Las protestas comenzaron el pasado 11 de octubre, su detonante fue el incremento del precio del viaje en el metro trasandino que paso de 800 a 830 pesos chilenos (un dólar a U$S 1,16) y de diez pesos en los buses, cuando los estudiantes secundarios comenzaron a saltar los molinetes del metro de Santiago (las célebres “evasiones masivas”) para eludir el pago del aumento.
Los incidentes que comenzaron como una chiquilinada estudiantil se transformaron rápidamente en una protesta social violenta el 18 de octubre al sumarse otras demandas. Entre ellas están las “pensiones de hambre” que cobran los jubilados, la privatización del agua, Chile es el único país del mundo donde esto ocurre. Este año el país sufre una megasequía que agrava la situación de los tres millones de personas que no tienen acceso al agua potable. A ello se agregan los bajos salarios (un salario mínimo de U$S 540), las extensas jornadas laborales, la reforma constitucional, la renuncia del presidente Sebastián Piñera y muchos etcétera más.
Es que Chile es el país más desigual en el continente con mayor desigualdad.
Los acontecimientos rápidamente fueron escalando hacia una mayor violencia. El viernes 18 de octubre, los manifestantes comenzaron a incendiar las estaciones del metro, buses y el edificio de la compañía eléctrica ENEL -cuestionada por el alza de las tarifas de electricidad y por una fallida política de actualización de medidores- y una sucursal del Banco de Chile.
LOS COSTOS DE LA VIOLENCIA
Era tan sólo el comienzo. Un mes más tarde las cifras de la violencia son alarmantes, 79 de las 136 estaciones de metros sufrieron considerables daños. Además, fueron atacadas cuatro líneas de buses, supermercados, iglesias católicas (entre ellas la catedral de Valparaíso) y templos evangelistas fueron incendiados, bancos, hoteles, estaciones de venta de combustible (bencineras) y oficinas públicas de todo tipo, entre ellas 131 comisarías, sucumbieron a la furia incendiaria de los manifestantes.
Alrededor del 25% de los supermercados del país han sufrido serios daños y uno de cada cinco han sido saqueados. La cadena estadounidense de supermercados Walmart sufrió cuatrocientos eventos de saqueo en 125 de sus locales 384 centros distribuidos por todo Chile. Algunos locales fueron saqueados hasta dieciséis veces y nueve de ellos fueron incendiados totalmente. En ocasiones los militares debieron permitir el saqueo de los supermercados con el compromiso de los atacantes de no incendiar las instalaciones.
Las víctimas fatales se elevaron a 23, los heridos superan el millar de personas y 17.000 chilenos han sido detenidas por las autoridades, de los cuáles 950 aún están presos.
Según algunas estimaciones realizadas por la Cámara de Comercio de Chile, los daños materiales alcanzan a U$S 3.000 de dólares, se perdieron 150.000 empleos, las ventas minoristas disminuyeron un 10% anual, pero en el rubro “turismo y entretenimiento” se elevaron al 36%. Mientras tanto, el dólar alcanzó un precio récord de $795,4 pesos chilenos, cuando el 18 de octubre cotizaba a $777 pesos chilenos, un valor que no alcanzaba desde 2002. Las acciones de las empresas chilenas perdieron en la bolsa el 12,5% y la recaudación del IVA descendió un 25%.
Las protestas carecen de un líder, de un partido político o movimiento social que las conduzca y normalmente se coordinan a través de las redes sociales. Por lo tanto, el gobierno no tiene con quien negociar para contener la crisis.
En un primer momento, el presidente Piñera se apresuró a declarar el estado de excepción y el toque de queda. Incluso en un infortunado exceso verbal declaró que “Estamos en guerra contra un enemigo poderoso e implacable que no respeta a nada ni a nadie y que está dispuesto a usar la violencia sin ningún límite incluso cuando significa la pérdida de vidas humanas, con el único propósito de producir el mayor daño posible”. Inmediatamente todos comenzaron a preguntarse contra quien estaba en guerra el primer mandatario. ¿Será con el pueblo chileno?
En esta situación los militares chilenos no se sintieron cómodos en el rol de represores que cumplieron sin mucho entusiasmo ni eficacia. Consideraron que la crisis era responsabilidad de los políticos y que eran ellos quienes debían resolverla. Por otra parte, no deseaban ser luego acusados de violaciones a los derechos humanos si se producían incidentes fuera de los protocolos establecidos.
