La detención, el jueves 15 de febrero, en Marruecos de terroristas pertenecientes al grupo yihadista Estado Islámico y que anteriormente eran miembros del Frente Polisario, confirma el efecto desestabilizador que cumplen en la región sahelo – sahariana los campamentos argelinos donde, desde hace años, los separatistas retienen a la población saharaui marroquí.
La Oficina Central de Investigaciones Judiciales, el organismo responsable en Marruecos de la lucha contra el terrorismo y la delincuencia transnacional, que dirige Abdelhak Khim como parte de la Dirección General de la Supervisión del Territorio Nacional, la eficiente DGST marroquí, arrestó en las ciudades de Laayun, Salé y Marrakech a tres individuos, de entre 24 y 30 años, miembros de una célula terrorista del Dáesh.
En el proceso, las autoridades antiterroristas marroquíes secuestraron documentación, uniformes y hasta una bandera pertenecientes al Frente Polisario.
Precisamente, una semana antes, en declaraciones formuladas a la prensa, Khim había advertido sobre los vínculos del Dáesh con el Frente Polisario y las actividades del terrorismo yihadista en el sur de Argelia.
Dijo el alto funcionario de seguridad marroquí: “El Dáesh no ha desaparecido. Hubo una reubicación; se reorganizaron en la zona sahelo – sahariana y en Libia. Donde encuentran áreas sin ley, allí se establecen”. Para luego agregar: “El problema se incrementa con la falta de cooperación de los argelinos y la existencia de un área controlada por un grupo terrorista que es el Frente Polisario.” Concluyendo: “Al Qaeda en el Magreb Islámico sigue intentando controlar el sur de Argelia y al norte de Mali”.
Cabe destacar que la DGST marroquí colabora con los organismos de seguridad e inteligencia europeos en la lucha contra el terrorismo yihadista y ha sido esencial en el esclarecimiento de atentados en Bélgica, Francia y Barcelona, España.
Las recientes detenciones de terroristas yihadistas no hacen más que confirmar lo acertado de las declaraciones del jefe antiterrorista.
Durante largo tiempo, otros expertos internacionales en terrorismo yihadista, como Chema Gil Garré, Codirector del International Security Observatory, con sede en España, y responsable del Departamento de Análisis de Terrorismo y Seguridad Internacional, han denunciado insistentemente que los líderes del Frente Polisario mantienen vínculos con grupos terroristas y con organizaciones criminales dedicadas, entre otros negocios ilícitos, al secuestro de cooperantes europeos.
El Frente Polisario tiene un largo historial de actividades terroristas. El grupo separatista asesino a casi trescientos ciudadanos españoles durante las décadas de los años 70 y 80. Los pescadores españoles que faenaban en la zona de El Aaiún o los trabajadores que picaban piedras en las minas de fosfato de Fosbucraá fueron aniquilados en masa. Barcos con toda la tripulación pasada a machete, secuestros, torturas físicas y psicológicas o fusilamientos con ráfagas de ametralladora eran algunas de las desastrosas “postales” que dejaron los terroristas separatistas que nunca fueron debidamente investigadas ni sancionadas, según afirma la Asociación Canaria de Víctimas del Terrorismo (ACAVITE).
También son inocultables los vínculos del Frente Polisario con el crimen organizado internacional.
El 24 de octubre de 2011, por ejemplo, la madrileña Ainhoa Fernández Rincón, el mallorquín Eric Gonyalons y la italiana Rosella Urru, todos ellos cooperantes europeos pertenecientes a diversas ONG, fueron secuestrados en Rabuni, la sede administrativa de los campamentos argelinos controlados por el Frente Polisario, mientras desarrollaban actividades humanitarias.
Del secuestro de los cooperantes participaron elementos del Frente Polisario en asociación con terroristas de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), vinculados a Mokhtar Belmokhtar, el terrorista conocido periodísticamente como “Míster Marlboro”, desde sus tiempos de contrabandista de tabaco.
Los cooperantes fueron trasladados por sus captores en vehículos 4X4, primero a territorio de Mauritania y luego al norte de Malí. Meses después, luego de intensas negociaciones y de que sus gobiernos pagaran a los terroristas un sustancial rescate, fueron liberados.
En este sentido, los organismos de seguridad e inteligencia de la Unión Europea ven con preocupación la actitud tolerante de Argel hacia algunos terroristas yihadistas de origen argelino que operan en el Norte de Mali, como el mencionado Mokhtar Belmokthar. Cuando estos terroristas son perseguidos por las fuerzas internacionales en el Sahel suelen encontrar refugio en territorio argelino.
Tampoco podrá hablarse de verdadera seguridad en la zona mientras persistan los campamentos controlados por el Frente Polisario donde vive y recibe adiestramiento militar una población sin futuro, propensa a radicalizarse y a engrosar las filas de organizaciones terroristas como el Dáesh o AQMI.
Población que el Frente Polisario mantiene sumida en la pobreza y en la desesperación. Esos pobladores, para ganarse la vida, se ven naturalmente tentados a realizar actividades ilícitas.
De nada servirán los crecientes esfuerzos internacionales por controlar la región como la francesa “Operación Barkhane”, la “Misión de Entrenamiento de la Unión Europea en Mali (EUTM-Mali)”, establecida por la Unión Europea, con auspicio de las Naciones Unidas; la “Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de las Naciones Unidas (MINUSMA)” o la costosa “Force Conjointe du G-5 Sahel (FC-G5S)”, constituida por Burkina Faso, Chad, Mali, Mauritania y Níger.
El Frente Polisario es una organización terrorista, las pruebas están allí quien quiera verlas las verá y quien persista en su infantil creencia de que trata con una minoría perseguida enfrentará, más tarde o más temprano, las consecuencias.