El presidente argelino Abdel-Majeed Taboun no sólo debe enfrentar los problemas de la pandemia del Covid 19, la brusca caída de los precios del petróleo y gas que destruye su economía y los reclamos de mayor democracia y menor corrupción de los manifestantes callejeros del Hirak.
Taboun también debe hacerse cargo de las consecuencias de su tolerancia y participación en las continuas violaciones a los derechos humanos que llevan a cabo los separatistas del Frente Polisario sobre la población marroquí ilegalmente detenida en los campamentos de Tindouf, en el sur de Argelia.
En esta ocasión, el presidente argelino debe dar respuesta a la carta enviada por una residente de Tindouf llamada Beira Nafii Belkacem, en reclamo por la falta de esclarecimiento de la “desaparición forzada” de su esposo Khalil Ahmed Breih ocurrida en las mismas calles de la capital argelina.
El caso de Khalil Ahmed es bien conocido. El 6 de enero de 2009, Khalil Ahmed Breih, un veterano dirigente del Frente Polisario fue secuestrado en las calles de Argel. Como si se tratara de una película de espionaje, Khalil fue subido a un coche oficial sin identificación por cuatro personas, mientras un grupo de apoyo observaba la situación desde un segundo vehículo.
Una operación de secuestro de estas características, sin orden judicial, no podría haberse llevado a cabo en el centro de la capital argelina sin la autorización e incluso participación del todopoderoso Departamento du Renseignement et de la Securite (DRS) argelino.
Khalil Ahmed Breih tenía un largo historial de militancia en el movimiento separatista del Frente Polisario y, desde 2006, ejercía como un supuesto “presidente del Comité de Derechos Humanos” en el Sáhara.
Ahmed Breih, no era ni un idealista ni un improvisado en las intrigas internas del Frente Polisario pero eso no justifica su desaparición forzada o los sufrimientos de su familia que desconoce su suerte desde hace once años.
Había nacido en Marruecos, en 1953, en una familia de la tribu Rguibat Soua?d. A los 25 años, en 1978, se incorporó a las filas del Frente Polisario donde se lo conocía como “Carlos”, comparándolo con el terrorista venezolano Carlos Ilich Ramírez, o “caja negra” por la cantidad de secretos que conocía. Ahmed Breih se desempeñó durante décadas cono responsable de la Seguridad Militar y Civil de los campamentos argelinos que administra el Frente Polisario en Tinduf. Por lo tanto, trabajó en estrecha colaboración con la inteligencia argelina y estaba al tanto de todas las operaciones terroristas organizadas por esos años.
Khalil contrajo matrimonio y formó una familia con sus siete hijos. Luego se convirtió en Primer Secretario del entonces presidente de esa parodia de Estado que los separatistas denominan “República Árabe Saharaui Democrática”, Mohammed Abdelaziz.
Pero, en 1991 cayó en desgracia. Algo sucedió entre él y otros máximos dirigentes separatistas. Se involucró en las luchas internas por el poder, vio algo que no estuvo dispuesto a tolerar o simplemente la práctica de estalinista de purgar periódicamente a todo posible rival. No se sabe bien el motivo pero Khalil Ahmed Breih perdió su cargo y pasó seis meses encarcelado en los campamentos.
Luego fue liberado, no le imputaron cargos y se le permitió retirarse a su jaima a escribir. Durante años trabajo como “periodista” en la prensa organizada por el Frente Polisario. Ahmed Breih era un hombre preparado, había cursado estudios universitarios y hablaba varios idiomas. Se convirtió en un disidente interno que sin embargo no rompió totalmente con las autoridades del Frente Polisario.
En 2006, fue parcialmente rehabilitado y se convirtió en responsable de los derechos humanos ante el Polit Buró del Frente Polisario, posición que detentaba cuando fue secuestrado.
