Pese a los esfuerzos de la diplomacia argelina, el Frente Polisario pierde rápidamente apoyos internacionales.
Con un goteo permanente, los pocos países que reconocían a la inexistente República Árabe Saharaui Democrática (RASD) han retirado ese reconocimiento: Paraguay (2014); Zambia (2016); Malawi (2017) y El Salvador (2019) son los estados que recientemente han seguido ese camino. De los 193 países que integran la Organización de Naciones Unidas tan sólo 26 reconocen a esa ficción de RASD, que ni territorio tiene, como Estado.
Para complicar aún más los argumentos de solidaridad africana que intentan mostrar los dirigentes del Frente Polisario en los foros internacionales, en el último año, siete naciones africanas han abierto oficinas consulares en las Provincias del Sur de Marruecos: Burundi, Comoras, Costa de Marfil, Gabón, Liberia, la República Centroafricana y Sâo Tomé y Príncipe.
Estas dependencias consulares en las provincias saharianas de Marruecos son un claro gesto de apoyo a los derechos soberanos marroquíes sobre su territorio sahariano.
Ahora, un nuevo revés diplomático revela hasta que punto se van quedando solos los dirigentes del Polisario.
El Tribunal Supremo del Reino de España ha prohibido al Frente Polisario el uso de su banderín en el espacio público español. De esta forma, el Polisario no podrá seguir intentando engañar a los españoles de que la inexistente RASD tiene oficinas oficiales en España.
Hasta ahora, España, por su pasado colonial en el Sáhara, era uno de los países donde el Polisario realizaba sus actividades proselitistas con mayor comodidad y contaba con un poderoso lobby que apoyaba sus demenciales aspiraciones separatistas. Esto parece estar cambiando actualmente.
A este duro revés jurídico de los separatistas, se suma la “bofetada diplomática” que, el pasado 25 de mayo le propinó la ministra de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación de España, Arancha González Laya al publicar una felicitación por el “Día de África” con las banderas de todos los Estados miembros de la Unión Africana omitiendo de exprofeso el emblema de la RASD.
Para indicar que no se había tratado de un error involuntario y de que España tenía una nueva posición en el Diferendo de Sáhara, la ministra González Laya, no incluyó al representante del Frente Polisario en España, Abdulah Arabi, en la vídeo conferencia que mantuvo con los embajadores africanos para conmemorar un nuevo aniversario del Día de África.
Además, este año la pandemia del Covid 19 ha impedido al polisario implementar su show propagandístico de las “Vacaciones en Paz” y otros eventos proselitistas en los campamentos de Tinduf.
El retroceso diplomático del Frente Polisario responde básicamente a varias circunstancias.
La primera es el marcado debilitamiento de la posición internacional de Argelia debido a las convulsiones internas que provocaron el golpe de estado militar que terminó con los veinte años de la dictadura de Abdelaziz Bouteflika, las elecciones amañadas que pusieron en la presidencia a Abdelmadjid Tebboune, un mero representante del establishment militar y las constantes movilizaciones callejeras convocadas por el movimiento Hirak en demanda de mayores libertades y democracia en el país.
A estas convulsiones políticas, se suman en Argelia los problemas económicos generados por el descenso en los precios internacionales del petróleo y gas y la reducción de la demanda internacional de hidrocarburos. Recordemos que el 95% de las exportaciones argelinas son de este origen.
A ello se suma la aparición de sólido movimiento de disidencia dentro de los campamentos administrados por el Frente Polisario en Argelia. En especial, el Movimiento Saharaui por la Paz que reclama por el respeto de los derechos humanos en Tinduf y disputa al Polisario la representación de la diáspora saharaui.
Por último, debemos destacar la activa diplomacia que desde hace años despliega el Rey de Marruecos, Mohammed VI, que llevó de regreso a la Unión Africana y, al mismo tiempo, se convirtió en una voz de referencia en temas como la protección del medio ambiente, la defensa de los migrantes africanos o la difusión de un Islam tolerante alejado de cualquier extremismo.
En el mundo son muchos los estadistas que comprenden lo que el Reino de Marruecos puede brindar al desarrollo, la estabilidad y la paz en África y por ello no dudan en apoyar sus justas reclamaciones de soberanía sobre el Sáhara.