Buenos Aires, 1 de diciembre de 2019
UNA CRISIS EN SORDINA
Desde el 22 de febrero de este año, todos los martes y viernes las calles de Argel y otras ciudades argelinas se llenan manifestantes que demandan a gritos “yatnahaw ga” (que se vayan todos). Los martes salen los estudiantes y los viernes se agregan a ellos otros ciudadanos descontentos. Los manifestantes demandan un cambio político y social que saque al país del estancamiento. Los jóvenes no pretenden mucho tan sólo tener un trabajo con el cual prosperar, poder mantener a una familia y mayores oportunidades de participar en la vida pública de su país.
El régimen argelino logró mantenerse en el poder durante décadas con las ganancias resultantes de las exportaciones de hidrocarburos gastando en los últimos años 750.000 millones de dólares para calmar las demandas sociales sin ser capaz de sacar a la economía del país adelante.
Es por lo que los jóvenes demandan una auténtica renovación de los elencos gubernamentales aún en mano de los septuagenarios dirigentes que protagonizaron la guerra de liberación nacional entre 1954 y 1962.
En tanto la gerontocracia se resiste a resignar sus posiciones de privilegio. A regañadientes aceptó “jubilar” al enfermo presidente Abdelaziz Bouteflika (82), el pasado 2 de abril. Después de veinte años en el poder, los últimos seis postrado en una silla de ruedas y casi sin poder hablar.
Los militares, el verdadero poder detrás del clan Bouteflika, se vieron obligados a asumir el protagonismo en las decisiones. El jefe de Estado Mayor y viceministro de Defensa, Ahmed Gaïd Salah (74) se convirtió públicamente en el nuevo hombre fuerte de país consumando lo que en la práctica era un golpe de Estado militar con cobertura civil.
Mientras estos graves hechos institucionales se produjeron frente a las costas europeas, los mismos estadistas y organizaciones de derechos humanos que siempre están dispuestas a censurar las crisis de gobernabilidad en otros países (en especial en América Latina) se hicieron los distraídos guardando un silencio tolerante y cómplice. Es que en Argelia se juegan para la Europa Comunitaria muchos intereses geopolíticos.
Los principales países europeos afectados por la inestabilidad política de Argelia son España, Francia, Italia y en menor medida Alemania.
Argelia es el tercer proveedor de gas de Europa y el octavo mayor productor del mundo. Es el principal socio energético de España, país al que vende el 54% del gas que consume a través del proyecto “Medgaz”, gestionado por las empresas españolas Cepsa y Gas Natural Fenosa y la compañía estatal de hidrocarburos argelina Sonatrach que opera el oleoducto que parte del corazón de Argelia, cruza el Mediterráneo y desemboca en Almería.
Argelia es, además, segundo cliente comercial de España, sólo por detrás de Marruecos, con una balanza favorable al país árabe de 1.900 millones de euros anuales.
En 2017, España fue el quinto proveedor de Argelia y su tercer cliente: las exportaciones ese año superaron los 2.670 millones de euros, mientras que las importaciones alcanzaron los 4.580 millones de euros.
Italia es el principal socio comercial de Argelia, y principal destino de sus exportaciones, con cerca de 6.000 millones de euros, con Francia en tercera posición seguida a gran distancia de Estados Unidos y Turquía.
Argelia mantiene con estos países -y con la Unión Europea en su conjunto- diversos acuerdos en cuestiones de seguridad, lucha contra el terrorismo yihadista, el crimen organizado y la inmigración irregular.
En Francia reside una gran colectividad argelina. Muchos de sus miembros cuentan incluso con doble nacionalidad. En tanto que los argelinos, con el 17,9%, constituyen la segunda nacionalidad de migrantes irregulares que llegan cada año a España.
Argelia, es además, una de las puertas de acceso a las costas del Norte África para los inmigrantes irregulares provenientes del Sahel.
Al mismo tiempo, Argelia mantiene sólidos vínculos históricos y actuales con otro tipo de gobiernos. En especial con Rusia, China, Cuba e Irán, sin dejar de lado a la impredecible Corea del Norte.
