Nos avocaremos a tratar una serie actos ilícitos internacionales encabezados por el Frente POLISARIO respecto de los campamentos de Tinduf en Argelia. Ilícitos que se cometen en complicidad y con ayuda de dirigentes argelinos, que tienen como principal víctima a la población marroquí de origen saharaui allí retenida y en forma colateral a toda la Comunidad Internacional.
Cabe recordar que El Frente Polisario, acrónimo de Frente Popular de Liberación de Saguía el Hamra y Río de Oro, es una organización separatista que pretende apropiarse del Sáhara marroquí para montar un seudo estado saharaui al servicio de Argelia. Para ello se valen del apoyo de las autoridades de Argelia y cometen una serie de delitos internacionales.
Nacimiento del Frente Polisario y Campamentos de Refugiados en Tinduf:
Como en todo conflicto internacional, la principal víctima suele ser civiles. Cuando, en el año 1975, España pone fin a su ocupación colonial en lo que era el Sáhara marroquí, y mientras el Rey de Marruecos, Hassan II, lanzaba la “Marcha Verde” con 350.000 marroquíes y recuperaba la soberanía de sus provincias del sur, un pequeño grupo de personas saharauis, etnia autóctona de la región del Sahara, apoyados por fuerzas extranjeras, comenzaron a manifestar su intención de separar una parte del territorio marroquí y formar allí un nuevo estado independiente. La fantasmagórica RASD: República Árabe Saharaui Democrática.
Con este propósito se constituyó el Frente Polisario, un grupo rebelde que inició una guerra de guerrillas, contra la población y las autoridades marroquíes. Contaron con el apoyo de funcionarios franquistas, con armamento que suministró la Libia de Gadafi y en especial con la ayuda logística y política de Argelia, país este último que tiene un largo historial animosidad para con el reino de Marruecos.
Marruecos se impuso en la guerra de guerrilla que inició el Polisario, por lo que estos se vieron obligados a retirarse a la provincia de Tinduf en Argelia, junto con población saharaui que compartía su ideología, así como también con otros que fueron engañados o directamente forzados a acompañar a las milicias al exilio argelino.
Así se crean los campos de supuestos “refugiados” en la región argelina de Tinduf, provincia ubicada al suroeste de Argelia en el límite con el Sahara marroquí. Estos saharauis cuyo número es impreciso, fueron distribuidos en cinco precarios asentamientos: Auserd, Dajla, El Aaiún, Bojador y Smara. Allí hace más de 40 años son víctimas de vejaciones y violaciones de derechos humanos básicos en forma permanente. Campamentos a los que es imposible tener libre acceso por parte de la comunidad internacional, como difícil o imposible resulta salir para los propios habitantes.
Están en condiciones deplorables de salud y alimentarias en una zona militarizada. Sufren desnutrición severa, diversas enfermedades, de permanentes maltratos por el Polisario y hasta de secuestros y esclavitud. No existen libertades básicas, a saber: No hay medios de comunicación libres, solamente el Polisario permite ingresar la presa adicta a este régimen subversivo, no hay libertad de expresión ya que el Polisario toma duras represalias contra los que se animan contradecir sus ideologías, con graves torturas a ellos y sus familiares; y lo que es aún peor, no existe la libertad de circulación: La población saharaui no puede abandonar los campos, y si lo hacen, están amenazados para volver y no divulgar datos sobre la realidad de los mismos, ya que el Polisario toma como rehenes virtuales a sus familiares que quedan allí en Tinduf hasta que estos regresen. (Similar a lo que ha ocurrido en, por ejemplo: CUBA)
Los campamentos de Tinduf son auténticas cárceles a cielo abierto, donde se tortura, y se vulneran sistemáticamente los más elementales derechos humanos con la complicidad de Argelia y de los dirigentes del Polisario, que han sido desde hace años objeto de numerosas acusaciones de torturas sobre las poblaciones saharauis
El territorio es desértico, con ausencia casi total de agua, lo que impide desarrollar cualquier actividad económica, ni siquiera la agricultura de subsistencia que se practica en otras regiones desérticas de África, por lo que dependen totalmente de la ayuda humanitaria que reciben de las Naciones Unidas, de la Comunidad Europea y de diferentes ONG internacionales.