Después de unos días se hizo evidente que nada funcionaba para contener el descontento popular. Cada noche se multiplicaban en las ciudades chilenas los choques entre manifestantes y carabineros, saqueos, incendios intencionales y víctimas fatales o heridos en los ojos como producto de los balines de goma que arrojaban las armas de los grupos antidisturbios.
El gobierno intentó aquietar el ambiente anulando los aumentos en el transporte, retirando el toque de queda y a los militares de la calle, luego anunció una reforma constitucional, pero nada funcionó.
Frente a este panorama de violencia ininterrumpida que lleva 35 días, es hora de preguntarse seriamente que esta ocurriendo en Chile, porque estos sucesos exceden a una protesta social generada por desacertadas medidas gubernamentales para pasar a ser un serio cuestionamiento al sistema sociopolítico vigente en el país.
LOS PROTAGONISTAS
Es claro que en las protestas confluyen tres tipos de participantes con propósitos claramente diferenciados. Por un lado, esta la gran masa de ciudadanos disconformes con el gobierno de Piñera. Es gente que pide cambios, más o menos profundos, busca obtener algunas mejoras o alivio en su situación personal. No pretenden llevar a cabo una revolución sino implementar algunas reformas más o menos profundas. En general, expresan su descontento en forma pacífica, portando pancartas, coreando consignas y golpeando cacerolas. Es el colectivo mayoritario, conformado por personas de un variado rango etario, desde niños hasta ancianos.
El segundo colectivo, es mucho más reducido esta conformado por jóvenes anarquistas y miembros de la minoría mapuche. Son muy jóvenes, por lo general de entre 16 y 30 años, y muy violentos. Son fáciles de identificar porque suelen portar mochilas donde llevan elementos para enfrentar a los carabineros, hondas, piedras, mascarillas, pasamontañas, botellas con diversas sustancias con las cuales lavarse y evitar el efecto de los gases lacrimógenos y aerosoles de pimienta, herramientas para romper veredas y abrir puertas metálicas, punteros laser y también pueden llevar bombas incendiarias de tipo Molotov. Operan en pequeños grupos, evidencian gran coordinación y entrenamiento en su accionar.
Su modus operandi consiste en salir de entre el grupo de manifestantes pacíficos, incendian los locales o rompen las defensas para permitir el saqueo de los comercios y rápidamente se repliegan cuando llegan los carabineros o cuando el daño está lo suficientemente encaminado. Es decir, el incendio se ha expandido o los saqueadores están vaciando el local. Cuando los carabineros se hacen presentes se mezclan con los manifestantes pacíficos que luego terminan recibiendo el grueso de la represión.
En este colectivo es posible detectar la presencia de elementos extranjeros que refuerzas a los grupos anarquistas extranjeros. El 15 de noviembre, por ejemplo, las autoridades chilenas detuvieron a doce activistas anarquistas de nacionalidad argentinas. Los detenidos tenían entre 21 y 46 años, habían llegado en los últimos días a Chile por vía aérea. Aunque no trascendieron los datos de todos ellos. Se supo que uno de los detenidos pertenecía al partido Convergencia Socialista. Otro era Juan Carlos Giménez, miembro de la Sociedad de Resistencia Oficios Varios de Lomas de Zamora, una entidad afiliada a la centenaria central de trabajadores anarquista Federación Obrera Regional Argentina que protagonizara la Semana Trágica de enero de 1919 y las huelgas obreras en la Patagonia en 1923. Su detención en Chile originó inmediatamente una campaña de solidaridad internacional, especialmente en Brasil.
Otra de las anarquistas detenidas es Claudia Florencia Verón, con antecedentes de violencia callejera en nuestro país. Es una activista internacional con viajes registrados a Brasil, Perú y Turquía.
El gobierno chileno también impidió el ingreso al país de periodistas de medios anarquistas argentinos. Se trata de Nazareno Roviello, Andrés Masotto, Leandro Díaz del Campo, todos ellos pertenecientes a medios de prensa anarquistas: las revistas La Retaguardia, Sudestada (la publicación anarquista más importante del país), Radio Presente, el periódico anarquista La Boina y la Agencia de Noticias de Comunicación Alternativa.
