EJECUCIONES EXTRAJUDICIALES
El Derecho Internacional Humanitario considera a las ejecuciones extrajudiciales como el homicidio doloso, es decir intencional y planificado, de una persona por parte de un funcionario público que se sustenta en la potestad de un Estado para decidir y justificar el crimen, sin pasar por ningún proceso judicial.
Se trata de una violación a los derechos humanos que comprende delitos contra las personas y bienes protegidos en forma específica por el Derecho Internacional Humanitario.
Una ejecución adquiere el carácter de extrajudicial cuando es llevada a cabo por agentes de un Estado fuera de los siguientes parámetros:
1.- Legítima defensa.
2.- En combate librado como parte de un conflicto armado.
3.- En el uso racional, necesario y proporcionad de la fuerza para hacer cumplir la ley.
4.- Por imprudencia, impericia, negligencia o violación de la legislación y los reglamentos.
En el ámbito de los servicios de inteligencia se denominan como “ejecuciones extrajudiciales” a las operaciones que implican el asesinato clandestino de agentes, dobles, desertores, disidentes u opositores importantes.
Usualmente este tipo de operaciones de inteligencia clandestinas e ilegales son llevadas a cabo con la autorización de las más altas autoridades del Estado.
Existen numerosos casos de operaciones planificadas por los organismos de inteligencia e implementadas por agentes contratados. Uno de estos casos fue el asesinato de León Trotski ordenado por Stalin, planificado por el Departamento Extranjero del NKVD –Glavnoye Upravleniye Gosudarstvennoye Bezopasnoti / Administración Central de Seguridad del Estado- y llevado a cabo por el español Ramón Mercader del Río.
En 1939 Trotski estaba exiliado en México. Se vio forzado a dejar la Unión Soviética en 1929, y tras vivir en Turquía, Noruega y Francia, se trasladó a México ante la inminente guerra. Ya antes de exiliarse, Trotski había perdido la batalla por la sucesión de Lenin. Desde el exilio, sus esfuerzos para escindir y luego controlar el movimiento comunista mundial estaban perjudicando a Stalin y a la Unión Soviética.
En marzo de 1939, Stalin ordenó al jefe de la NKVD, el temible Laurenti Beria y al subjefe del Departamento Extranjero, coronel Pavel Sudoplatov que encabezara el buyeveke –equipo de fuerzas de choque- encargado de asesinar a Trotski. Según testimonio de Sudoplatov, Stalin habría dicho: “Trotski debe ser eliminado antes de que acabe el año y la guerra estalle irremediablemente. Como prueba la experiencia de España, sin la eliminación de Trotski no podemos confiar en nuestros aliados de la Internacional Comunista, si los imperialistas atacan a la Unión Soviética”.
El 20 de agosto de 1940, Ramón Mercader visitó a Trotski a quien pidió que leyera un artículo que había escrito. Estando a solas con Trotski en su estudio, cuando este leía en su escritorio, el asesino se situó detrás de él y le asentó un golpe con un pequeño y puntiagudo piolet que llevaba oculto bajo el impermeable. En el instante previo a recibir el impacto, Trotski movió ligeramente la cabeza. Aquel movimiento desvió la dirección del golpe, debilitando su impacto, Trotski no murió instantáneamente y tuvo tiempo de gritar pidiendo auxilio. Mercader sorprendido por el grito y muy nervioso quedó paralizado. No atinó a emplear el puñal ni el revolver que llevaba.
Finalmente, el ingreso al estudio de la mujer de Trotski acompañada de sus guardaespaldas impidió la huida de Mercader. Trotski finalmente murió al día siguiente en el hospital como resultado del golpe recibido.
Ramón Mercader del Río fue detenido y juzgado por las autoridades mexicanas como Frank Jackson, joven empresario canadiense. Su verdadera identidad no fue desvelada hasta seis años después, cuando se conoció por la infidencia de un desertor soviético pariente suyo.
Al conocerse su verdadera identidad y su carácter de agente soviético las condiciones de detención de Mercader mejoraron considerablemente. Mercader incluso se casó con una mujer que lo cuidaba en la cárcel y la llevó consigo a Moscú después de ser liberado el 20 de agosto de 1960.
