El presidente chavista de Venezuela Nicolás Maduro sabe que hoy depende de la asistencia extranjera para mantenerse en el poder por ello no duda en armarse hasta los dientes y en entregar los recursos naturales de su país con tal de prolongar su régimen y no adopta ninguna medida importante sin antes consultarla con sus aliados de Cuba Rusia y China.
El actual gobierno de la República Bolivariana de Venezuela debe ser considerado como algo distinto de las tradicionales dictaduras latinoamericanas sostenidas por militares. La Fundación para los Derechos Humanos en Cuba ha hecho una interesante caracterización del gobierno chavista. Para la organización anticastrista: “Venezuela es un estado fallido controlado por un grupo criminal vinculado al narcotráfico y al terrorismo transnacional. Este grupo ha usurpado las instituciones, desmantelado la democracia, arrebatado la soberanía al pueblo, instaurado un régimen de terror. Comete de forma continuada crímenes de lesa humanidad, como son la tortura y el genocidio por la actual hambruna y desastre humanitario que azota a la población. La inseguridad ciudadana sumada a la represión política ha dejado, en 2018, más de 24.000 muertes violentas -sin contar los miles que han muerto de desnutrición y por la falta de medidas- equiparándose en el mismo período a la suma de las ocurridas en Afganistán, Siria e Irak. El éxodo de tres millones de personas es comparable al de Siria.”
Aunque la economía venezolana desde hace más de una década se encuentra en ruinas, azotada por el desabastecimiento casi total, recesión y una inaudita inflación interanual que en febrero de 2019 era del 2.300.000%, obligado a proporcionar algo de alivio a una población que literalmente se muere de hambre bajo una economía en ruinas, paralizada aún más por las sanciones de Estados Unidos que han hecho que sus exportaciones sean todavía más difíciles, el gobierno chavista ha encontrado, sin embargo, la forma de adquirir armamentos rusos por valor de más de 8.000 millones de dólares, además de recibir de Rusia créditos y préstamos por otros 9.000 millones.
Esta deuda de 17.000 millones de dólares convierte al país caribeño en el principal deudor de Rusia fuera del espacio postsoviético.
Venezuela comenzó la adquisición de armamento ruso a partir de 2005, a raíz de sanciones impuestas por Washington que vedaron a Hugo Chávez Frías la adquisición de estos elementos de proveedores occidentales.
Con el paso del tiempo la dictadura chavista en Venezuela se fue blindando ante el temor de un ataque externo y porque era funcional tanto para Chávez, como después para su sucesor Nicolás Maduro, para mantener el apoyo de las fuerzas armadas adquiriendo material bélico y expandiendo la cantidad de cargos jerárquicos.
Venezuela compró en Rusia aviones de combate, vehículos blindados, artillería y equipos de inteligencia. Desde el comienzo de la Revolución Bolivariana, Venezuela y Rusia suscribieron más de 260 acuerdos de cooperación.
En septiembre de 2008, Rusia envió bombarderos Tupolev Tu-160 (Black Jack, en la terminología de la OTAN) capaces de ser armados con doce cohetes de crucero con ojivas nucleares o convencionales y cuarenta toneladas de bombas, a Venezuela para realizar vuelos de entrenamiento. En noviembre de 2008, ambos países realizaron un ejercicio naval conjunto en el Caribe. Tras las dos visitas de Hugo Chávez a Moscú en julio y septiembre de 2008, Venezuela y Rusia discutieron 46 posibles acuerdos de cooperación durante una Comisión Intergubernamental. Los dos países discutieron la creación de un banco binacional de inversión, la apertura de una ruta aérea directa entre Caracas y Moscú, la construcción de una planta de aluminio, la construcción de una plataforma de gas en la costa venezolana
Los dos países también suscribieron acuerdos para la cooperación en el desarrollo del espacio ultraterrestre y el uso de la energía nuclear. Técnicos nucleares rusos colaboran con sus homólogos en las instalaciones del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas. Inicialmente ambos países planeaban la construcción de dos reactores nucleares de 1.200 megavatios, modelo VVER-1200 que trabajan con uranio enriquecido, pero en 2011 después del desastre de Fukushima y con el comienzo de los problemas en la economía venezolana el proyecto fue abandonado.
El 6 de octubre de 2011, el viceprimer ministro ruso, Igor Sechin, visitó Caracas haciendo que Hugo Chávez adquiriera armas rusas por cuatro mil millones de dólares más. Entre ellas aviones de combate y cien mil fusiles de asalto AK-130 para reemplazar el armamento obsoleto de sus fuerzas armadas.
El Wall Street Journal informo que las empresas estatales rusas de Rostec y Rosoboronexport enviaron, a partir de 2011, al país caribeño unos dos mil técnicos para ayudar a mantener las armas rusas vendidas y capacitar a los militares venezolanas sobre como operarlas. Pero como los pagos de Caracas se espaciaron, todos menos un centenar de estos contratistas fueron retirados en junio de 2019.
