En las dos últimas décadas, la certera conducción del rey Mohammed VI ha hecho del Reino de Marruecos un oasis de gobernabilidad, paz social y crecimiento económico sostenido, tanto en el continente africano como entre los países que integran la región del Norte de África y Oriente Medio (MENA, según su sigla en inglés).
Un espacio geográfico frecuentemente caracterizado por la existencia de guerras civiles, extremismo religioso, problemas de inestabilidad política y una corrupción casi endémica que afectan a los negocios y a la prosperidad de sus pueblos.
La gran obra de gobierno llevada a cabo por el rey Mohammed VI es reconocida tanto por los gobiernos de los países más importantes e influyentes del mundo y los principales organismos financieros internacionales.
El pasado 22 de octubre, por ejemplo, en un comunicado conjunto que marcó la cuarta sesión del “Diálogo Estratégico entre Marruecos y los Estados Unidos”, el Secretario de Estado, Mike Pompeo “elogió la determinación de Marruecos de apoyar el crecimiento y el desarrollo en todo el continente africano”.
Esta semana, quién se ha expedido en el mismo sentido fue el Banco Mundial, a través del Índice Doing Business (Hacer Negocios) que todos los años, desde 2004, puntúa a las economías de 190 países según diez indicadores que miden la facilidad para hacer negocios de las pequeñas y medianas empresas, quién destacó el favorable ambiente de negocios que rige en el Reino de Marruecos situándolo en el puesto 53°, una mejora de siete lugares con respecto del año anterior.
En esta forma Marruecos mantiene su liderazgo en el norte de África y ocupa el tercer lugar entre los países de la región del Norte de África (MENA), tan sólo por detrás de los Emiratos Árabes Unidos (16°) y Bahréin (43°) y por delante de Arabia Saudí (62°), Omán (68°), Jordania (75°), Qatar (77°), Túnez (78°), Kuwait (83°) y Egipto (114°).
A nivel africano, el informe destaca que Marruecos mantiene su tercera posición detrás de Mauricio, que ocupa el puesto 13° en el mundo y Ruanda (38°), por delante de Kenia (56°), Sudáfrica (84°), Senegal (123°) y Nigeria (131°).
Pero, donde mejor se aprecian los avances de Marruecos en el desarrollo de un favorable ambiente de negocios y de libertad económica es cuando se observa, que Argelia, su tradicional rival regional, se sitúa en ese mismo índice en el puesto 157°, debido, especialmente, a los altos niveles de burocracia y corrupción imperantes en el país.
El Reino de Marruecos está a punto de ingresar al selecto club de las cincuenta más grandes economías del mundo a través de la implementación de una serie de medias y reformas propiciadas por el rey Mohammed VI y destinadas a impulsar la actividad económica y empresarial.
Estas reformas se relacionan principalmente con el desarrollo de marcos legales y regulatorios para las empresas, la simplificación y digitalización de un conjunto de procedimientos administrativos y la creación de plataformas electrónicas para servicios y ventanillas únicas, de acuerdo con el programa del Comité Nacional para el Ambiente de Negocios (CNEA).
Con respecto a la medición de 2019 del índice Doing Business, Marruecos ha mejorado en seis indicadores, a saber, la gestión y la emisión de permisos de construcción con una nueva versión de la plataforma electrónica para la gestión digital de permisos de construcción, acceso a la electricidad con una mejor conectividad de la red eléctrica (34° a nivel mundial en comparación con el puesto 59° del año pasado), o la reducción de la tasa de impuestos corporativos mediante la adopción de un sistema progresivo de estos, que permitió al Reino alcanzar el puesto 24 en el mundo del Índice de Desempeño Fiscal.
Estos indicadores reflejan la clara posición de liderazgo que Marruecos, de la mano del rey Mohammed VI, ha alcanzado en los asuntos internacionales, financieros y empresariales de África y la región del MENA.
Hoy, Marruecos es, indudablemente, una potencia intermedia en crecimiento en el mundo y actor central de la política africana y del mundo islámico.