Los saharauis de estos campamentos reciben el agua potable en camiones cisterna y una canasta de básica de alimentos en carácter de Ayuda Humanitaria Internacional.
Es dable interrogarse sobre por qué los refugiados deciden permanecer en estos campos aun soportando estas condiciones de vida infrahumanas: La respuesta es única, tanto el Polisario como sus cómplices argelinos lo impiden. Nadie entra ni sale de los campamentos sin autorización, que es excepcional. Para facilitar esto, tienen a los pobladores de los campamentos como indocumentados y Argelia tiene su frontera con Marruecos cerradas, siendo la frontera terrestre cerrada más extensa del mundo, con todos los perjuicios humanos y económicos que esta aptitud provoca a la población de ambos estados.
En este sentido, y desde mi lugar como jurista y abogado argentino que creció en una sociedad que consagra los derechos humanos y aboga por la promoción y el respeto de las libertades individuales, quisiera destacar la importancia y el deber de velar sobre el cumplimiento y la aplicación de las disposiciones de los convenios y los tratados internacionales así como las recomendaciones de las instancias internacionales en la materia que en el caso de los campamentos de Tinduf han sido ampliamente transgredidas y violadas por el Frente Polisario.
Desvío y Comercialización Ilegal de la Ayuda Humanitaria facilitada por la escases de un Censo de población saharaui en Tinduf,
Como hemos referido, por las condiciones inhóspitas de la región de Tinduf donde se ubican los campamentos, los refugiados saharauis están condenados a subsistir con la ayuda alimentaria que se le pueda suministrar desde el exterior. Es así como la comunidad internacional envió desde 1975 a la fecha millones de dólares en ayuda humanitaria anualmente destinada a los campamentos.
Esta ayuda que se recibe principalmente por intermedio de las Naciones Unidas, la Comunidad Europea y distintas ONG internacionales, es malversada por el Frente Polisario con ayuda de sus cómplices de la dirigencia argelina, y ese dinero es empleado para comprar armamento para las fuerzas del Polisario y bienes inmuebles para sus dirigentes, principalmente en Islas Canarias y en España continental.
Estos desvíos son facilitados en gran medida por la sobreestimación que realiza el Frente Polisario y Argelia del número de refugiados que hay en los campamentos de Tinduf, negándose rotundamente desde hace más de cuatro décadas a las recomendaciones del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) de llevar a cabo un censo de la población saharaui en estos Campamentos.
Rechazo claramente motivado por los beneficios ilegales que los dirigentes del Polisario sacan de la sobrestimación de refugiados.
Esto crea una diferencia notoria entre el número real de la población y el número estimado por las organizaciones internacionales, por lo que ajustar la ayuda alimentaria y económica es una misión difícil de realizar, y posibilita todo tipo de tráficos, desvío y malversación de la ayuda humanitaria, sobre todo porque aquí la ACNUR no tiene una representación permanente en el país de acogida.
Los casos de desvío y malversación de la ayuda humanitaria que comete impunemente la dirección del Polisario han sido históricamente documentados y condenados por diferentes organizaciones internacionales. En primer lugar, por el ACNUR, por el Programa Mundial de Alimentos (PAM), y por distintas ONG internacionales.
El informe de la Oficina Europea de Lucha Anti Fraude (OLAF).
El desvío de ayuda humanitaria a los campamentos de TINDUF cobró notoriedad pública cuando la Oficina Europea de Lucha Anti fraude (OLAF) público en 2015, como resultado de una ardua investigación que comenzó en 2003 y finalizó en 2007, un informe detallado en el que afirma que la dirección del Polisario y dirigentes argelinos, organizaban sistemáticamente operaciones conjuntas de desvío de la ayuda humanitaria destinada a la población saharaui de Tinduf. En este informe la OLAF asegura que solo una parte de la ayuda humanitaria llega a los campamentos y que la mayoría de los cargamentos, nunca llega a los refugiados.
