Los analista hace meses que advierten que la pandemia del Covid, por sus consecuencias humanas, sociales y económicas, somete a los gobernantes y a la clase política de los distintos países a una dura prueba.
Como consecuencia lógica de las tensiones que genera la pandemia los primeros en sentir sus efectos y recibirlos con mayor intensidad son aquellos países con mayores problemas preexistentes en los campos sanitario y económico. Por lo general suele tratarse de Estados con menor nivel de desarrollo donde hay carencias de agua potable, cloacas, instalaciones sanitarias bien equipadas y personal sanitario capacitado. En general, estos países también tienen economías con alto grado de informalidad, desempleo estructural. Suelen ser exportadores de materias primas con escasa diversificación que los hacen muy vulnerables a las crisis internacionales.
Pero, en general todos los países del planeta sufren los efectos de la crisis y de la recesión global. Solo que algunos cuentan con mayores instrumentos para superarla o sus dirigentes muestran mayor resiliencia ante la pandemia.
Parece ser que este no es caso del gobierno de Mario Abdo Benítez en Paraguay y por ello ha estallado una grave crisis de gobernabilidad, con protestas callejeras, represión policial y cambio de gabinete el viernes pasado.
A casi un año de que se detectara el primer caso de Covid en Paraguay, un país con algo más de 7,3 millones de habitantes registra 165.811 casos identificados y 3.278 muertos. Pero, el incremento diario de casos es de 1.500 casos y hay 300 pacientes en tratamiento en las unidades de cuidados intensivos.
Tampoco hay vacunas en Paraguay. El país había comprado un millón de vacunas Sputnik V en Rusia pero únicamente recibió un embarque de cuatro mil dosis rusas que se han reservado para el personal sanitario. El gobierno también esperaba recibir 4,3 millones de dosis por el Mecanismo Covax, una iniciativa de la OMS para asegurar el acceso equitativo a las vacunas contra el Covid, pero que por el momento no han llegado.
El día 6 de marzo el gobierno paraguayo anunció la recepción de un lote de 20.000 vacunas chinas Coronavac provistas en forma solidaria por el gobierno de Sebastián Pineda desde Chile, en el marco de los acuerdos del PROSUR (Foro para el Progreso de América del Sur), que integran Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Guyana, Paraguay y Perú.
Es evidente, que sin vacunas ni insumos médicos el gobierno de Mario Abdo Benítez se encuentra impotente frente a la expansión de la enfermedad.
A comienzos de la semana pasada la Asociación Paraguaya de Enfermería exigió al Gobierno la pronta adquisición de insumos, medicamentos y vacunas, y el Círculo Paraguayo de Médicos consideró que debía establecerse una cuarentena total frente a la expansión de los casos y la falta de recursos para enfrentar la pandemia.
El viernes se organizó una protesta convocada por redes sociales y motorizada inicialmente por personal docentes que se oponían a la vuelta a clases presenciales en momentos en que se incrementaban los contagios y personal sanitario que reclamaba por la falta de insumos en los hospitales. Ante la convocatoria el ministro de Salud, Julio Mazzoleni presentó la renuncia.
Esta renuncia no desactivo la protesta. La movilización congregó a unas 8.000 personas. La mayoría de los asistentes eran jóvenes de menos de treinta años y miembros de la clase media profesional. La marcha, en un principio pacífica, había sido convocada junto al Congreso Nacional para exigir la dimisión del presidente y de todo su equipo a quienes acusaban de corrupción y negligencia en el manejo de la pandemia.
Luego un grupo de manifestantes llevaron a cabo desbordes, saqueando comercios, arrojando piedras contra la policía e intentado quemar el ministerio de Hacienda. El decidido accionar del personal policial que empleó balas de goma y gases lacrimógenos lo impidió.
Durante los incidentes los policías detuvieron a 28 personas y otras veinte resultaron con heridas de diversa consideración.
El sábado 7 de marzo la Unión Industrial Paraguaya exigió al Gobierno que disponga de inmediato la atención de los reclamos ciudadanos, ante la ineficiente gestión sanitaria de los últimos meses, la falta de disponibilidad de vacunas y la necesidad de cambios en las instituciones.
Esa misma noche se repitió otra manifestación multitudinaria y con las mismas banderas, si bien una vez terminada un grupo de activistas se dirigió a la residencia oficial de Mario Abdo Benítez y fue dispersado por la policía. Durante los incidentes los policías detuvieron a ocho de los participantes.
El presidente Benítez reaccionó pidiéndole la renuncia a todo el gabinete de ministros. Los primeros que perdieron el cargo fueron el ministro de Educación, Eduardo Petta responsabilizado por iniciar las clases en medio del incremento de contagios, la muy resistida ministra de la Mujer, Nilda Romero y Juan Ernesto Villamayor, jefe de Gabinete Civil involucrado en un hecho de corrupción vinculado con Venezuela. Posiblemente, la próxima semana habrá más cambios en el elenco de ministros para intentar descomprimir la situación.
No obstante, la renovación de ministros, el domingo 7 de marzo se reanudaron las protestas en Asunción que esta vez convocaron a más personas aún y fueron pacíficas.
La crisis podía derivar en un juicio político contra el presidente Mario Abdo Benítez. Por el momento la oposición no cuenta con los votos necesarios. Por lo tanto, la llave para destituir al presidente se encuentra en los diputados de la facción Honor Colorado, del Partido Colorado, que responde a las directivas del expresidente Horacio Cartés.
Sin embargo, el presidente Mario Abdo Benítez cuenta con fuerte respaldo internacional. Del presidente brasileño Jair Bolsonaro y del Departamento de Estado de los Estados Unidos. Precisamente, Joseph Salazar, encargado de Negocios de los Estados Unidos en Asunción se pronunció señalando que el estado de derecho es fundamental para la gobernanza del país y el ejercicio de los derechos y garantías de todos los ciudadanos en democracia.
Cartés, además de político, es el mayor empresario tabacalero del Paraguay y sus intereses económicos dependen de la buena voluntad de Brasil y los Estados Unidos por lo cual difícilmente sea el verdugo de Mario Abdo Benítez.
Además, muchos miembros de la clase política paraguaya se estarán preguntando si con la pandemia asolado a su país es el momento apropiado de cambiar de caballo a mitad del río.