fortificadas quedaron abandonadas a su suerte, sin posibilidades de ser reabastecidas, socorridas o de replegarse mientras eran atacadas por fuerzas muy superiores en número. Veamos algunos casos.
· NADOR: Fue sitiada y se rindió el 2 de agosto, siendo su guarnición la única que, tras rendirse, fue respetada por los rifeños. Con la caída de esta plaza quedó sentenciado el destino de Monte Arruit.
· ZELUÁN: Fue asediada desde el 24 de julio. Se rindió el 3 de agosto, siendo todos los supervivientes torturados y asesinados, y los oficiales, el capitán Carrasco y el teniente Fernández, mutilados y quemados vivos.
· SIDI DRIS: La posición estaba junto al mar guarnecida por alrededor de 300 hombres: una Compañía del Ceriñola, una Sección del Melilla, una compañía de ametralladoras de este regimiento, destacamentos de Artillería, Intendencia, telegrafistas y de la Policía Indígena. Tras ser atacada y cercada el 22 de julio, resistió durante tres días. El intento de rescate llevado a cabo por la marina española fracasó y solo pudo evacuar con vida 10 hombres, 30 fueron hechos prisioneros por los rifeños, el resto fueron dados por muertos o desaparecidos. Pero en la acción murió el alférez de navío Lazaga; y se perdieron dos de los cuatro botes enviados en socorro por el crucero Princesa de Asturias. El jefe de la posición Comandante de Infantería Juan Velázquez murió en combate y recibió la Cruz Laureada de San Fernando.
· AFRAU: Situada en un acantilado junto al mar, contaba con 231 hombre al mando del teniente Gracia que murió en combate y fue reemplazado por el teniente Vara de Rey. La posición fue atacada el 22 de julio y resistió hasta el 26 del mismo mes. Alrededor de 130 hombres pudieron ser rescatados por la marina, los 50 restantes resultaron muertos o prisioneros de los irregulares. El soldado Mariano García Martín, herido de muerte apoyo en solitario el embarque de sus camaradas recibiendo por esta acción la Cruz Laureada de San Fernando.
· TALILIT: Defendida por doscientos hombres pertenecientes a una compañía de fusileros y una sección de ametralladoras del Ceriñola, más un destacamento de Artillería. Fue evacuada hacia Sidi Dris el 22 de julio de 1921. Murió toda la guarnición.
· DAR BUIMEYAN: Contaba con una guarnición de noventa hombres. Se encontraba muy próxima a Annual en dirección oeste. Fue evacuada sobre Annual, que ya estaba ocupada por los rifeños, muriendo la mayor parte de la guarnición durante la retirada sólo se salvó el capitán Pérez García y veinticuatro hombres que fueron hechos prisioneros.
· DAR QUEBDANI: Más de 900 soldados españoles asesinados tras rendirse.
· INTERMEDIA A: Situada en peña Tahuarda tenía la función de proteger la retirada desde Annual a Ben Tieb. No recibió orden de evacuar y quedó aislada, resistiendo el ataque rifeño entre el 22 y el 27 de julio en que se rindió. La mayor parte de los defensores fueron masacrados tras rendirse, solo hubo dos supervivientes.
· IZUMAR: Está posición fue ocupada por España para proteger el acceso a Annual desde Ben-Tieb. Estaba protegida por una compañía del Ceriñola y un destacamento de artillería con cuatro piezas “Saint Chamond” del 75 mm componiendo una dotación de trescientos hombres. Debido a su privilegiada posición dominante recibió la orden de mantenerse a toda costa con el fin de proteger la retirada de la columna. Su jefe, el capitán Joaquín Pérez Valdivia junto al comandante de Artillería Martínez Vives, sin orden expresa incendió la posición y la insólito decisión de abandonarla sin esperar que pasara la retaguardia de la columna de Annual. Como consecuencia murieron muchos de los soldados que se replegaban.