La OLAF denuncia “malversación” y “fraude masivo” en la utilización de los fondos humanitarios para la fantasmagórica RASD (República Árabe Saharaui Democrática), además de una cantidad de pobladores “hinchada”.
La investigación de la OLAF comenzó, en 2003, después de que un experto de la Comisión, de vacaciones en Malí, observara como eran descargados para la venta, en un mercado informal, bolsas de 25 kilogramos de leche en polvo que llevaban impreso el logo con las siglas de la agencia humanitaria europea (ECHO) y la referencia de que estaba prohibida su comercialización.
El informe describe detalladamente el procedimiento y los autores de la malversación de la ayuda humanitaria. Los embarques arriban al puerto de Orán, al norte de Argelia a través del cual transita la ayuda humanitaria, principalmente alimentos, otorgada por Europa a través de la Dirección General de Ayuda Humanitaria y Protección Civil (ECHO).
Ya en el puerto comienza la sustracción de la ayuda humanitaria desde el arribo. Las autoridades argelinas y del Frente Polisario, seleccionan los productos recibidos, así una parte se destina a los Campamentos y otra se vuelca al comercio ilegal en la propia Argelia, Mauritania e incluso Malí y otros países subsaharianos.
La OLAF constató que el gobierno argelino retiene una parte de los embarques de ayuda humanitaria como compensación por el apoyo político y militar que le brinda al Frente Polisario. Además, parte de la ayuda humanitaria asume la forma de fondos –es decir, dinero en efectivo- para financiar compras de materiales y pagos a empresas argelinas. Los argelinos cobran ilegalmente impuestos sobre estas compras a las ONG donantes, de tal manera que el gobierno argelino no solo roba y comercializa ilegalmente una parte de los embarques de ayuda humanitaria, sino que también cobra impuestos por la compra de bienes y servicios que la Comunidad Europea realiza en su territorio.
Pero también la dirigencia del Polisario participa del robo de la ayuda humanitaria en su propio beneficio y para financiar sus actividades internacionales.
Esta parte de la ayuda es desviada y almacenada en depósitos clandestinos paralelos a los oficiales, antes de ser redistribuida, siendo luego vendida en los mercados subsaharianos.
El trayecto entre el puerto de Orán y el centro de distribución ubicado en un campamento al surde Tinduf, se realiza por dos empresas de transporte argelinas, únicas autorizadas a ingresar a los campamentos. La carga se transporta sin carta de porte y sin precintar. Los camiones tardan hasta 48 días en recorrer un trayecto que deberían efectuarlo en menos de cinco días, donde se va seleccionando la ayuda que se va a desviar y se deposita en diferentes centros clandestinos. Los camiones llegan a los campamentos con varias toneladas faltantes de mercadería, y se soborna al saharaui de Tinduf responsable de controlar la descarga de la mercadería con el equivalente aproximado de 500 Euros en moneda argelina.
Parte de la ayuda que se desvía se pone a la venta en el mercado negro en sus paquetes originales, en los que figura el nombre de ECHO, la agencia de ayuda humanitaria de la Comisión Europea. A veces, para disimular, los productos de buena calidad son pasados a otros envases y en los originales se introducen otros de peor calidad que se distribuyen como si fuera la ayuda humanitaria. Para hacer estos cambios se crearon almacenes clandestinos.
En la época que la OLAF relevó el informe, el Polisario tenía, además, aún presos de guerra marroquíes -liberó los últimos en 2005- que trabajaron forzosamente en la edificación de un hospital y de colegios, pese a que los organismos donantes pagaban no solo los materiales de construcción sino la contratación de mano de obra local.
Número de pobladores inflado por el Polisario y sus aliados.
