El arribo a Rabat, el pasado martes 22 de diciembre de una delegación estadounidense israelí es la culminación de dos años de discretas negociaciones diplomáticas llevadas a cabo por el rey Mohammed VI para lograr el reconocimiento de la soberanía marroquí sobre el Sáhara por parte de los Estados Unidos.
Dicho reconocimiento se hizo oficial el 4 de diciembre cuando el presidente Donald Trump firmó una “proclamación presidencial” aceptando dicha soberanía acompañada de una modificación de los mapas empleados por los distintos departamentos de los Estados Unidos.
Este hecho marca una nueva etapa en las relaciones entre ambas naciones. Marruecos no solo fue el primer país del mundo en reconocer la independencia americana en 1777, sino que es aliado extra-OTAN de los Estados Unidos y el único país africano que tiene un acuerdo de libre comercio con Washington.
Entre otros ámbitos, Rabat y Washington mantiene una estrecha cooperación en el campo de la seguridad militar y realizan maniobras militares conjuntas. Recientemente ambos países han suscripto un memorando de entendimiento sobre la implementación de una hoja de ruta que permitirá al reino magrebí fortalecer una industria militar nacional.
Para los Estados Unidos, Marruecos constituye un aliado clave para preservar la seguridad y estabilidad en el Norte de África y en el flanco Sur del Mediterráneo.
También es un importante actor para el logro de la paz en Medio Oriente. Rabat mantiene con respecto a esa región una clara posición diplomática basada en tres principios fundamentales: una solución basada en dos Estados que convivan en paz y seguridad, la negociación entre las partes interesadas como camino a dicha solución y la preservación del carácter árabe islámico de la ciudad santa de Al Quds – Jerusalén.
Recordemos que el Reino de Marruecos es el único país árabe que reconoce su herencia hebrea en el texto de su Constitución. El Preámbulo de la Ley Fundamental marroquí reconoce que la identidad nacional forma una “unidad, forjada por la convergencia de sus componentes árabe – islámico, amazigh y saharo-hassani, se nutrió y enriqueció con sus componentes africanos, hebreos y mediterráneos.”
Es en este contexto que el rey Mohammed VI abrió el martes por la tarde las puertas de su palacio real en Rabat para ofrecer una recepción oficial a una delegación conjunta estadounidense – israelí, arribada en el primer vuelo directo de una avión de la empresa aérea israelí El Al, encabezada por Jared Kushner, yerno y asesor del presidente Donald Trump y el Asesor de Seguridad Nacional del Estado de Israel, Meir Ben Shabbat y un conjunto de empresarios y funcionarios de ambos países.
En el marco de la visita de la delegación estadounidense – israelí se suscribieron seis acuerdos y una Declaración Conjunta Marruecos, Estados Unidos e Israel.
En función de estos acuerdos Marruecos recibirá tres mil millones de dólares para proyectos de inversión privada en el país y en otros estados africanos.
El resto de los documentos suscriptos contemplan medidas que conciernen a la autorización de las compañías aéreas israelíes para transportar a los miembros de la comunidad judía marroquí y a los turistas israelíes a Marruecos, la plena reanudación de los contactos y las relaciones diplomáticas y oficiales con Israel, la promoción de cooperación económica bilateral, gestión del agua, asistencia aduanera y la actuación con vistas a reabrir las oficinas de enlace en Rabat y Tel Aviv dentro de dos semanas.
Cabe mencionar que la comunidad judía en Marruecos comprende a cuatro mil personas y, en 2019, unos 70.000 israelíes visitaron el reino alauí, con estos acuerdos la cifra de turistas de ese origen podría duplicarse debido a que un millón de los nueve millones de ciudadanos israelíes tienen origen marroquí y mantienen la cultura y las costumbres del país de sus antepasados. Incluso conservan un especial reconocimiento y afecto hacia la monarquía alauí y, en especial, hacia el rey Mohammed VI.
Aunque las relaciones oficiales entre los dos países estuvieron congeladas desde 2002, algunas empresas israelíes siguieron invirtiendo en Marruecos, y el valor del comercio entre los dos países ascendió a 149 millones entre 2014 y 2017, según la Oficina Israelí Central de Estadísticas.
El mejor ejemplo de una inversión israelí exitosa es la compañía de riego por goteo “Netafim”, que se ha implantado desde 2017 en Marruecos y ha invertido 2,9 millones de dólares en el país magrebí, donde opera en la mayoría de sus regiones agrícolas.
No obstante, la evolución de las relaciones diplomáticas y de cooperación entre Marruecos e Israel, no está sujeto a un cronograma específico sino que será fruto del natural desenvolvimiento de la dinámica política y económica de ambos Estados y a la situación internacional en general.
La concreción de estos convenios con la decisiva intervención del rey Mohammed VI posicionan a Marruecos como un actor central de la política regional.