Por el Dr. Adalberto C. Agozino
Buenos Aires, 20 de enero de 2021
Con la asunción por parte de Joe Biden de la presidencia de los Estados Unidos ha comenzado en el mundo una nueva etapa.
El gobierno del presidente Alberto Fernández está tratando de convencer a los argentinos de que el cambio de gobierno en los Estados Unidos resultará favorable para el que el país reciba nuevas inversiones americanas y el apoyo de Washington para obtener financiamiento por parte de los organismos financieros internacionales como el FMI y el BID.
Así lo declaró el propio presidente Fernández el 16 de noviembre pasado, al decir: “Tengo optimismo de que con Biden podemos estar más tranquilos, confiados y tal vez podamos avanzar un poco más y lograr mejores resultados.”
Sin embargo, el análisis de los antecedentes y declaraciones del nuevo presidente presentan un panorama muy distinto.
Joe Biden presenta un largo historial de actitudes anti argentinas.
En 1982, por ejemplo, durante el Conflicto de las Islas Malvinas, el entonces senador Biden recomendó al presidente Ronald Reagan que abandonara la neutralidad y enviara tropas para combatir en favor de su tradicional aliado: el Reino Unido.
Por otra parte, recordemos que Biden fue el vicepresidente de Barack Obama. Precisamente durante su gobierno las relaciones bilaterales con los Estados Unidos tocaron el punto más bajo.
Obama evitó visitar Argentina durante su única gira por América Latina, en marzo de 2011, y se reunió una sola vez, en Colombia en 2012, con la presidenta Cristina Fernández de Kirchner pese a que compartió con ella cinco encuentros internacionales.
El 15 de febrero de 2011, el gobierno kirchnerista que sabía que había sido marginado del periplo que el mandatario estadounidense realizaría por la región, incautó un avión de la fuerza aérea americana que traía material y armamento para instruir al personal de la Policía Federal Argentina en tácticas antiterroristas en cumplimiento de un acuerdo bilateral entre ambos Estados.
Las fotografías del ministro de Relaciones Exteriores, Héctor Timerman abriendo con un alicate una valija con claves y material clasificado del gobierno americano recorrieron todo el mundo.
Joe Biden es posiblemente el político estadounidense que mejor conoce a América Latina, ha recorrido dieciséis veces los países de la región, pero nunca visitó a la Argentina.
Pero, retornemos por un momento a Barack Obama. Durante el gobierno de Mauricio Macri el presidente Barack Obama visitó a la Argentina en tres ocasiones. La primera visita fue el 24 de marzo de 2016 y retornó a Buenos Aires en septiembre para la Cumbre del G-20. Después de dejar la Casa Blanca, el expresidente demócrata visitó nuevamente el país en 2018, está vez en viaje privado.
Por otra parte, el entonces vicepresidente Joe Biden se reunió con el presidente Macri en la Cumbre de Davos, el 21 de enero de 2016, y su esposa Jill Biden visitó a la Argentina en junio de 2016 reuniéndose con la entonces primera dama Juliana Awada en la Quinta de Olivos.
Todos hace pensar que el expresidente Barack Obama tendrá muchos peso en la Administración Biden así lo hace pensar las primeras designaciones de ex funcionarios de su gobierno que ha hecho el nuevo presidente.
Estas son malas noticias para el kirchnerismo. Muchos más son los temas que separan de los que unen a ambos gobiernos. Mencionaremos tan solo cinco de las cuestiones más importantes en donde chocan los intereses de Washington y Buenos Aires: Venezuela, Rusia, China, Irán y la corrupción.
Los vínculos del kirchnerismo con Venezuela, Rusia, China, Irán y los procesos judiciales que enfrentan Cristina Fernández de Kirchner y sus exfuncionarios por delitos de corrupción en los tribunales federales son bien conocidos por lo cual resulta más interesante conocer que opina el presidente Joe Biden sobre estos temas.