· YEBEL UDDIA: La guarnición constaba de unos 100 hombres y artillería de una Sección de Voluntarios del II Batallón del Regimiento Ceriñola. Fue atacada el 22 de julio y se replegó sobre la posición Intermedia A, que también fue atacada. No hubo supervivientes.
· MEHAYAST: Posición ubicada en el monte Yebel Azrú a 1.150 metros de altura, la guarnición estaba formada por 36 soldados y dos oficiales. Tras ser atacada fue evacuada en dirección a Ben-Tieb, resultando finalmente casi todos los ocupantes muertos o prisioneros. Hubo dos supervivientes.
· YEMAA DE NADOR: La guarnición formada por 124 soldados y cuatro oficiales resultó muerta, muy pocos lograron salir y alcanzar Dar Dríus.
· MORABO DE SIDI MOHAMED: Posición guarnecida por 33 hombres y un oficial, tenía la finalidad de proteger la retaguardia de Annual. Fue atacada el 22 de julio por los rifeños. No hubo supervivientes.
· INTERMEDIA A: posición situada en territorio de la Kabila de Beni Ulisek y dependiente de la circunscripción de Dar Drius. Estaba protegida por dos Secciones de la 3° Compañía del III Batallón del Regimiento San Fernando, dos ametralladoras del I Batallón, un destacamento de Artillería y otro de Ingenieros, haciendo un total de 86 hombres; no recibió desde Annual la orden de incorporarse a la columna y resistió heroicamente al mando del capitán José Escribano Aguado hasta el 28 de julio en que murieron todos sus defensores menos el soldado desertor Antonio Tavira.
· INTERMEDIA B: situada también en territorio de la Kabila de Beni Ulisek tenía una guarnición de 143 hombre pertenecientes a una Compañía del Regimiento Ceriñola y un destacamento de Policía Indígena.
· INTERMEDIA C: situada también en territorio de la Kabila de Beni Ulisek estaba al mando del capitán Mariano González Vallés con una Compañía del Regimiento África y dos ametralladoras. A falta de apoyo y ordenes desde Annual el día 22 se incendia y destruye la posición y sus hombres se suman a la columna que se repliega a Monte Arruti.
· BEN TIEB: La guarnición compuesta por 651 hombres, distribuidos en cuatro compañías de fusileros, un Escuadrón de Caballería y un destacamento de Artillería con 6 cañones al mando del capitán Antonio Lobo Ristori se repliega hasta Dar Drius para sumarse a la columna de Annual sin haber combatido. Sobreviven siete oficiales que logran llegar a Melilla. El capitán Lobo murió en Monte Arruit.
· DAR DRIUS: era una posición con ciertas posibilidades de defensa, con agua cercana e importante depósito de municiones, sin embargo el general Navarro que ante la muerte del general Fernández Silvestre había asumido el mando de la columna de Annual, ordena continuar el repliegue con sus todavía 2.666 hombres y unos 15 cañones.
· ZOCO EL-TELATZA: Fue atacada entre el 22 y el 25 de julio. Los miembros de la guarnición se retiraron en dirección al Marruecos francés. Durante la retirada murieron 700 de los 1.200 hombres que formaban la columna que además tuvo que abandonar a los heridos a lo largo de la ruta.
RETIRADA DE DAR DRIUS A MONTE ARRUIT
El día 23 de julio comienza de nuevo la desordenada retirada hacia Batel para abordar el ferrocarril en camino hacia su destino final en Melilla. En la columna se observa un orden perfecto en la vanguardia donde marcha el Regimiento Alcántara y en la retaguardia donde se sitúa el Regimiento de Cazadores N°14 de San Fernando. El centro marcha en medio del caos y frecuentes actos de indisciplina.
La columna pasa por delante de Uestia y las dos Compañías del San Fernando que guarnecían la posición, se repliegan sobre ella, para unirse a las de su Regimiento que cubren la retaguardia.