El asesinato de Osama Bin Laden,el 2 de mayo de 2011, por parte de un equipo SEAL de fuerzas especiales estadounidenses, en el marco de la “Operación Lanza de Neptuno”, ordenada por el presidente Barack Obama es otro caso de “ejecución extrajudicial”. También lo son el asesinato de terroristas yihadistas mediante el empleo de drones operados por miembros de las fuerzas armadas de los Estados Unidos.
EL HOMBRE DEL GRU
El coronel Skripal fue detenido, en 2006, en Rusia acusado de actividades de espionaje, desde 1990, en favor del servicio secreto del Reino Unido, el célebre MI6.
Skripal nació en 1951. En 1972 se graduó como oficial de ingenieros de las tropas aerotransportadas. Luego fue reclutado por la inteligencia militar, el GRU y destinado como agregado militar en España. Allí fue reclutado por el MI6 que pagaba sus informaciones a través de una cuenta bancaria en España. Al parecer, el militar ruso brindó a los británicos y españoles información sobre la actividad en Europa de los grupos mafiosos rusos y sus vinculaciones con el gobierno de su país.
Los rusos imputaron a Skripal de haber revelado a los británicos la identidad de sus agentes que operaban en Europa a cambio de pagos por valor de aproximadamente unos cien mil dólares.
Skripal fue juzgado, destituido y condenado a trece años de prisión por “alta traición en forma de espionaje”. Pero, solo cumplió una pequeña parte de la condena.
El 8 de julio de 2010, fue amnistiado por el entonces presidente Dmitry Medvedev, junto a otros tres rusos acusados de espionaje, como parte de un acuerdo de intercambio de agentes con los estadounidenses.
El intercambio de agentes, el mayor desde el fin de la Guerra Fría se llevó a cabo en Schewechat, el aeropuerto internacional de la ciudad de Viena. Entre los diez espías rusos liberados se encontraba la glamorosa Anya Kushenko, Anna Chapman o, como la denominó la prensa occidental, “la agente 90 – 60 – 90”. Detenida, el 27 de junio de 2010, por el FBI junto a otros nueve agentes rusos.
Una vez liberado, Skripal se trasladó el Reino Unido donde se reunió con su esposa e hijos. Allí siguió colaborando con los británicos instruyendo a los futuros agentes del MI6 en las tácticas empleadas por la inteligencia rusa. A pedido del MI 6 británico, el antiguo coronel del GRU también brindó información y asesoramiento a los servicios de inteligencia y seguridad de la República Checa, Estonia y España sobre los métodos empleados por la inteligencia rusa y de los vínculos del Kremlin con la mafia.
Pero, su esposa Ludmila falleció, en 2012, de cáncer de útero. Más tarde, en noviembre de 2017, su hijo Alexander de 43 años, murió mientras realizaba una visita turística a San Petersburgo al parecer de una falla hepática. Su hija Yulia, que residía en Moscú, desde 2014, trabajando como vendedora, había viajado al Reino Unido para acompañar a su padre en la fecha en que se celebraba el cumpleaños de su hijo recientemente muerto.
El domingo 4 de marzo, Sergey Skripal, de 67 años, y su hija Yulia fueron encontrados inconscientes, semiparalizados y con síntomas de intoxicación en un banco del centro de compras “The Maltings”, en la ciudad británica de Salisbury donde el exmilitar ruso había establecido su residencia luego de la liberación.
Al parecer, los Skripal habían estado paseando por el centro comercial, bebieron algo en el pub Carteles de The Mill y luego almorzaron en el restorán italiano “Zizzi”, donde el exespía comió un plato de risotto. Al salir de restaurante se sintieron mal y se sentaron en un banco del paseo para recurarse. Inmediatamente fueron trasladados al hospital distrital donde fue asistido.
El primer agente de policía en atender a los rusos intoxicados, el sargento de la policía, Nick Bailey sufrió también una fuerte intoxicación. Otras 21 personas que se encontraban en el centro comercial padecieron también síntomas de intoxicación.
EL LARGO BRAZO DE MOSCÚ
El intento de “ejecución extrajudicial” del coronel Skripal y su hija constituye un claro ejemplo de cómo opera la inteligencia rusa para deshacerse de sus enemigos.
Al analizar el caso Skripal lo primero que hay que preguntarse es porque Moscú decidió eliminarlo catorce años después de comprobada su traición.