En octubre de 2020, el entonces candidato demócrata a la presidencia publicó en la revista Americas Quarterly un artículo titulado: “El hemisferio occidental necesita el liderazgo de los Estados Unidos”, del cual hemos tomado los párrafos más significativos sobre estas cuestiones.
China y Rusia
“China es ahora el socio comercial más grande o segundo más grande de prácticamente todos los países en el Cono Sur, y los chinos han logrado convencer a la República Dominicana, El Salvador y Panamá que no reconozcan diplomáticamente a Taiwán. Rusia también está expandiendo su alcance en Latinoamérica y el Caribe. Nuestros rivales geopolíticos están llenando con entusiasmo el vacío de liderazgo mientras que los Estados Unidos se echa para atrás.
Es vital que mantengamos nuestro papel como líder en la región – no porque tememos competencia, sino porque el liderazgo de EE.UU. es indispensable para superar los persistentes desafíos impidiendo el máximo potencial de nuestra región. China y Rusia buscan beneficios económicos y diplomáticos, pero no invierten en instituciones democráticas o buena gobernanza. Nosotros sí, porque el éxito de nuestros vecinos nos beneficia y sus pugnas nos impactan.”
Recordemos que, el régimen chino aparece para el Gobierno de Alberto Fernández como un aliado estratégico a nivel geopolítico mundial. Además de los tratados bilaterales, Argentina recibió en los últimos años varios riesgosos créditos blandos -aquellos que suelen emplearse para controlar las economías de los países pobres- para ayuda financiera y acuerdos comerciales con los chinos. El jefe de Estado Xi Jinping otorga gran importancia a los recursos naturales de América Latina y Argentina no escapa a esa lógica. Es por eso que facilita exportaciones hacia sus gigantescos mercados (cerdos, limones y soja, entre otros). A cambio, consiguió el compromiso oficial para construir dos centrales nucleares en la provincia de Buenos Aires, que ya estaban aprobadas durante la administración de Mauricio Macri, además de otras concesiones.
Actualmente, Argentina y China analizan nuevos acuerdos en el ámbito de la defensa. Estos incluyen la colaboración en materia de ciberdefensa y el interés de Argentina para comprar de aviones de combate JF-17, que son desarrollados por Chengdu Aircraft Industry Corporation y por Pakistan Aeronautical Complex desde 2007. Estos aparatos se destinarían a la Fuerza Aérea Argentina para remplazar a los antiguos caza Mirage III/Mirage V.
Argentina también esta interesada en adquirir doscientos vehículos blindados de transporte de personal (VCTP) a rueda 8×8 del modelo ZBL09, fabricados por la empresa Norinco (North Industries Corporation) del país asiático para la infantería del Ejército Argentino.
China y Argentina también evalúan compartir experiencias en misiones de paz, el intercambio de oficiales de las fuerzas armadas de ambos países para cursar estudios en sus institutos militares, el desarrollo de la infraestructura del muelle y de los servicios logísticos para la base naval de Ushuaia y la ampliación del Polo Químico Río Tercero de Fabricaciones Militares.
Difícilmente la Administración Biden vea con simpatía los acercamientos y acuerdos de todo tipo entre China y el gobierno de Alberto Fernández.
Corrupción
“El problema de la corrupción es un cáncer que erosiona la capacidad de las naciones para gobernar, disuade inversiones extranjeras cruciales y puede metastatizarse en una crisis de legitimidad en las democracias frágiles. Desde los Papeles de Panamá al escándalo de la Operación “Lava Jato” en Brasil, hasta el rampante nepotismo en Venezuela y Nicaragua, tenemos amplia evidencia de cómo la corrupción socava el progreso en la región. Los latinoamericanos están hartos de tanta corrupción sistémica.”