A poco de rebasar Uestia, se observan numerosas fuerzas enemigas hacia un flanco. El teniente coronel Primo de Rivera ordena que dos de sus escuadrones desmonten y con el escuadrón de ametralladoras apoyen una carga del resto del Regimiento, que dispersa al enemigo. A partir de ese momento esta maniobra fue repetida varias veces pues los irregulares no sólo intentaban cerrar el paso a la columna, sino que a veces amenazaban sus flancos.
Al aproximarse la columna al cruce del cauce seco del río Igan, hace alto; el terreno se torna peligroso, la carretera serpentea y el general Navarro envía un reconocimiento que detecta la existencia al frente de un fuerte contingente enemigo.
El general ordena a Primo de Rivera que cargue con los escuadrones protegiendo al flanco izquierdo a la columna, apoyados por la Batería de Montaña del capitán Blanco, mientras la columna cruzaba este paso difícil, al flanco derecho desplegaban algunas guerrillas de infantería.
El Jefe del Regimiento Alcántara ordena al escuadrón de ametralladoras entrar en posición para apoyar la carga y él arenga a sus soldados con estas palabras: “¡Soldados! Ha llegado la hora del sacrificio que cada cual cumpla con su deber. Si no lo hacéis vuestras madres, vuestras novias, todas las mujeres españolas dirán que somos unos cobardes. Vamos a mostrar que no lo somos.”
El Alcántara cargo ocho veces, siete veces al galope y la última al paso debido al cansancio de los caballos con el apoyo de sus ametralladoras. En este combate el Regimiento Alcántara deja de ser una unidad orgánica. Parte de los jinetes pierden el caballo, entre ellos su jefe al que en la tercera carga le matan el suyo. Su sacrificio fue enorme, pues de los 691 jinetes que lo componían murieron 471. Entre los caídos estaban los trece “Educandos de Trompetas” de 13 años y su mando el Suboficial Maestro de Banda del Regimiento que participaron de las cargas. Desecho el regimiento, los sobrevivientes montados y a pie se suman a la columna que ha aprovechado la oportunidad para cruzar el cauce seco del río Igán, mezclándose con el resto de las unidades.
El teniente coronel Fernando Primo de Rivera recibió a título individual la Cruz Laureada de San Fernando y en 2012, noventa años después del Desastre de Annual el Consejo de Ministros concedió la Laureada Colectiva al desaparecido Regimiento Alcántara.
Finalmente, tras seis días de agotadora marcha, las tropas españolas en desbandada alcanzaron el fuerte de Monte Arruit el 29 de julio. Se trataba de una pequeña instalación militar terminada de construir en 1916, que tenía 500 metros de perímetro amurallado y capacidad para una sección de infantería, es decir, para 60 hombres. Como hemos mencionado anteriormente el pozo de agua estaba situado a trescientos metros fuera de la muralla y en proximidades del pozo estaba una edificación que se destinaba la cantina donde racionaba el personal y que dominaba la posición. El enemigo ocupó inmediatamente la edificación desde donde batió con fuego de fusiles la muralla.
Allí arribaron el viernes 29 de julio los 3.017 agotados hombres que conducía el general Navarro que se sumaron a la guarnición al mando de un teniente. La posición era más difícil de defender y socorrer que Dar Drius.
Mientras ingresaban a Monte Arruit los soldados españoles fueron recibidos por un nutrido fuego del enemigo que cercaba la posición; las fuerzas de Abdelkrim atacaban la posición con piezas de Artillería capturadas. La Mía de Policía y unas guerrillas de infantería nativas que iban en Vanguardia desertaron y se pasaron al enemigo. Las tropas de Navarro no pudiendo hacer frente al fuego de los irregulares marroquíes irrumpieron en tropel en el fuerte. En la refriega los nativos capturaron tres piezas de artillería con sus cierres puestos después de exterminar a sus defensores encabezados por el capitán Arenas que recibió la Cruz Laureada de San Fernando por esa acción.
