El embarazo en edades cada vez más tempranas es un problema social y de salud pública de alcance mundial, constituye un reto de gran envergadura, influye en la vida de la adolescente cuando todavía no alcanza la madurez física y mental, frecuentemente en circunstancias adversas, como son las carencias nutricionales u otras enfermedades, afecta a todos los estratos sociales, pero predomina en la clase de bajo nivel socioeconómico.
“La pobreza y la falta de oportunidades están directamente asociadas con el embarazo adolescente y la maternidad temprana, que pueden convertirse en impedimentos para que las mujeres aprovechen al máximo sus oportunidades de desarrollo”, dijo Luis-Felipe López-Calva, economista líder del Banco Mundial para América Latina y el Caribe “Esto representa un reto para la región, pues si bien los embarazos adolescentes han disminuido en todo el mundo durante la última década, en América Latina y el Caribe disminuyen a un ritmo más lento que en otras regiones”… “El embarazo adolescente es relevante desde el punto de vista del desarrollo porque es una manifestación de la falta de oportunidades y porque la maternidad temprana puede tener implicaciones que fomenten círculos viciosos de pobreza entre generaciones, exclusión social y altos costos sociales. Atender este reto demandará políticas mejor diseñadas que tomen en cuenta la complejidad del fenómeno”, agregó López-Calva
Cada año dan a luz unos16 millones de mujeres de entre 15 y 19 años, lo que representa aproximadamente un 11% de los partos a nivel mundial, acaparando el 23% de la carga global de morbilidad (en años de vida ajustados en función de la discapacidad) atribuible al embarazo y al parto.
Latinoamérica tiene la tasa de fertilidad adolescente más alta del mundo después de África subsahariana y el sur de Asia.
La proporción de partos en adolescentes se establece alrededor del 2% en China, 18% América Latina y el Caribe y más del 50% África subsahariana, las tasas de fertilidad adolescente están directamente relacionadas con condiciones de pobreza y con factores asociados a la desigualdad.
Los abusos sexuales, denunciados por un 10% de las mujeres que han tenido su primera relación sexual antes de los 15 años, es una de las causas de los embarazos no deseados en adolescentes. Cerca de 2,5 millones de adolescentes se someten cada año a abortos peligrosos, siendo las mujeres de este grupo etario las que se ven más gravemente afectadas por las complicaciones obstétricas, el 14% de todos los abortos practicados en condiciones poco seguras corresponden a mujeres de entre 15 y 19 años.
El embarazo adolescente represente un riesgo para el niño por nacer, las tasas de mortinatalidad y de defunción en la primera semana de vida son un 50% más elevadas cuando las madres son menores de 20 años que cuando tienen entre 20 y 29 años, cuanto más niña es la madre, mayor es el riesgo. Las tasas de nacimientos prematuros, bajo peso al nacer y asfixia son más altas. La OMS alienta a retrasar la maternidad para evitar los altos índices de mortalidad materna y del recién nacido.
Los problemas de salud más habituales del embarazo adolescente son, anemia, malaria, HIV y otras enfermedades de transmisión sexual, hemorragias puerperales, depresión, y no menos del 65% de las fístulas obstétricas suceden en esas circunstancias, con graves consecuencias, tanto a nivel físico como social, la desproporción cefalopélvica que en ocasiones son muy extremas, pueden conllevar a la muerte de la madre o el hijo.
Numerosos investigadores han demostrado que la gestante adolescente que no ha completado su crecimiento necesita una ganancia de peso superior a la de la embarazada adulta para lograr un niño con peso adecuado.
Otra consecuencia importante a largo plazo tanto para la madre como para la familia y la comunidad es el abandono escolar de la embarazada. El bajo nivel educativo está estrechamente relacionado con la maternidad temprana, generando pocas oportunidades de futuros empleos y mayor empobrecimiento, acentuando el círculo de desnutrición, enfermedad y pobreza, promoviendo la exclusión y marginalidad.
Para la OMS y otros organismos internacionales es fundamental la promoción de la educación sexual, planificación familiar, acceso a métodos anticonceptivos, asistencia sanitaria universal en el marco de salud pública y derechos reproductivos, para evitar los daños asociados al embarazo adolescente.
En algunos casos las adolescentes, en determinados contextos sociales y culturales, no pueden negarse a mantener relaciones sexuales no deseadas o a oponerse a las relaciones sexuales forzadas, que suelen ser sin protección.
En países de ingresos medianos y bajos más del 30% contraen matrimonio antes de los 18 años y cerca del 14% antes de los 15 años, muchas de ellas no saben cómo evitar el embarazo por no haber recibido educación sexual ni contención emocional de su entorno, pueden sentirse avergonzadas y entonces no solicitan anticoncepción o puede ser que los anticonceptivos sean demasiado caros y no tengan acceso a ellos, o incluso pueden ser ilegales.