Venezuela
“En vez de respetar la voluntad de sus pueblos, los gobiernos de Nicolás Maduro en Venezuela y de Daniel Ortega en Nicaragua han confrontado a manifestantes pacíficos con fuerza, hasta con matones armados. Han encarcelado a sus adversarios políticos y han limitado las libertades de expresión y asociación necesarias para el diálogo político. En Venezuela, funcionarios del gobierno han malversado miles de millones de dólares del Estado, siempre mientras el pueblo venezolano lucha por encontrar alimentos y medicinas. Es una afrenta en contra de los valores democráticos.” […]
“Los gobiernos tienen la responsabilidad fundamental de respetar los derechos universales de sus ciudadanos. Nuestra región acoge ese precepto en la Carta Democrática Interamericana, lo que significa que todos los países de este hemisferio, incluidos los Estados Unidos y nuestros amigos y adversarios, tienen el deber de apoyar a los pueblos de las Américas. Todos nuestros ciudadanos quieren las mismas cosas básicas: un trabajo que pague un salario justo y ponga comida en la mesa, educación para nuestros hijos, seguridad para nuestras familias, respeto por los derechos humanos y las libertades fundamentales, un sentido de oportunidad y la esperanza en un mañana mejor. La región solía mirar hacia los Estados Unidos para avanzar en estos temas. Pero si empañamos nuestro ejemplo, debemos esperar que busquen otras opciones.”
En sintonía con estas declaraciones del entonces candidato Biden, el nuevo secretario de Estado, Antony Blinken, en su comparecencia ante la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado americano declaró: “Coincido con los pasos que hemos tomado hacia Venezuela en los años recientes, incluyendo el reconocimiento al señor Guaidó, el reconocimiento a la Asamblea Nacional como la única institución democráticamente elegida en Venezuela, buscando aumentar la presión sobre el régimen dirigido por el brutal dictador Maduro, así como trabajar con algunos aliados”. Y luego agregó el nominado secretario de Estado: “necesitamos una política efectiva que pueda restaurar la democracia en Venezuela, empezando por elecciones libres y justas”.
Antes de la comparecencia de Blinken en el Senado, el equipo de Biden ya había hecho un guiño a Guaidó al invitar a la toma de posesión en el Capitolio a Carlos Vecchio, el embajador en Washington del autoproclamado “presidente encargado”.
Por el contrario, el 6 de enero de 2020, antes de cumplir un mes en el cargo, el presidente Alberto Fernández ordenó retirar las credenciales a Elisa Trotta, la delegada de Guaidó a quien el expresidente Mauricio Macri había reconocido un año antes como representante diplomática legal de Venezuela en Argentina. Con esa esa decisión, Alberto Fernández reconoció al dictador Nicolás Maduro como único presidente legítimo de Venezuela y le devolvió la legación diplomática en Buenos Aires.
Además, Fernández se alejó del Grupo de Lima, una reunión de países que apoyan a la democracia en Venezuela y reconocen a Juan Guaido como “presidente encargado” del país caribeño. Al mismo tiempo, Fernández es activo participante del Grupo de Puebla que apoya al gobierno de Maduro.
Irán
Tanto Joe Biden como su vicepresidenta Kamala Harris, cuyo esposo es un prestigioso abogado judío practicante, han sido durante años defensores de los intereses israelíes en el Senado estadounidense. Por lo cual difícilmente vean con simpatía las maniobras de ocultamiento del Caso Amia, el memorándum de entendimiento con Irán y la sospechosa muerte del fiscal Alberto Nisman, hechos ocurridos durante la última presidencia de Cristina Kirchner.
Cabe entonces preguntarse ¿Sobre la base de que intereses comunes piensan el presidente Alberto Fernández y el canciller Felipe Sola mejorar las relaciones bilaterales con los Estados Unidos en la era Biden?
¿Acaso confían en que el Papa Francisco interceda ante el presidente Biden, segundo presidente estadounidense de religión católica, para ayudar a la Argentina?
Pareciera que el kirchnerismo ha comenzado a creerse su propio relato.