Los ludópatas no juegan para divertirse, ni siquiera para ganar, juegan por la adrenalina que les produce el jugar y, aunque esto resulta extraño, juegan sin ser conscientes, para perder. No solo pierden dinero y propiedades, sino la confianza de su familia e incluso su tiempo.
Estas pérdidas reafirman el sentimiento de culpa, que tratan de aliviar con otra apuesta más. Hay que considerarlos como lo que son, enfermos, adictos al juego.
En general, los ludópatas son personas que sienten la necesidad de seguir jugando para recuperar lo perdido, lo que termina provocándoles un aislamiento de tipo afectivo.
Muchos trabajadores, jubilados, amas de casa, etc., permanecen sentados durante horas en las máquinas tragamonedas, el juego más adictivo y peligroso existente en Casinos y Bingos. Incluso los niños en algunas aplicaciones de Internet pueden caer en la ludopatía.
La práctica de los juegos de azar constituye para algunas personas una manera de evadirse de muchos problemas, sin comprender que puede terminar en situaciones peores que incluso lo pueden llevar al suicidio.
El desafío mayor, para el terapeuta que asiste a un ludópata es proporcionarle el apoyo psicológico e incluso farmacológico que, junto con la ayuda y contención familiar, le permita al paciente dejar de apostar y retomar el sentido de las cosas realmente importantes en su vida.
La ludopatía no debe ser considerada como un tipo de vicio o expresión de debilidad en la personas. Constituye un trastorno que deteriora aspectos de la vida personal, familiar, social y económica, ya que en dicha persona falla su autocontrol, resultando imposible decir “basta”, es incapaz de frenar el impulso de jugar. Ningún ludópata reconoce que ha perdido el control, hay una negación de que padece una patología que no puede resolver por sí mismo.
Es por lo que, según la OMS (Organización Mundial de la Salud); “El juego patológico se define como un trastorno caracterizado por la presencia de frecuentes y reiterados episodios de participación en juegos de apuestas, los cuales dominan la vida de la persona en perjuicio de sus valores y obligaciones sociales, laborales, materiales y familiares.
Esta conducta persiste y a menudo se incrementa a pesar de las consecuencias sociales adversas, tales como la pérdida de fortuna personal, deterioro de las relaciones familiares y situaciones personales críticas”. (OMS 1992).
Según DSM V, la ludopatía o juego desadaptativo cumple ciertos criterios a saber sobre el impulso incontrolado.
A saber, comienza una etapa de suerte con episodios de frecuentes ganancias, lo que produce excitación, por lo cuál apuesta con mayor continuidad, esta actividad lo lleva a apostar gran cantidad de dinero creyéndose una persona excepcional. Es entonces cuando comienzan a producirse las pérdidas, que pronto se le hacen intolerables de soportar. El jugador compulsivo comienza a apostar más y más para recuperar lo perdido. En general contraen excesivas deudas, entran en desesperación, se sienten culpables y ansían de devolver el dinero perdido. Entonces apelan a diferentes formas para conseguir fondos y seguir apostando. Esta situación provoca la alienación familiar y social y genera una reputación negativa en la comunidad y el rechazo social.
Para concluir hay adicciones comportamentales que sin consumir toxico alguno, se vinculan con una conducta adictiva, como ser las compras compulsivas, el juego patológico, la acumulación de objetos innecesarios, adicciones a dispositivos tecnológicos, celulares, internet, videojuegos, etc.
El aislamiento en progreso, el desinterés, las conductas autodestructivas, las pérdidas de interrelaciones personales, etc.; son los efectos de diferentes consumos, que no son detectados, como las adicciones a los estupefacientes, pero que afectan seriamente a las personas, a su entorno familiar e incluso a sus amistades.
El tratamiento terapéutico tiene como objetivo conseguir la abstinencia al juego y prevenir las posibles recaídas.
A través de este tratamiento psicológico la persona que padece la dicción irá aprendiendo a controlar sus impulsos para jugar.
Finalmente puede decirse que el juego se ha convertido en una patología cada vez más frecuente en la población mundial. Pero, afortunadamente también se cuenta hoy con diferentes herramientas de tratamiento y prevención que ayudan a la persona afectada a superar sus problemas.