En la noche del 29 al 30 de julio, los españoles no pudieron conciliar el sueño, de manera continua arribaban soldados desperdigados solo o en pequeños grupos, harapientos, algunos mantenían su armamento, pero otros no tenían nada. Estaban demacrados, asustados, heridos, sedientos, desmoralizados y agotados por el cansancio se dejaban caer al suelo. Superada la crisis provocada por el hambre y la sed parecía que todo les daba igual. Contaban mil historias asegurando que pronto la posición sería atacada por una marea de tropas enemigas.
La defensa de Monte Arruit se organizó colocando las diferentes Unidades a partir del torreón izquierdo de la entrada en el siguiente orden: regimiento Melilla, África, Ingenieros, Ceriñola, San Fernando, Artillería y Alcántara en la puerta principal.
El sábado 30 de julio, cuando el teniente coronel Fernando Primo de Rivera y unos pocos de sus hombres se encontraban defendiendo un sector de la muralla que incluía la puerta principal y mientras realizaba una observación, recibió el impacto de un disparo de artillería que le destrozo un brazo. El médico debió amputar el resto del brazo sin anestesia ni material sanitario adecuado. Las precarias condiciones de salubridad y el calor hicieron que pronto la herida se gangrenara. Primo de Rivera falleció en Monte Arruit, el 4 de agosto de 1921.
El asedio a Monte Arruit, duró desde el domingo 24 de julio hasta el martes 9 de agosto de 1921. Situados a 32,5 kilómetros de Melilla y ante la imposibilidad de continuar la retirada debido al agotamiento, a la gran cantidad de heridos y al control que sobre la ruta de marcha tenía el enemigo, no tuvieron otra alternativa que intentar resistir en esa posición hasta ser socorridos. Hasta El 9 de agosto se sucedieron los intentos de asalto por parte de las tropas de Abdelkrim. El bombardeo era continuo, los francotiradores no cesaban de hacer fuego y las bajas aumentaban día a día. El fuego eficaz de los defensores frenaba los ímpetus de asalto del enemigo. Pero las municiones y víveres comenzaban a escasear y los refuerzos no llegaban, mientras la sed torturaba a los defensores.
Después de una prolongada defensa, sin posibilidades de ser socorridos desde Melilla y una vez agotadas las municiones, los medicamentos, los víveres y el agua se aceptó la propuesta de rendición autorizada por el general Berenguer.
Las condiciones de rendición pactadas entre el general Navarro y los jefes tribales Ben Chel-lal y Buharray, exigía la entrega de las armas a cambio de respetar totalmente la vida de los soldados españoles aprovisionándolos del agua necesaria y dejándolos partir hacia Melilla.
Aceptadas las condiciones por ambas partes, los españoles abandonaron sus posiciones de defensa depositando sus armas en la entrada del fuerte. Heridos, enfermos y agotados formaron ordenadamente en la puerta del fuerte. En el momento en que los españoles iniciaron la marcha las fuerzas de Abdelkrim se lanzaron al asalto ultimando a los exhaustos defensores.
De los aproximados 3.017 soldados de Monte Arruit solo sobrevivieron 60 que fueron hechos prisioneros y entre los cuales se encontraban el general Navarro y el teniente coronel Pérez Ortiz que presenciaron horrorizados como eran ultimados sus hombres. Los cadáveres de los defensores españoles quedaron insepultos en Monte Arruit hasta la reconquista de la posición por las fuerzas españolas el 24 de octubre de 1921.
Los autores españoles hablan de la traición y el salvajismo de las tropas de Abdelkrim. Pero lo cierto es que estos combatientes no se regían por las leyes de la guerra vigentes en Europa. Ellos luchaban por su supervivencia contra un ejército que había invadido sus tierras. No eran parte de un Estado, sino fuerzas tribales que a duras penas podían alimentarse ellos y sus familias, no estaban en condiciones de alimentar y cuidar a tres mil prisioneros, muchos de ellos heridos. También sabían que los soldados españoles que llegaran a Melilla pronto retornarían recuperados y con nuevas armas para atacarlos. En esas condiciones no tenía sentido para los combatientes irregulares marroquíes perdonar la vida a los enemigos vencidos.