Estos vínculos diplomáticos e intereses geopolíticos ha permitido a Argel mantener su grave y prolongada crisis institucional en una suerte de sordina mediática. En esta forma ha podido reprimir las protestas en forma solapada y ajustar los mecanismos de fraude electoral sin recibir demasiados cuestionamientos en la prensa internacional.
EL RÉGIMEN DE FACTO
Cuando la remoción de Bouteflika y el anuncio de elecciones generales para el 4 de julio no fueron suficientes para aplacar las protestas.
Para ganar tiempo y buscar un candidato potable, el general Salah decidió entonces avanzar con la purga de las figuras más impopulares del régimen.
Así terminaron en la cárcel el hermano menor del depuesto presidente, Said Bouteflika (61), el ex ministro de Defensa Khalde Nazer, el antecesor de Bouteflika y fundador del partido oficialista Reagrupamiento Nacional para la Democracia, Liamine Zeroual, los antaño todo poderosos jefes de los servicios de inteligencia generales Athman Tartag, alias “Bachir”, y Mohamed Medienne, alias “Tawfik”, director del DRS, el ex primer ministro Ahmed Ouyahia, el ex gobernador del Banco Central y ministro de Finanzas, Mohamed Loukal y el empresario Ali Haddad, director ejecutivo de la empresa constructora ETRHB, principal concesionaria de obra pública del país, y director de la central patronal argelina.
Pero, estas medidas anticorrupción y supuestamente democratizadoras no fueron suficientes para los descontentos que desconfiaron de un proceso electoral controlado por el presidente interino y presidente del Senado, Abdelkader Bensalah; y el primer ministro, Nouredin Bedaui a quienes consideran parte del entorno del expresidente Bouteflika al igual que el general Salah.
Tampoco los partidos de oposición han demostrado capacidad para atraer a los descontentos. Los jóvenes argelinos descreen de los políticos opositores que han hecho un acompañamiento complaciente al régimen autocrático de Bouteflika como el Frente de Fuerzas Socialistas, que forma parte de la Internacional Socialista, los islamistas moderados del Movimiento de la Sociedad por la Paz, el Movimiento Popular Argelino, El Adala (islamistas reformadores) y el singular Reagrupamiento por la Esperanza de Argelia, fundado por Amar Ghould, reiteradamente ministro de Bouteflika, los troztkistas del Partido de los Trabajadores, dirigido por Louisa Hanoune, los bereberes del Reagrupamiento por la Cultura y la Democracia.
Al aproximarse la fecha del 4 de julio, el gobierno de facto, dirigido en la práctica por el ministro del interior Mohamad Bedaui, alegó que no estaban dadas las condiciones de seguridad y el clima de gobernabilidad adecuado para la realización de los comicios y los suspendió. Después de un largo suspenso, el 15 de septiembre el gobierno anunció que el pueblo votaría el próximo 12 de diciembre para elegir a un nuevo presidente.
Al mismo tiempo, el Frente de Liberación Nacional, el partido hegemónico desde la independencia en 1962, anunció que no presentaría ningún candidato propio para competir en las elecciones presidenciales.
Mientras tanto, el régimen argelino fue desarrollando una discreta política de represión basada en una serie de detenciones selectivas del líderes del movimiento hirak y de periodistas opositores. También organizaron “contramanifestaciones”. Es decir, que en lugar de desplazar fuerzas policiales de represión el gobierno apeló al envió de grupos de choque civiles conformados por personal de seguridad sin uniformes y elementos marginales a sueldo para que se enfrenten violentamente en las calles con los manifestantes.
En esta forma las autoridades argelinas evitan las acusaciones internacionales por violaciones a los derechos humanos y la represión violenta de manifestantes pacíficos. La táctica es conocida, la empleó el gobierno de Frente Sandinista de Liberación Nacional en Nicaragua apelando a las llamadas “Turbas Divinas”, el régimen castrista a través de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) y los paramilitares de los “colectivos chavistas” que el gobierno bolivariano de Nicolás Maduro en Venezuela, envía contra las manifestaciones opositoras.
