Marruecos ostenta una larga tradición de tolerancia y aceptación de la diversidad religiosa. Recordemos la activa protección que en su tiempo Mohamed V brindó a los judíos marroquíes en tiempos del Protectorado francés, bajo el régimen de Vichy.
En esta misma línea, años más tarde su hijo Hassan II recibió, en 1985, la primera visita de un pontífice romano al Reino magrebí cuando acogió la presencia del papa Juan Pablo II.
Esa histórica visita “presentó una base sólida para construir puentes de diálogo, de comprensión y de respeto mutuo entre el mundo cristiano y musulmán”.
Ahora, Mohamed VI, al mismo tiempo Amir Al-Mouminin y presidente del Comité Al Qods -organismo que preserva el estatuto de la ciudad de Jerusalén y de los lugares santos del Islam), prolonga esta tradición inherente a la monarquía alauí saludando, con los mejores deseos de salud y felicidad y prosperidad, a Su Santidad el papa Francisco I en el quinto años de su ascenso al Papado.
El rey de Marruecos señaló en su mensaje la responsabilidad que ambos jefes de Estado y líderes religiosos comparten en “todo lo referente a la coexistencia y entendimiento entre los hijos de Abrahán.”
En tiempos difíciles en que algunos pretenden distorsionar el mensaje del Profeta Mohamed con interpretaciones erróneas que sólo conducen al odio religioso y la violencia. Mientras que otros incitan las pasiones religiosas intentando apropiarse ilegítimamente, para su uso exclusivo, de una ciudad que es patrimonio compartido de judíos, cristianos y musulmanes.
El mensaje sereno y conciliador de Mohamed VI, llamando al entendimiento entre todos los “hijos de Abrahán”, es un importante gesto en favor de la moderación y concordia que enaltece el perfil de estadista del rey de Marruecos.
Nuevamente, Mohamed VI se presenta como el único líder africano y musulmán de proyección global que defiende el diálogo interreligioso y trabaja activamente en favor de la paz y el respeto de los derechos humanos.