Si el Kremlin deseaba castigar la traición del ex agente del GRU tuvo muchas ocasiones y procedimientos a su alcance sin necesidad de arriesgarse a provocar un escándalo internacional.
Podían haberlo condenado a muerte y ejecutado tras el juicio que se le siguió en Moscú, en 2006. También pudieron asesinarlo en secreto durante los seis años de cárcel que cumplió en Rusia.
Pero, no el gobierno ruso lo consideró tan poco importante que se libró de la acusación de traición por espionaje con una condena relativamente leve para este tipo de delitos, incluso en Occidente, tan sólo trece años de cárcel. Además, aceptaron liberarlo en un canje de espías. Esto indica que no existía mayor rencor contra él por parte de las autoridades rusas.
Curiosamente, ningún otro de los tres espías rusos liberados junto a Skripal fue objeto de represalias por parte de Moscú.
Estos hechos indican que el atentado contra el ex agente del GRU debe estar motivado por algo que Skripal ha hecho en los últimos años y que desató las iras del Kremlin o la necesidad de callarlo para siempre.
UNA OPERACIÓN DE KOMPROMAT
Esta suposición alimenta la sospecha de que Skripal no estaba totalmente retirado del espionaje y de que incursionó donde no debía trabajando para consultoras de inteligencia corporativa.
Skripal se habría involucrado en una operación psicológica clandestina de “Kompromat” organizada por la firma británica “Orbis Inteligencia Empresarial Ltd” contra el presidente Donald Trump.
Orbis, con sede 9 y 11 Grosvenor Gardens, de la ciudad de Londres, es una firma de inteligencia corporativa fundada, en 2009, por dos ex agentes del MI6, que se desempeñan como codirectores de esta: Christopher Burrows (58) y Christopher Steele (52).
En la página Web de Orbis, la empresa ofrece “asesoría estratégica”, así como el montaje de “operaciones de recopilación de información” e investigaciones transfronterizas.
Al parecer, la operación que comprometió la vida de Skripal, habría comenzado en septiembre de 2015, durante las elecciones primarias del partido Republicano en los Estados Unidos. En ese momento un donante republicano anónimo, muy preocupado de que Trump alcanzara la nominación presidencial del partido, contrató a una firma de investigaciones en Washington, denominada “Fusion GPS”, del periodista Glenn Simpson, a los efectos de implementar una operación de “kompromat”, consistente en acumular información comprometedora sobre una persona para que, llegado el momento oportuno, se la utilice como mecanismo de presión, chantaje o simplemente difundirla para destruir su reputación y credibilidad.
Esta técnica suele ser empleada por todos los servicios de inteligencia del mundo. En Argentina, por ejemplo, este tipo de informes de desacreditación reciben el informe menos técnico de “carpetas” y su difusión a través de la prensa para destruir la imagen pública de una persona se denomina “carpetazo”.
En los círculos de inteligencia se afirma que la antigua KGB perfeccionó y sistematizó este tipo de operaciones psicológicas clandestinas hasta convertirlas en un verdadero arte.
La operación que se habría montado contra Donald Trump consistía en recopilar datos, verdaderos o no, sobre sus negocios y vida privada. En la primavera de 2016 finalizó el interés de los republicanos en el tema, después de que el magnate inmobiliario obtuvo la candidatura de su partido. Pero el tema no murió totalmente, Simpson pronto encontró otro financista para el proyecto.
Durante la campaña presidencial, el Comité Nacional Demócrata sufrió un importante hackeo, supuestamente a mano de operadores rusos, y se comenzaron a publicar en Internet algunos de los documentos robados a los demócratas. Estos habrían decidido devolver el golpe de alguna manera.
Fue entonces cuando Glenn Simpson dispuso de mayores fondos y se vio urgido de producir resultados concretos. Para ello habría contratado los servicios de Christopher Steele, a través de Orbis Business Intelligence, encargándole la reunión de información sobre los vínculos de Trump con Rusia.
Steele a su vez recurrió a sus antiguas fuentes rusas, la mayoría desertores de los servicios de inteligencia de Moscú.
Durante sus años como agente del MI6, Christopher Steele estuvo destinado en Moscú bajo la cobertura diplomática de secretario de segunda en la embajada del Reino Unido. Se desempeñó allí a comienzos de la década de 1990. En este período Serguei Skripal era un doble agente al servicio de los británicos, controlado desde la embajada en Moscú.