DESPUÉS DE ANNUAL
España envió refuerzos y, en el transcurso del año 1922, las tropas españolas recuperaron los territorios que habían caído en poder de los hombres de Abdelkrim. No obstante, las fuerzas rifeñas siguieron conquistando victorias, logrando apoderarse de más de veinte mil fusiles, junto con cuatrocientos cañones ligeros y ciento veinte piezas de artillería pesada. Con ellos formó un ejército permanente, compró aviones (tuvo dos en servicio) y contrato mercenarios alemanes para instruir a sus hombre e incluso minar las playas de la bahía de Alhucemas.
Abdelkrim exigió un rescate por sus prisioneros a fin de conseguir que España le proporcionara los fondos con los cuales proseguir su esfuerzo bélico. El 27 de enero de 1923, el líder rifeño consiguió más de cuatro millones de pesetas del Gobierno español a cambio de la liberación de los soldados tomados prisioneros por sus hombres. Cuenta la tradición que el rey Alfonso XIII al conocer la suma de dinero que debía pagarse por los cautivos exclamo: “¡Qué cara está la carne de gallina!”
En febrero de 1923, Abdelkrim intentó sentar los cimientos de un Estado independiente en el Rif. Aceptó el compromiso de lealtad (“beia” o pleitesía) que le ofrecían las tribus de la región y asumió el liderazgo político a título de emir de ese territorio montañoso. Los españoles respondieron movilizando una nueva fuerza de campaña a fin de reconquistar el Rif. Entre los años 1923 y 1924, los rifeños infligirían a los españoles un buen número de derrotas, culminando su serie de triunfos con la conquista de la población de montaña de Chauen en el otoño de 1924. Los españoles sufrieron otras diez mil bajas más en las batallas posteriores.
La guerra del Rif provocó gran inquietud en Francia por temor a que la rebelión se extendiera a su Protectorado. Finalmente, en abril de 1925, las fuerzas de Abdelkrim enfilaron hacia el sur e invadieron la zona francesa. Trataban de obtener el apoyo de las tribus locales que reivindicaban la posesión de las tierras de cultivo situadas al sur del Rif. Los franceses se vieron obligados a evacuar a todos los ciudadanos europeos y a retirar las tropas que tenían acantonadas en las áreas rurales, congregándolas en la ciudad de Fez y sufriendo numerosas bajas en el repliegue de la línea de Uarga. En sólo dos meses, los franceses habían perdido cuarenta y tres puestos militares y sufrido cuatro mil setecientas bajas –mil quinientas de ellas mortales-.
El movimiento de Abdelkrim se detuvo frente a las murallas de Fez en junio de 1925. En julio de ese año arribó al Protectorado un gran contingente militar de refuerzo proveniente de Francia. Con él desembarcó el mariscal Philippe Pétain, héroe de la batalla de Verdún, en la Gran Guerra. Pétain llegó para reemplazar a Lyautey y dirigir las operaciones militares.
Las fuerzas francesas y españolas combinaron sus acciones para aplastar la rebelión en el Norte de Marruecos. El ejército del Rif ya se había replegado a la accidentada región del Norte de Marruecos de la que procedía, pero una vez allí se vio atrapado en el cerco de dos frentes que organizara el inmenso contingente de los ejércitos español y francés, en septiembre de 1925.
En octubre, las fuerzas coloniales tenían completamente rodeadas las montañas del Rif, imponiendo un bloqueo total pensado para forzar la rendición de las cabilas por falta de alimentos. Los europeos rechazaron los esfuerzos que realizó Abdelkrim para alcanzar una solución negociada al conflicto. En mayo de 1926, un ejército conjunto formado por unos ciento veintitrés mil soldados, con fuerza aérea, carros blindados, artillería, armas químicas y con el apoyo de las fuerzas navales de las dos potencias coloniales irrumpió en las montañas del Rif. La disparidad de fuerzas selló la suerte de la rebelión. El 26 de mayo de 1926 Abdelkrim se rindió a los franceses. Sin embargo, la región del Atlas no fue totalmente pacificada hasta 1934.
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