Estas tácticas dictatoriales han comenzado gradualmente a repercutir en el ánimo de la población, reduciendo el número de los manifestantes en las calles para oponerse al gobierno militar e incluso a la realización de elecciones amañadas.
Según la nueva ley electoral, quienes deseen competir por la presidencia deben tener la nacionalidad argelina por nacimiento, contar con un título universitario o su equivalente y reunir un aval de 50.000 firmas de electores provenientes de al menos 25 de las 48 wilayas (provincias) en que se encuentra dividido administrativamente el país.
LOS CANDIDATOS DEL RÉGIMEN
El 2 de noviembre último, la Autoridad Nacional Independiente de las Elecciones (ANIE), a través de su presidente Mohamed Charfi, anunció en rueda de prensa que había seleccionado cinco candidatos en condiciones de competir por la presidencia, entre los 23 aspirantes que se inscribieron para participar en los comicios.
Los cinco candidatos aprobados son todos políticos profesionales, que ocuparon diversos altos cargos durante los veinte años de gobierno de Abdelaziz Bouteflika o han sido miembros de agrupaciones políticas que lo respaldaron. Se trata de un conjunto ex funcionarios de una franja etaria de entre 56 y 75 años, que aceptaron firmar una “Declaración de Ética” en las prácticas electorales, elaborada por la ANIE. Las restantes dieciocho candidaturas fueron rechazadas por no cumplir con alguno de los requisitos establecidos por el gobierno interino.
Los candidatos autorizados son Alí Benflis, Abdelmaldjid Tebboune, Azzedine Mihoubi, Abdelkader Bengrina y Abdelaziz Belaïd. Veamos el perfil biográfico y político de cada uno de estos postulantes.
Alí Benflis, es el candidato de mayor edad y uno de los últimos exponentes de la generación que llevó a cabo la Independencia de Argelia. Nació en Batna, la quinta ciudad más grande del país, el 8 de septiembre de 1944. En un veterano miembro del oficialista Frente de Liberación Nacional (FLN) del cual fue su Secretario General.
Se graduó de abogado, en 1968, en la Facultad de Derecho y Ciencias Económicas de la Universidad de Argelia y casi inmediatamente ingresó al Poder Judicial argelino. Fue ascendiendo gradualmente en ese ámbito hasta convertirse en ministro de Justicia entre 1988 y 1991.
Benflis es un antiguo activista de los derechos humanos. Fundador de la oficialista Liga de los Derechos Humanos de Argelia, en noviembre de 1987, para oponerse a la Liga Argelina por la Defensa de los Derechos del Hombre más independiente y opositora al FLN.
Se desempeño como Primer Ministro entre 2000 y 2003, bajo la presidencia de Bouteflika. Durante su gestión como Primer Ministro tuvo lugar la “Primavera Negra” que dejó un saldo de 126 manifestantes bereberes muertos por la policía en la región de Cabilia.
Alí Benflis compitió infructuosamente por la presidencia contra el presidente Abdelaziz Bouteflika en 2004 y 2014. Esta casado y tiene cuatro hijos.
Abdelmadjid Tebboune, es el candidato del Ejército por ser de la misma tribu que el Jefe de Estado Mayor, Ahmed Gaïd Salah. Tebboune nació el 17 noviembre de 1945 en Mechria y también pertenece a la generación de la Independencia.
Ha desarrollado una carrera como “apparátchitk” -burócrata profesional- del régimen argelino. Se graduó en la segunda promoción “Larbi Ben M’Hidi” de la Escuela Nacional de Administración, en 1969, en estudios de economía y finanzas. Inmediatamente comenzó su carrera de funcionario público como aprendiz de administrador y luego como director de la wilaya de Saoura. Pasó a ocupar cargos político – administrativos, en 1975, al ascender como secretario general (subprefecto) de la wilaya de Batna.
Ejerció diversos cargos ministeriales entre 1999 y 2017. Finalmente, el 25 de mayo de 2017 fue designado Primer Ministro. Será el funcionario que menos tiempo permanezca en ese cargo. El 15 de agosto de 2017 es forzado a renunciar.