Es de suponer que Steele al conocer que Skripal estaba disponible en Gran Bretaña y sin trabajo, recurriera a él para confeccionar el dossier contra Trump.
Cuando Trump ganó las elecciones, en noviembre de 2016, los demócratas dejaron de financiar la operación montada por Fusion GPS y Orbis.
Pero la ambición de Steele pudo más que su experiencia profesional y prudencia. Reunió sus mejores informaciones en un dossier de 35 páginas, con mucha información adulterada y otra imposible de verificar, sobre la supuesta conducta personal inmoral de Donald Trump y la colusión de miembros de su equipo de campaña con funcionarios rusos para alterar el resultado de las elecciones presidenciales de 2016.
Inicialmente, Steele intentó negociar su informe con el FBI, pero acabó cortando la relación aparentemente frustrado por la lentitud del Departamento de Justicia de los Estados Unidos para satisfacer sus demandas y tomar con seriedad su material.
Supuestamente, el ex agente del MI6 pasó semanas haciendo circular documentos para interesar a diversas agencias de inteligencia de los Estados Unidos esperando que alguna tomara en serio su informe.
El material terminó llegando a manos del senador republicano John McCain, al que Trump había criticado duramente en alguna ocasión y este lo entregó al FBI.
El FBI elaboró un informe propio, tomado parte del material recopilado por Steele, y lo remitió tanto al presidente Barack Obama como al propio presidente electo Donald Trump.
El expediente terminó por filtrarse a numerosos medios de comunicación. Pero, como la información en muchos casos era imposible de verificar ninguno se atrevió a publicarlo por miedo a las consecuencias legales.
No obstante, algo cambió el 10 de enero de 2017, cuando responsables de la CIA, el FBI y la Agencia Nacional de Seguridad añadieron el informe en un comunicado de prensa relacionado con el ciberataque de Rusia en las elecciones.
“BuzzFeed” fue el primer medio de prensa en difundir el escándalo, la CNN le dio veracidad al mencionarlo y a continuación el resto de la prensa mundial se hizo eco de la información. A partir de ahí, empezó a circular la posibilidad de que Trump fuera víctima de chantaje por parte de los rusos, el supuesto incidente de las prostitutas contratadas por Trump para orinar en una cama donde había dormido el matrimonio Obama o los vínculos con el Kremlin que componen la llamada “Trama Rusa”.
La difusión del dossier dejó expuesto a Christopher Steele y a Orbis. El ex agente del MI6 comprendió inmediatamente que su vida corría peligro y prudentemente desapareció. Sabía que eran los gajes de un oficio peligroso.
Skripal, posiblemente pensó que su participación en el “kompromat” no había transcendido, se sintió protegido por su condición de exespía asilado en Gran Bretaña y fue entonces que la confianza mató al gato.
EL ATENTADO
Las autoridades británicas creen que a través de los registros y filmaciones han esclarecido el atentado sufrido por los Skripal y comprobado la responsabilidad de la inteligencia militar rusa en la comisión de este.
El 2 de marzo de 2018, dos ciudadanos rusos de nombre Alexander Petrov y Ruslan Boshirov, de unos 40 años, arribaron al aeropuerto británico de Gatwick, procedentes de Moscú, en el vuelo de Aeroflot SU2588.
Ruslan Boshirov, era en realidad el coronel Anatoly Vladimirovich Chepiga, de 39 años, graduado en 2001 de la Escuela de Comando Militar Superior del Lejano Oriente. Se trata de un veterano de la Segunda Guerra de Chechenia y de Ucrania perteneciente al GRU.
En 2014, Chepiga recibió la más alta condecoración que puede recibir estando vivo un militar ruso: la medalla de “Héroe de la Federación de Rusia”.
Los espías rusos tomaron un tren desde el aeropuerto hasta la ciudad de Londres. Descendieron en la estación Victoria. Desde allí se trasladaron en micro hasta la estación Waterloo.
Luego caminaron hasta el hotel “City Stay”, en Bow Road, en el este de Londres, donde se hospedaron por dos noches.
Al día siguiente, el sábado 3 de marzo, salieron del hotel a las 11.45 horas, tomaron el metro hasta la estación Waterloo, donde subieron a un tren que los trasladó a Salisbury, en el condado de Wiltshire, situada a unos ciento cuarenta kilómetros al suroeste de Londres, lugar de residencia de Serguei Skripal.