La familia ignora que ocurrió con él y cuál fue el motivo de su detención. Al momento de su detención, en enero de 2009, se suponía que debía dictar unas conferencias en universidades de Argel y estaba trabajando en un libro. Posiblemente un libro de memorias o una investigación sobre violaciones de derechos humanos en los campamentos de Tinduf durante los años en que estuvo a cargo de la contrainteligencia del Polisario.
Khalil Ahmed Breih tenía mucha información sobre los atentados terroristas, los ataques contra barcos pesqueros e instalaciones y otras atrocidades cometidas por el Polisario en Marruecos y Mauritania. Sobre todo conocía la suerte que sufrieron muchos soldados marroquíes secuestrados y torturados por las milicias del Polisario durante las décadas de 1970 y 1980.
Después de muchas gestiones, su hijo mayor Rachid Khalil pudo verlo en una ocasión en la prisión militar argelina de Blida, pero después y hasta el día de hoy la familia perdió todo rastro de él y desconoce cuál fue su delito y cuál fue su suerte.
En 2014, Humana Rights Watch se ocupó del caso de Khalil Ahmed Breih en su informe titulado: “Off the radar: Human Rights in the Tindouf Refugee Camps”, sin lograr mayores resultados.
El pasado 25 de enero de 2019, al cumplirse de diez años de su desaparición forzada la tribu Rguibat Soua?d organizó, en el campamento argelino de Laayoune, una reunión informativa sobre el caso de Ahmed Breih.
Hace unos meses también reclamó conocer el destino de Khalil Ahmed, su primo y miembro de su tribu, del dirigente disidente El Fadel Breica, un miembro del Movimiento Saharaui para el Cambio.
Ahora, es su esposa, Beira Nafii, quien pese a encontrarse viviendo en Tindouf expuesta a todo tipo de represalias se dirige al presidente argelino pidiéndole que “intervenga para poner fin a la tristeza y sufrimiento” de su familia.
En su carta la esposa del desaparecido dirigente polisario dice: “Ninguna persona de las autoridades de la República Saharaui nos ha proporcionado información sobre la situación del señor Khalil Ahmed, o sobre las razones y condiciones de su detención. Además, en estos los últimos años hemos estado profundamente preocupados y tenemos dudas y temores por su integridad física.”
“También quiero informarle, señor Presidente, que le hemos pedido a las autoridades de la República Saharaui y a los funcionarios de la Oficina de Enlace Militar de Argelia en Tindouf, en más de una ocasión, brindarnos las aclaraciones necesarias sobre el arresto y que si se habían respetado todos sus derechos en un juicio justo, en el caso de que haya cargos en su contra. Sin embargo, no hemos recibido ninguna respuesta a nuestras preguntas y demandas legítimas durante todos estos años.”
Reclamos de este tipo, en los cuales los familiares de las víctimas reclaman conocer la suerte sufrida por sus seres queridos después de haber desaparecido en las mazmorras del Frente Polisario, son cada vez más frecuentes en la medida que la población de los campamentos se sobrepone al temor y a la opresión de los separatistas y de las autoridades argelinas.
Hasta el momento, ni el presidente Abdel-Majeed Taboun ni ningún miembro del gobierno argelino han respondido la carta enviada por Beira Naffi Belkacem. Esta indiferencia frente a las violaciones a los derechos humanos cometidas por el Frente Polisario es la actitud habitual de Argelia.
Recordemos, al respecto de esta petición que Naciones Unidas ha establecido claramente, desde 2001, que “un Estado es responsable por la falta de debida diligencia sino ha tomado medidas para prevenir o castigar las violaciones al derecho internacional de los derechos humanos cometidos por particulares o grupos cuya conducta reconoce y asume como propia.” Y que, además, la desaparición de forzada de personas constituye un delito de lesa humanidad y por lo tanto imprescriptible que es competencia específica de la Corte Penal Internacional.
Lamentablemente, el régimen de Argelia tiene también un largo historial de violaciones a los derechos humanos, desde torturas hasta desapariciones forzadas de opositores. De manera que no puede esperarse que atiendan este reclamo humanitario o de que hagan justicia en el caso de Kalil Ahmed.