El fraude masivo fue en buena medida posible porque durante años la Comisión Europea envió ayudas para alimentar a unas 155.000 personas, la cifra que le había comunicado Argelia. El Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) no dispone de un censo propio porque el Polisario, que controla los cinco campamentos, no le ha autorizado a hacerlo desde hace más de 40 años. La cifra de saharauis en los campos argelinos que maneja la U.E. es importante porque determina en gran parte la cuantía final de las ayudas al desarrollo.
Según el informe de la OLAF, los saharauis recibieron más ayudas de las que necesitaban realmente debido a que las cifras de la población de los campos estaban infladas por sobre las reales.
Mientras investigaba el fraude, la OLAF encargó en 2005 al a un Centro de investigación europeo, que averigüe, recurriendo a satélites de observación, el número de habitantes. Resultaron ser unos 91.000. Desde entonces, la Comisión europea fue ajustando a esa cifra su ayuda, que ronda los 10 millones de euros anuales, pero no hizo público el contenido del informe de su equipo anti fraude ni interrumpió la entrega de alimentos. La comisión se vio ante un dilema moral. O recortaba la ayuda y con el riesgo que el Polisario y sus socios siguieran robando parte de esta con serias consecuencias para los residentes de Tinduf, o la seguía suministrando. Por este motivo quizás, el informe estuvo cajoneado durante más de 7 años, saliendo a la luz a finales de 2014 y tomando estado público en 2015. El escándalo fue de gran magnitud, puesto que se alimentó por décadas a -como mínimo- 64.000 refugiados inexistentes.
No debemos olvidar que todo el desvío y malversación de ayuda internacional que efectúa el Polisario y sus secuaces argelinos es en claro detrimento del sufrimiento de una población que vive en condiciones de vida infrahumanas desde hace más de 40 años, sobre todo los menores y la gente mayor por falta de recursos y de medicamentos.
Los dirigentes del Polisario se enriquecen a base del padecimiento de los saharauis y les conviene que haya campamentos, que haya ayuda humanitaria, porque ellos son los administradores y residen en Argelia alejados de los inhóspitos campamentos. Sus familias están en el extranjero, entrando y saliendo sin problemas y sus hijos están residiendo y estudiando en Europa.
COROLARIO.
Independientemente de la disputa que existe sobre los territorios del Sahara marroquí, sea que enrolemos en la postura quizás más fundada y reconocida internacionalmente de la integridad territorial de Marruecos, y de su derecho histórico y legítimo a esas tierras, o la postura más radical y con menos argumentos que sostienen un puñado de personas que conforman el Polisario y sus aliados, que se arrogan la representatividad dudosa de los saharauis de la autodeterminación y de una inexistente República Árabe Saharaui Democrática-, lo importante aquí es que miles de saharauis, sean 60.000 como sugiere Marruecos, 90.000 como constató la OLAF o 155.000 como pretende Argelia, son seres humanos que están padeciendo condiciones de vida deplorables, que no tienen acceso a alimentación de calidad y servicios básicos de primera necesidad. Son personas que se ven rehenes de esta disputa por parte de los dirigentes del Frente Polisario. Dirigentes que ni ellos ni sus familiares viven en los campamentos y tienen un estándar de vida muy superior. Vemos como un puñado de separatistas no dudan en convertir una cuestión puramente humanitaria, en una fuente de enriquecimiento ilícito, lejos de cualquier valor ético y de todo control.
Creemos indispensable que la Comunidad Internacional, y la Sociedad Civil Mundial, tome cartas en el asunto e inste al Frente Polisario y a Argelia para que permita el ingreso de funcionarios del ACNUR y representantes de ONG humanitarias, que constate las condiciones de vida y el estado de la ayuda humanitaria, elabore un censo de la población saharaui, se les otorgue un documento fiable a cada uno de ellos y en base a estos números y la realidad constatada se trace un plan sustentable de ayuda efectiva y medidas de control para los residentes, resguardando así los tan mentados Derechos Humanos de estos últimos. Sin la implementación de estas medidas el robo de ayuda humanitaria continuará siendo una práctica habitual que alimentará la riqueza de los funcionarios corruptos expandiendo las actividades del crimen organizado a toda la región.