En la mayoría de los casos los ataques incendiarios en Chile (en especial los ataques a las Iglesias) son obra del colectivo ecoanarquista denominado “Individualistas Tendiendo a lo Salvaje” (ITS).
Nacido en México, en 2011, la denominación del grupo surge de una disparatada interpretación de la teoría del pensador del siglo XVIII Juan Jacobo Rousseau. El filósofo francés sostenía (sin ningún fundamento) que en su origen el hombre vivía en estado de naturaleza pacífico y armónico hasta que la aparición de la sociedad lo tornaba malo y egoísta. De allí al teoría del “Buen Salvaje”.
Los miembros de ITS también se inspiraron en el escrito “La sociedad industrial y su futuro” las acciones del estadounidense Ted Kaczynski, un ecoterrorista conocido como “Unabomber”, nombre que proviene de la sigla en inglés “University and Airline Bomber”.
Este doctor en matemáticas y antiguo docente de la Universidad de California, Berkeley, entre 1987 y 1995, recluido en una cabaña sin luz y agua corriente en las montañas de Lincoln, estado de Montana, envió 16 paquetes – bomba a universidades y aerolíneas ocasionando la muerte de tres personas heridas de consideración a otras 23 además de los daños materiales. Hasta que en 1995 el FBI logró identificarlo y detenerlo. Desde entonces se encuentra recluido en la prisión de máxima seguridad de ADX Florence, en el Estado de Colorado.
Las ideas de Kaczynski se reúnen en un largo texto conocido “El manifiesto de Unabomber”, aunque su título es “La sociedad industrial y su futuro”, publicado el 19 de septiembre de 1995 por The Washington Post y de The New York Times. Este texto llama a la revolución mundial contra las consecuencias de la sociedad moderna, denominada por Kaczynski “sistema tecno-industrial”. El terrorista argumenta que la “Revolución Industrial y sus consecuencias han supuesto un desastre para la humanidad”, en parte porque el sistema tecnoindustrial “tiene que obligar a la gente a comportarse de un modo que está cada vez más alejado de los patrones naturales de la conducta humana”. Esto provoca trastornos psicológicos ejemplificados por el izquierdismo. Con este término, Unabomber hace referencia a las personas “sobresocializadas” que reprimen sus inclinaciones naturales y se avergüenzan cuando su forma de comportarse o hablar son contrarias a las expectativas de la sociedad. Esto los lleva a revelarse contra la sociedad, paradójicamente. Un izquierdista “toma un principio moral establecido, lo adopta como propio y, entonces, acusa a la sociedad convencional de violar dicho principio”.
La sociedad industrial y su futuro postula que la libertad se ve cada vez más amenazada y limitada por el desarrollo del sociedad tecnoindustrial y por ello defiende la necesidad de una revolución contra ella.
Pese a que los miembros de ITS adhieren al ideario del Unabomber, este no se siente entendido por ellos. En 2012, Ted Kaczynski escribió una carta mordaz contra ITS por lo que considera su ingenua propuesta de acción revolucionaria y un análisis poco riguroso de los movimientos sociales a lo largo de la historia.
El 27 de abril de 2011, el ITS comenzó su actividad terrorista enviando un paquete bomba a la Universidad Politécnica del Valle de México en Tultitlán, Estado de México. La explosión hirió a un empleado.
En agosto de ese año, oro paquete explosivo enviado al Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, Estado de México, hirió en las piernas y dejó sordo al científico Armando Herrera Corral. El ITS se adjudicó el hecho.
El 8 de noviembre fue asesinado a tiros el científico Ernesto Méndez Salinas, investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México, el ITS también asumió la responsabilidad del homicidio.
En agosto de 2014, ITS anunció su unión con varios grupos ecoanarquistas e indigenistas, que rechazaban la colonización europea de América y reivindicaban los derechos de los pueblos originarios. También el grupo comenzó a operar como una franquicia internacional a cuya denominación podían adherir libremente otros grupos de ideología similar en todo el mundo.
Las actividades del colectivo comenzaron a coordinarse y publicitarse a través de la página web maldicinecoextremista.altervista.org.
Mientras continuaban los atentados explosivos y ataques a tiros contra profesores universitarios en México, aparecieron células del ITS en Argentina, Brasil, Grecia, Reino Unido, España y Chile.
