Todos hemos leído u oído alguna vez sobre la existencia de grupos que se concitan en torno a intereses económicos y políticos. Utilizan la política, a políticos y funcionarios, al poder público en definitiva, no sólo para obtener gabelas de diferente naturaleza, sino para configurar la realidad social a su imagen y semejanza. No se sitúan en el entorno de la política: la penetran. No hacen lobby, directamente toman decisiones para condicionar la voluntad, doblegar mayorías, con objetivos tan humanos como pueriles, el insaciable beneficio propio. Esta especie de gobierno, oculto en la sombra, se llama Sinarquía. Sus practicantes sinarquistas y la doctrina sinarquismo. En un mundo tan poco “confiable y poco transparente” como el actual, no es ocioso hacer una excursión por este trufado y oscuro concepto político
Empecemos por saber que es la “sinarquía”. El diccionario la define como: “Gobierno constituido por varios príncipes, cada uno de los cuales administra una parte del Estado. Es decir, un gobierno parcelado entre individuos. La segunda acepción de la RAE se acerca más a lo que comentamos: “Influencia, generalmente decisiva, de un grupo de empresas comerciales o de personas poderosas en los asuntos políticos y económicos de un país”.
La Sinarquía y los sinarquistas tiene tras de sí una profusa literatura. Aunque a primera vista esta idea nos acerque a las concepciones conspiranoicas de la historia, algunos especialistas en Ciencia Política consideran que este funcionamiento de alcantarilla está mucho más presente en nuestra vida pública de lo que creemos.
Para empezar no está hablando de nada nuevo. La existencia de “gobiernos en la oscuridad” que deciden los destinos de países y personas, que utilizan instituciones y partidos políticos, respondiendo a interés de corporaciones o grupos personales viene de lejos. Quien no recuerda la maravillosa Ciudadano Kane de Wells, induciendo a los EE. UU. a declarar la guerra a España para hacerse con Cuba, para defender los intereses de diferentes corporaciones económicas yanquis.
En el mundo real la idea de gobiernos ocultos hunde sus raíces en la propia Revolución Francesa, donde un grupo de conspicuos ciudadanos aspiraron, por primera vez, a intentar imponer un gobierno autoritario mundial.
En América Latina, desde los años 20 del pasado siglo, el debate sobre su existencia e influencia ha sido muy vivo, teniendo partidarios y detractores. Incluso en México hubo un intento de partido político, la UNS, que tuvo gran influencia, aunque poco éxito electoral y una estrecha inspiración en la Falange Española.
El sinarquismo está en los orígenes de los movimientos nacional reaccionarios, que surgieron en Europa tras la primera guerra mundial, exacerbando los sentimientos nacionalistas ultracatólicos, reaccionarios en lo cultural y con un confuso corporativismo liberal en lo económico, que sin solución de continuidad abrieron la puerta al fascismo y al nazismo en muchos países centro europeos en donde Alemania fue el trágico colofón.
El sinarquismo “aparentemente” se sitúa por encima de las ideologías teniendo como objetivo último la consecución del poder y el mantenimiento en él. Todas las vías valen, sin escrúpulos a la violencia y a la propia guerra. En la estrategia es esencial disponer de las herramientas del Estado, poder extender sus tentáculos a las demás corporaciones públicas y privadas. El sistema democrático y los procesos electorales pasan a ser igualmente instrumentales para la consecución de sus fines. Salvo el caso mejicano, anteriormente comentado, el sinarquismo ha sido configurado como un movimiento que cruza transversalmente la sociedad, sin hipotecarse con una única solución política, son intereses unidos a personas. Franco estuvo, sin duda, en las redes del sinarquismo y los estudios sobre las estructuras de poder económico en España así lo demuestran.
En el relato “El Orden del día” de Éric Vuillard, premio Goncourt 2017, describe magistralmente el encuentro de Göring con 24 importantes empresarios alemanes cuyos nombres nos siguen sonando: Agfa, Allianz, Basf, Krupp, Opel, Siemens, Telefunken… donde pactan su apoyo financiero a los nazis para ganar las legislativas de marzo de 1933, a cambio de conspicuos beneficios una vez instaurado el nuevo régimen.
La logia P2, en los años 70 en Italia, fue un entramado político, económico, militar, judicial, etc. que había penetrado el Estado italiano, sin dejar al margen ni a la Iglesia ni a la Cosa Nostra, que pretendía la instauración de un régimen autoritario que hiciera frente a un más que extraño resurgir de la Brigadas Rojas y un preocupante crecimiento electoral de la izquierda italiana. La P2 fue desarticulada e incluso juzgada, pero también fue el principio del fin de la izquierda italiana y la puerta abierta a Berlusconi.
La conclusión es que no la hay; pero la profusión alarmante de algunas noticias sobre la existencia de una policía patriótica…, las tramas de espionaje de entidades financieras sobre políticos…, la colusión entre medios de comunicación e intereses económicos…, las rápidas conversiones de alianzas en la derecha española perdiendo escrúpulos de a quien se tiende la mano…, el rápido olvido de los gravísimos sucesos de corrupción acecidos esquilmando las arcas públicas…, la demonización de lo que parecían derechos inalienables de las mujeres, como el derecho al aborto…, la irrupción en política de personajes, que lo único que pretenden es ser el foco de un momento, el electoral…, paralelamente a como se debilita la calidad política y técnica de las representaciones parlamentarias…
La consecuencia es que, tras el espejo de Alicia, me da que nos están mirando algunos devotos sinarquistas.