Desde la posición de ciudadano de infantería, cuántas interrogantes nos están surgiendo, y a los que vivimos en Madrid, infinitas. Como Neruda, podemos dejarlo para publicarlo como obra póstuma y disponer de nuestro particular Libro de las preguntas español, aquí como mucho cartapacio. Preguntas sin respuestas como las llamadas a la unión, a compartir proyectos, a la corresponsabilidad.
Es esperar que el desierto se llene de fresca hierba por la humedad del subsuelo, ¡no es posible!
¿Qué nos queda entonces? El lenguaje está jugando una mala pasada, como decía el filósofo. Las palabras se han convertido en una escalera por la que podemos subir, pero llegados al descansillo desaparece y no podemos ni subir, ni bajar. Normalidades (viejas y nuevas), resiliencias, espacios de colaboración reforzada, gobernanza compartida, la jerga ininteligible de la presidenta de la Comunidad de Madrid. Batallas larvadas entre “poderes públicos” broncas, ahora políticas, luego jurídicas, terminan por emborronar, aún más, el cuadro de nuestra convivencia.
España sin grandilocuencias, sin artificiosos anuncios, ni gaiteros en formación, está ante una encrucijada determinante para su futuro. Encrucijada que no tiene que ver con ideas políticas, himnos o banderas, es hacia donde caminan millones de ciudadanos que viven en España y, a pesar de sus imperfecciones, quieren seguir haciéndolo. Los españoles no están dispuestos, aunque no se les haya preguntado, a retroceder varias generaciones en sus condiciones de vida.
Nadie debe engañarse, los españoles de la próxima década van a vivir peor que sus padres e incluso que sus abuelos. El esfuerzo por mantenerse en el puesto de trabajo de manera estable y que este sea de calidad, va a ser muy difícil. El entorno, el territorio, el espacio donde van a vivir va a ser mucho más inhóspito salvo que, de forma acelerada y decidida, se produzca una pulsión colectiva muy intensa que revierta la situación. Convencernos que la cuestión ecológica o se aborda, o lo del Covid-19 va a ser una broma.
Una reflexión: El deterioro del Planeta, a pesar de Cumbres Mundiales, firmar Protocolos, Tratados y Acuerdos sigue creciendo. Solo se solucionaría caminando con determinación (todos) en la misma dirección, o caeremos (todos) por el mismo barranco. No hay opciones políticas alternativas.
El proceso de evolución tecnológico es imparable ¿Cierto? Lo ha sido en otras épocas de la historia de la Humanidad, con menor intensidad y capacidad transformadora, eso sí. Podemos decir si nos gusta más o menos pero que es irreversible, es hecho incontestable. Por ello, cuanto más se tarde en colocar a toda la sociedad en esa línea del tiempo, en todos los órdenes, más lento será volver a tener un óptimo umbral del bienestar. Si perdemos este tren en la competencia permanente con los otros Estados europeos pasaremos de nuevo a ser actores irrelevantes en Europa.
Paralelamente debilitaremos a la Unión por mantener cierta centralidad en los grandes enfrentamientos de bloques regionales económicos que se están conformando. Chinos, norteamericanos y rusos solo nos considerarán en función de nuestra fortaleza y capacidad para ofrecer un modelo referencial en un Planeta que tendrá que buscar una salida común en una pacífica competencia, pero donde ser fuertes es lo esencial.
No estamos ante proceso de modernización optativo ¿Lo entendemos? Es una obligada adaptación a un nuevo tiempo, de tránsito incuestionable, que además coincide con la tragedia del virus, el peor periodo desde la recuperación de la democracia, por su generación de incertidumbres sobre las incertidumbres, por evidenciar la vulnerabilidad de nuestro sistema de bienestar e incluso por abrir una brecha mayor en la crisis del sistema de representación política democrática y de organización de lo público.
Entonces llegamos a la pregunta: ¿Hay mayor debate político que el que se suscita en el llamado proceso de Recuperación? Para políticos intestinos son cuestiones aburridas y, más difícil, para que se puedan enganchar los tifosis de la política. Hay que ver cómo se revierte el paro producido y que se producirá, cómo se logran esos miles de millares de puestos de trabajo que se pretenden. ¡No esperar a que no se cumplan! Cómo salvar la incertidumbre para que determinados negocios sean viables tras la pandemia con políticas de estímulo, orientación y apoyo.
Las líneas del Plan Español fueron presentadas por el Presidente del Gobierno. Es ocioso discutir si la escenografía era adecuada o no, lo importante es que a partir de aquí se abre una senda…, más precisos, una pared que escalar con cuerda y piolet, que debería concitar a todos a recorrer el camino. El trabajo realizado es el 1 % de lo que queda por delante, está la concreción y ejecución.
Los proyectos ambiciosos, este es muy ambicioso, necesitan trabajo, esfuerzo y sobre todo un capital humano cualificado, motivado y sabedor de que queda un tiempo de sacrifico, donde el éxito sólo está en llegar todos a la cima. Allí arriba quedamos para hacernos la foto.
Los equipos no se improvisan, nuestra Sector Público ha sufrido un serio desgaste de materiales en los últimos años y solo reforzándole con la capacidad que los profesionales de nuestro país tienen; optimizando los centros de investigación (imprescindibles para trazar con solidez los proyectos) y no buscando atajos con retribuciones precarias o recurrir al compadreo en la selección de gestores cuando la consigna debe ser exigir una alta capacidad de gestión. Estos equipos deberían estar ya funcionando.
En definitiva, es increíble que no haya conciencia de que ESPAÑA necesita en estos momentos sumar talentos, no sobra nadie, salvo aquellos que están en una enloquecida carrera hacia la nada.
Es el minuto del rigor en la evaluación de cada política pública que se active, evitando que se solapen, y consiguiendo la eficiencia de cada euro que se gaste. Los fondos que van a venir son el fruto del compromiso solidario entre europeos, no del euro millón, hay que hacer uso de ellos como si fueran destinados a la herencia de nuestros hijos, lo que en buena medida es.
Hace falta mucha inteligencia en distintos niveles, mucho entendimiento. Constituir un punto de encuentro entre los diferentes operadores tanto empresariales, sindicales, regionales, locales y sin duda de las fuerzas políticas que representan a los ciudadanos en las instituciones. Entendimiento sobre el Objetivo País que tiene que imbuir, sin perder su función por supuesto, a los otros poderes tanto al judicial como al “cuarto”, no puede permanecer observando la batalla desde la atalaya.
Hay mucho de lo que nos ha rodeado que no volverá a ser igual, ha cambiado. Mucho que tenemos oportunidad de cambiar en la mejor dirección. Sin triunfalismo, ni voluntarismo solo por un ejercicio de responsabilidad cívica.
Yo me pregunto ¿Qué hacemos perdiendo el tiempo? ¿Hay alguien que quiere que lo perdamos?
Por Álvaro Frutos Rosado