El desplazamiento de Robert Mugabe, histórico presidente de Zimbabue, quien cumplía su séptimo mandato consecutivo cuando se enemistó con los veteranos de su partido ZAPU – PF y del Ejército, marca el comienzo de una etapa de transición hacia una mayor democracia en África
El comienzo del fin para los líderes gerontocráticos y nepotistas, recordemos que el “Camarada Bob” pensaba hacerse suceder por su esposa sudafricana Grace “Gucci” Mugabe, anuncia que en África está emergiendo gradualmente una nueva generación de dirigentes más respetuosos de las instituciones y la legalidad democrática.
Así lo anticipó, a fines de enero de este año, el rey de Marruecos, Mohamed VI, cuando en su discurso a la XXVIII Cumbre de la Unión Africana, hablando del retorno de su país a dicha organización anticipó premonitoriamente que: “África esta dirigida hoy por una generación de líderes desacomplejados, que obran a favor de la estabilidad, la apertura política, el desarrollo económico y el progreso social de sus poblaciones. Actúan con determinación financiera y convicción sin preocuparse por ser calificados o evaluados por Occidente.”
Mohamed VI avizoraba que con el ocaso de líderes como el tunecino Zine El Abidine Ben Ali, el libio Muhammad Al Gadafi, el egipcio Hosni Mubarak, el burkinés Blaise Campaore, el gambiano Yahya Jammeh y ahora Robert Mugabe, se cerraba una etapa y deban comienzo nuevos tiempos.
Atrás quedaban los años de la lucha armada contra el colonialismo, la retórica tercermundista en los foros internacionales y la utopía de un socialismo a la africana.
Hoy, África vive nuevos tiempos y debe hacer frente a nuevos desafíos: la búsqueda de un desarrollo sostenible, la forma de hacer frente a los problemas generados por el cambio climático, una aprovechamiento más racional y equitativo de sus recursos naturales, un trato más igualitario y justo para la mujer africana, etc.
Sin embargo, aún quedan algunos resabios del pasado. En algunos países los viejos dinosaurios que condujeron el tránsito del colonialismo a la independencia se aferran tozudamente al poder que detentan desde hace décadas.
Tal el caso de Abdelaziz Bouteflika, que con sus ochenta años y una salud notoriamente declinante -no sólo está confinado a una silla de ruedas y tiene problemas para expresarse, sino que las fotografías frecuentemente lo muestran con la mirada perdida- se mantiene en el poder gracias al apoyo del Ejército y el control del partido oficial el Frente de Liberación Nacional.
El anciano presidente incluso pretende ser sucedido por su hermano menor Saïd Bouteflika. El hermano presidencial, de 60 años, conocido como “Monsieur Frére”, es un doctor en informática que detenta el cargo de “consejero especial” del presidente y desde la enfermedad de este, en 2005, es el verdadero poder tras el trono que pone y remueve ministros.
El actual mandato de Abdelaziz Bouteflika termina en 2019 y los candidatos a sucederle son dos. Por un lado, su hermano Saïd, apoyado por un grupo de grandes empresarios que medran con los contratos de obra pública y otros privilegios, como los hermanos Karim y Réda Kouninef.
Por otro, algunos especulan con la candidatura del jefe del Estado Mayor, el general Gait Salah, quien tiene el control real de las fuerzas armadas.
Mientras en Argel se desarrolla este “Juego de Tronos”, la economía argelina, totalmente dependiente de las exportaciones de petróleo y gas, padece los efectos del descenso de los precios internacionales de estos hidrocarburos.
Recientemente, el “Informe 2017 del Índice Ibrahim de Gobernabilidad Africana” sobre gobernabilidad situó a Argelia en la posición 41 entre los 53 estados de África, por detrás de Etiopía, Eritrea y Chad.
El Índice Ibrahim de Gobernabilidad Africana (IIAG) ofrece una evaluación anual de la calidad de la gobernanza en los países africanos. Compilado por la combinación de más de cien variables de más de treinta instituciones africanas e internacionales independientes, el IIAG es la colección más completa de datos sobre gobernabilidad africana.
El IIAG proporciona un marco para que los ciudadanos, los gobiernos, las instituciones y el sector privado evalúen con precisión la entrega de bienes y servicios públicos y los resultados de las políticas en todo el continente. Además de ser una herramienta para ayudar a determinar y debatir el desempeño del gobierno, el IIAG es un instrumento de toma de decisiones con el que gobernar.
El IIAG evalúa el progreso en cuatro categorías conceptuales principales: seguridad, Estado de Derecho, Participación y Derechos Humanos, Oportunidades económicas sostenibles y Desarrollo Humano. Estas cuatro categorías están evaluadas en función de datos que cubren elementos de gobernabilidad que van desde la infraestructura hasta la libertad de expresión y el saneamiento y los derechos de propiedad.
El IIAG permite a los usuarios comparar el desempeño de la gobernanza en una serie de dimensiones a nivel nacional, regional y continental. Los puntajes y rangos están disponibles para todos los años a partir del 2000, lo que permite el análisis de tendencias a lo largo del tiempo. Todos los datos subyacentes utilizados en la construcción del IIAG están disponibles libremente y se publican de forma transparente junto con una metodología integral.
Se publicó por primera vez en 2007 en asociación con el profesor Robert I. Rotberg de la Escuela de Gobierno Kennedy y clasificó el desempeño de los 48 países del África subsahariana. El Índice ahora es compilado por un equipo de investigación basado en la Fundación bajo la guía de un Consejo Asesor, compuesto por eminentes expertos académicos y profesionales en los diversos campos de la gobernabilidad y es un foro para debatir y mejorar el IIAG. En 2009, el índice incluyó a los 53 países africanos por primera vez, incluidos los de África del Norte.
No obstante, resulta imposible ser absolutamente optimista sobre las posibilidades de renovación del liderazgo africano y de una mayor democracia en el continente.
En Zimbabue, Robert Mugabe ha sido reemplazado por Emmerson “El cocodrilo” Mnangagwa, su vicepresidente y ex ministro de Defensa, de 75 años y con un oscuro historial de violaciones a los derechos humanos.
Por otra, el antiguo comunista Mugabe, de 93 años, y Grace “Gucci” se han retirado tranquilamente a su mansión de 7,3 millones de dólares para disfrutar de una fortuna estimada en mil millones de dólares.
También en Sudáfrica, un país con antecedentes de buena institucionalidad democrática, gobierna desde 2009 el presidente Jacob Zuma. El mandatario de 75 años, practica la poligamia se casó seis veces y tiene veinte hijos, aspira a ser sucedido por una de sus esposas: Nkosazana Dlamini Zuma.
En el pasado Zuma ha enfrentado numerosos cargos por corrupción e incluso violación.
Como puede apreciarse hay que ser prudente cuando se habla del futuro de la democracia en África.