En los años 2013, 2014 y 2016, se produjeron ataques contra inmuebles urbanos y vehículos de las fuerzas de seguridad en el estado de Porto Alegre, Brasil. El 25 de diciembre de 2018, el Batalhão de Opera?ões Policiais Especiais (el célebre BOPE) desactivó de manera segura un artefacto explosivo improvisado frente al Santuario Menino Jesús en la ciudad de Brasilia, reivindicado por el ITS, y detuvo a tres personas involucradas con el hecho.
El 28 de abril de 2019, dos camiones pertenecientes al Instituto Brasileño del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables fueron quemados además del sabotaje a otras infraestructuras en el Parque Nacional de Brasilia. El hecho se lo adjudicó la célula “Sociedad Salvaje Silvestre” vinculada al ITS.
ECOANARQUISMO EN CHILE
En Chile el accionar violento del colectivo Individualistas Tendientes a Salvajes (ITS) es también de larga data.
El 13 de enero de 2017 un paquete explosivo fue enviado al entonces de la empresa minera chilena Corporación del Cobre (CODELCO), Oscar Landerretche, que sufrió heridas leves. Al año siguiente, el 7 de septiembre de 2018, otro artefacto explosivo del ITS detonó en la Facultad de Agronomía de la Universidad de Chile sin causar víctimas. El hecho fue reivindicado por el ITS en su blog.
El 4 de enero de 2019, otro paquete bomba del ITS detonó en una parada de autobús en la intersección de las calles Vicuña Mackenna y Francisco Bilbao, en las afueras de la Universidad Católica Raúl Silva Henríquez, en la comuna de Providencia, ciudad de Santiago de Chile hiriendo a cinco personas.
“Anhelábamos la explosión sanguinaria y mortal para cualquier humano, nos da exactamente lo mismo quien fuera, si pobre o rico, mujer u hombre, niño o anciano”, decía el comunicado de ITS sobre el hecho.
El 3 de abril de 2019, en el marco del “1er Congreso Internacional Combate del Delito Trasnacional y de los Procesos de Integración”, realizado en la ciudad de Buenos Aires, el Jefe de la Dirección de Antiterrorismo de la Policía de la Ciudad, comisario Alejandro Cassaglia, reconoció la existencia de atentados ecoterroristas, sin dar mayores precisiones de donde y cuando se habían producido
El 9 de mayo de 2019 se tocó al presidente del directorio del metro, Louis de Grange salió ileso de un ataque con paquete bomba del ITS que fue desactivado por los carabineros. Poco después el ITS publicó un comunicado mostrando imágenes del supuesto paquete explosivo y reivindicando la acción.
En esta ocasión, el ministro del Interior de Chile, Andrés Chadwick habló de la colaboración entre grupos ecoanarquistas de su país y de Argentina. “Ellos mismos, públicamente, en esa reivindicación señalaron de que habían hecho o recibido la bomba explosiva e incluso firman esa declaración bajo la expresión ITS Chile – Argentina”, planteo Chadwick.
PASIÓN POR EL FUEGO
Individualista Tendiendo a lo Salvajes (ITS) es un colectivo difuso, compuesto mayormente por células que operan con una lógica de secta. Es decir, grupos que operan bajo la conducción de un líder, con características de “gurú” y que muestran una auténtica pasión por el fuego. Estos ecoanarquistas tienden a creer que el fuego purifica, limpia e incluso “santifica”.
En un comunicado enviado por mail el 20 de octubre pasado, los miembros de ITS describen su accionar en las recientes protestas ocurridas en Chile: “Incitamos al caos y la destrucción y una vez más nos aprovechamos de la multitud en las manifestaciones de estas tierras del sur, para generar desestabilidad”
“Infiltrados en medio de la horda enajenada, en medio de encapuchados vandálicos anduvimos nosotros con un único objetivo: el fuego y la destrucción.”
“Adoramos las llamas calcinadas, penetrantes, ver como todo arde, la bencina ha sido buena aliada. Armados con Botellas inflamables, procedemos a quemarlo todo, sigilosos y siempre atentos a nuestros fines, esparcidos, seguimos, seguimos y seguiremos aquí, observando y riendo desde las sombras.”
“Ánimo al lumpen, mechas, destructoras, a los delincuentes, saqueadores, ladrones, amorales. Se acerca el días del caos y deseamos la muerte a la ciudad y al progreso humano.”