Los rusos realizan un reconocimiento del terreno donde deberán operar al día siguiente durante unas dos horas. A las 20.05 están de regreso en su hotel.
El domingo 4 de marzo, los rusos salieron temprano de su hotel, a las 08.05 horas, realizando el mismo periplo que el día anterior.
Las grabaciones de las cámaras de seguridad de la zona muestran a los agentes del GRU en el entorno de la casa de Serguei Skripal. Allí rociaron con “Novichok” el picaporte de la puerta de entrada de la casa del desertor ruso.
UN VENENO DE NUEVA GENERACIÓN
El nombre de “Novichok” significa en ruso “recién llegado” y sirve para denominar a un grupo de agentes nerviosos binarios desarrollados por la Unión Soviética en las décadas de 1970 y 1980.
Son armas químicas de cuarta generación desarrolladas como parte de un programa militar ultrasecreto conocido por el nombre clave de “Foliant”.
Uno de los agentes tóxicos incluidos en el grupo conocido como Novichok, el Novichok A-230, es entre cinco y ocho veces más potente que el agente nervioso VX.
Aunque algunas variantes del Novichok son líquidas, existen otras en estado sólido, en forma de un polvillo ultrafino.
Algunos tipos de Novichok pueden producirse como “arma binaria”, formada por dos sustancias inocuas cuando están separadas y letales al combinarse.
Si una persona inhala Novichok o este agente toca su piel, los efectos tóxicos se hacen sentir rápidamente. Los síntomas suelen aparecer entre los treinta segundos y los dos minutos posteriores al contacto con el veneno en forma líquida. En su estadio de polvo la absorción es más lenta y los efectos suelen demorar más en hacerse presentes.
El tóxico actúa bloqueando las señales de los nervios a los músculos, provocando que se colapsen las principales funciones del organismo.
Entre los síntomas más frecuentes se observan los ojos en blanco, ya que las pupilas se contraen, convulsiones, babeo y, en el peor de los casos, fallas respiratorias, entrada en coma y la muerte.
La acción letal del Novichok se inicia con una ralentización del ritmo cardíaco y la obstrucción de las vías respiratorias, lo que conduce a la muerte por asfixia.
Algunas variantes de Novichok fueron específicamente diseñadas para resistir los antídotos existentes para la mayoría de los agentes nerviosos.
Si una persona sufre una exposición al Novichok, debe retirársele la ropa y lavarle la piel con agua y jabón para eliminar cualquier residuo del tóxico. Se debe también enjuagarle los ojos y suministrarle oxígeno.
Los agentes del GRU trasladaron el Novichok dentro de una botella de perfume “Premier Jour”, de la marca Nina Ricci, que trajeron desde Rusia y que luego fue hallada en los alrededores.
Como hemos consignado anteriormente, Serguei Skripal y su hija Yulia resultaron afectados por el Novichok pero, también hubo víctimas colaterales inocentes.
Luego, el 27 de junio, Charlie Rowley, de 48 años, encontró en un recipiente de residuos en Salisbury una caja de perfume conteniendo una botella y un aplicador, que durante tres días trató de ensamblar ambas partes en su casa de Amesbury, según declaró. Mientras lo hacía, se puso parte del contenido. Su pareja, Dawn Sturgess, de 44 años, se lo aplicó en las muñecas.
Dawn Sturgess falleció y Rowley se debatió durante meses entre la vida y la muerte.
El 10 de julio, la Policía encontró una caja con la etiqueta Nina Ricci en una bolsa de residuos en la cocina y al día siguiente una pequeña botella de cristal con la boquilla modificada. Tras analizarla, se comprobó que tenía una importante cantidad de Novichok.
Mientras que los Skripal eran hallados inconscientes, la pareja de agentes rusos del GRU regresan a su hotel, retiraron su equipaje y se dirigieron al aeropuerto de Heathrow. A las 22.30 horas del domingo 4 de marzo partieron hacia Moscú en el vuelo de Aeroflot SU2585.
Los Skripal fueron internados en la unidad de cuidados intensivos del hospital de Salisbury.