“Lo que aprendes en la escuela es cómo quedar embarazada, pero nunca te dicen cómo no quedar embarazada”, afirma una de las entrevistadas en el estudio Embarazo Adolescente y Oportunidades en América Latina y el Caribe. Otra dice que: “Sabíamos todo sobre métodos anticonceptivos (…) pero estaba avergonzado de ir y comprar”.
“Hay una correlación significativa entre la maternidad temprana, menor rendimiento educativo y peores resultados en el mercado laboral para las mujeres”, dice el economista y autor del estudio, Luis Felipe López Calva. Agrega que las circunstancias personales de las adolescentes en cuestión juegan también un rol importante en esas consecuencias. “Quienes tuvieron un embarazo en la adolescencia se encontraban ya en un grupo de mayor riesgo”, afirma.
Un informe da cuenta que, en Argentina, cada tres horas una nena de entre 10 y 14 años se convierte en madre.
Analizando la Tasa de Fecundidad Adolescente en Argentina vemos un incremento acumulado del 11% en los últimos 20 años.
Es muy importante abordar la temática de la adolescencia, debido a la trascendencia que tiene para el desarrollo y su impacto en la población mundial.
En 2011, la OMS y el Fondo de Población de las Naciones Unidas publicó unas directrices que contienen recomendaciones sobre las medidas que los países podrían adoptar, con seis objetivos principales:
- Reducir el número de matrimonios antes de los 18 años
- Fomentar la comprensión y el apoyo a fin de reducir el número de embarazos antes de los 20 años
- Aumentar el uso de anticonceptivos por parte de las adolescentes a fin de evitar el riesgo de embarazo involuntario
- Reducir las relaciones sexuales forzadas entre las adolescentes
- Reducir los abortos peligrosos entre las adolescentes
- Incrementar el uso de servicios especializados de atención prenatal, en el parto y posnatal por parte de las adolescentes.
En este contexto la OMS participa en diversas iniciativas junto con organismos y programas conexos, en la que también participan ONUSIDA, UNFPA, UNICEF, ONU Mujeres y el Banco Mundial. Las iniciativas tienen como finalidad acelerar el progreso hacia la reducción de la morbimortalidad infantil y materna, entre ellas la desigualdad de género, el matrimonio prematuro y el acceso limitado a la educación para las niñas.
La comunidad científica sostiene que el embarazo adolescente se sustenta en un mecanismo de transmisión de pobreza de una generación a otra, los argumentos serian la reducción de las posibilidades de obtener un empleo bien remunerado, lo que a su vez restringiría el acceso a recursos adecuados que le permitan un desarrollo sustentable para ella y sus hijos, perpetuando así el circulo vicioso de la pobreza entre generaciones, promoviendo situaciones riesgosas de vulnerabilidad que volverían a conllevar a embarazos adolescentes, siendo entonces la pobreza y la precariedad la que los llevaría a situaciones de desventaja socioeconómica en la que se encuentran millones de adolescentes.
En un mundo lleno de oportunidades de aumentar la producción de alimentos, avanzar en los sistemas médicos, científicos, informáticos etc. etc. la paradoja es que se observa un estancamiento y deterioro en las condiciones de vida básicas y más de la mitad de sus habitantes están bajo la línea de pobreza.
Por otra parte, la pobreza sigue significando en vastas áreas, desnutrición. Millones de personas de los países en desarrollo tienen hambre crónica, y otras deficiencias de micronutrientes básicos, como vitaminas y minerales.
Pobreza, desigualdad, exclusión, golpean en muchos casos particularmente a las adolescentes, la falta de acceso a oportunidades tiene más presencia en ellas y especialmente sufren las consecuencias de la inequidad en salud.
A pesar de los avances médicos, las tasas de mortalidad materna en el mundo en desarrollo son muy altas como consecuencia de la falta de sistemas de protección adecuada.
Las madres pobres van a ser las más directamente afectadas por las condiciones de inseguridad alimentarias. Las dificultades nutricionales de la madre y del bebé, son uno de los factores claves en las elevadas tasas de mortalidad infantil que siguen produciéndose en la región a pesar de los avances.
Cada vez es mayor el número de jóvenes y adolescentes que a más temprana edad entregan en adopción a sus hijos, muchas de ellas en forma reincidente.
El embarazo adolescente sigue constituyendo entre otros, un problema de salud pública. Su reconocimiento e importancia imponen la necesidad de dedicarle cada vez mayor atención, sobre todo en lo que se refiere a promover educación sobre la salud sexual y la procreación responsable.
Estrategias apoyadas en políticas de salud y de educación que se encaminen a reducir las tasas de embarazo en niñas y adolescentes, garantizarán un mejor pronóstico de vida, tanto para la madre como para su hijo y una repercusión positiva en el desarrollo futuro de la sociedad.