La deuda de Venezuela con Rusia se reestructuró en varias ocasiones. En 2016, para intentar sortear las sanciones impuestas desde Washington y Europa, Venezuela cedió a la empresa petrolera estatal rusa Rosneff el 49,9% en Citgo Petroleum, la filial de Pdvsa en Houston, Texas, Estados Unidos.
Según el Representante Especial del presidente Donald Trump para Venezuela, el republicano Elliot Abrams: “Cuando sancionamos a Pdvsa lo primero que hizo Venezuela fue acudir a Rosneff para que ayudara a vender el petróleo que antes comprábamos aquí en Estados Unidos y Rosneff lo ha hecho, y es evidente que lo hace siguiendo directivas de Putin”.
Luego en 2018, cuando el país caribeño abonó 660 millones de dólares en oro monetario que se había pignorado a un banco ruso – venezolano. Además, en junio de 2019, el régimen chavista “obsequió” dos yacimientos de gas a Rusia, otorgándole el cien por ciento del proyecto y todos los derechos del gas explotado. Además, Rosneff, dirigida por Igor Sechin, el magnate petrolero cercano a Vladimir Putin participa como socio minoritario en varios proyectos conjuntos de producción de petróleo en Venezuela. Posee el 40% de Petromonagas, de Petroperijá y Petrovictoria; el 32% de Petromiranda, el 27% de Boquerón; y 32% del Bloque Junín 6.
Venezuela buscó tecnología rusa para la explotación de sus mayores depósitos de oro. El ministro venezolano de Minería, Rodolfo Sanz, dijo en esa oportunidad que ambos países firmarían un memorando de entendimiento con la firma rusa Rusoro Mining Ltd., con sede en Vancouver, para operar en los proyectos mineros de Las Cristinas y Brisas. El primer de estos yacimientos de oro.
En noviembre de 2018, Nicolás Maduro, anunció un “Plan Oro” que permitirá a Venezuela obtener un beneficio estimado de cinco mil millones de dólares anuales, a partir de 2019. “El oro fortalecerá nuestras reservas internacionales y fortalecerá las finanzas nacionales”, dijo, y aseguró que su Gobierno había estado negociando con inversores extranjeros para vender el valioso mineral.
Los yacimientos de oro en Venezuela se encuentran en el llamado “Arco Minero del Orinoco” en el estado Bolívar. Es una vasta extensión de tierra, selva en su mayor parte, que abarca 114.000 km², desde Guyana a Colombia, donde pueden encontrarse todo tipo de minerales: petróleo, gas, hierro, aluminio… pero sobre todo diamantes y oro. Mucho oro.
Según algunas estimaciones, el territorio venezolano podría albergar hasta cuarenta millones de toneladas de diamantes, mientras que con respecto a las existencias de oro, el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en 2016, Venezuela es el tercer exportador de América Latina con 15% del total de la región, superado únicamente por Brasil (17%) y Perú (31%).
“Al igual que los diamantes de sangre (en África), el oro que se extrae de Venezuela, fuera de cualquier protocolo, es oro sangriento”, afirmó el general Manuel Cristopher Figuera, exjefe del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN).
En este lucrativo negocio también interviene Rusia a través de diversas empresas. Es por lo que Rusia, uno de los mayores aliados internacionales de Maduro, al que ha respaldado con generosa ayuda financiera en el sector de los hidrocarburos, minero y militar, ha hecho una defensa encendida del régimen chavista. “Consideramos que el intento de usurpar el poder en Venezuela contradice los principios del derecho internacional”, ha manifestado el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, en una rueda de prensa.
“Nunca dejaremos que nadie nos saque de aquí”, dijo Sechin en una ocasión con respecto a los planes de Rosneft para Venezuela. Aunque en la actualidad el país no puede producir mucho petróleo por los enormes errores de gestión del gobierno chavista, tiene las reservas de crudo más grandes del mundo. A Rusia, con apenas un tercio de esas reservas comprobadas, la permanencia en Venezuela le ayuda a garantizar una participación en el mercado petrolero, mientras haya demanda.
Pero, los verdaderos intereses de Vladimir Putin en el Caribe no son económicos sino geopolíticos. Por supuesto que Rusia se beneficia con los negocios petroleros, la venta de armamento y hasta de cereales.
Para Putin es tanto o más importante balancear las presencia y actividades de los Estados Unidos y la OTAN en Europa Oriental y especialmente en las exrepúblicas soviéticas: Ucrania, Georgia, Moldavia y los países bálticos.
Si Nicolás Maduro deja la presidencia y un gobierno respaldado por los Estados Unidos lo reemplaza, es muy probable que los planes rusos deban modificarse o directamente suspenderse y que Venezuela finalmente no pague sus deudas a los rusos o estos pierdan sus privilegios en la explotación de los muchos recursos naturales de que dispone el país caribeño.
Por lo tanto, apoyará a cualquier gobierno que sea hostil a Occidente e intentará obtener presencia militar permanente en el Caribe un región que Washington considera su “patio de atrás”.