Según el periodista argentino Nicolás Wiñazki, militantes del ITS de Chile viajaron en los últimos meses varias veces a Buenos Aires. Y que una de sus organizaciones de contacto era la organización terrorista “Movimiento Popular 22 de agosto” -por la fecha del asesinato de 16 terroristas detenidos en la Base Aeronaval Almirante Zar, ocurrida en 1972-, entre otras asociaciones anarquistas y sociales que conforman el llamado “grupo guevarista”.
Este último caso es de extrema gravedad, según el análisis de las autoridades políticas. Ocurre que Daniel Rodríguez, de 56 años, el jefe del. Movimiento Popular “22 de Agosto” se le encontraron explosivos de alto poder y armas de guerra de diverso calibre. Lo que alarmó a las autoridades políticas argentina fue conocer que el líder de esa agrupación tenía preparada una camioneta Honda CRV con un detonador de explosivos remoto que funcionaba a través de un teléfono celular. Solo le faltaba la carga para detonar para que ese mecanismo sea un “coche bomba”.
Como se dijo, los nexos entre “Movimiento Popular 22 de Agosto” e ITS de Chile dicen estar probados por los investigadores nacionales. Igual que el accionar de grupos que copiaron a sus pares chilenos cuando se realizó una protesta frente al consultado de Chile en la Argentina.
En medio de manifestantes aparecieron los violentos, que fueron directamente contra los periodistas que cubrían la noticia. Robaron cámaras de televisión, micrófonos. Fue una situación similar a la que vivieron quienes cubrían las protestas en Santiago de Chile.
El viernes 15 de noviembre, encapuchados que se desmarcaron de las manifestación en Santiago para incendiar la Universidad Pedro de Valdivia, ubicada en la misma zona conocida como Plaza Vicuña Mackena. Los casi 300.000 manifestantes que reclamaban cambios al gobierno de Sebastián Piñera vieron las columnas negras del humo ascender cada vez más alto y con más espesor.
Los encapuchados de ITS, o de otros movimientos que funcionan como sus satélites, llamados “Horda Mística del Bosque” y la “Bandada Inquisidora Vengativa”, habrían sido quienes armaron las “barricadas” que impidieron a los carabineros y bomberos acceder a esa zona. Robaron la Parroquia de la Asunción. Usaron esculturas, confesionarios, bancos y cuadros para encender fuego que les permitió resistir.
Las autoridades chilenas sospechan que detrás del accionar de los grupos anarquistas y de la étnica mapuche esta el Foro de Sâo Paulo, el Grupo de Puebla o más directamente los gobiernos de Cuba y Venezuela financiando los viajes de activistas anarquistas y coordinando su accionar en las protestas.
El tercer colectivo que participa de los incidentes en Chile está formado por lo que Carlos Marx denomina “lumpen proletario”, es decir, elementos delincuenciales que aprovechan la situación en su beneficio para cometer ilícitos contra la propiedad. Son simples saqueadores, delincuentes, ladrones a los que se suman otros criminales de ocasión en especial algunos “barras bravas” ( en especial “Los de abajo” del club Universidad de Chile “Garra Blanca” del Colo Colo) y e inmigrantes ilegales sin ocupación fija que llevan a cabo el robo en forma de saqueos.
A raíz de los incidentes el gobierno chileno expulsó de su territorio, el pasado 14 de noviembre a 30 cubanos, 9 venezolanos, siete dominicanos, 3 haitianos, un colombiano y un boliviano acusados de participar de los incidentes: robos en saqueo, levantar barricadas, resistencia a la autoridad, etc.
Como puede apreciarse, la situación en Chile es particularmente compleja, en parte porque el gobierno no tiene ni un líder ni una organización con la cual negociar para encontrar una solución a la crisis. Por otra parte, en los incidentes actúan distintos actores con propósitos diferentes. Algunos de ellos muy radicalizados que no buscan reformas sino el incendio revolucionario del país. Por último, también cabe considerar la incidencia de gobiernos extranjeros -Cuba, Venezuela e incluso Rusia- interesados en desestabilizar a los gobiernos democráticos en América Latina.
Lo cierto es que Chile se encuentra en una encrucijada que puede conducirlo a mayores niveles de violencia y destrucción o incluso a un golpe de Estado cívico.