Recientemente, la sociedad argentina se conmocionó al descubrirse que el jefe del Servicio de Inmunología y Reumatología del Hospital Pediátrico Garahan era miembro de una red internacional de pedófilos que traficaban pornografía infantil.
Su caso recordó inmediatamente al descubrimiento, en 2008, de la existencia de otra red de pedófilos. En esa ocasión se identificó a un profesor de la Universidad de Buenos Aires, director del Posgrado en Violencia Familiar de la Facultad de Psicología, el psicólogo Jorge Corsi como parte de una organización criminal de pedófilos homosexuales dedicada a captar adolescentes para forzarlos a participar en “fiestas sexuales. En ellas los jóvenes eran abusados y, en la mayoría de los casos, violados por hombres adultos.
Cuando esto casos toman estado público, la prensa y los programas de opinión tratan el tema, en muchos casos en forma superficial y errónea. Por lo tanto parece oportuno realizar algunas precisiones.
La pedofilia es un tipo de perversión donde sólo se encuentra perturbado el objeto de la tendencia sexual, donde es reemplazado por otro antinatural. Es la presencia de fantasías o conductas que implican actividad sexual entre un adulto y un niño. El sujeto debe presentar por al menos seis meses, deseos sexuales intensos y recurrentes hacia menores de trece años. Puede darse de diferentes formas: en relación con la orientación puede ser de tipo heterosexual, homosexual o ambas; en relación al objeto, éste puede ser, tal como hemos mencionado, exclusivamente pedófilo o no. Las conductas de la pedofilia van del simple exhibicionismo hasta la penetración. El adulto suele ganarse la confianza y el cariño del niño y, por lo general, es alguien conocido o familiar.
Un pedófilo tiene como blanco a niños y niñas pequeños, mientras que un pederasta tiene como blanco a los varones preadolescentes.
La psiquiatría considera la pedofilia como una parafilia. Los pedófilos son personas que obtienen placer sexual a través del acercamiento con un niño.
Hay pedófilos de todas las clases sociales. Los más peligrosos son, ciertamente aquellos en los que el niño confía por naturaleza, un familiar, como un empleado doméstico, un amigo de la familia, o aquellos que el niño idealiza por sus funciones, como un sacerdote, un profesor, un bombero o un policía.
El acto perverso de estas personas insospechadas deja cicatrices profundas en el alma del niño bajo la forma de culpa y de angustia. Los pedófilos menos peligrosos, desde el punto de vista psicológico, son los marginales, los exhibicionistas de la calle. Estos actúan desde fuera, compulsivamente como un relámpago, y después son castigados y encarcelados, con gran alivio reparador para el menor.
En su mayoría los pedófilos son hombres, menos agresivos que los violadores; muchos de ellos son alcohólicos o psicóticos de mente torpe o antisociales, y su edad fluctúa entre los 30 y 40 años; generalmente, de fuertes convicciones religiosas. En general, son hombres débiles, inmaduros, solitarios y llenos de culpa.
Para ser considerado un pedófilo la persona debe ser mayor de 16 años y tener al menos cinco años más que el menor abusado.
Los pedófilos, desde esta perspectiva, son sujetos con una orientación sexual dirigida primariamente a niños, sin apenas interés por los adultos, y con conductas compulsivas no mediatizadas por situaciones de estrés.
El pedófilo suele ser hombre. Las mujeres pedófilas por lo general son personas con trastornos mentales o bien personas muy solitarias y que viven al margen de la sociedad.
Se pueden distinguir dos grandes tipos de pedófilos: los primarios y los secundarios o situacionales:
Los primarios muestran una inclinación sexual casi exclusiva por los niños y su conducta compulsiva es independiente de su situación personal. Se trata, clínicamente, de pedófilos en un sentido estricto del término que presentan unas distorsiones cognitivas específicas: consideran su conducta sexual como apropiada (no se siente culpables ni avergonzados), planifican sus acciones, pueden llegar a atribuir su conducta a un efecto de la seducción por parte del menor o pueden justificarla como un modo de educación sexual para este.
En cuanto a los secundarios o situacionales, estos se caracterizan por que su conducta viene inducida por una situación de soledad o estrés (en estos casos, la experimentación de relaciones sexuales con menores suele ser un medio de compensar la baja autoestima o de liberarse de cierta hostilidad). No son estrictamente pedófilos, en tanto que su inclinación natural es hacia los adultos, con los que mantienen normalmente relaciones problemáticas (impotencia ocasional, tensión de pareja…); solo recurren excepcionalmente a los niños y lo hacen de forma compulsiva, percibiendo su conducta como anómala y sintiendo posteriormente culpa y vergüenza.