Primero los sedaron fuertemente y eso les permitió poder soportar el equipo médico tan intrusivo al que estuvieron conectados. A la vez, esto ayudó a protegerlos de un posible daño cerebral como consecuencia de la intoxicación por agentes neurotóxicos.
Con el tiempo, la sedación se redujo y la ventilación pasó de la boca a la tráquea.
Una vez que los Skripal estuvieron estables y consiguieron hablar, la preocupación de los médicos era ver como se podía estimular la producción de una encima clave para su recuperación: la acetilcolinesterasa, que se ocupa de transmitir las órdenes del nervio al músculo.
Es algo que el cuerpo hace de forma natural, pero el proceso puede llevar meses.
Probaron entonces combinar varios medicamentos aconsejados por expertos internacionales, algunos de ellos provenientes del laboratorio Porton Down, el laboratorio de Ciencia y Tecnología de Defensa del Reino Unido. Un centro conocido internacionalmente por su experiencia en tratar con armas químicas. Así se ofreció al hospital de Salisbury y a su personal asesoramiento sobre las mejores terapias a seguir en este caso. Se decidió entonces aplicar tratamientos ya conocidos, pero con enfoques nuevos. Y sucedió lo inesperado.
La rápida recuperación sorprendió a todos. Los médicos que los atendieron no han podido explicar las razones por las que la evolución fue tan satisfactoria.
El 9 de abril, Yulia fue dada de alta después de un tratamiento que ella calificó de “lenta y extremadamente dolorosa”. Algo más de un mes más tarde, el 18 de mayo, lo hizo su padre. Ambos se mantienen a resguardo en un lugar secreto.
REPERCUSIONES
Conocido el hecho el gobierno británico de la Primer Ministro Theresa May expulso a 23 diplomáticos rusos a los que identificó como “oficiales de inteligencia” no declarados. La mayor expulsión de diplomáticos en treinta años.
Además, el gobierno británico interrumpió los contactos de alto nivel con Rusia. Retiro también la invitación para que el ministro de Relaciones Exteriores ruso Serguei Lavrov, visitará el Reino Unido. Por último, los ministros y miembros de la familia real no asistieron a la Copa del Mundo de la FIFA en Moscú.
Londres también apeló a sus principales socios internacionales que inmediatamente apoyaron al Reino Unido y repudiaron la conducta de Rusia.
Los líderes de Estados Unidos, Alemania, Francia y el Reino Unido emitieron un comunicado conjunto en el que exigieron al Kremlin respuestas por el envenenamiento. Los mandatarios aceptaron la versión británica de los hechos sobre un acontecimiento que constituyó “la primera utilización ofensiva de un agente nervioso en Europa desde la Segunda Guerra Mundial” y “un asalto a la soberanía británica”, que “amenaza la seguridad de todos”. En la declaración conjunta, difundida por Downing Street, los cuatro líderes exigieron a Rusia que esclarezca las cuestiones relacionadas con la agresión y el programa de producción del gas nervioso utilizado en la misma.
“Reino Unido ha informado en profundidad a sus aliados de que es altamente probable que Rusia estuviera detrás del ataque”, dice la declaración. “Compartimos la evaluación británica de que no hay otra explicación plausible alternativa y señalamos que la incapacidad de Rusia de responder a la legitima petición del Gobierno británico subraya aún más su responsabilidad”.
Theresa May, Donald Trump, Angela Merkel y Emmanuel Macron exigen a Rusia que “responda a todas las preguntas sobre el ataque” y que “proporcione información completa sobre el programa Novichok a la Organización sobre la Prohibición de Armas Químicas”.
“Nuestra preocupación es aún mayor en el contexto de un patrón previo de comportamiento irresponsable por parte de Rusia. Pedimos a Rusia que esté a la altura de sus responsabilidades como miembro del Consejo General de la ONU de defender la paz y la seguridad internacional” concluía la declaración.
Después del envenenamiento de los Skripal, más de veinte países occidentales expulsaron a más de ciento cincuenta diplomáticos rusos, incluyendo a sesenta de los Estados Unidos. Rusia respondió con un número similar de expulsiones diplomáticas y ordenó el cierre del consulado estadounidense en San Petersburgo, la segunda ciudad más importante de Rusia.
No obstante, las repercusiones del incidente no han cesado aún y continuarán entorpeciendo las relaciones del jefe del Kremlin con los líderes occidentales.