El presidente Donald Trump siente un especial placer en hostigar al gobierno bolivariano de Venezuela. En agosto de 2017 dijo: “Tenemos muchas opciones para Venezuela, incluida una posible opción militar si es necesario”. El pasado 28 de septiembre, en oportunidad de recibir en la Casa Blanca al presidente de Chile, Sebastián Piñera, Trump volvió sobre el tema: “Venezuela es un desastre, y hay que limpiarlo y hay que ocuparse de lo que le pasa a la gente.”
Pero, en verdad, el presidente Trump no ha adoptado ninguna medida concreta para aliviar los padecimientos del pueblo venezolano ni para terminar con un gobierno corrupto y dictatorial con inocultables vínculos con el narcotráfico y el terrorismo.
El principal problema que genera este hostigamiento verbal seguido de una absoluta inacción es que por un lado sirve a Maduro y al chavismo para victimizarse y para responsabilizar a la “agresión imperialista” por la desastrosa situación económica y humanitaria por la que atraviesa Venezuela.
Por otro lado, hace a Maduro más dependiente, especialmente, de la asistencia cubana, pero también de los apoyos provenientes de China, Rusia e Irán.
Venezuela es un país nueve veces más extenso que Cuba, tiene el triple de población y su economía es cuatro veces mayor. El país alberga las principales reservas de petróleo del mundo. Sin embargo, algunas funciones esenciales de la administración pública de Venezuela o bien han sido delegadas a funcionarios cubanos o son directamente controlados desde La Habana.
Cuba a puesto a disposición de Nicolás Maduro y l Revolución Bolivariana su servicio de inteligencia, su activa diplomacia, su aparato de agitación y propaganda, ayuda humanitaria, intercambios juveniles, académicos y culturales, y el apoyo de su red internacional de ONG, sus “compañeros de ruta”: intelectuales de izquierda, periodistas militantes, medios de comunicación, en especial la agencia América Latina y grupos políticos afines , como el partido Podemos de España, el Movimiento Patriótico Revolucionario Quebracho en Argentina o el Frente Polisario en Argelia, que han sido instrumentos esenciales de la estrategia internacional de Venezuela.
Los cubanos tienen en Venezuela entre 30.000 y 50.000 técnicos, incluyendo médicos, entrenadores deportivos, maestros e instructores de artes, etc. Estos técnicos prestan servicios sociales en las zonas menos favorecidas del país.
También hay instructores militares cubanos que, al mismo tiempo que realizan tareas de contrainteligencia para controlar cualquier brote de disidencia entre los militares venezolanos, realizan adoctrinamiento de los cuadros de las fuerzas armadas, brindan su experiencia en el manejo de equipos militares de origen ruso y chino y en técnicas de guerrilla y contrainsurgencia.
En contrapartida, Venezuela proporcionó a Cuba, tan sólo entre 2008 y 2011, unos 18.000 millones de dólares en préstamos, inversiones y donaciones. Además, una parte importante de las importaciones que realiza Venezuela se canalizan a través de empresas cubanas.
Por último, funcionarios cubanos controlan las escribanías públicas y los registros civiles venezolanos recaudando las tasas que se pagan por sus servicios. Los cubanos también supervisan los sistemas informáticos de la presidencia, ministerios, programas sociales, policía y servicios de seguridad, así como la empresa petrolera estatal PDVSA.
No debe extrañar entonces, que el gobierno de Nicolás Maduro con el apoyo de La Habana hay organizado unas importantes maniobras militares como advertencia de la respuesta que podría encontrar una posible intervención militar extranjera.
Entre el 22 y el 29 de septiembre pasado, cien mil efectivos venezolanos y cubanos llevaron a cabo la denominada “Operación Estratégica Combinada 2018” a lo largo de los 2.219 kilómetros de la frontera común entre Colombia y Venezuela.
Entre las unidades y equipos empleados en estas maniobras cabe consignar equipos de defensa antiaérea misilísticos S-125 Pechora M2 de corto alcance y Buk M2E, de mediano alcance apoyados por radares móviles.
La aviación militar, por su parte, desplegó aviones de caza Lockheed Martín F-16A/B Block 15 Fighting Falcon; Sukhoi Su-30MK2; aviones de entrenamiento/ataque ligero Hongdu K-8W Karakorum y Embraer EMB-312 Tucano; aviones de transporte Lockheed Martín C-130H Hércules y Shaanxi Y-8F-200W; y helicópteros Airbus AS332B2 Super Puma/AS532AC Cougar.
La aviación de ejército, por su parte, empleó sus helicópteros multipropósito Mi-17V-5 y de ataque M-35M2, mientras que la 42ª Brigada de Infantería Paracaidista fue aerotransportada a la frontera en aviones de la aviación militar.
Al inicio del ejercicio, el buque de transporte Los Monjes (T-94), tipo Damen Stan Lander 5612, trasladó vehículos blindados anfibios Norinco 8X8 VN1, de fabricación china, vehpiculos tácticos y otros equipos de Infantería de Marina, desde la base naval “Contralmirante Agustín Armario”, ubicada en la región costera, al puerto de La Ceiba, en la costa oriental del lago de Maracaibo, estado de Trujillo.
Posteriormente, se conformó el Grupo de Tarea 10.1 con la fragata Almirante Brión (F-22), tipo Lupo/clase Mariscal Sucre; el patrullero oceánico Kariña (PO-14), tipo Navantia Avante 2400/clase Guaiqueri; el patrullero de combate Patria (PC-15), tipo Vosper 37-m/clase Constitución, un contingente de infantería de marina, y el comandante general de la Armada, almirante Cimadevilla, a bordo de la F-22.
El grupo de Tarea 10.1 realizó un patrullaje en aguas del golfo de Venezuela y posteriormente el comandante de la Armada y los infantes de Marina desembarcaron en el archipiélago de Los Monjes, a la entrada del golfo y donde se encuentra ubicada la Estación Secundaria de Guardacostas “Capitán de Navío Felipe Batista”, donde desplegaron armas livianas, pesadas y misiles antiaéreos Igla-s.
La participación cubana estuvo dada por un contingente de las Fuerzas Especiales de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, conocidas como “Avispas Negras”, que operaron en conjunto con las “Fuerzas de Acciones Especiales” de Venezuela.
La Operación Estratégica Combinada es una clara advertencia para cualquier intento de invasión extranjera y ha sido el detonante de las últimas declaraciones del presidente Trump.
Por otra parte, agitar el fantasma de una agresión militar extranjera y crear un clima bélico permite al chavismo apelar, una vez más, al nacionalismo de los venezolanos y convierte a cualquier disidencia política en una traición a la patria. Los mismos artilugios que han posibilitado que la Revolución Cubana se mantenga por sesenta años en el poder oprimiendo al pueblo cubano.
Precisamente, los grandes beneficiarios de las crecientes tensiones entre Washington y Caracas son los cubanos que, en esta forma, expanden su presencia e influencia en Venezuela. Cuba a convertido a Venezuela en una virtual colonia al transformarse en el único apoyo internacional con que puede contar incondicionalmente el régimen chavista.