En octubre 2019 cuando ya era candidato presidencial debió enfrentar un escándalo generado por el inicio del juicio a su hijo Khaled -en prisión desde el 20 de junio de 2018- acusado de traficar con 701 kg. de cocaína desde el puerto de Orán. Esto llevó a la renuncia de su jefe de campaña. Poco después, el periódico Ennahar lo acusó de mantener vínculos con el empresario Omar Oliat, preso por evasión de impuestos.
Azzedine Mihoubi, nació el 1 de enero de 1959, en la ciudad de Aïn Khadra. Es el candidato de mayor perfil intelectual donde sobresale como escritor, periodista, poeta y novelista. En 1979, interrumpió los estudios de Licenciatura en Literatura y Artes Visuales. En 1984, se graduó de la Escuela Nacional de Administración en la sección de administración general.
Mihoubi inició su carrera profesional como periodista en 1986. Diez años más tarde, en 1996, se convirtió en jefe de noticias de la televisión argelina. Una posición que ocupará por dos años. En el periodo entre 2006 y 2008, se desempeñó en director general de Radio Argelia. De 2008 a 2010, fue nombrado Secretario de Estado de Comunicación. Entre 2010 y 2013 fue Director de la Biblioteca Nacional de Argelia. Paralelamente, ocupó el cargo de presidente de la Unión de Escritores Argelinos entre 1998 y 2005 y presidente de la Unión General de Hombres de Letras Árabes entre 2003 y 2006.
En 2015, se convirtió en ministro de Cultura de Argelia cargo que ocupó hasta 2019. En julio de 2019 se transformó en Secretario General interino del partido Agrupamiento Nacional por la Democracia y en su candidato presidencial.
Ha publicado numerosos libros y recibido diversas distinciones literarias, tanto argelinas como internacionales. En 2004, la enciclopedia estadounidense “Quién es quién” lo citó entre las 500 personalidades mundiales más relevantes.
Abdelkader Bengrina, es uno de los candidatos más jóvenes y con posiciones más cercanas al islamismo. Nació el 1° de enero de 1962 en Ouargla.
Inició su militancia política en el partido Sociedad del Movimiento por la Paz, de Mahfoud Nahnah. Entre 1994 y 1997 fue miembro del Consejo Nacional de Transición. Ministro de Turismo y Artesanías de 1997 a 1999. Luego fue elegido diputado por la wilaya de Argel entre 2002 y 2007.
En 2014, fundó con otros disidentes de la Sociedad del Movimiento por la Paz, el partido Al Bina al Watani (La Construcción Nacional).
Abdelaziz Belaïd nació el 16 de junio de 1963, en Merouana. Médico y abogado. Fue presidente de los scouts musulmanes argelinos en su adolescencia. Más tarde dirigió la Unión Nacional de Estudiantes de Argelia entre 1986 y 2007.
En 1999, asumió como Secretario General de la Unión Nacional de la Juventud Argelina, una formación juvenil vinculada al FLN de la cual formaba parte desde los 23 años. La carrera de Belaïd se vio impulsada por el apoyo que recibió de Alí Benflis hasta que se distanció de su mentor.
Después de haber sido miembro del Frente de Liberación Nacional y diputado por diez años (1997 a 2007), abandonó el FLN para crear su propio partido el Frente Al Mustaqbal, del cual es Secretario General y con el cual se postuló sin éxito a las elecciones presidenciales de 2014.
Como puede apreciarse, por los antecedentes de los postulantes autorizados a competir en los comicios, no importa mucho quién de estos candidatos oficialistas triunfe en las elecciones presidenciales del próximo jueves 12 de diciembre. Nada cambiará en Argelia. El régimen tutelado por las fuerzas armadas y el entramado de grupos tribales que ostenta el poder seguirá vigente tal cual está, controlando todos los resortes del poder.
Posiblemente, el próximo presidente tampoco introducirá mejoras en la situación general de la población, democratizará las instituciones argelinas o modificará las alianzas internacionales de la república socialista del Magreb. Así planteados los comicios presidenciales argelinos son un cambio para que nada cambie.