El objetivo fundamental de la columna de hoy es, principalmente, felicitar la Pascua a los que me leen en esta columna de Alternative Press Agency. Desearles que la suerte les haya acompañado en la patriótica Lotería de Navidad, que eso sí nos une a todos.
También felicitarnos todos, pues vamos a poder comernos el turrón bajo “la tregua del 155” y no vamos a vivir con la angustia que era, hace unas semanas, previsible. Las elecciones de ayer han venido a solucionar, en principio poco… ahora volvemos a un punto anterior en la historia y todo está aún por hacer. Pero cuando las urnas hablan y con la contundente participación ciudadana que se ha producido, sólo cabe ahora, como venimos diciendo hace tiempo, conseguir que la política y sus representantes se esfuercen en encontrar un camino de salida.
Los ciudadanos nos engrasamos con dulces, cordero y cochino al dictado de las recetas obtenidas en la infinidad de programas gastronómicos de radios y televisiones o descargadas de alguna página de Internet, de la que habrá que asegurarse que no sea una fake news rusa pues estarán llenas de salmón, ensaladilla y mantecados de la Estepa. Mientras los políticos, en lugar de compartir su tiempo en interminables reuniones con primos, cuñados, vecinos y sobrinos saltando en los sillones, deberán esforzarse en hacerlo con sus conmilitones y con los de los otros partidos, afines o no, para que se alcance el compromiso de reconducir la situación.
Habrán de apelar a la generosidad y buena onda a la que obliga la Navidad para acomodar sus pretensiones e ínfulas a una incontestable realidad electoral, la ley y el sentido común. Que ese hombre vestido de negro, que imparte justicia en solitario, encuentre las razones para que, sin merma de la ley, los que hoy se encuentran en prisión y tienen que participar en la búsqueda de un nuevo camino puedan salir. No es el Llanero sino el juez Llanera, hecho que sin duda ha influido en el resultado; contribuya, insisto desde la Ley, en facilitar lo que se tiene por delante. Incluso que no continuemos con el ridículo que se está haciendo en Bruselas, capital de Europa, para que algunos puedan poner a su caganer en el Belén.
Bastante va a ser soportar un cierto ridículo, si las cosas van a ir por donde parece que van a ir, que el destituido sea restablecido por el destituyente. Recordemos que los efectos del 155 terminan con la toma de posesión del nuevo gobierno. Esperemos que crucen sus miradas y se digan el uno al otro: “Tanto, tanto para qué” y la magia emanada de estas fechas, de obligada bondad y felicidad, les lleve a sentarse y empezar a dialogar
No sólo es bueno este momento para que los nuevos diputados vuelvan a casa a tomar posesión y reconciliarse con una realidad, que ellos mismos negaron (“No era ahora el momento y no estábamos preparados”), es también muy positiva la vuelta a casa de algunos periodistas y opinólogos, que hace meses acamparon en los estudios de radio y televisión, se rencuentren con sus familias y reflexionen que parte de responsabilidad tienen en haber avivado el “sin Dios” producido, creando fronteras entre el bien del nacionalismo español y el mal del separatista y viceversa. Las empresas demoscópicas, a sueldo de los medios de comunicación, se coloquen debajo del árbol, como matrioshka rusa( entiéndaseme el símil), sintiéndose como desvirtuadores de los resultados electorales buscando la polarización de las opciones posibles más irreconciliables con encuestas de difícil contraste técnico.
Citando al sabio político Winston Churchill, podríamos decir su conocida frase: “este no es el final, no es ni siquiera el principio del final. Puede ser, más bien, el final del principio”. Quizás tengamos, como algunos aventuran, elecciones en Cataluña en menos de un año, pero dudo que ello pudiera solventar la situación. Ahora hay que hacer una lectura sosegada de lo que ha pasado y todos los que se creen ganadores, los que se sienten perdedores, los que lo han sido y la sociedad española en su conjunto hagan y pensemos, con este espíritu de navideño que nos embarga, la profundidad de la letra del villancico popular “Hacia Belén va una burra, Rin-Rin”: yo me remendaba yo me remendé yo me eché un remiendo yo me lo quité …María, ven a acá corriendo, que el chocolatillo se lo están comiendo …han entrado los ratones; … nos han roído los calzones.
Feliz Navidad a todos, convencido que 2018 será un gran año para todos. Un abrazo.