Los pedófilos preferenciales, por la forma de abordaje a sus víctimas suelen dividirse en seductores o sádicos.
Pedófilos Seductores:
– Seduce o corteja a sus víctimas, comprándoles obsequios, flores, juguetes, o prestándoles dinero.
– Cuando llega a ser más cercano al menor realizará insinuaciones sexuales y eventualmente introducirá al menor a la exposición a pornografía y al uso de parafernalia sexual.
– Este tipo de pedófilo es casi siempre homosexual.
– Operan en redes de remisión de víctimas, y es muy probable que naveguen en internet buscando estímulos y víctimas potenciales.
– Es muy frecuente que posean y mantengan un grupo de víctimas en varias etapas de seducción.
– Van a cualquier lugar donde puedan encontrar un buen número de víctimas potenciales.
Pedófilos Sádicos:
– Es el más peligroso de los Pedófilos, es acechador, prefiere el sexo anal, mutila los órganos genitales, y en algunos casos, mata y canibaliza a su víctima.
– Viajará grandes distancias para cazar a la víctima adecuada, realizando el secuestro de esta, para evadir a los padres y las autoridades.
-Este individuo vive una existencia de tránsito permanente.
Qué origina la pedofilia?
Los especialistas no se ponen de acuerdo en cuales son las causas que originan la pedofilia. Según muchos psicólogos y psiquiatras, los pedófilos tendrían una personalidad inmadura, problemas de relación o sentimientos de inferioridad que no les permitirían mantener una relación amorosa adulta e “igualitaria”. Individuos con trastornos narcisistas y frágil autoestima se concentran en los niños porque pueden controlarlos y dominarlos y, con ellos, no tienen sentimientos de inadecuación.
Algunos especialistas sugieren que el origen de esta tendencia anómala puede estar relacionado con el aprendizaje de actitudes extremas negativas hacia la sexualidad o con el abuso sexual sufrido en la infancia, así como con sentimientos de inferioridad o con la incapacidad para establecer relaciones sociales y heterosexuales normales.
Otros autores consideran la pedofilia deviene de una experimentación permanente del propio periodo infantil por parte del individuo, idealizando el cuerpo y la belleza de esa etapa y tratando además de evocar el tratamiento que en relación con estos aspectos recibieron de pequeños.
En consecuencia, el erotismo con los niños puede comportar (…) la fantasía inconsciente de fusión con un objeto ideal, la reestructuración con un ego joven e idealizado.
A todo esto se añade que los pedófilo encuentran también placer en la intrínseca transgresión que supones su tendencia y actos, y en las actividades que realizan para llevar a cabo sus contactos con menores: localización, planificación, seguimiento, aproximaciones, etc.
Igualmente, se aduce la posibilidad de la existencia de trastornos de personalidad como factores importantes: deficiencias en el control de los impulsos y en la imagen personal, tanto por una educación sexual negativa y culpabilizadora como por unos modelos familiares no adecuados
PERFIL DEL PEDÓFILO
En general los pedófilos presentan algunas de las siguientes características:
- Por lo general son varones (en un 90 % de los casos);
- Tienen entre 30 y 45 años
- Se caracterizan por tener una personalidad inmadura
- Desempeñan profesiones más calificadas que los violadores de mujeres adultas;
- Se encuentran integrados en la sociedad y hasta están casados;
- Niegan sus crímenes o los minimizan (66 %),
- Se niegan a recibir tratamiento (58 %);
- No tienen capacidad para controlar su conducta y son reincidentes (en el 90 %);
- Conocen a su víctima o son sus padres o familiares (85 % y 68 %, respectivamente).
- Entre un 50 y 60% no recibieron muestras de afecto entre su niñez o adolescencia.
- Racionalización de sus actos: Suelen decir “al chico le gusta” o “ésta es la manera que le demuestro cómo lo quiero” para fundamentar lo que hacen.
- Amenazas de violencia a la víctima o sus seres queridos.
- Encuentran víctimas “fáciles”. En general, chicos que están deprimidos, que son solitarios o que ya los conocen y confían en ellos. Ésta es la razón por la que muchos pedófilos son miembros de la familia, porque ya todos “confían” en ellos.
- Hacen grandes esfuerzos por lograr que la familia de la víctima o su grupo de apoyo “confíe” en ellos.
- Buscan satisfacción en ver o tomar fotografías de niños vestidos o desnudos. Generalmente entre sus cosas personales tienen fotografías o videos de niños o jóvenes.
- Presenta tendencia a acercarse a los niños y a hablar de ellos con deseo y necesidad de reconocerlos como “muy guapos”, “hermosos”, “atractivos”.
- Son exageradamente expresivos en el afecto con los menores.