El domingo se realizaron en Argentina las elecciones denominadas Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), que definieron los candidatos de cada partido que finalmente competirán en las elecciones nacionales del 22 de octubre de 2017. En esa fecha se elegirán legisladores nacionales, provinciales y municipales para designar a 24 senadores y 127 diputados nacionales y renovar la mitad de los congresos y consejos municipales de las veinticuatro provincias de Argentina.
Las PASO, que fueron creadas por el kirchnerismo y se implementan desde 2009, operan como una suerte de “gran encuesta nacional” que anticipa las preferencias del electorado sesenta días antes de los comicios reales y efectivos.
En muchos casos, las PASO provocan reacomodos en los votantes y desesperados intentos de los candidatos menos favorecidos para evitar polarizaciones y fugas hacia el “voto útil”.
En esta primera prueba electoral, desde que triunfara en la segunda ronda de los comicios presidenciales de 2015, Mauricio Macri obtuvo una contundente victoria. No sólo retuvo el 35% de los votos que conquistó en esas elecciones, sino que amplió su ventaja y su partido “PRO” aumentó su presencia nacional. La coalición Cambiemos (que integran el PRO, la Unión Cívica Radical y la Coalición Cívica) se impuso en diez de los veinticuatro distritos electorales.
El oficialismo se impuso en distritos gobernados por la oposición, como Córdoba, San Luis, Santa Cruz, La Pampa y Entre Ríos, además de los distritos propios como la provincia de Buenos Aires, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Mendoza, Jujuy y Corrientes.
El presidente en muchos distritos apostó a la candidatura de dirigentes partidarios o funcionarios poco instalados en la opinión pública tratando de que el votante apoyara más la idea de un cambio en la sociedad argentina que a una figura política.
Así, el peso de la campaña electoral se descargó sobre el propio presidente, sobre la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal y la líder de la Coalición Cívica, Elsa “Lilita” Carrió.
La gran derrota de estos comicios en la ex presidente Cristina Fernández de Kirchner quien por primera vez en su larga carrera política no ganó una elección en que se presentó.
La ex presidente, que rompió con el peronismo y sepultó al Frente para la Victoria, la coalición electoral que la llevó dos veces a la presidencia y que obtuvo la mayor cantidad de votos en la primera ronda electoral de 2015, terminó cosechando menos votos que su cuestionado jefe de Gabinete y frustrado candidato a gobernador, el inefable Aníbal Fernández.
Además, condujo al kirchnerismo hacia la cuarta y peor derrota de su historia en la provincia de Buenos Aires (ha sido derrotado en 2009, 2013, 2015 y 2017) un distrito que ha gobernado durante 28 de los 34 años transcurridos desde la restauración de la democracia, el 10 de diciembre de 1983. La provincia de Buenos Aires contiene al 40% del padrón electoral y, a la vez, es el distrito que presenta los mayores problemas de pobreza y marginalidad del país.
El kirchnerismo además perdió en forma aplastante en su base territorial, la provincia de Santa Cruz gobernada por la cuñada de la ex presidente y su antigua ministro de Bienestar Social, Alicia Kirchner.
Si bien las PASO constituyen en verdad tan sólo un ensayo de los comicios efectivos a realizarse en octubre y para entonces pueden producirse cambios sustanciales, el gobierno confía que en los próximos sesenta días comenzaran a evidenciarse algunas mejoras en la economía que impactarán favorablemente sobre el electorado y lo beneficiaran.
Al mismo tiempo, los resultados de la votación alejan cualquier posibilidad de un “cristinazo” que posibilite el retorno de la ex presidenta a la Casa Rosada, en 2019.
Es evidente, que la sociedad argentina sigue apostando a dejar atrás la demagogia populista y busca un país más racional y en sintonía con el mundo.